Con documentación hemerográfica como fuente principal, el artículo pretende poner de manifiesto la estrecha relación que con la prensa tuvo la extensa obra y la biografía de Faustina Sáez de Melgar (1833?). Creadora de varias revistas dirigidas a la mujer, vio en ellas un medio de fomentar la lectura en los hogares. Afirma que la educación es el medio por el que la mujer puede liberarse de la marginación social que padece y que ella denuncia como esclavitud. Autora del drama
drawing on periodicals as the principal documental source, this article aims to demonstrate how the copious literary production and biography of Faustina Sáez de Melgar (1833?) was closely linked to journalism. The creator of several magazines aimed at women, she seems to regard fashion magazines as a way of encouraging reading habits in the home. She asserts that education is the key to delivering women from their social marginalisation, which she denounced as a form of slavery. Although an active supporter of abolitionism -author of the drama
Finalizando diciembre de 1866, en las primeras páginas del cáustico
“¡Cielos!... ¡Yo periodista como Pilar Sinués de Marco, Ángela Grassi, Robustiana Armiño, Joaquina Balmaseda, Faustina Sáez de Melgar y otras once mil… escritoras que llenan con sus plumas todos los semanarios de modas de esta mundo y del otro!”
Dardos similares pueden encontrase en la prensa satírica de aquellos años. Endebles, aunque algunos sean dirigidos por celebridades como un Leopoldo Alas “Clarín”, recurren a la sonoridad onomástica de las atacadas y manejan prejuicios que se irán tornando insostenibles por las actuaciones de mujeres como aquellas de las que se ocupan estos estudios. También son detectables desconcierto y recelo por el peligro que en diversos aspectos podría conllevar la presencia, desenvoltura y manifestación femeninas en el mundo de la cultura.
En España, este acontecimiento era entonces cuestión de actualidad: la revelación, in crescendo, de nombres femeninos en las páginas de diarios o revistas, ya como colaboradores en ellas o por dar cuenta de la aparición de sus obras y actuaciones intelectuales.
Así, en 1860 -quedan décadas para que salgan de imprenta los repertorios de Ossorio y Bernard (1889 y 1904) o de Criado y Domínguez (
Fenómeno complejo donde actúa la transformación de la prensa misma a mediados del siglo, y en particular y más de aplicación en este caso, de las llamadas convencionalmente “revistas femeninas”. Causas que no excluyen motivaciones puntuales y prosaicas. Por ejemplo, la influencia en el auge de ventas y difusión de las “revistas de modas” del perfeccionamiento y la comercialización de la máquina de coser, que va a facilitar el corte y confección en las casas particulares.
Uno de los nombres de autoras que se deja ver con más frecuencia, por la notable extensión y variedad de su obra, por su demostrada gran capacidad en la planificación empresarial y en las relaciones sociales, es el de Faustina Sáez de Melgar.
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Han transcurrido 34 años del siglo
Esa información tuvo que facilitarla la propia biografiada. Era la época del
El matrimonio va a ser acontecimiento de especial transcendencia en su vida porque para la escritora que germina supondrá el comienzo de la liberación. Valentín Melgar, periodista y alto funcionario, parece que no solo permitió sino que alentó, en principio, las ambiciones intelectuales de Faustina. Varios de esos puestos que ocupó exigían un dilatado alejamiento, en espacio y en duración, de España, lo que suponía aumentar la responsabilidad de la esposa, madre de familia numerosa, y de su necesaria libertad para tomar decisiones. Acompañada de sus hijas, no lo estará por el marido durante su largo desplazamiento a París, a partir de 1880, movida por el deseo de dar a sus hijas la mejor formación y también por ambiciones profesionales que apuntaban a Iberoamérica.
“Antes de partir Faustina consiguió que algunos periódicos y/o revistas españolas aceptaran publicar sus crónica parisienses; además, ella continuaría su labor de escritora y, sobre todo, de traductora, ya que allí podría contactar directamente con algunos de los autores franceses de mayor fama para adquirir los derechos de traducción de algunas de sus obras. Por otro lado, dada la numerosa colonia española establecida en el vecino país, emprendería nuevos proyectos periodísticos; como la publicación de alguna revista dirigida a las mujeres o a la infancia, que bien podría comercializar entre sus miembros, además de, a través de sus contactos, venderlas en España e Hispanoamérica. Todo ello le produciría unos beneficios que ayudarían al mantenimiento familiar (Seguí,
El cambio de residencia dice mucho, ciertamente, de sus inquietudes, iniciativas y capacidades. También con la separación física se hace patente el distanciamiento personal entre los esposos. Hay desacuerdos en el procedimiento educativo de la hija mayor, en que la madre, consecuente con sus principios, se esmera. Se evidencian ciertas dificultades económicas. Valentín Melgar se expresa en sus cartas de forma autoritaria y áspera. Son reveladores los fragmentos de la correspondencia de este que incluye su bisnieta cuando publica la biografía de su tía abuela, la artista Gloria Melgar Sáez:
“no vayas a tener que sentir, que entonces desdichada de ti, porque entonces te tendría que pedir cuentas muy estrechas”. “En esto es donde debes de poner los cinco sentidos, porque te aseguro firmemente que si salieses con algún descuido, no lo resistiría sin que no lo pagaras bien caro, así pues ten cuidado” (Seguí,
Cabe pensar, pues, que Faustina respira por la herida cuando en 1880 se incorpora con unos versos al festivo y constantemente incrementado
“Decía un recién casado, /lleno de sublime ardor: / -“Yo me casé por amor/ y vivo desesperado: / y escaso un año ha pasado / y ya me aburro sin tasa; me cae encima la casa, / y anhelo con ansia fuerte / salir de ella sin que acierte / a saber lo que me pasa”. / “Y su esposa que le oyó, / contestóle con presteza: -“Amigo, el fastidio empieza / por donde el amor salió: / si débil afecto unió / al tuyo mi pobre ser / no puedes mi dicha hacer, / pues requiere el matrimonio / indudable testimonio / del firmísimo querer.”
Después de siete años en París y uno en Biarritz, la escritora y periodista regresa a Madrid en 1888. Se sabe que ella no quiso acompañarle a Villamanrique cuando él regresó definitivamente, y que mantuvo casa en Madrid hasta el final de sus días (Seguí,
Madrid había sido para Faustina una de las consecuencias del matrimonio, el escenario de su liberación y para ella, ciudad abierta. Tuvo acceso al propio Palacio y contó con muy buenas relaciones familiares y amistosas, en la
En Madrid, sobre todo, realiza sus grandes proyectos culturales y benéficos: en mayo de 1886 queda constituida la comisión organizadora para realizar el pensamiento iniciado por ella de fundar un Asilo de huérfanas de empleados y profesores de instrucción primaria -en algún momento se habla también de huérfanas de periodistas
Será recordada su intervención en la aparición y desarrollo de instituciones como el Ateneo de Señoras o la Sociedad Abolicionista, actividades vinculadas con sus estrechas relaciones con la burguesía progresista y con los krausistas anteriores a la fundación de la Institución Libre de enseñanza, en particular con una figura tan comprometida con proyectos para la educación de la mujer como lo fue Fernando de Castro.
Ligado está De Castro en la creación de aquel Ateneo Artístico y Literario de Señoras: asociación de enseñanza universal, científica y recreativa, en 1869, de la que Sáez de Melgar es nombrada presidenta y donde tendrá ocasión de demostrar su dinamismo.
Presente está doña Faustina en el primer mitin abolicionista, en 1865. Fernando de Castro es presidente de la Sociedad Abolicionista Española desde 1869, y cuando en 1871 se constituye la Sociedad de señoras protectoras de los esclavos, Faustina Sáez es designada presidenta.
Madrid es donde lleva a cabo, entre 1862 y 1866, su primera gran realización periodística: la revista
Ligado a la fortuna de
Simpatía que, sobrevenida la Revolución, no le impide hablar del “pasado yugo de la tiranía” cuando lo hace en
“La directora de un antiguo periódico de modas,
La aludida responde con carta que el diario no publica, sí
“[Isabel II] lejos de proteger el periódico le hizo mucho daño, porque si bien obtuvo una real orden por mediación de mi digno amigo don Eugenio de Ochoa, director entonces de Instrucción Pública, para que las maestras se suscribieran, cargando su importe al material, fue derogada al mes de concedida, causándome un perjuicio inmenso por los trabajos de propaganda y el excesivo coste de los números, dibujos y labores que hube de adquirir, de lo que no pude resarcirme, siendo esta la causa de la muerte del periódico, que suspendió poco después”.
Y en los años de la Restauración continuará la excelente relación de doña Faustina con la familia reinante, en especial con la infanta Paz, cuya personalidad ofrece marcadas afinidades con el suyo. Más que oportunismo, o hipocresía, es el de “posibilismo”, término muy utilizado en la política de entonces, el que parece de más conveniente aplicación a los planteamientos, en esta y otras cuestiones que a veces también parecen contradictorias, de Faustina Sáez y de compañeras suyas de generación. Actuar apurando las posibilidades, sin crear alarma social, con prudente y paciente estrategia.
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La orientación práctica en las personalidades de esa generación de escritoras queda bien reflejada en su dedicación a una prensa que con paso firme se va consolidando como poderoso medio de comunicación. La prolífica obra de Faustina Sáez de Melgar en verso y prosa, novela, teatro y escritos pedagógico-doctrinales, aparece volcada sobre todo en periódicos y revistas. No se aparta en esto de un rasgo muy común en las escritoras románticas:
“Del centenar de autoras, tan solo cincuenta escriben libros y el resto lo hizo en la prensa periódica. Es fundamental, por tanto, la consulta de estas publicaciones para tener una idea aproximada de su producción, no solo poética, sino incluso novelística.” (Simón,
Fuera de la prensa cuenta, ciertamente, con algunas realizaciones tan notables como
Merece ser recordada también su actuación como editora. De colecciones, de sus propias obras (
Pero es figura nacida para el mundo de la prensa. Como creadora y como usuaria, su vida pública se enlaza estrechamente con ella; en ella quedan huellas de su peripecia biográfica y la prensa recoge y recogerá testimonios de la fortuna crítica de su obra.
En su producción poética dispersa por periódicos y revistas son observables huellas de lecturas de Selgas, el duque de Rivas y Zorrilla
Pero la notoriedad se la prestó a su firma, sin duda, su labor de folletinista, de novelas suyas y de “arreglos al castellano” en páginas de diarios y revistas:
Autora de breves relatos moralizantes, de artículos pedagógicos y de divulgación cultural, están escritos con particular afecto y acierto los que destina al público infantil.
De su teatro, aunque estrenó con éxito en 1875
Cultiva doña Faustina el “periodismo de salón” y sus crónicas de Madrid (“Salones y Revista de Madrid”, en
Y dedica mucho de su tiempo y de sus reflexiones a los numerosos textos en que trata de la situación contemporánea de la mujer y de la educación de mujeres y de niños, sembrando prédicas sobre el ejercicio de las virtudes y la erradicación de los vicios. Aparte de los contenidos en las publicaciones en las que tenía responsabilidad directiva, aparecieron “Cuatro palabras sobre la mujer” en
Colaboraciones periodísticas muy diseminados por, al menos, medio centenar de cabeceras, es presumible que de más, en ocasiones aparecen insospechadamente.
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La más perdurable aportación de Faustina Sáez a la historia del periodismo son sus propias revistas. El éxito de
En
“Muchas son las publicaciones que nacen y mueren cada día […] ninguna se ha encaminado nunca única y exclusivamente a la mujer […] nuestra misión […] la de propagar en nuestro sexo las ideas de progreso que han hecho a la mujer inglesa y norteamericana una mujer fuerte, independiente, instruida y digna sin apartarse de los deberes que la encadenan al hogar”.
Y continúa entreverando hábilmente reivindicaciones con observaciones tranquilizadoras:
“Muchos siglos de subyugación moral han hecho de la mujer española un ser sin propia voluntad e iniciativas. La revolución puede cambiar nuestra condición social, si hay hombres que comprendan la importancia de la educación de la mujer, nos ayudan perfeccionarla y nos marcan los deberes y los derechos que nos son propios. Guiándonos por el camino de la ilustración, a la luminosa esfera de la inteligencia y el saber, dejándonos tomar la parte que nos corresponde en las graves cuestiones sociales que deben resolverse […] No debe la mujer permanecer más tiempo en las tinieblas de la ignorancia: esto acarrea fuertes males a la causa del progreso porque la convierte en arma de partido, se explota su conciencia con fines reaccionarios”
En el n. 1 (8 de junio) se reafirma la redacción (“Al público”) en denuncias atemperadas:
“No me refiero a las soñadoras, que corriendo ilusas tras una utopía irrealizable, piden su emancipación, piden derechos que no conocen, piden igualarse con el hombre, que es como si quisieran igualar el sol a la luna” (p. 1).
“No nos proponemos hacer un periódico de modas […] bastantes tienen ya que solo hablan a los sentidos […] presentando con tentadora seducción nuevos y poderosos modelos de bonitos trajes […] fomentando en las pobres imaginaciones que las leen con avidez la idea de que la mujer solo sirve para ser instrumento y no compañera del hombre […] trataremos en nuestro semanario de apartar a la mujer de la senda ridícula y peligrosa a que quieren condenarla los partidos reaccionarios […] ¿Quién puede oponerse al torrente de ideas que chocan entre sí, resultando de este choque de luz que todo lo inunda? La luz es inevitable, irradia por doquier, la civilización avanza, marchemos con ella, aceptemos los hechos consumados y tome la mujer la parte que le corresponde en la esfera social de nuestro nebuloso hemisferio” (p. 2).
La propia directora, presentada por el prospecto, conjurando recelos, siendo “mujer, esposa y madre antes que escritora”, se revela autora de lo que antecede porque continúa en los mismos términos:
“A semejanza del torrente que desbordado arrastra cuantos obstáculos se oponen a su paso, el más pernicioso torrente de fanatismo avanza impetuoso a continuar su obra tomando por auxiliar a la mujer […] no procurando ilustrar su entendimiento, sino cegándole en perpetuas tinieblas, llenando de sombras su timorata conciencia, que imponen a su capricho, y ejerciendo sobre ella una influencia perniciosa […] No puede desconocerse que las facultades intelectuales de la mujer son iguales a las del hombre” (p. 3).
“¡Luz! ¡Luz para la mujer!”, escribe en la entrega n. 9 (8 de agosto), “¡Luz! ¡Mucha luz¡ Venga de donde viniere. La mujer, mitad de la humanidad, vive todavía a oscuras en el siglo de las luces; ¡ilustradla, iluminad su entendimiento! […] No debe la mujer permanecer más tiempo en las tinieblas de la ignorancia: esto acarrea graves consecuencias a la causa del progreso, porque se la convierte en arma de partido, se explota su conciencia con fines reaccionarios” (pp. 7-8).
Imagen esta de la luz cuyo uso por Sáez de Melgar merecería ser considerado. Consecuente con su propósito fundamental de instruir a la mujer, la revista -donde, por cierto, figuran más colaboradores que colaboradoras- incluye textos sobre “La mujer de ayer, la de hoy y la de mañana” e “Influencia de la mujer en la educación moral de los niños”, a cargo de la directora, y páginas de cultura varia: poemas traducidos del ruso (recuérdese que las casi novedosas conferencias de Pardo Bazán sobre literatura rusa son de 1885), una semblanza encomiástica de Mariana Pineda o un descripción del Museo Arqueológico Nacional. Y, aunque ha reconocido su importancia secundaria, sabe de la que tienen para la captación de lectoras e incluye “dibujos, patrones o retratos litografiados”.
Establecida en París, le encomiendan la dirección del
Este trabajo no colmaba sus ambiciones. Y, sin pausa, materializa en París, siendo corresponsal la madrileña Librería de San Martín, sus propias ideas. Una inexactitud de Ossorio (
:
“Muchos son los periódicos -dice la primera entrega- que nacen, pasan y mueren… No hemos visto ninguno que uniese a la instrucción y el recreo de los niños la utilidad práctica para las madres. En este concepto creemos no engañarnos al afirmar que el nuestro es el primero […] Combinadas con el recreo y la amenidad las ciencias y las artes, los niños las aprenden jugando. Al lado de un artículo de Hª natural, que por sí solo es pesado, presentaremos el grabado correspondiente […] Confiamos -desliza sutilmente doña Faustina- en que nuestra querida España y la ilustrada América acogerán nuestra modesta publicación […] También nos atrevemos esperar de la noble prensa de ambos países un cariñoso recibimiento.”
Ella escribe sobre “La educación moral de la mujer”. También escriben Gloria Melgar, Hernán González Melgar, Carolina de Soto, Ana Ruiz, Gregoria Urbina, Clemencia Larra, la infanta Paz, Antonio Grilo, Selgas, Salvador Rueda… Acompañan figurines y pliegos de patrones y bordados.
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Y en enero de 1884 doña Faustina brinda a los lectores la sorpresa de resucitar su querida
“Nuestras tareas en esta segunda época de
Su contenido: revista de modas, colaboraciones literarias, grabados y figurines, alguno en color, crónica de salones. Escriben Ana Ruiz, Julia Asensi, Mª del Pilar Contreras, Carolina de Soto, Carolina Coronado, García Gutiérrez… Asoma un artículo sobre Madrid, de José Gutiérrez Abascal.
Como aguinaldo de pascua ofrece la revista a sus suscriptoras una máquina de coser a 29 francos: “no contenta nuestra directora con regalar uno de sus libros ha hecho un contrato con el fabricante”.
Y, de vuelta a Madrid, años más tarde,
“venimos a dar con el ideal soñado: una revista única en su clase, en la que nadie había pensado nunca […] queremos contribuir a educar a la niña […] dándoles a las madres unos instrumentos […] la hemos confiado a una escritora de antiguo renombre, muy amiga del público y sobre todo, de los niños, a los que ama con delirio, y no tendrá tarea más grata que dedicarles sus últimos días”
Y así vino a ser, en efecto,
Cincuenta y dos entregas entre enero de 1893 y enero de 1894; junto al cuerpo de la revista, hojas “de labores” y “de literatura amena”, acompañando entregas del
Pero la revista transmite cierta sensación de agotamiento de una fórmula de producción.
Doña Faustina fallece en marzo de 1895. Debió de haberle producido no poca satisfacción el que le pidiesen colaboración (lo hizo con “Los dones intelectuales”) en el número extraordinario de
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La noticia de su muerte pasa casi desapercibida. Los periódicos que dan la noticia -alguno lo hace con inexactitud- coinciden en destacar sus cualidades humanas: “persona culta y buena”, dice
Si embargo, el nombre de Faustina Sáez ya comenzaba a eclipsarse en las páginas de esa prensa de la que ella se había servido muy bien para dar curso a su obra y que había dado a conocer sus inquietudes sociales, en diversos aspectos y de diversas formas.
Un episodio: abogando por la construcción del Canal del Tajo, que habrá sido de gran beneficio para su patria chica, dirige desde
“La aristocracia, lejos de las miserias del pueblo y saturada de los goces que proporciona la consideración y la fortuna, no ha podido nunca sentir amor ni deseo alguno por el mejoramiento del estado social y material del país […] muchos siglos de subyugación moral han hecho de la mujer española un ser sin propia voluntad y sin iniciativas […] es altamente consolador admirar a una ilustre dama apartarse de las tradiciones absurdas que siempre han coartado el libre impulso del pensamiento”.
Hablar de las ideas y mentalidad de Faustina Sáez de Melgar en asuntos como el papel social de la mujer es insistir en parámetros ya señalados, por ser muy comunes, en los textos de esta generación. De las virtudes cristianas de la mujer y de su aceptación de los deberes que le asigna la naturaleza y confirma la tradición, depende la estabilidad de la familia y, por tanto, de la sociedad, donde ha de ser mantenida la estructura patriarcal.
La educación de la mujer es necesaria y urgente. No es peligrosa, sino al contrario, porque contribuirá a que ella cuide mejor del hogar y de quienes lo componen.
En algunas de las inteligentes autoras que defendían estos principios quedaba enmascarado también el posibilismo del momento, una lúcida cautela y una tácita estrategia a largo plazo. De “el terreno que tiene conquistado y el que puede conquistarse si marcha paso a paso” habla
En el caso de Faustina Sáez ese posicionamiento conservador va acompañado siempre de severas denuncias sobre la situación femenina. También concibe la educación que la mujer debe recibir de modo más amplio que una orientación puramente doméstica: ha de incluir conocimientos que le permitan, llegado el caso, un trabajo, no al margen, sino compatible con los del hogar. Véanse a este respecto sus comentarios en “La instrucción de la mujer en Bulgaria” y “La beneficencia en Rumania”, de 22 de febrero y 3 marzo de 1889, respectivamente, de
Pero aquella entusiasta defensora de la liberación de los esclavos, la autora de
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De la celebridad de Faustina Sáez en sus días vienen a dar prueba los ataques -para finalizar volviendo a lo dicho al principio- de que fue blanco. Es de destacar el que le dirige
“Ninguna entre la variedad infinita de especies de la familia humana, más saliente ni de caracteres más propios y peculiares que aquella de que vamos a ocuparnos […] Brotó entonces el periodismo, fuente inagotable de discusión y emociones de todo género […] La literata de nuestros días pertenece de hecho al estado conyugal y, de derecho, a la prensa y a la escena […] se entrega a fundar
En cualquier caso, mucho pesó el conservadurismo moralizador en la caducidad del mensaje de estas grandes periodistas. Aún un Julio Cejador, en su
En cualquier caso, y aunque severamente amortiguada, no se extinguió del todo la resonancia de estos sonoros nombres.
En 1902, el recensor en
En 1921 Melchor Fernández Almagro, en la primera página de
En 1930, en
Y no hace muchos años:
“La pasada centuria -escribe un crítico- es un caso digno de estudio. Ofrece un amplísimo elenco de escritoras, superior probablemente al de nuestro siglo, y varias docenas de revistas dirigidas a las mujeres, algunas excelentes […] floreciente de actividades literarias cuyos aromas quedaron encerrados en las obras de Faustina Sáez de Melgar […] Hay en todo ese movimiento con ribetes educativos el germen de una revolución pacífica cuyo desarrollo posterior no ha tenido siempre la misma poderosa eficacia” (Senabre,
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Al margen del valor atribuible hoy a su obra literaria, la interesante y un punto intrigante personalidad de Faustina Sáez de Melgar, diseñadora y gestora de nuevos espacios periodísticos, merece, por sus aportaciones a las historias de la prensa española y de la promoción cultural de la mujer, recuerdo, atención y estudio.
El comentario es del día 23 y la animadversión no fue pasajera: contra Faustina Sáez, en concreto, se dirigen también cuatro años después el 13 de marzo y el 23 de marzo de 1882.
En tiempos de
Para los apuntes que conforman este breve estudio ha sido fundamental la consulta de las colecciones de prensa y de las bases de datos disponibles para el investigador en la Hemeroteca Municipal de Madrid, en la Biblioteca Nacional de España y en la Bibliothèque Nationale de France.
De las notas necrológicas se deduce, y consta por lo habitual, 1834 como su fecha de nacimiento. Perdida el acta de bautismo, otros documentos (inscripciones de matrimonio y de fallecimiento, empadronamientos) permiten fijarlo, sin embargo, en 1833.
“¡Ha muerto ya! La funeral campana pregónalo ya con lastimero acento”
Por ejemplo, en
De la Reina exilada, por ejemplo, que asiste a una fiesta en París: “Iba vestida de Isabel II”.
Así, en
Según Roig,
“Desde la más remota antigüedad ha venido ejerciendo [la mujer] un dominio relativo sobre los destinos de hombre: débil, tierna y sumisa, encuentra a veces en esa misma debilidad, en esa dulzura, un dique que encadena y sujeta su innata fogosidad” (
Esto es exacto: Faustina escribe, tras el seudónimo de