RESEÑAS DE LIBROS/BOOK REVIEWS

 

RESEÑA DEL LIBRO "MITOLOGÍA MATERIALISTA DE LA CIENCIA"

Francisco José Soler Gil
Mitología materialista de la ciencia
Madrid: Encuentro, 2013; 332 pp. ISBN: 978-84-9920-187-0

 

 

Mitología materialista de la ciencia es el último libro en castellano de Francisco José Soler Gil, quien ya ha publicado varios libros sobre temas emparentados con este, notoriamente Lo divino y lo humano en el universo de Stephen Hawking (2008). Soler está especialmente preparado para abordar estas cuestiones, pues ha realizado estudios de física y filosofía, y está formado, por tanto, en las dos disciplinas de que trata este libro, ciencia y filosofía, cuya interacción mutua es precisamente lo que se aborda aquí. Soler es doctor en Filosofía por la Universidad de Bremen y miembro del grupo de investigación de Filosofía de la Física de la citada universidad. Actualmente es investigador Ramón y Cajal en la Universidad de Sevilla.


Nunca se repetirá bastante que el materialismo no es parte de la ciencia, no es el resultado de experimentos científicos o de teorías más o menos contrastadas, sino que constituye un marco filosófico previo, dentro del cual se interpretan esas teorías y esos descubrimientos. Y sin embargo, la mayor parte de los científicos, incluso los más famosos, lo ignoran por completo. Basta leer el principio del libro El gran diseño, de Stephen Hawking (escrito con L. Mlodinow) que empieza así:


La filosofía ha muerto… Los científicos se han convertido en los portadores de la antorcha de los descubrimientos en nuestra búsqueda de conocimiento.


Es curioso que diga esto, porque el realismo de modelos, la única aportación relativamente original de este libro de divulgación científica, es pura filosofía.


¿A qué se debe que un científico de la categoría de Stephen Hawking no se dé cuenta de que está haciendo filosofía y no ciencia, y por lo tanto se contradice a sí mismo, puesto que declara muerta la filosofía? Sin duda, a que casi todos los científicos materialistas confunden la interpretación filosófica de la ciencia con la propia ciencia. Están tan acostumbrados a partir de la postura materialista, que ni siquiera se dan cuenta de que eso no es ciencia, sino filosofía. No es física, sino metafísica. Por eso digo, por segunda vez, que la tesis de este libro nunca se repetirá bastante: porque los errores deben señalarse para que sea posible corregirlos, y este error lleva ya con nosotros demasiado tiempo. Como señala acertadamente Soler en el título de su libro, se ha convertido ya en mitología.


El libro de Soler se divide esencialmente en tres partes bien diferenciadas que estudian, respectivamente, los tres campos de la ciencia en los que tiene más influencia la mitología materialista: la evolución, la neurociencia y la cosmología. En cada una de estas partes, el autor sigue, con más o menos libertad, el siguiente planteamiento:


Primero se describen los argumentos que suelen proponerse en favor de la aplicación del modelo materialista a esa rama de la ciencia, y sus consecuencias.


A continuación se plantea un modelo diferente, que parte de la existencia de Dios y de la transcendencia.


En una tercera fase, que a veces es larga y compleja, se comparan los dos modelos, resaltando las diferencias entre ambos y las respuestas de cada uno a los argumentos del otro. 


Los argumentos presentados por el autor en favor de su tesis son abundantes y, para mí al menos, convincentes. Tan solo me parece algo incompleta la discusión sobre el famoso argumento de C.S. Lewis (a quien no se menciona) en contra de la postura materialista, desarrollado después por Alvin Plantinga y Victor Reppert, al que Soler dedica cierto espacio en el capítulo sobre la neurociencia (las secciones 5.2 y 5.3). Expresado en la forma super-resumida en que lo formula Rupert Sheldrake, este argumento tiene una fuerza indudable:


Pregunta a los materialistas: ¿cree usted en el materialismo porque le parece la hipótesis más razonable, o porque está usted programado para creer en el materalismo?


Naturalmente, los materialistas ofrecen respuestas al argumento de Lewis-Plantinga-Reppert-Sheldrake, y habría sido interesante ver reflejado el debate con más detalle en este libro, sin reducirlo a las críticas de Diéguez Lucena. Por otro lado, nunca puede abarcarse todo. Quizá, en el fondo, se trate aquí de una cuestión de preferencias personales. En relación con la tesis de este libro hay tantos argumentos y contra-argumentos, que cualquier lector encontrará siempre a faltar, o le parecerá poco desarrollado, alguno de los que prefiere especialmente.


Desgraciadamente, libros como este no suelen ser leídos por aquellos a quienes deberían ir destinados primordialmente: los científicos materialistas activos, que suelen considerarlos simples intentos de resucitar una disciplina muerta y enterrada (en este caso la filosofía), o incluso como una no-ciencia, expresión utilizada por Richard Dawkins en El espejismo de Dios, donde añade que, por esa razón, él no tiene por qué leer ese tipo de textos. ¡Y esto lo dice poco después de haber criticado —correctamente— a los partidarios del diseño inteligente, por rechazar ciertos argumentos científicos sin haberlos leído!


Afortunadamente, estos libros tienen un segundo grupo de destinatarios: científicos y no científicos con cierta preparación intelectual, que se han dejado arrastrar por el materialismo dominante, pero no actúan activamente en su defensa (materialistas pasivos). Estos, quizá, sean menos refractarios a obras como esta, que pueden serles muy útiles, porque para resolver un problema es importante aclarar su planteamiento: un problema mal planteado no puede resolverse. Hay también un tercer grupo de posibles destinatarios: las personas que parten de la hipótesis teísta y han rechazado la materialista, a quienes el libro de Soler proporcionará argumentos interesantes, contribuyendo también a aclarar muchos conceptos.


Son también muy interesantes las reflexiones finales del último capítulo, que analizan las consecuencias —negativas— que podría tener para la ciencia la prolongación de la situación actual de divorcio entre los resultados científicos, que son innegables, y su interpretación filosófica, especialmente en la vieja Europa, porque en otras partes del mundo la mitología materialista está mucho menos implantada en el imaginario popular.


Finalmente, quiero señalar un problema que afecta, no solo a este libro, sino a casi todas las obras modernas, incluida alguna de las mías: las referencias basadas en direcciones de Internet no siempre son de fiar, pues cambian o desaparecen con gran rapidez. Por ejemplo, la que se menciona en la nota al pie número 72, de la página 75, ya ha cambiado de sitio. Por eso, algunas publicaciones suelen añadir a este tipo de referencias la fecha en que fue accedida por última vez por quien la cita, para curarse en salud si desaparece o cambia. No es una buena solución, pero es difícil encontrar otra mejor. Si a alguien se le ocurre alguna, me gustaría conocerla.


 

Por Manuel Alfonseca Moreno
Universidad Autónoma de Madrid
Email: Manuel.Alfonseca@uam.es

 

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