RESEÑAS DE LIBROS/BOOK REVIEWS

 

RESEÑA DEL LIBRO "MINERÍA Y METALURGIA ANTIGUAS. VISIONES Y REVISIONES. HOMENAJE A CLAUDE DOMERGUE"

Almudena Orejas y Christian Rico (eds.)
Minería y Metalurgia Antiguas. Visiones y revisiones. Homenaje a Claude Domergue
Madrid: Casa de Velázquez, 2012, Collection de la Casa de Velázquez, volumen 128, 297 pp. ISBN: 978-84-96820-68-5

 

 

Reseñar un libro colectivo es siempre complicado. Si además el libro tiene origen en una reunión científica el panorama es aún más complejo. El título hace referencia a la temática tratada, pero sus contenidos no tienen una unidad de discurso ya que cada autor introduce orientaciones y perspectivas diversas, a veces complementarias, pero otras pueden ser opuestas. Y es aquí donde radica la riqueza y el valor de libros como el editado por Almudena Orejas y Christian Rico. No estamos ante una síntesis actualizada de conocimiento, sino frente a un compendio de investigaciones novedosas, planteamientos de investigación y propuestas metodológicas que presentan como se puede y debe enfocar el estudio de un tema como la minería y metalurgia antiguas. El término “antiguas” pretende acotar cronológicamente el ámbito de estudio, preferentemente al periodo romano, excluyendo del mismo a la Prehistoria. Pero esta orientación no debe disuadir a lectores centrados en épocas pre-romanas, ya que esos aspectos teóricos y metodológicos que se tratan en el libro son igual de validos para estudiar la Edad del Bronce o la Edad del Hierro.

Minería y metalurgia antiguas reúne 15 capítulos dedicados a conocer aspectos concretos sobre la minería extractiva, su organización y el uso de los minerales en la producción metalúrgica. En realidad se centra en las primeras fases del proceso metalúrgico, la propia extracción del mineral, y presta atención a la reducción del mineral como elemento para reconocer la presencia de esa actividad a través de sus restos, las escorias y sus acumulaciones (los escoriales). Cómo se organiza el trabajo en las minas y cómo se integra esta actividad en la economía de una región son temas centrales en los diferentes capítulos. Sin embargo, no se tratan directamente temas de metalurgia productiva.

De la que hoy día consideramos minería metálica se escapa el trabajo de Bernárdez y Guisado de Monti sobre el lapis specularis (yeso), aunque el concepto metallum para los romanos englobaba cualquier actividad extractiva. Su explotación, principalmente de carácter subterráneo, para usos constructivos y ornamentales por su cualidad transparente tuvo en las minas de la provincia de Cuenca, en el entorno de la ciudad de Segóbriga, un gran desarrollo en época altoimperial. El resto de artículos, salvo los capítulos finales dedicados a los aspectos jurídicos por Mateo y administrativos de la explotación minera romana por Sastre se centran en las principales áreas mineras de la Península Ibérica o ciudades que las administraban. De todos es conocida la riqueza minera de Hispania y el papel económico que jugó en el Imperio, por ello, como señalaba anteriormente, hay zonas mineras no representadas en esta obra ya que su objetivo no es un estado de la cuestión, sino una actualización sobre zonas o minas en curso de investigación o investigadas en las última décadas.

Las zonas tratadas son las siguientes: Segeda por Rovira y otros, Sierra Menera por Fabre y otros, Carthago Nova por Antolinos, Sierra Morena oriental por Gutierrez Soler, Sisapo por Zarzalejos y otros, Munigua por Schattner y otros, el distrito de Oiasso por Urteaga. Completan los contenidos dos estudios sobre minas de fuera de la Península Ibérica en la que participan investigadores franceses: Laurión (Grecia) por Morin y Photiades y Rosia Montana (Rumania) por Cauuet y Tamas. Finalmente hay que señalar dos capítulos con una orientación diferente y dedicados a los estudios de procedencia a través de los análisis de isótopos de plomo: sobre los lingotes de plomo del pecio de Comacchio, hundido entre el año 19 y 12 aC en el delta del río Po presentado por Domergue y otros, y una panorámica general sobre la aplicación de los isotopos de plomo en los estudios sobre minería Prehistórica e Histórica en la Península Ibérica por Hunt. El capítulo final del libro por Sánchez-Palencia y Orejas es algo atípico porque recoge una síntesis sobre los planteamientos y resultados (nuevas hipótesis de trabajo) que ha obtenido su grupo de investigación en dos zonas mineras como Las Medulas (león) y Las Cavenes (Salamanca).

En la introducción del libro, Sánchez-Palencia hace referencia a dos aspectos básicos para comprender el estado actual de la investigación en la Minería Antigua en los que me detendré con algún detalle. Por un lado se refiere al trabajo del investigador francés Claude Domergue, con sus catálogos sobre las minas de la Península Ibérica, referencias básicas para cualquier inicio en la investigación actual y su renovación metodológica al abordar el estudio de la minería. El libro quiere servir de homenaje a un maestro que replanteó y revolucionó la investigación. No es casualidad, por tanto, que este libro surja de una iniciativa entre la Casa de Velázquez y el CSIC donde trabajan los grupos de investigación más activos en este campo. La existencia de una institución cultural como la Casa de Velázquez, creada en 1928 y dependiente del Ministerio de Enseñanza Superior e Investigación francés ha tenido un gran beneficio para la arqueología española, y al igual que el Instituto Arqueológico Alemán en Madrid (creado en 1943, aunque reinaugurado en 1954) son prueba de que la inversión en cultura con planteamientos y directrices claras generan beneficios, no económicos, pero si sociales y sirven de plataforma para un mejor conocimiento de los países que los apoyan. Estas sedes han permitido, y siguen permitiendo como demuestra este libro, vías de intercambio de conocimiento y promueven colaboraciones que contribuyen al desarrollo de la investigación arqueológica en España.

El segundo punto a destacar es el de la investigación interdisciplinar. La minería y la metalurgia no pueden ser investigadas sin la integración de numerosas disciplinas de otras áreas de conocimiento. Constituye lo que hoy día denominamos arqueometría. Como señala Sánchez-Palencia, no hay que confundir interdisciplinar con multidisciplinar. La investigación interdisciplinar logra integrar cada una de esas disciplinas bajo la perspectiva que sirve de catalizadora: en nuestro caso la historia. Hoy día contamos con numerosas herramientas de investigación que aplicadas al campo de la Arqueología suministran datos para reconstruir el pasado. Varios de los capítulos de este libro son reflejo de ese desarrollo interdisciplinar que promovió Claude Domergue. Son rasgos que se perciben de manera directa al comprobar que en las autorías de los capítulos son minoría los autores individuales, y esta presencia de autores de diferentes disciplinas destaca en los capítulos que presentan resultados de trabajo de campo y que ofrecen novedades arqueológicas. Sin la información geológica, los datos de análisis elementales con diversas técnicas o los de isotopos de plomo obtenidos de minerales, escorias y otros materiales vinculados con la metalurgia, el uso de herramientas cartográficas para los estudios territoriales o las planimetrías de los trabajos mineros subterráneos no podrían haberse escritos las capítulos de libro. Aunque no reflejados en estas páginas, pero sí empleados en otras publicaciones por diversos autores presentes en el libro, son actualmente básicos los estudios paleoambientales y de contaminación ambiental que ayudan a medir el impacto de esa actividad minero-metalúrgica.

Finalmente es de justicia reconocer el esfuerzo de los editores por culminar la publicación del libro. Actualmente es poco valorado, por no decir despreciado, esta labor editorial dentro de la actividad investigadora. Resulta paradójico oir como este tipo de libros carecen de valor curricular porque se considera que la recopilación de trabajos de otros no supone ningún merito, ni esfuerzo, ni representa un avance en la investigación. Sin duda pueden existir fraudes en esta práctica, pero la organización de una reunión científica implica un trabajo conceptual, supone un esfuerzo de coordinación que consume tiempo y finalmente pone a disposición de la comunidad científica unos contenidos temáticos organizados y supervisados. La obsesión por objetivar cuantitativamente la calidad y el impacto de la investigación nos está alejando de percibir el propio valor de las cosas.

 

Por Ignacio Montero Ruiz
Instituto de Historia, CSIC
Email: Ignacio.montero@cchs.csic.es

 

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