Hay un mundo literario español tan intenso y vivo como poco conocido: el de las mujeres escritoras de la segunda mitad del siglo XIX. Apenas un puñado exquisito, considerado de primera fila, logró pasar a la historia de los tratados y las antologías. Ponemos nuestra atención en una mujer escritora de esa época, Robustiana Armiño, considerada de segunda fila, lo que viene a equivaler casi a la nada en cuanto a la resonancia de su obra desarrollada principalmente, como la de la mayoría, en los periódicos. La escritora y periodista de insólito nombre merece alguna atención, mayor de la que ha tenido.
There is a Spanish literary world that is as intense and alive as it is little known: that of women writers of the second half of the 19th century. A mere handful, regarded to be of the highest rank, managed to go on to the history of treatises and anthologies. We turn our attention here to a woman writer of this epoch: Robustiana Armiño, viewed as a second-rank writer, which meant her work, mostly published in newspapers, has passed almost unnoticed. However, this unusually named writer and journalist deserves more attention than she has usually received.
Robustiana Armiño (Gijón, 1821-Madrid, 1890) es una escritora casi desconocida
Sobre Robustiana Armiño, la única escritora española que se llama Robustiana, se han repetido algunos tópicos que debemos matizar aquí. Carolina Coronado escribió el prólogo al primer tomo de sus poesías (1851) en el que dibuja un perfil que todo el mundo parece haber dado por bueno. Después de referirse a la “Señorita Doña Robustiana Armiño”, con amistosa y romántica desmesura, como “la más alta joya de las Asturias, ídolo de Gijón”, pinta un cuadro a medias glorioso a medias fúnebre. La Armiño sería una bondadosísima mujer prudente y equilibrada, instruida y autodidacta, pero sumergida en la niebla de la tristeza y el desencanto. Tener que compaginar sus anhelos poéticos con la dureza de la realidad doméstica y social hubieron de llevarla a una tristeza irremediable. Coronado habla de la “juiciosa ambición” de R. A., que renunció a ser más grande como artista para ser grande como mujer, esposa y madre.
Sin embargo, la vida de Robustiana Armiño no se distinguió mucho de la de sus contemporáneas ni sus poesías rezuman ninguna tristeza especial que no estuviera en la entraña romántica. Y el hecho de colocar el apellido de su marido como segundo suyo (Robustiana Armiño de Cuesta) solo respondía a una equívoca costumbre que ha perdurado hasta hoy y que ella siguió solo a veces. Y tuvo una vida familiar más satisfactoria que la de la mayoría.
Otro tópico llamativo es el de su supuesta ideología encarnizadamente carlista, por la que ha recibido durísimos adjetivos de repulsa
Su carlismo se habría reflejado en frecuentes artículos publicados en
Por fin, el tópico mayor es considerar a Robustiana Armiño mera poetisa (Miralles,
Robustiana no es nombre muy común. Tampoco Armiño es apellido frecuente. Juntos huelen a seudónimo
Su nombre completo, según la partida de bautismo
El nombre de Robustiana no es eufónico ni elegante, ni casi de calendario católico (¿hubo alguna santa Robustiana?; lo que hubo es un San Robustiano y con eso basta) pero con ese sabor a seudónimo no queda mal como reclamo.
Más curioso resulta la supresión del primer elemento del apellido compuesto, parece que de algún abolengo histórico, “Alonso de Armiño”. La preferencia familiar por la fina rotundidez del suave “Armiño” en lugar del apellido completo no deja de ser sugestiva
Gijón, en 1821, año del nacimiento de Robustiana Armiño, tenía poco más de 7.000 habitantes y una vida social y cultural aún más modesta que la de 40 años después, cuando el asturiano Armando Palacio Valdés la representó en su novela
Sin embargo, en Sarrió-Gijón hay vida social y cultural. Como la hay en el Gijón de Robustiana, cuyos comienzos culturales se mueven en dos ámbitos, el familiar y el social-amistoso.
Quizá la primera chispa le llegara desde la tertulia que, posiblemente, su padre mantuviera en la rebotica, una tradición ineludible en aquella época
De los cuatro hermanos Armiño son Robustiana y Dorotea (a la que a veces se llama “Dora”, ¿cómo llamarían a Robustiana?) las que fraguaron una relación más estrecha e íntima, como acreditan los versos dedicados por la primera a la segunda y los poemas dedicados a Dorotea en ninguno de los cuales se deja de citar a Robustiana en la misma onda de intenso afecto. Dorotea es sensible a la poesía, pero ella practica el dibujo artístico (también lo practica, aunque en menor medida, Robustiana) y de todo ello, y de las aficiones culturales de la familia, hay ejemplos en el
Esta trama intelectual familiar tuvo en sus años gijoneses, hasta 1848 en que se casa con Juan Cuesta y se traslada con él a su tierra salmantina, otro entramado amistoso que le sirvió para construir las bases esforzadas de una cultura que más adelante sería admirada y alabada por muchos. Sin los nombres amigos de Eulalia de Llanos y Noriega, de Plácido Jove y Hevia y de Gumersindo Laverde, no se entendería la personalidad de Robustiana Armiño
En sus años gijoneses se pone en contacto con Carolina Coronado, a través de la cual establece amistosa relación con escritores y escritoras (Víctor Balaguer, J.E. Hartzenbusch, Gertrudis Gómez de Avellaneda…). En 1844, Carolina Coronado convoca a algunas escritoras para colaborar en
Robustiana Armiño, con los estudios escolares elementales comunes en la época (su novela
En “Despedida a Gijón” muestra su ilusión por ir en busca de “nuevas ilusiones”, “en dulce compañía”; abandona Gijón donde ha sufrido “niñez amarga” aunque también guarda el recuerdo “de bellos días y pasadas glorias” y deja “un tesoro, más precioso que el oro, la joya más hermosa de mi vida, mi familia querida”. Y hace una referencia, tan romántica como realista, al duro, solitario aprendizaje de idiomas:
¡Adiós hogar paterno;
Dó en la noche sombría
Del nebuloso invierno,
Sobre áspera gramática inclinada,
Iba con alma osada,
Sin maestro ni guía
Los idiomas del norte descifrando,
Al son del ronco viento
Que estaba mis cristales azotando.
Las hermanas Armiño, Robustiana y Dorotea, estaban tan unidas que el gran dolor de la separación, como dice en “Recuerdos de mi patria” (
Vive en Salamanca hasta 1859 y, además de disfrutar de un entorno cultural más elevado y dejar huella poética de sus vivencias (“A la catedral de Salamanca”), cuenta con una nueva amiga muy especial: la prima de su marido, Matilde Cherner (Rodríguez Sánchez,
Y una vez más queremos valorar la importancia de Juan Cuesta Cherner en la vida de Robustiana Armiño, y viceversa, tanto en lo sentimental como en lo intelectual. Juan Cuesta no solo funda y dirige revistas de medicina, escribe poesía y otros textos literarios (la propia Robustiana se hace eco conmovido del libro
Se puede hablar, pues, de dos grupos de amigos: el grupo de Gijón, ya citado, y el de Salamanca, al que pertenecen la prima Matilde Cherner y el salmantino Ventura Ruiz Aguilera (1820-1881), desterrado en Alicante, donde dirige
Donde más años vivió Robustiana Armiño fue en Madrid:31 años. Cuando en 1859, a los 38 de edad, llega a Madrid con su marido y sus hijos, Juan, Favila, Antonio y Antonino, es moderadamente conocida, por sus dos tomos de poesías publicados viviendo en Salamanca, en 1851, y sus colaboraciones en periódicos de Madrid. Ya no es aquella tímida y siempre un poco insegura gijonesa. Que ya es conocida y reconocida en Madrid lo demuestra la invitación que recibe para colaborar en una “corona poética” en honor de Manuel José Quintana
Juan Cuesta muere en 1886 y ello explica, entre otras circunstancias, el retiro social en que Robustiana Armiño pasa los últimos años de su vida. Cuando muere en 1890, a los 69 de edad, se cierra una muy rica actividad de vida madrileña en la que prima el periodismo. Primero, porque edita y dirige un semanario,
Se ha hablado mucho de sus obligaciones familiares difícilmente conciliables con su vocación literaria, sin tener en cuenta que su familia fue uno de sus apoyos fundamentales. Además de su culto y activo marido, Juan Cuesta, su hijo Favila colabora con el padre en tareas periodísticas y librescas; su hijo Juan dirige
A partir de 1860, Robustiana Armiño apenas publica poesía. Y esa poesía solo da una imagen muy parcial suya; su más amplia representación está en los dos tomos editados en Oviedo en 1851, cuando ella vivía en Salamanca. Transmite el mundo netamente romántico: ilusiones y tristezas de la vida, monumentos y leyendas, personajes…y entre ellos, los poetas Quintana, Lista, Zorrilla, Lamartine…, con algunos ecos sorprendentes de San Juan de la Cruz y Fray Luis de León.
Su poesía es “de época”, sentimental y moderada, de notable perfección formal y de gusto por la naturaleza. Gratifica su lectura pero, efectivamente, pertenece a “una decorosa figura de segundo orden”.
El mismo decoroso lugar que ocupa como novelista: su novela principal,
De los textos dramáticos que se le atribuyen (el drama
Otras publicaciones, algunas procedentes de periódicos, tienen marcado carácter patriótico, educativo y religioso. Comparables a las obras paralelas de sus contemporáneas, pero sin rayar a alturas superiores.
Es en los periódicos donde Robustiana Armiño publica casi toda su obra, aunque hay que distinguir la obra literaria (poesía, narraciones) de la netamente periodística (artículos, reportajes, sueltos). María del Carmen Simón Palmer, en su admirable
Robustiana Armiño es, sobre todo, periodista. Murió cinco años antes de que se fundara la Asociación de la Prensa de Madrid. De haber vivido , dada su dedicación y relaciones profesionales, nos parece que habría pertenecido al grupo de sus fundadores. Lo que no deja de ser un futurible de razonable alivio sentimental.
El 4 de julio de 1998, RTVE nos sorprendió con la serie “Mujeres en la historia. Las románticas”, dedicada a Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado y… Robustiana Armiño. En su tiempo no solo era conocida sino muy valorada (Parada,
“Pocos y sospechosos vasallos literarios le quedaban a Isabelona en los amenes de su reinado. Entre ellos la beatona -al poco furibunda carlista- Doña Robustiana Armiño de la Cuesta quien le dedicaba en 1864 su indigesta obra
Ese olor a seudónimo dio lugar a alguna anécdota muy divertida. El periodista mexicano Andrés Henestrosa (1906-2008) cuenta cómo el nombre que firma dos artículos en sendos periódicos mexicanos (“La Pascua de Resurrección en Oriente y Occidente”, en
Datos tomados de Cano González,
Un escritor actual, Mauro Armiño, también ha prescindido del primer elemento: se llama por partida legal Mauro Fernández Alonso de Armiño.
Sarrió es el nombre que el novelista da a la ciudad donde se desarrolla la trama de
Otro escritor asturiano, también hijo de boticario, Vital Aza (1898-1912) es autor del popular sainete
Los estudios de farmacia ya habían alcanzado, por entonces, rango de estudios superiores. Los hermanos de Robustiana y, sobre todo, ella misma y su hermana Dorotea alimentaban evidentes fervores culturales.
Eulalia de Llanos (1809?-1865).
Traduce del francés para
Matilde Cherner (1833-1880) nacida en Aldeávila de la Rivera (Salamanca) es autora de
Juan Cuesta Cherner (…-1886) es redactor de
La coronación de Manuel José Quintana como poeta por la reina Isabel II, el 25 de marzo de 1855, fue un acontecimiento social de primer orden del que sirvieron de eco dos antologías (“coronas”) poéticas.
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-El Eco de Gijón ; La Aurora de la Vida -9 textos periodísticos (1861)
-Crónica gijonesa (1863)
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En el Nº 10 de
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