NOTA EDITORIAL/EDITORIAL NOTE

70 AÑOS DE ARBOR

 

 

En 2014 la revista Arbor cumple 70 años. Tomó su nombre del Arbor Scientiae o árbol de la ciencia, título de la obra del mallorquín Ramón Llull, al tiempo que modo gráfico con el que el autor gustaba de representar las diversas disciplinas del saber, allá por las postrimerías del siglo XIII y los inicios del XIV. El CSIC adoptó desde su creación el Arbor Scientiae como emblema, queriendo plasmar así el abordaje multidisciplinar que se proponía su actividad científica, a la vez que su unidad subyacente en cuanto a proceso generador de conocimiento, algo que de alguna manera también expresa el término universidad, en relación no sólo a la generación del saber, sino a nuestro deber de transmitirlo.


Arbor llegó a ser una revista editada exclusivamente en formato electrónico bajo la anterior dirección, ostentada por Miguel A. Puig-Samper. Su meritorio trabajo incluyó la delicada transición posterior al inesperado fallecimiento del malogrado Alberto Sánchez Álvarez de Insúa, director durante cuya gestión Arbor adquirió su formato y status científico internacional actual. Vaya desde Arbor para ambos, así como para sus consejos Editorial y Asesor, el reconocimiento y agradecimiento a la labor desarrollada, fundamental para llegar hasta aquí.


En el transcurso de estos 70 años, y a lo largo de sus ya 766 números, en Arbor puede advertirse multidisciplinariedad de temas, no obstante la predominancia de aquellos encuadrables en el ámbito de las ciencias humanas y sociales. Sin duda que un incremento en las contribuciones provenientes de las ciencias experimentales no hará sino enriquecer su contenido. Por otra parte, la pluralidad de enfoques permitirá la representación de una mayor diversidad de escuelas de pensamiento, lo que tal vez haga posible la incorporación de nuevos colaboradores, engrosándose así las filas de los mismos.


A lo largo de sus páginas, en parte accesibles a través de internet, se puede ver un reflejo de los avatares por los que ha atravesado la sociedad española e internacional en estos últimos 70 años. El volumen ingente de información contenido en Arbor se corresponde con el elevado número de citas que han recibido sus artículos, e incluye un sinfín de curiosidades tales como la coincidencia en el mismo número de 1950 de estudios firmados por los profesores Enrique Tierno Galván y José Luis Aranguren, que volverían a coincidir —esta vez por motivos políticos— al ser desposeídos de sus respectivas cátedras universitarias durante el tardofranquismo.


Sin embargo no abundan proporcionalmente a su longevidad y contenidos las investigaciones sobre Arbor. A destacar en este sentido el número monográfico (nº 479-480) publicado en 1985, o el libro publicado por Onésimo Díaz Hernández en 2008, y titulado Rafael Calvo Serer y el grupo Arbor, donde se aprecia con claridad el interés que la revista y su mundo pueden tener como material de trabajo para la investigación científica. Sería interesante que este tipo de acercamiento a sus contenidos se incrementase, ahora que parte de su fondo es accesible por internet.


Precisamente multidisciplinariedad y pluralidad, además de una larga trayectoria, son los valores que hacen de Arbor un caso singular en el panorama de las publicaciones del CSIC españolas. Con el ánimo de que en esta etapa Ad Honorem que inicia Arbor, revista de ciencia, pensamiento y cultura, pueda seguir dando lo mejor de sí —que no es otra cosa que lo aportado por sus magníficos colaboradores— iniciamos la andadura de este 2014, Año Internacional de la Cristalografía, de la Biotecnología Española, de la Dieta Mediterránea, pero sobre todo año en el que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas cumple los 75 años de su fundación.


Alfonso V. Carrascosa

Director Arbor

 

 

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