RESEÑAS DE LIBROS/BOOK REVIEWS

 

RESEÑA DEL LIBRO "INVENTORES DE LA PAZ, SOÑADORES DE EUROPA. SIGLO DE LA ILUSTRACIÓN"

Francisco Javier Espinosa Antón
Inventores de la paz, soñadores de Europa. Siglo de la Ilustración
Madrid: Biblioteca Nueva, 2012, 245 pp. ISBN: 978-84-9940-570-4

 

 

En esta obra Francisco Javier Espinosa Antón, vicedecano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Castilla La Mancha en Cuenca, trata de vislumbrar la presencia de la paz a lo largo de la Ilustración, centrándose en el estudio concreto de los planes de paz, principalmente europeos, que se generan durante este siglo y sus repercusiones en nuevos planes difundidos a comienzos del siglo XVIII.


El libro se compone de un índice de siglas, una introducción, once capítulos teóricos, un capítulo final a modo de colofón y las referencias bibliográficas de las que se ha valido el autor.


En el capítulo inicial se desarrollan las ideas de paz de William Penn y John Bellers. De los planes de ambos resalta la influencia de los principios cuáqueros, la búsqueda de la felicidad como máxima en la vida, la defensa de los derechos fundamentales de vida, propiedad y libertad, el interés por la reducción del ejército y la creación de un parlamento europeo donde los estados envíen diputados según su poder económico para resolver disputas entre los soberanos y mantener, así, la paz en Europa. A diferencia de Penn, Bellers se inquieta por la pobreza del mundo y propone un estado de bienestar donde la salud y la educación sean gratuitas y se reforme la prisión de modo que rehabilite y no castigue. Además, defiende que el parlamento debe representar a los ciudadanos y no a los reyes; que se debe respetar la diferencia, por lo que es necesaria la tolerancia entre religiones aunque ambos proyectos tienen gran influencia cristiana y, finalmente, para seducir de la necesidad de implantación de este plan de paz, señala las ventajas económicas de la paz en Europa y el mundo.


Seguidamente, se exponen las ideas del famoso plan de paz del abad francés Saint-Pierre.


Este proyecto generó ciertas inquietudes en otros escritores y personalidades como Rousseau, Charles-Marie de la Condamine, Federico el Grande de Prusia, Montesquieu, D’Argenson, Eobald Toze, Antoine Polier de St. Germanin y Condorcet, entre otros. Algunos criticaban la difícil lectura del proyecto y la impracticabilidad del mismo, mientras otros lo halagaban y expresaban su reconocimiento.


Tal fue la crítica sobre la ilegibilidad del proyecto que años después Rousseau resume sus ideas en un panfleto más asequible, añadiendo sus propias ideas en partes de este. Entre sus ideas, está la consideración de que el plan no se llevaría a cabo sin un sentimiento común de “europeidad” que hiciera a los soberanos participar convencidos en una confederación en pro de la paz. 


Entre el proyecto de Saint-Pierre y de Rousseau, surgieron otros proyectos y planes de paz como: el de Giulio Alberoni que predisponía a una unión de los europeos para luchar contra los turcos; el de Johann Michael von Loen que criticaba el papel de los soldados en la guerra, proponía que tuviesen trabajos que beneficiaran al pueblo y presentaba la constitución de un parlamento europeo; el de Saintard que relaciona la paz con la igualdad moral y la libertad de comercio o el del espía Ange Goudar que argumentaba la necesidad de una tregua universal de al menos 20 años que habituaría a los pueblos y soberanos a vivir en paz; entre otros. 


Durante los años 60, 70 y 80, se intensifican los planes de paz que la relacionan con el comercio y que proponen la creación de confederaciones europeas, algunas más restringidas y otras más cosmopolitas o universalistas. Algunos autores despuntan con ideas originales como Pierre-André Gargas que plantea claves como la desaparición de servidores del estado que vivieran de la guerra, que la paz se construyese desde abajo, que se pusieran sanciones económicas a países que no cumplieran los tratados de paz y publicitar las desventajas de la guerra. Bentham, por su parte, se inclina por la transparencia, la emancipación de las colonias poco rentables y el uso restringido de la guerra como defensa; y Resnier II propone la concientización del pueblo, la libre difusión de conocimientos y avances en las artes y la ciencia y aprender idiomas como estrategias para alcanzar niveles de paz deseables.


En la década de los 90 son relevantes los planes de paz de Anacharsis Cloots, Delauney y Kant. En ellos, se observa un avance con respecto a las décadas anteriores, ya que, se fomenta el papel del pueblo en las instituciones de paz y se defiende con entusiasmo la democracia.


El revolucionario Cloots plantea la desaparición de todas las naciones y la creación de una república universal, el cambio en el lenguaje con fin de provocar la unión y que los derechos de los franceses se extiendan a modo de fraternidad universal. Más comedido, Delauney, defiende que para vivir en paz es necesaria una república que acabe con las monarquías y expone su idea de una confederación europea compuesta de subconfederaciones con la finalidad de garantizar la igualdad de todas las personas. 


Probablemente, en esta década el más conocido sea el proyecto de paz perpetua de Kant. Este concibe que la guerra no permite el desarrollo perfecto de la persona; reivindica la libertad para hablar de este tema en todos los contextos, no solo en el político; apoya la transparencia y la desaparición de los ejércitos y defiende fundamentalmente el derecho a un gobierno democrático, a una confederación libre entre pueblos y a que cada estado cuide a los ciudadanos que se alberguen entre sus límites territoriales, pese a que no sean ciudadanos legales.


Como se aprecia, en prácticamente todos los proyectos de paz este siglo (XVII) se propone la creación de una especie de parlamento, senado, dieta, congreso, confederación… europea que resuelva los conflictos entre naciones. Las diferencias se encuentran con respecto a quiénes deberían participar en ese parlamento y cómo debería constituirse. En algunos proyectos se defiende que deberían estar constituidos por los soberanos, otros argumentan que debe ser por ministros, otros optan por la restricción únicamente a países cristianos y otros por la inclusión también de algunos vecinos árabes, además de discutir si deberían mantener siempre los mismos participantes o rotar.


En el siglo XVIII, no se escriben planes pero sí obras que contienen ideas de paz como por ejemplo los escritos de: Leibniz, Charles-Louis de Secondant, Wolff, Voltaire, Richard Price, James Madison, Constantin Francois Chasseboeuf-Volney, Thomas Paine, etc. Muchas de estas obras están fundamentadas y siguen manteniendo ideas de planes que se generaron en la Ilustración y otras surgen con propuestas novedosas. La mayoría comienzan a argumentar que es necesaria una ilustración, es decir, una educación para mejorar la política y la situación de la sociedad, que son negativos los fanatismos religiosos y militares, que es necesaria la tolerancia, la libertad, la igualdad y una conciencia universal.


En general, del análisis de estos proyectos de paz y otros que no se han referido en este trabajo, se observa cómo la paz ha sido una preocupación constante a lo largo de la historia y cómo esta ha sido conceptualizada durante mucho tiempo únicamente como paz directa, es decir, ausencia de guerra o equilibrio dinámico y armónico entre pueblos. Un concepto heredado de concepciones grecorromanas que aún hoy sigue vigente y sigue condicionando nuestras acciones frente a la paz y la violencia. 


 

Por María Arenas Ortiz
Universidad de Granada
Email: marenas@ugr.es

 

Cómo citar este artículo/Citation: Arenas Ortiz, M. (2013). Reseña del libro "Inventores de la paz, soñadores de Europa. Siglo de la Ilustración". Arbor, 189 (763): a076. http://arbor.revistas.csic.es/

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