La gran recesión del 2008 fue un evento singular en la historia reciente del Estado español. El “pinchazo” de la burbuja inmobiliaria y la destrucción masiva de empleo que trajo consigo pusieron de manifiesto la crisis profunda del capitalismo hispano. En Bonavista el paro y la consiguiente incapacidad de la gente trabajadora para pagar su deuda hipotecaria dieron lugar al ejercicio de una presión asfixiante por parte del sector financiero y a una reconfiguración de la cotidianeidad de las personas afectadas, que tuvieron que subordinar las relaciones sociales y la dedicación que hace falta para mantenerlas y para aumentarlas a la lógica de la expropiación de riqueza. En este contexto, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) surge como un refugio donde las personas afectadas reclaman la primacía de sus proyectos de vida frente a la pretendida hegemonía de la banca.
The Great Recession of 2008 was a singular event in the recent history of Spain. The burst of the real-estate bubble and the massive destruction of jobs it provoked revealed a deep crisis in Spanish capitalism. In Bonavista, unemployment and the resulting inability of working people to pay their mortgages exerted intense pressure on the financial sector to reshape the quotidian life of those affected, resulting in: the subordination of social relations, the labour required to maintain these and their reproduction to the logic of wealth expropriation. In this context, the
La erupción de la crisis financiera en 2008 fue un evento singular en la historia de la economía global. Grandes corporaciones financieras cuyos negocios se extendían a escala internacional quebraron; el crédito en el mercado interbancario de préstamos se congeló; el paro se disparó en los Estados Unidos y en los países más afectados de Europa hasta alcanzar los dos dígitos; y millones de personas perdieron sus casas por su incapacidad de continuar pagando sus hipotecas (Harvey,
En este contexto de agitación política, Keith Hart y Horacio Ortiz hicieron una llamada a los antropólogos, argumentando sobre la necesidad de concretar las consecuencias de carácter distributivo provocadas por la crisis financiera (Hart y Ortiz,
En los últimos 40 años, la organización de la producción de mercancías en Europa y los Estados Unidos ha pasado por unos cambios estructurales significativos. El aumento del peso de los servicios en la economía, la deslocalización de la industria pesada hacia países como China y la desvinculación entre la productividad y el salario real significaron el deterioro de las condiciones de vida para la clase trabajadora. Más importante aún, el desmantelamiento del estado de bienestar creó un vacío que la industria financiera aprovechó para posicionarse, de modo que la satisfacción de las necesidades básicas de la población pasó a depender cada vez más del acceso al crédito (Lapavitsas,
El trabajo de Donald L. Donham sobre el materialismo histórico puede servir como punto de inicio para la antedicha necesidad de reconsideración terminológica. A partir de su lectura crítica de la idea de la naturaleza humana desarrollada por Karl Marx, Donham argumentó que el proceso de trabajo no debe ser visto solamente como la producción de mercancías, sino también como un proceso de “autoformación” (
“[...] las familias se crean, crecen y se rompen; la gente nace, madura, se reproduce, se hace mayor y se muere. [La gente] se socializa constantemente, se entrena, se educa, es guiada (
Recientemente, y en la misma línea que Donham y Graeber, Susana Narotzky y Niko Besnier han propuesto que la economía sea vista como el ámbito donde la gente se forma “en sus dimensiones físicas, sociales, espirituales, afectivas e intelectuales” (Narotzky y Besnier,
La experiencia humana se forma por la reacción y por la respuesta social a la creciente presión ejercida por las fuerzas de (re)estructuración de la cotidianeidad; en nuestro caso, la presión monetaria y psicológica ejercida por la industria financiera y basada en el nexo gubernamental-financiero español. El hablar de la existencia de un nexo entre el gobierno y las finanzas significa abordar la regulación financiera como un resultado histórico de la “acomodación entre las élites del Estado y el sector bancario privado” (Pérez,
El nexo gubernamental-financiero es el
La dinámica transformativa de la cotidianeidad proviene y se nutre de las desigualdades sociales sancionadas por ley y mantenidas últimamente por la amenaza de la fuerza (Graeber,
Así, y con el fin de comprender cómo la última gran crisis capitalista y la antedicha preponderancia de la industria financiera afectaron a la cotidianeidad de millones de personas en España, realicé mi trabajo de campo con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en el contexto de mis estudios de máster en el Departamento de Antropología Cultural y Etnología de la Universidad de Uppsala, Suecia. En concreto, la pregunta que voy a responder en las siguientes páginas es: ¿cómo la industria financiera reclamó su preponderancia en la cotidianeidad de las personas afectadas en el municipio periférico de Bonavista
Mi investigación duró seis meses, de enero a abril y de julio a octubre de 2014, y tuvo lugar en la comarca del Barcelonès, tanto en la ciudad de Barcelona como en Bonavista. Las herramientas metodológicas elegidas fueron la observación participante de las actividades de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (p. ej. las asambleas de bienvenida y coordinación, las acciones contra la industria financiera etc.) y las entrevistas semi-estructuradas que realicé con miembros del movimiento en los centros urbanos mencionados anteriormente (los datos se recogen en la
Bonavista es el nombre ficticio de un municipio en el que a lo largo de su historia reciente se han observado muchas transformaciones debidas a su condición periférica respecto a Barcelona. En particular la creciente importancia de la capital catalana como centro industrial, tanto en la época de la preguerra como durante los años del franquismo, tuvo como consecuencia que cientos de miles de inmigrantes llegaran desde el interior de España en busca de mejores condiciones de trabajo y remuneración (Riquer,
La crisis económica de los 70 abrió el camino para un cambio estructural en la naturaleza del modelo socioeconómico que tuvo lugar durante las siguientes tres décadas: la industria tradicional fue desplazada por las industrias farmacéutica, alimentaria, química y de la construcción, cuya operación se basó en “pirámides de subcontratación”, extendiéndose en la totalidad de la Área Metropolitana de Barcelona y sus territorios adyacentes (Maldo,
La sensación de inestabilidad e incertidumbre y la expectativa de una rotación continua entre trabajos parece ser la regla en una ciudad donde el movimiento incesante de la gente en la calle, intentando materializar sus proyectos de vida personales o familiares, choca con la creciente necesidad de las grandes corporaciones de generar ganancias imponiendo un régimen de flexibilidad laboral.
Aina nació y creció en Cataluña. A principios de los 2000 trabajaba en una tienda de comida rápida y su novio como obrero en la construcción. Sus salarios les permitían cubrir sus gastos mensuales. Como explica en su entrevista:
“No vivíamos aquello... muy, muy, muy bien pero podíamos pagar las cosas y todo. Íbamos un poco desahogados por decirlo así”.
Sin embargo, la enorme brecha entre “poder pagar” y comprar un piso solo podía cubrirse con la contratación de una hipoteca. El banco les ofreció el crédito para la compra del piso que hasta entonces estaban alquilando. Luego decidieron casarse y tuvieron que solicitar un préstamo personal para realizar todo aquello que es socialmente necesario para la ocasión. Además, y como si las anteriores deudas no fuesen bastantes, tuvieron que cambiar su coche averiado. De manera que al final los gastos combinados de los préstamos hipotecario y personal llegaron a un nivel que sería imposible seguir pagando sin poner en riesgo la viabilidad de su proyecto de vida común, más aún si se toma en cuenta que Aina estaba embarazada de su primer hijo. Así, Aina y su marido tuvieron que endeudarse porque las condiciones estructurales existentes no les concedían los recursos materiales e inmateriales necesarios para la producción social -la de ellos mismos, la de su hijo y de la gente en su entorno-.
Este punto pone de manifiesto la diferencia fundamental entre mis interlocutores y otros deudores más pudientes. Los primeros utilizaron el dinero prestado con el fin de adquirir un lugar donde habitar y participar en el trabajo de formación mutua, mientras que los últimos suelen tratar la propiedad como un activo financiero para la acumulación de riqueza mediante la especulación de precios. Claro está que los ricos deudores pueden tener familias cuyo bienestar puede ser tan importante para ellos como el progreso de sus negocios, mientras que las personas pertenecientes a la clase trabajadora pueden embarcarse en la compraventa de viviendas para mejorar su posición socioeconómica y estatus -como es el caso del “piso-puente” o el uso de la vivienda como activo financiero en Ciutat Meridiana, Barcelona (Palomera,
El desplome de la burbuja inmobiliaria y el fin del crecimiento vertiginoso de la economía española impactó desmesuradamente en la cotidianeidad de las personas afectadas por la exposición de sus vidas a la fuerza homogeneizadora de la extracción del beneficio financiero. En particular, y en contraste con el beneficio generado en la esfera de la producción, el beneficio financiero tiene sus orígenes en la esfera de la circulación y se refiere a los flujos de capitales disponibles para préstamos (
“[...] la lucha no es de meses. Son años. Años intentando porque cada vez se encarecía más la cosa, cobrabas lo mismo, y piensas «es que va a llegar un punto que no vamos a poder pagar», como se van subiendo las cosas y con el crío y todo es que no puedes pagar. Entonces vas pensando: «como no puedo pagar el piso, ¿qué hago?». Ya empiezas con el rollo mental, ¿vale?: «¿y qué hago?», «¿y qué hago?»... años de lucha constante contigo mismo, con tus creencias, con lo que te han inculcado desde pequeño... cada vez que tu hijo te pide no sé que […] porque a lo mejor necesita [...] un niño tiene que comer fruta y comer verdura y tú no lo estás pudiendo ya comprar. Ya ni para él, ¿vale?, [a mí me] da igual lo de comer o no comer [...] y piensas «¿qué hago? porque tengo que pagar la hipoteca»…” (Aina).
Marcela, de origen ecuatoriano, llegó a España en el 2000. Una de sus hijas padecía problemas respiratorios y, por recomendación médica, decidió buscar un tratamiento en Barcelona, seguida por el resto de su familia. La familia habitó la “ilegalidad” o “la estructura de desprotección jurídica y simbólica” (Palomera,
“[...] yo trabajaba todo el día, mi marido trabajaba día y noche y fines de semana. Y nuestras hijas solamente las pasábamos, era... en casa de uno, en casa de otro, las tenían cuidando, pagando porque... para coger y para... para salir adelante... a veces no nos alcanzaba, hacíamos otros préstamos para seguir pagando los préstamos que teníamos... decíamos «no, no, la hipoteca, la hipoteca, la hipoteca»” (Marcela).
La presión para que la sociabilidad humana funcionara como fuente de capital económico acumulado en forma de beneficio financiero se hizo más directa por el cambio radical del comportamiento de los empleados bancarios. Al principio, la disponibilidad de crédito barato y la necesidad de adquirir nuevos clientes hicieron que trataran a las personas afectadas de una manera amigable. Como nos cuenta Selma, una persona afectada que vino a Bonavista desde Marruecos:
“El trato del banco era bien, de maravilla. Hasta si yo quiero dinero más para reformar, para cualquier cosa, pues me pueden dar dinero más; digo: «anda ya, pues si el banco [me] está dando dinero eso es un lujo», es un lujo para mí en aquel momento. El banco te trata bien y... y no pasa nada y todo va bien y ya está” (Selma).
Sin embargo, el colapso de los precios inmobiliarios y la recesión económica forzaron la modificación de la estrategia de los bancos frente a la perspectiva de impago y el consiguiente daño en el balance de activos (Lapavitsas,
Ref. --****--****--**--**********
Préstamo con garantía hipotecaria a su nombre.
Por impago, declaramos vencida la operación, iniciándose procedimiento de ejecución-dineraria-hipotecaria.
A efectos legales, declaramos:
Saldo deudor a **/**/2011: ***.***,** euros, por si desea hacerlo efectivo antes de la demanda.
<Nombre del banco>
Ir al banco a negociar una solución con el argumento de sus nuevas circunstancias socioeconómicas llegó a ser una tarea emocionalmente agotadora para muchas personas afectadas. Cuando Carla, una compatriota de Marcela, compró su piso, la fase de extrema precariedad y explotación que vivió como una inmigrante recién llegada a España parecía haber terminado. Después de trabajar por un tiempo como trabajadora doméstica, consiguió sus papeles y trajo a sus hijas a Barcelona. Mientras pagaba su hipoteca y el flujo monetario seguía ininterrumpido hacia su cuenta bancaria, no había problemas con la institución financiera. Sin embargo, el descenso de sus ingresos y el retraso en los pagos llevaron a que el director encargado de su caso empezara a verla “como el patito feo”. Como sigue contando:
“yo iba... mm… sí, iba bastante… pero temblando, con un miedo que no veas que... tenía hasta tanta vergüenza [por el] miedo de ir. Yo cuando ya me llamaban decía: «ahora ¿qué me van a decir?, ¿qué me van a obligar?» y esto. O sea, era... ¿sabes? Te pones nerviosa, te pones... tensa y sí que me iba… me iba cada… cuando me llamaban, pero no el día que ellos me llamaban sino me iba a los dos días, pero ya te digo: con un miedo terrible, terrible.” (Carla).
La experiencia de Selma no fue diferente. Ella llegó a Cataluña en los años 90 aunque al principio no quería quedarse en España. Su gran ilusión era obtener los papeles del gobierno español para poder viajar hasta Francia y empezar una nueva vida allí. Después de trabajar unos años en talleres de confección de la “economía informal” obtuvo sus papeles pero decidió quedarse; algo que, en combinación con el fracaso de su matrimonio concertado, la convenció sobre las ventajas de adquirir una vivienda mediante una hipoteca. Posteriormente el aumento de las cuotas mensuales y la evolución negativa de sus finanzas fueron el principio de una tensa relación entre ella y el banco, relación que terminó con la desposesión de su dignidad como persona:
“la última vez cuando ya fui, pues… casi me hablaron mal... mal. Y digo: «pues, aquí ya no… nunca voy a volver, pase lo que pase» porque ya te sientes allí como si fuera... digo: «¡yo no estoy pidiendo nada, yo estoy pidiendo un arreglo que pueda pagar, lo que puedo pagar, yo estoy trabajando!» (Selma).
Frente a un montón de recibos de pago y otros documentos relevantes acumulados a lo largo de sus años como persona endeudada, Selma ironiza sobre su situación: “este es mi legado, ¡estoy casada con una hipoteca!”. Esta frase demuestra de una manera muy gráfica la subordinación de los proyectos de vida personales y, por consiguiente, de la cotidianeidad al imperativo de la acumulación financiera basada en la expropiación de valor monetario. La hipoteca llega a dominar su vida hasta el punto de que parece tomar el lugar de un participante activo en sus relaciones sociales más íntimas.
Además no se debe olvidar que la deuda funciona como vehículo de (re)estructuración de la cotidianeidad en el contexto de un mercado laboral azotado por la depresión económica. En particular, hay una conexión causal entre las fluctuaciones del (des)empleo y la exclusión residencial (Cabrera y Rubio,
Marcela fue varias veces a la asistenta social pero no recibió la ayuda que esperaba:
“... entonces oían, te miraban, ni te atendían ni se iban. Te dejaban aquí esperando: «ah, sí, sí, sí» te dejaban esperando desde las 9 de la mañana hasta las 12 del [medio]día. Tú veías que pasaba la gente, tú seguías ahí esperando y no te atendían. Ya entonces aparte de vivir la crisis de no pagar, tú vives la crisis emocional que te humilla, que tú tienes que agachar la cabeza, y tienes que verte hacer un frente para saber qué vas a hacer” (Marcela).
Esto es especialmente relevante si se toma en consideración que los informes de las asistentas sociales son imprescindibles para acceder a los recursos proporcionados por el Estado u otros proveedores como la Iglesia. Como nos cuenta Julio, el esposo de Aina:
“[...] en esto de la alimentación fuimos a la iglesia, y allí nos cogieron y nos estuvieron dando alimentos durante... seis meses. Después, claro, llegó un momento que al ser tanta gente, la Cruz Roja y el Caritas estaban saturados, saturados. Entonces el chico este [el asistente de los servicios sociales] nos hizo un informe, salimos ahí al párroco y con ese informe nos estuvieron dando alimentos durante un año... El informe era de asuntos sociales... nos hizo el informe para llevárselo a la iglesia, que ellos reciben los alimentos a través de Caritas” (Julio).
Así, el abastecimiento de la unidad doméstica, antes una relación entre los trabajadores y el supermercado o la tienda de comestibles del barrio, se hace más compleja desde el punto de vista de la coordinación de los trabajos por el aumento de intermediarios y la burocratización.
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca es un movimiento social que apareció como una respuesta social al estallido de la crisis hipotecaria en el mapa político de Cataluña y de España en febrero de 2009. Fue fundada por activistas que hasta entonces estaban luchando por el derecho a una vivienda asequible bajo el nombre de
La PAH-Bonavista fue fundada en 2011 por unos activistas con una larga trayectoria en movimientos sociales. En el local donde realiza sus asambleas de bienvenida y asesoramiento colectivo la gente que no puede pagar sus préstamos hipotecarios sin perjudicar gravemente el sustento de sus familias pide ayuda a las personas afectadas con más experiencia para encontrar una solución a su difícil situación. Individuos de diferentes orígenes, profesiones y niveles educativos se encuentran y, a través de su experiencia del proceso hipotecario, intentan responder a las preguntas de los asistentes. Como en todas las Plataformas del país, dependiendo del caso particular, el apoyo ofrecido puede limitarse a la simple transferencia de información sobre los puntos relevantes del contrato hipotecario o puede ampliarse para incluir acompañamientos y acciones en las sucursales de las instituciones financieras. Las personas afectadas son la razón de ser de la Plataforma y su compromiso es crucial para que las actividades reivindicativas se lleven a cabo con éxito. Como se describe en un documento presentado en una de las reuniones de coordinación en agosto de 2014:
“... la Asamblea de la PAH-Bonavista [representa] el tiempo semanal más importante, para acoger a l@s nuev@s con toda su carga de angustia y preocupación, para asesorarnos para saber qué tenemos que hacer en cada momento del proceso judicial, acompañarnos cuando sea necesario, y para preparar las acciones de presión, aquí en Bonavista o en solidaridad con otras PAHs que lo solicitan, o incluso a nivel de toda Cataluña o de todo el Estado español, cuando se crea necesario”.
El papel importante que la Plataforma ha adquirido en la cotidianeidad de las personas afectadas se me hizo patente en el ensayo de un
El último ensayo estaba a punto de empezar y todos los participantes fueron al fondo del local. Utilizado tanto para las asambleas de la PAH-Bonavista como para las reuniones, presentaciones y charlas de otras asociaciones y movimientos sociales, el espacio se convirtió en un gran escenario. En una de sus esquinas había una casa de cartón y enfrente tomaron sus posiciones el ama de casa, los policías, el guardia civil y el banquero. Los
Me quedé con esta frase al salir del Ateneu para caminar hasta el punto de inicio de la Rua de Carnaval. Según el artículo 2 de la ley
La actuación carnavalesca de la PAH-Bonavista apunta a lo siguiente: con la crisis financiera, la deuda y el paro pusieron de manifiesto la falta de espacios que pudieran interponerse entre las personas afectadas y la banca o, dicho de otra manera, entre seres humanos con nada más que su capacidad de trabajar y una industria altamente burocratizada. Espacios donde la gente pueda defender y reivindicar la materialización de sus proyectos de vida particulares contra las demandas de las instituciones financieras. La Plataforma llegó a cubrir este vacío político. Sus fundadoras ofrecieron una visión alternativa al discurso dominante, según la cual ser moroso no era un problema personal y judicial, sino una emergencia colectiva y, por ende, claramente política: “no es una crisis sino una estafa”. En sus procesos de ayuda y apoyo mutuos, las personas afectadas reclaman la primacía de la producción de personas en su cotidianeidad. El despliegue frecuente de los dilemas “pagar o comer” y “pan para hoy, hambre para mañana” realizado por los miembros veteranos de la PAH en las reuniones de bienvenida condensa en toda su dimensión material y simbólica la lucha contra la acumulación de riqueza como el régimen de valor dominante.
No obstante, este proceso político contiene al mismo tiempo el gran reto para toda aquella gente que acude con regularidad a las asambleas, las ocupaciones y las campañas públicas: cómo mantener la participación y el compromiso de las personas afectadas una vez resueltos sus casos. El esfuerzo que se requiere para llevar a cabo las diferentes actividades de la Plataforma no es exiguo: asesoramiento colectivo, acompañamientos, pasacalles de protesta, empapelar las sucursales por la noche, preparaciones de campañas, participación en el carnaval local, etc. Como nos cuenta Marcela:
“[...] cada día en la lucha... íbamos a cada rato a los servicios sociales, a los bancos, al ayuntamiento, a hacer recorridos por todos los bancos, a hacerles pegatinas, todo eso... a llamar a gente, a hacer que la gente se sensibilice, que digan que los casos existen...” (Marcela).
Cuanto mayor es la participación, más grande es el esfuerzo necesario para mantenerla. La disponibilidad de tiempo es un factor crucial para llevar a cabo con éxito las actividades diarias de la Plataforma. Además, en las conversaciones que tuve con Carlos, un obrero de la construcción de origen boliviano, se evidenció el esfuerzo mental y psíquico que implica conversar y debatir con otros compañeros:
“La Plataforma está ahí. Nosotros vamos como el muro de los lamentos. Vamos y nos lamentamos, nos quejamos, contribuimos, hacemos lo que podemos” (Carlos).
Dicho de otra manera, la formación y el mantenimiento de nuevas subjetividades políticas requiere un trabajo militante intensivo. Desde el punto de vista de la cotidianeidad, las exigencias de este tipo de trabajo en la rutina diaria de las personas afectadas pueden ser tales que su futuro se pone en peligro, al competir con otras aplicaciones de la creatividad e imaginación humanas como la de “ganarse la vida”. Un día de septiembre estuve en una reunión previa a una asamblea de la PAH-Bonavista, sitio donde se prepara el contenido informativo, la estructura y los asuntos urgentes de la asamblea. Sus asistentes suelen ser de los más comprometidos, es decir, se encargan del abastecimiento de la PAH con material reivindicativo, siguen los casos y los acontecimientos diarios, y se dirigen a las personas afectadas y las asesoran durante la asamblea. Entre ellas estaba Carla, quien vino para enterarse de lo que estaba pasando, y sobre todo para informar de su situación actual. Por motivos de horario laboral, sus horas de trabajo se solapaban con la agenda semanal de la Plataforma y no podía seguir participando al cien por cien. “Siempre dedicaré el tiempo del que yo disponga”, afirmó.
La constante de la precariedad, la brecha entre los recursos que cada afectado tiene o puede movilizar y los que se necesitan para la materialización de su proyecto de vida individual o compartido impregna la cotidianeidad y fuerza a elegir entre la necesidad de encontrar trabajo asalariado y la voluntad de seguir con el trabajo militante.
Desde el colapso de la burbuja inmobiliaria y la subsiguiente recesión en países como los Estados Unidos o España, el término
En particular, la institución financiera llega a reclamar su primacía en la cotidianeidad de los seres humanos, transformándola en fuente de acumulación de riqueza en forma de beneficio financiero. Por su naturaleza expropiatoria, este beneficio supone la invasión de todos los ámbitos que tienen que ver con la formación humana -con el piso o casa como el ejemplo principal- por parte de las demandas del banco. Además, la imposición de la subordinación viene acompañada de la burocratización de la provisión de recursos o de la exposición social a una variedad de agentes en posiciones estratégicas que llegan a determinar la viabilidad de los proyectos de vida de las personas afectadas. En este contexto, la cotidianeidad se transforma en un campo de batalla y la PAH-Bonavista surge como un refugio donde la gente afectada puede desafiar a la pretendida hegemonía de la banca, reclamando su protagonismo en su vida cotidiana.
El paso a una vida libre de cadenas financieras depende de la manera particular con la que se transforme la cotidianeidad. Se trata de una transformación abierta, expuesta a la contestación continua por los actores sociales, cuyo camino se hace cada vez más difícil de determinar por la fragmentación del escenario político. La derrota del bipartidismo en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, el surgimiento de nuevas fuerzas políticas con representación institucional como Podemos y Ciudadanos, y la irrupción reciente del independentismo catalán suponen nuevos retos para el desarrollo de las diferentes subjetividades políticas, especialmente aquellas que fueron creadas y promovidas por la Plataforma en su lucha contra la subordinación de la vida humana a las finanzas.
Este trabajo no habría sido posible sin la ayuda y cooperación de las activistas de la PAH-Bonavista, sin los comentarios y contribuciones críticos de Irene Sabaté Muriel y de Bálint Ábel Bereményi durante el proceso de la redacción del texto y sin el espacio público ofrecido por el simposio
En particular, y suponiendo que la subasta quedaba desierta, la propiedad podía adjudicarse por el 70% de su valor de tasación. Si este porcentaje cubría más del total de la deuda pendiente,la institución financiera podía adjudicarla por un 10% menos.
Según los datos estadísticos del Consejo General del Poder Judicial, la distribución de las ejecuciones hipotecarias iniciadas cada año entre 2007 y 2014 es la siguiente: 25.943 (2007), 58.686 (2008), 93.319 (2009), 93.636 (2010), 77.854 (2011), 91.622 (2012), 82.680 (2013) y 80.749 (2014) (véase
Seudónimo del municipio en la Área Metropolitana de Barcelona.
Para Costas Lapavitsas el beneficio financiero es una forma distinta de beneficio que no proviene de la explotación del trabajador sino de la expropiación, es decir la apropiación directa de valor de flujos monetarios ya existentes.
La adaptación fue inspirada por las acciones de un representante del Partido Popular quien, en diciembre de 2013, denunció a un miembro de la PAH por llamarle cucaracha. Aparte de defender a su comPAH, los activistas de la Plataforma tenían como objetivo el uso de la canción para la denuncia pública de la Ley de Seguridad Ciudadana, popularmente conocida como la ley mordaza. La ley entró en vigor el Julio de 2015.