MUJER Y PERIODISMO EN EL SIGLO XIX. LAS PIONERAS / WOMEN AND JOURNALISM IN THE 19TH CENTURY. THE PIONEERS

MISIONES DEL RACIONALISMO: ROSARIO DE ACUÑA EN LA PRENSA LIBREPENSADORA

Ana María Díaz-Marcos

Universidad de Connecticut (Estados Unidos)

ana_maria.marcos@uconn.edu

 

RESUMEN

La colaboración de Rosario de Acuña en la prensa librepensadora define su escritura radical, heterodoxa y crítica con el catolicismo. La autora apoyó la causa del librepensamiento recalcando que la mujer debía ser participar activamente en el debate. Este matiz de género permite unir dos de las preocupaciones básicas de una escritora que consideraba que la emancipación de la mujer y la libertad religiosa eran las dos cuestiones palpitantes de ese contexto histórico. Acuña escribió numerosos ensayos y artículos apoyando activamente la necesidad de anular las barreras entre los sexos para aspirar a ideales de igualdad y fraternidad universal.

MISSIONS OF RATIONALISM: ROSARIO DE ACUÑA IN THE FREETHINKING PRESS

ABSTRACT

Rosario de Acuña’s articles and essays in the freethinking press illustrate her radical and heterodox writing and criticism of Catholicism. The writer supported the free-thinking cause and stressed that women should actively participate in the debate. The gender perspective connects the two main intellectual concerns of this writer who believed that the emancipation of women and religious liberty were the two burning issues of the age. Acuña wrote numerous essays and articles that actively defended the need to remove barriers between sexes in order to aspire to an ideal of equality and fraternity.

Recibido: 03-07-2013; Aceptado: 06-04-2014.

Cómo citar este artículo/Citation: Díaz-Marcos, A.M. (2014). "Misiones del racionalismo: Rosario de Acuña en la prensa librepensadora". Arbor, 190 (767): a134. doi: http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3005

PALABRAS CLAVE: racionalismo; librepensamiento; catolicismo; heterodoxia; mujer; prensa.

KEYWORDS: racionalism; freethought; Catholicism; heterodoxy; women; press.

Copyright: © 2014 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution-Non Commercial (by-nc) Spain 3.0.

CONTENIDOS

RESUMEN
ABSTRACT
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA

 

Rosario de Acuña (Madrid, 1850 - Gijón, 1923) fue una intelectual heterodoxa y controvertida que llevó a cabo una incansable labor como ensayista, dramaturga y periodista. Fue la segunda escritora española que estrenó en el prestigioso Teatro Español (Sánchez Llama, 2004Sánchez Llama, ĺ. (2004). "La forja de la 'Alta Cultura' española de la Restauración (1874-1931). Una perspectiva post-isabelina". Hispanic Research Journal: Iberian and Latin American Studies, 5 (2), pp. 111-128, http://dx.doi.org/10.1179/146827304788238649 / http://dx.doi.org/10.1179/hrj.2004.5.2.111., p. 121) y la primera que leyó en una velada poética en el Ateneo de Madrid. La lectura de los cinco volúmenes de Obras reunidas editados en el año 2007 nos descubre la ideología radical de una de las escritoras españolas más iconoclastas de las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX (Bieder, 1995Bieder, M. (1995). "Gender and language: the womanly woman and manly writing". En Charnon-Deustch, L. y Labanyi, J. (eds.), Culture and gender in nineteenth-century Spain, pp. 98-119. Oxford: Clarendon Press., p. 109). La insuficiente atención que su ingente obra ha recibido se explica en parte por la polémica que tanto su personalidad como sus escritos generaron (Arkinstall, 2005Arkinstall, C. (2005). "Writing Nineteenth-Century Spain: Rosario de Acuña and the liberal nation". Modern Language Notes, 120, pp. 294-313., p. 294). Su coetáneo Luis París y Zejín resumió certeramente los rasgos más destacables que caracterizan la rebeldía de Acuña y su tendencia a nadar contracorriente: “hermana honoraria de logias masónicas, panegirista de las víctimas del fanatismo católico, republicana… y apasionada de todo cuanto significa progreso nacional” (París y Zejín, s.a.París y Zejín, L. (s.a.). Gente nueva: crítica inductiva. Madrid: Imprenta Popular. pp. 78-79). Ideas similares inspiraron el elogio de la periodista Consuelo Álvarez Pool que hace hincapié en su disidencia al describirla como “demoledora de todo lo existente, radical destructora de todo lo actual” (Domingo Soler, 1976Domingo Soler, A. (1976). Sus más hermosos escritos. Buenos Aires: Kier., p. 247). Esa vocación intelectual reformista marcada por una fervorosa fe en el progreso y la ciencia encontrarán su cauce de expresión en la actividad periodística ya que colaboró habitualmente en publicaciones como Las Dominicales del Librepensamiento, El Correo de la Moda, La Luz del Porvenir, El Cantábrico (Santander) o El Noroeste (Gijón), por citar solamente algunos. En muchos de sus artículos y ensayos se reitera una doble motivación (ética y didáctica) de su actividad intelectual marcada por un titánico esfuerzo por esclarecer y comunicar la verdad:


Una cosa que bulle dentro de mí, que pudiera llamarse “monomanía de la enseñanza”. Es el caso, que no puedo resistir al lado mío el más pequeño conato hacia la insensatez o necedad, sin que al punto sale en mí una, a modo de comezón, por establecer cátedra donde quede dilucidada la verdad (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, p. 978).


Los periódicos progresistas del último tercio del XIX, con su vocación crítica favorecida por sucesivos decretos y artículos que avalaban la libertad de prensa, constituyeron un vehículo eficiente para la transmisión de ideas que alimentaron el debate público. Dos hitos en la vida intelectual de Acuña están vinculados precisamente a instancias periodísticas. En 1884 envía una carta al cofundador del periódico Las Dominicales del Librepensamiento que se publicó en portada con el título de “Valiosísima adhesión” anteponiendo un breve párrafo que destaca el magisterio de Acuña y su prestigio en el entorno intelectual librepensador: “No por cortesía debida a la dama distinguida, sino por honor irrecusable a la escritora grandilocuente y apasionada que viene a aportar generosamente a Las Dominicales el riquísimo caudal de sus talentos varoniles y sus femeninas delicadezas” (Acuña, 1884Acuña, R. (1884). "Valiosísima adhesión". Las Dominicales del Librepensamiento, 28 diciembre 1884, p.1., p. 1). A partir de ese momento la escritora colaboró asiduamente con esa publicación convirtiéndose en “la pionera de la literatura femenina del librepensamiento español” (Simón Palmer, 1989Simón Palmer, M.C. (1989). "Introducción". En Acuña, R.Rienzi el tribuno. El Padre Juan, pp. 7-35. Madrid: Castalia., p. 7). El segundo episodio tiene tintes mucho más amargos y ocurrió el 22 de noviembre de 1911 cuando su apasionado artículo “La jarca de la universidad” apareció en el periódico El progreso de Barcelona denunciando la agresión sufrida por unas alumnas norteamericanas por parte de otros estudiantes varones en la Universidad Central de Madrid. El descarnado lenguaje del texto provocó revueltas estudiantiles y supuso uno de los incidentes más penosos de su vida pues se vio obligada a huir a Portugal para evitar la cárcel. Mientras tanto se la procesó en rebeldía condenándola a prisión y pasó cuatro años en Portugal para volver a España indultada por el conde de Romanones. La prensa española dedicó centenares de titulares a la polémica sobre este artículo (Bolado, 2007Bolado, J. (2007). "Introducción". En Acuña, R., Obras reunidas (vol. 1), pp. 23-463. Oviedo: KRK Ediciones., p. 284) y se la sometió a un duro juicio “periodístico” que tuvo lugar en el foro del papel impreso desde donde se la acusó (entre otras muchas razones, por haber usado un léxico incisivo considerado impropio de boca femenina) pero donde encontró también unos pocos defensores. Las palabras que le dedica Ernesto Hohm en el periódico Cataluña dan una idea de la virulencia del debate y del esfuerzo por parte de la prensa conservadora de denostar su figura y quemarla en la hoguera pública: “Esa proxeneta roja (…) ese engendro sáfico (…) La llamaremos histérica (…) La llamaremos alcohólica, la llamaremos cretina, irresponsable, la llamaremos degenerada (…) ¿Qué sabe esa harpía laica…?” (Hohm, 1911Hohm, E. (1911). "Los estudiantes y la Rosario". Cataluña, 2-12-1911, p. 759., p. 759)


Es importante subrayar la extensa trayectoria ideológica de Acuña, una mujer de linaje aristocrático por parte de padre y educada en el ambiente de buena hija de clase media que abraza las doctrinas del librepensamiento, ingresa luego en la masonería y hacia el final de su vida se identifica con ideales republicanos, socialistas y anarquistas. Entre la joven que envía en 1873 una ingenua nota y un ramo de violetas a la reina Isabel II en el exilio francés (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 3, p. 29) y la mujer que se dirige a las proletarias en 1916 señalando que es preciso “ir al porvenir sin capital, sin reyes, y sin iglesias” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, p. 1662) media un abismo al que ella misma hace referencia explícita en un artículo titulado “A lo anónimo” en el que confesaba el largo y complejo proceso espiritual e ideológico que le hizo renegar del catolicismo de su infancia para adoptar la causa librepensadora: “Supones que yo, nacida en el catolicismo… rezadora en mi infancia de aquello de “cuatro esquinitas tiene mi cama”, he entrado en lo que llamas “camino de perdición” y denominan por ahí fuera “libertad de pensamiento” sin que se librasen titánicas batallas en el fondo de mi conciencia. ¡Infeliz! ¡qué sabes tú lo que son batallas de conciencia!” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, p. 983). Acuña, que rechazó las etiquetas y clasificaciones proclamando su vehemente deseo de mantener la independencia intelectual y el derecho a cambiar de opinión, se negó siempre a constituirse en guía o líder de ninguna “agrupación, escuela o secta” (Domingo Soler, 1976Domingo Soler, A. (1976). Sus más hermosos escritos. Buenos Aires: Kier., p. 235). Eso hace aún más destacable su carta a Las Dominicales y su autorretrato en la que se declara, ante todo, como una “librepensadora respetuosísima con el pensamiento ajeno” (ibíd.). De hecho, la autora describió en su carta a Chíes el instante preciso de su descubrimiento de Las Dominicales –cuyo papel había servido de envoltorio para unos paquetes de compras– como una auténtica epifanía, un encuentro inesperado y casi místico con ideales de libertad: 


Recuerdo perfectamente la impresión que me produjo su lectura. Tenía enfrente de mí algo más que un periódico, tenía delante de mí la idea virgen, exuberante de lozanía, henchida de promesas y de esperanzas (…) la idea de libertad en su más alta representación, la libertad de pensamiento (…) Aquel periódico, extendido ante mis ojos, con aquel lenguaje de sublimes sinceridades; con aquella altivez indómita que se manifestaba en cada una de sus líneas (…) era el grito primero, el más valiente (…) de un pueblo que desperezándose como un león harto de míseros despojos, lanza su potente rugido dispuesto a morir entre los candentes hierros si no logra, con su vigorosa fuerza, romper las cadenas que lo aprisionan. Ni un solo día desde entonces dejé de leer Las Dominicales. (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 4, pp. 143-144)


El ideario de Acuña marcado por nociones de librepensamiento, laicismo, anticlericalismo y derecho a ejercer la conciencia libre quedó plasmado en muchos de sus artículos en la prensa donde publica asiduamente con una voluntad constante basada en la razón, la ciencia y la libertad con el objetivo de propagar la verdad y avanzar hacia el progreso y la regeneración nacional. Desde ese momento en que Acuña ofrece su “entusiasta concurso a la causa del librepensamiento” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 4, p. 154) empieza a ejercer un periodismo políticamente comprometido que funciona como vehículo de papel impreso para favorecer el debate público y propiciar el cambio. Acuña llevó a cabo su voluntad de hacer periodismo sabiendo los peligros que enfrentaba especialmente una “mano de mujer, ni fuerte, ni musculosa” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 4, p. 155) que, no obstante, sabrá empuñar firmemente la pluma para atacar todo aquello que atente contra sus convicciones esbozando nuevas propuestas defendidas con sólidas argumentaciones. Esa tarea que le atrajo numerosas alabanzas y considerable prestigio implicaba arrostrar unos riesgos de los que era consciente: “la vida del periodista es la vorágine monstruosa, dispuesta siempre a tragar al incauto o al débil” (ibíd.). Su actividad periodística le permitió abordar todo tipo de desafíos intelectuales pero, al mismo tiempo, su postura crítica, heterodoxa y disconforme con el statu quo le atrajo multitud de enemistades contribuyendo a la satanización de su figura[1] y a su desaparición posterior del canon. Las escasas líneas que Julio Cejador y Frauca le dedica en su Historia de la literatura ilustran ese giro imperdonable que la transformó de dramaturga exitosa en pensadora subversiva mostrando que su adscripción al librepensamiento implicaba pisar una barrera considerada infranqueable internándose dentro del territorio tabú de una filosofía considerada no solo subversiva sino especialmente inadecuada para una dama: “dio buenas esperanzas con el estreno de su primer drama, mudó de rumbo y se dio a filosofar con escasa suerte […] por lo cual sus ideas librepensadoras la hicieron malquista para con casi todos” (Cejador y Frauca, 1918Cejador y Frauca, J. (1918). Historia de la lengua y literatura castellana (vol. 9). Madrid: Tipografía de la Revista de Archivos y Bibliotecas., p. 205). La autora no ignoraba estos prejuicios y reconoció públicamente que con frecuencia se la hostigaba con el fin de devolverla al redil de la sociedad bienpensante: “que soy una empedernida materialista, porque soy una endiablada librepensadora” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, p. 982).


A Acuña, como mujer de letras y como periodista comprometida le preocupaba intensamente la cuestión femenina y la posición de la mujer española en el contexto político y social y no dudó en expresar que la preocupación por su sexo era una de sus prioridades porque de ella dependía el bien común:


¿Quién duda que hay egoísmo en mí, que soy mujer, al querer la justificación y el engrandecimiento de la mujer? Pero este egoísmo […] que me hace privilegiar a la mujer en mis pensamientos, palabras y acciones, busca su finalidad, su terminación en el bien humano, en el bien de la especie. (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 3, p. 508)


En el debate sobre el librepensamiento a Acuña le interesaba resaltar la posición de la mujer como líder y cabeza visible que ejercería un “matriarcado positivo, activo, consciente” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 4, p. 890) al frente del hogar y la familia, posición que le otorgaba una responsabilidad sustancial “como reformadora de generaciones” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 3, p. 891). Si la mujer era agente y parte interesada en cualquier proyecto de reforma social no se la podía dejar de lado y su voz debía ser tenida en cuenta. Sus artículos en Las Dominicales y otras numerosas colaboraciones insistieron en la necesidad de no dejar olvidadas a sus congéneres al tiempo que sus escritos prodigan imágenes de una feminidad activa y heroica identificada con nociones de poder, actividad, dinamismo y fortaleza como la mujer agrícola y la nueva Minerva (Díaz Marcos, 2012Díaz Marcos, A.M. (2012). Salirse del tiesto. Escritoras españolas, feminismo y emancipación (1861-1923). Oviedo: KRK Ediciones., p 306). Esta misma voluntad se aplica a la cuestión de la libre conciencia en los artículos publicados en Las Dominicales:


¡Defender la libertad de pensamiento sin contar con la mujer!, ¡regenerar la sociedad y afirmar las conquistas de los siglos sin contar con la mujer! ¡Imposible! (…) ¿No hay mujeres en mi patria? ¿No hay mujeres que piensen lo que pienso y que sienten lo que siento? ¿No hay una pléyade femenina que trabaja heroicamente para el bien de sus hermanas, para la redención de las víctimas? (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 4, pp. 152-153)


Esta cita ilustra la convicción de la autora de que la opinión de las mujeres era crucial y por eso muchas de sus conferencias y sus artículos en la prensa están dirigidos a las lectoras contribuyendo a crear una comunidad femenina letrada implicada en los problemas nacionales e interesada en la regeneración y el progreso de la patria. Esta necesidad de dirigirse a las librepensadoras o de fomentar esta ideología entre las mujeres a través de la prensa era crucial y Fernando Lozano Montes había dedicado “A las mujeres” un artículo publicado ya en el segundo número con un poderoso llamamiento al sexo: 


Leed, mujeres. No tengáis miedo a la verdad, no tengáis miedo a la razón; pensad en que es evidente que Dios os ha dado el pensamiento, y Dios, que es el bien, no puede dar el mal. No opongáis la palabra del sacerdote, que ha podido por error o interés engañarse, a la palabra de Dios, que no engaña. (Lozano Montes, 1883Lozano Montes, F. (1883). "A las mujeres". Las Dominicales del Librepensamiento, 11 febrero 1883, p. 2., p. 2)


La Constitución de 1869 había promulgado la libertad de cultos pero la supremacía del catolicismo era patente y España siguió siendo un estado confesional hasta la Segunda República. Acuña denunciaba precisamente que a los heterodoxos como ella misma se les trataba “como parias a quienes no se les debe ni el pan ni el agua” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 3, p. 879). El problema, según la autora, tenía que ver con el hecho de que se seguía dando supremacía a una religión sobre las otras y no había una verdadera separación entre la iglesia y el estado (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 3, p. 878) y esto la llevó a hacer acusaciones formales reconociendo en el periódico El Gladiador del Librepensamiento que “la cuestión palpitante[2] en España, la piedra angular que sostiene la ignorancia, incultura, crueldad, odio, disgregación, miseria, estancamiento y decadencia es la cuestión religiosa” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 3, p. 879). Según esto, el peso del catolicismo se sentía como una fuerza retrógrada que obstaculizaba el progreso y, por esa misma razón, el papel de las mujeres era esencial en tanto que se consideraba que ellas estaban encargadas de conservar “en el hogar el fuego sagrado de los sentimientos religiosos” (Arenal, 1974Arenal, C. (1974). La emancipación de la mujer en España. Madrid: Júcar., p. 145). En este sentido a lo largo del siglo XIX se había producido un proceso de feminización de la religión causado por un “alejamiento progresivo de los hombres con respecto a la iglesia” (Aresti Esteban, 2000Aresti Esteban, N. (2000). "El ángel del hogar y sus demonios. Ciencia, religión y género en la España del siglo XIX". Historia contemporánea, 21, pp. 363-394., p. 387). Este “enfriamiento” de los valores religiosos entre los varones ilustra la crisis religiosa que caracterizó el siglo decimonono español y europeo (Valis, 2010Valis, N. (2010). Sacred realism: religion and the imagination in modern Spanish narrative. New Haven: Yale University Press, http://dx.doi.org/10.12987/yale/9780300152340.001.0001., p. 1), situación que llevó a una politización de la religión que resulta patente en los debates que tienen lugar en el cambio de siglo y que llegan hasta el estallido de la guerra civil (Valis, 2010Valis, N. (2010). Sacred realism: religion and the imagination in modern Spanish narrative. New Haven: Yale University Press, http://dx.doi.org/10.12987/yale/9780300152340.001.0001., p. 14). Esta controversia que aúna religión y política se relaciona con una polaridad que vinculaba el laicismo con ideales progresistas y científicos mientras que el catolicismo y la religiosidad apuntaban hacia una ideología y cosmovisión más conservadoras basadas en los dogmas.


Estas cuestiones permiten unir dos de los postulados sobre los que gira toda la escritura de Acuña: la idea de que la emancipación de la mujer constituía “la médula” del siglo (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 3, p. 510) junto con la conciencia de que la otra “cuestión palpitante” del momento era la religiosa. Acuña identificaba a Dios con ideales de Razón, Belleza y Verdad y rechazó tajantemente en una serie de artículos titulada “¡Ateos!” el cargo que se hacía con frecuencia a los librepensadores acusándolos de ser materialistas, ateos y escépticos y no tuvo reparos en subrayar la profunda incompatibilidad entre sus creencias y aquello que la fe católica establecía: “su Dios no satisface ni a mi razón, ni a mis sentimientos, ni a mis costumbres, ni a mis esperanzas” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, p. 1564). En muchos de sus artículos aparece un vehemente llamamiento a las mujeres para que tomen partido y se comprometan con esa cuestión palpitante. La insistencia en el matiz de género sexual tenía una explicación obvia: si la mujer era el sexo espiritual, la transmisora de la fe y religión a los hijos, quien enseñaba a rezar y asistía más a la iglesia, buscando el confesionario como espacio de intimidad y consuelo, entonces esa ciudadana corría el peligro de convertirse en un lastre para el progreso, una víctima del clero y una fuerza reaccionaria, como la escritora denunció sin ambages: “Entonces, las mujeres no serían las agarrotadoras de la patria, como lo son ahora; pues no hay duda que las mujeres –salvo contadas excepciones y contadísimas agrupaciones– sostienen este estado medieval en que agoniza España” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 3, p. 881). Para evitar que la mujer se enquistara en ese doloroso destino era preciso educarla, emanciparla y lograr transformar a la mujer religiosa-dogmática en mujer religiosa-racionalista, un proceso que reposaba todavía sobre la idea de su supremacía espiritual sobre el hombre. Lejos ya de ver al sexo como encarnación del pecado y la tentación en el siglo XIX se enfatizó con frecuencia la superioridad moral de la mujer, lo que otorgaba al sexo un peso enorme en el debate religioso-político que se estaba llevando a cabo en la sociedad española. El propio Fernando de Castro, en sus “Conferencias sobre la educación de la mujer” impartidas en 1869 en la Universidad de Madrid, se expresaba ya en esa dirección:


No existe ningún derecho, divino ni humano, que os obligue a imponer nada al hombre, aunque sea en materia de religión, pues de ello habrían de seguirse luchas, desasosiego, desabrimiento y ruptura de la paz en las familias (…) Sois llamadas a unir no dividáis. (Castro, 1869Castro, F. (1869). Conferencias dominicales sobre la educación de la mujer. Madrid: Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra., pp. 16-17)


Acuña era consciente de la imposibilidad de que el proyecto librepensador y laico pudiera enraizar en la sociedad española si no tenía el apoyo de las mujeres a quienes la iglesia trataba de captar como aliadas[3] –en tanto que depositarias por excelencia de la moral y los principios católicos– para la tarea de recristianización que buscaba neutralizar el impulso secularizador (Blasco Herranz, 2005Blasco Herranz, I. (2005). "Género y religión: de la feminización de la religión a la movilización católica femenina. Una revisión crítica". Historia Social, 53, pp. 119-136., p. 135). Acuña veía la “regeneración” como un proceso radicalmente opuesto al que trataba de implementar la jerarquía católica y estas ideas quedaron plasmadas en numerosos textos que adoptan una postura crítica con la religión católica y critican el materialismo de la iglesia descrita como una hipócrita “fábrica” de fieles (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, p. 901) que se empeña en cegar al hombre, le prohíbe pensar y sentir y le niega su propia carne para considerarlo un puñado de polvo (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, pp. 902-903). Acuña consideraba que el catolicismo era una institución vigilante (Foucault, 1995Foucault, M. (1995). Discipline and punish: the birth of the prison. New York: Vintage Books., p. 239) que ejerce un control férreo mediante recursos inquisitoriales que reprimen al individuo y limitan su libertad. La autora criticó que la iglesia utilizara el confesionario para vender la tranquilidad de conciencia a cambio de oraciones (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, p. 898) y concebía este como un espacio de poder absoluto, un “antro de sombra” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 4, p. 147), el baluarte desde el cual una casta opresora manipulaba a la mujer perpetuando su ignorancia e inculcándole valores asociados a la beatería y la superstición. Según esto, el confesionario irradiaba ignorancia, miedo y valores reaccionarios con el fin de que la mujer inculcara esos principios al resto de la familia y contagiara pasividad en las esferas que no atañeran a la religión, que era el único “fervor” permisible. Concepción Arenal ya se había hecho eco de esta cuestión en su obra La mujer de su casa, donde calificaba el hogar donde reinaba la abnegada mujer de su casa como un espacio dominado por el egoísmo en el que el criterio de la mujer tendía a debilitar los lazos y las obligaciones que debían establecerse entre esa familia, la comunidad y la sociedad en general:


La mujer de su casa, que vive solo en ella y para ella, no entiende ni le interesa nada de lo que pasa fuera, y juzga imprudencia, absurdo, quijotismo, disparate, tontería, según los casos, el trabajo, los desvelos y los sacrificios que por la obra social están dispuestos a hacer el padre, el esposo o el hijo […] ¿A qué fastidiarse y matarse por cosas que no son obligatorias ni producen honra ni provecho? (Arenal, 1974Arenal, C. (1974). La emancipación de la mujer en España. Madrid: Júcar., p. 207)


Acuña, conocedora de esta situación, se proponía, por el contrario, recuperar a la mujer no para que ejerciera de “dama catequista” sino para que militara activamente en un proyecto de “regeneración” social que apostaba por un porvenir distinto. Su toma de partido para animar a su sexo a ejercer la conciencia libre tenía la vocación de dar un golpe de timón que cambiara la dirección de la influencia moral femenina sobre el hombre, al frente de la familia y de la sociedad:


La mujer, cuando se inspira en la ignorancia y la superstición, es la gota de agua cayendo tenaz, leve y apenas notada sobre el cerebro del hombre, agujereando primero el duro cráneo (…) trocando los deseos generosos en instintos sistemáticos, transformando el amor a la humanidad en individual egoísmo. (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 4, p. 145)


Estos ideales librepensadores venían a confluir con la preocupación por la necesidad de educar a la mujer colocándola como igual y compañera del hombre: “la mujer del porvenir, radiosa mitad humana que entrará en los mundos de la ciencia y del arte con representación propia” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 4, p. 117). El estudio conjunto de ambas cuestiones –la causa emancipadora y la librepensadora– iluminan notablemente el ideario de Acuña, para quien el cambio social y el progreso no se alcanzarían sin la mujer pues los dos sexos no podían trabajar por separado de igual modo que la mujer no debía permanecer en posición de esclava, adalid de las tradiciones y los dogmas y fuerza regresiva si se aspiraba a otro mundo posible. Leopoldo Alas, por ejemplo, en sus artículos de la serie “Psicología del sexo” (1894) asociaba a la mujer con posiciones retrógradas mientras que resaltaba la tendencia del hombre a innovar: “El macho es reformista, innovador, las variaciones en la especie se le deben a él. La hembra es más misoneísta […] tiende a conservar, el macho a renovar, a inventar y a ensayar” (González Molina, 1987González Molina, J.G. (1987). "“«Psicología del sexo»: (exhumación de y comentario a cinco artículos de Clarín en La Ilustración Ibérica de Barcelona)". En V.V.A.A., Clarín y La Regenta en su tiempo: Actas del Simposio Internacional, Oviedo 1984, pp. 483-504. Oviedo: Universidad de Oviedo., pp. 491-492). Acuña, por el contrario, creía que la esclavitud de la mujer y su mentalidad encogida era reflejo del doble estándar de género, de la desigualdad educativa y del “poderío de la iglesia” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, p. 1562). Semejante argumentación tenía por objeto acabar con una arraigada dicotomía que incorporaba elementos políticos, religiosos, culturales y de género estableciendo una oposición entre dos núcleos: “religión/atraso/tradición/feminidad y progreso/ciencia/masculinidad” (Blasco Herranz, 2005Blasco Herranz, I. (2005). "Género y religión: de la feminización de la religión a la movilización católica femenina. Una revisión crítica". Historia Social, 53, pp. 119-136., p. 130) considerando que la mujer y todo lo femenino podían muy bien formar parte del segundo grupo y afiliarse con el progreso en vez del retroceso. Acuña tenía la certeza de que la mujer educada y racional apoyaría la causa progresista y sería capaz de desarrollarse en plenitud al anularse las barreras que contribuían a separar a los sexos, empequeñeciendo a la mujer y obstaculizando un proyecto que debía estar marcado por ideales de matrimonio entre iguales, compañerismo y fraternidad universal:


De aquí también esas inconcebibles contradicciones de hombres librepensadores en el foro, en los ateneos, en los congresos, en las profesiones, en las cátedras, en el libro; hombres pensadores intelectual y socialmente, y católicos fervorosos en el seno de la familia (…) Y de aquí, por último, esa separación tácita, pero marcada y real, de las almas del esposo y de la esposa, separación funesta, perturbadora, que acarrea la horrible desmoralización de nuestra sociedad, separación que prostituye la grandeza del matrimonio que es (…) fusión de dos espíritus semejantes. (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 4, pp. 148-151, subrayado mío).


Como mujer escritora y como librepensadora, Acuña defendía la ciencia frente al dogma adoptando una postura progresista de tintes utopistas[4] y siempre innovadora, que buscaba establecer el Edén en la tierra aunque hubiera que hacer tabla rasa para ello:


¡Demoledores se nos llama! ¿Qué se puede hacer al presente sino demoler? Lo primero es quitar el último murallón hasta el último cascote, dejar el terreno limpio de escombros y de barro y después se socaba más hondo aún que el primitivo cimiento para levantar la nueva fábrica (Domingo Soler, 1976Domingo Soler, A. (1976). Sus más hermosos escritos. Buenos Aires: Kier., p. 235)


Este feroz “trabajo cultural” (Tompkins, 1985Tompkins, J. (1985). Sensational designs: the cultural work of American fiction. New York: Oxford University Press., p. 15) de Acuña que alimenta y promueve el cambio se apoyaba en ideales de igualdad y fraternidad, en perspectivas de cambio y de regeneración con un hondo convencimiento de que la humanidad caminaba hacia un porvenir edénico, lo que la llevaba a afirmar tajantemente que “nosotros vamos hacia el paraíso, ellos vienen del caos” (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 3, p. 847). Ese paraíso solo era posible si se fomentaba la equivalencia de los sexos, una idea que encontraba su plasmación poética en una utopía futura en la que los humanos de ambos sexos serían verdaderos ángeles alados conviviendo unidos por vínculos fraternales (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, p. 1742). Acuña pronosticó que la batalla sería larga pues había empezado con el espíritu ilustrado y los resultados no serían palpables para su generación ya que ese esfuerzo solamente daría frutos en el porvenir y por eso las referencias al paraíso y a la obligación moral hacia las generaciones venideras son constantes en su escritura:


Nuestros esfuerzos (…) serán impotentes (…) Así es como tenemos que empuñar nuestra bandera; sin la esperanza limitada a nuestro corto existir terrenal, sin la esperanza encerrada en los estrechísimos horizontes de nuestra individual felicidad; así, solo así, podremos mirar de frente (…) No venceremos pero habremos sostenido el emblema de la humanidad a través del tiempo y del espacio; no venceremos, pero habremos servido a la razón y ceñiremos en nuestra frente la corona de humanos (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 4, pp. 157-158).


Acuña concibió sus textos periodísticos como el vehículo para que su escritura fuera motor de acción política y militante en lo que ella misma consideraba como unas misiones del racionalismo que aspiraban a avanzar hacia un mundo distinto donde los las mujeres y los hombres habrían alcanzado la razón adulta: 


¡En vosotros está la aurora que anuncia la nueva era! ¡Uníos racionalistas de mi patria! Luchad sin tregua ni reposo. Levantad misiones (…) que sin aparatos, sin cruces, sin cilicios, sin rimbombancias de saltimbanquis, vayan con fe gigante, fría y serena, de pueblo en pueblo, de aldea en aldea, de casa en casa, derribando ídolos. (Acuña, 2007-2008Acuña, R. (2007-2008). Obras selectas. Oviedo: KRK Ediciones., vol. 2, pp. 1174-1175).

 

NOTAS Top

[1]

José Bolado da cuenta de este aspecto que favoreció la creación de toda una leyenda negra sobre Acuña que llegó a ser tachada de “bruja” en algunos círculos. (Bolado, 2007Bolado, J. (2007). "Introducción". En Acuña, R., Obras reunidas (vol. 1), pp. 23-463. Oviedo: KRK Ediciones., pp. 322-331).

[2]

Acuña utiliza aquí en otro sentido una expresión acuñada por Emilia Pardo Bazán en su artículo de 1882 “La cuestión palpitante” al hilo de la polémica literaria sobre el naturalismo en España.

[3]

La tragedia de Acuña El Padre Juan (1891), que fue prohibida la misma noche del estreno, refleja muy bien estas ideas retratando al fraile de la obra como el antagonista del héroe trágico que es el ateo e idealista Ramón. El padre subyuga a las mujeres desde el confesionario y a los feligreses desde el púlpito y es, en última instancia, el verdadero responsable del crimen que tiene lugar al final de la obra revelándose al público como un parricida: el Padre Juan ha instigado al pueblo a matar a su propio hijo desconociendo ese parentesco.

[4]

Su ensayo La casa de muñecas (1888) plantea ideales de ecología, coeducación, sostenibilidad y vuelta al entorno rural funcionando como un texto utópico-alegórico que utiliza una geografía aislada (la casa “de muñecas”) y a la familia protagonista como modelo para esbozar un porvenir ideal de base agraria.

 

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