ENTRE CUBA Y ESPAÑA: GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA EN SU BICENTENARIO (1814-2014) / BETWEEN CUBA AND SPAIN: GERTRUDIS GOMEZ DE AVELLANEDA IN HER BICENTENNIAL (1814-2014)

PRESENTACIÓN / PRESENTATION

Milena Rodríguez Gutiérrez

Universidad de Granada

 

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Este número constituye un homenaje a Gertrudis Gómez de Avellaneda (Puerto Príncipe, actual Camagüey, Cuba, 1814-Madrid, 1873), escritora cubano-española, en el bicentenario de su natalicio.



Gertrudis Gómez de Avellaneda es una de las figuras más relevantes del siglo XIX en las letras hispánicas. Fue poeta, novelista y dramaturga, destacando en los tres géneros literarios. Como poeta, según señala José Manuel Blecua, es una de las figuras más auténticas del romanticismo español, al que realizó aportes que han sido resaltados por diversos estudiosos. “Faltaría algo en nuestra lírica moderna si la Avellaneda no hubiese traído a ella con tanto brío y tanta sinceridad esta nota originalísima”, escribía Menéndez Pelayo.



Pero la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda pertenece tanto a la literatura española como a la cubana. En Cuba Gómez de Avellaneda puede considerarse la primera poeta cubana que merece tal calificativo y uno de los autores más relevantes del siglo XIX.



Hija de padre español y madre cubana, Avellaneda viaja a la Península en 1836, con apenas 22 años, y allí residirá la mayor parte de su vida y publicará casi toda su obra; en sus comienzos utilizará el seudónimo de La Peregrina.



Entre sus obras narrativas pueden destacarse Sab (1841), considerada la primera novela abolicionista publicada en español, Dos mujeres (1842-1843), Guatimozín: último emperador de México (1846) y El artista barquero o Los cuatro cinco de junio (1861).



Muy prolífica como dramaturga, se acercó a la tragedia y a la comedia. La obra de teatro que obtuvo mayor reconocimiento crítico en su época fue Baltasar (1858), sobre la que escribía Emilio Cotarelo: “obra portentosa, que para hallarle igual en su género, es preciso acordarse de las poquísimas de mayor fama en la universal literatura”. Otras de sus obras teatrales son: Leoncia, Munio Alfonso, El príncipe de Viana, Recaredo, Saúl, Catilina, La hija de las flores, Oráculos de Talía, La hija del rey René, El millonario y la maleta, La verdad vence apariencias, Tres amores, Errores del corazón, entre otras.



Escribió también varias Leyendas y una significativa correspondencia amorosa dirigida a Ignacio de Cepeda y recogida póstumamente por Lorenzo Cruz de Fuentes en Autobiografía y cartas de la ilustre poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda (obra publicada en 1907, con una segunda edición corregida y aumentada en 1914). Las cartas a Ignacio de Cepeda son, al decir de Lezama Lima, “documentos riquísimos para mostrar las tormentas de sus pasiones” y, según Ricardo Gullón, constituyen “uno de los documentos más interesantes del romanticismo español”.



Gómez de Avellaneda fundó en España en 1845 la Ilustración. Álbum de damas y en Cuba en 1860 el Álbum Cubano de lo Bueno y lo Bello, revistas dirigidas a un público lector femenino.



La escritora pidió su ingreso en la Real Academia de la Lengua Española en 1853 y le fue negado, a pesar de reconocérsele sus relevantes méritos literarios, por su condición de mujer.



A lo largo de estos dos siglos la figura de Gertrudis Gómez de Avellaneda ha sido objeto de polémica y controversia dentro de las literaturas española y cubana. Las últimas décadas del siglo XX y los comienzos del XXI han puesto de relieve su importancia. Hoy, en la celebración del bicentenario de su natalicio, puede afirmarse que Avellaneda es una figura que goza de gran actualidad, habiendo suscitado el interés de diversas teorías y perspectivas críticas contemporáneas y de numerosos escritores, investigadores y estudiosos.



Este número dedicado a Gertrudis Gómez de Avellaneda se suma a los diversos actos de homenaje que en España y en Cuba se han llevado a cabo en este bicentenario. Hemos pretendido aproximarnos a distintas zonas de la obra y la escritura de Avellaneda y resaltar su dimensión transatlántica; es decir, su pertenencia a las literaturas española y cubana. En el número colaboran estudiosos de universidades e instituciones españolas y cubanas y de otras orillas del Atlántico ‑algunos de ellos reconocidos especialistas en la obra de Avellaneda‑, que enfocan sus trabajos dentro de una u otra literatura o incluso trascendiendo las perspectivas en que se sitúan las literaturas nacionales.



Los dos primeros artículos del número indagan en esos que podemos llamar los “papeles privados” de Gertrudis Gómez de Avellaneda, publicados póstumamente: la conocida como Autobiografía (1907), sin duda el documento más célebre entre estos papeles, o las llamadas Memorias (1914). A ambos textos se acerca “Al llegar: primeros pasos de La Peregrina en España”, de Luisa Campuzano, que aborda, analizando estos materiales, las vivencias, impresiones o juicios de Tula en 1836 cuando se produce su arribo a Galicia. El segundo artículo, “Gertrudis Gómez de Avellaneda en Sevilla: ilusiones y cenizas de un periplo literario”, de María Caballero, se centra en destacar la presencia y el papel que juega la ciudad de Sevilla en la vida y en la escritura de la autora, y para ello toma también como referencia la Autobiografía y otras cartas.



La poesía de Avellaneda constituye el interés de los tres trabajos siguientes. “Gertrudis, Tula, La Peregrina y otras ficciones del yo”, de María Salgado, es un texto que se ubica entre los “papeles privados” y la lírica de la autora, pues examina varias cartas de Tula pero también algunos poemas, en busca de los retratos -o acaso mejor, autorretratos- que la escritora construyó de sí misma, de las diversas versiones elaboradas y de su significación. El artículo de Milena Rodríguez, “Que yo las nubes resistir no puedo: las respuestas de Carolina Coronado y Luisa Pérez de Zambrana ante la polémica en torno al género en Gertrudis Gómez de Avellaneda”, atiende, desde una perspectiva de género y transatlántica, al debate decimonónico en torno a la supuesta masculinidad de la poesía de la escritora en España y en Cuba y analiza el discurso poético de las poetisas que en ambos países fueron convertidas por la crítica en rivales femeninas de Tula. “Avellaneda y el republicanismo”, de Rafael Rojas, explora los elementos republicanos y americanistas de la poesía de Avellaneda, a través del análisis de poemas como “A Washington”, situando a la escritora en la tradición del republicanismo americano.



La narrativa de Avellaneda es estudiada en dos artículos. Por un lado, “De pasiones imaginarias: la narrativa de Gertrudis Gómez de Avellaneda”, de Teodosio Fernández, se acerca a varias novelas de la autora: Sab, Dos mujeres, Guatimozín, Espatolino, El artista barquero y también a algunas leyendas, subrayando la dimensión ficcional e imaginativa de las mismas y examinando sus fuentes literarias. El artículo de Brígida Pastor, “Un acercamiento teórico a la estratégica retórica femenina de Gertrudis Gómez de Avellaneda”, analiza algunas novelas de Avellaneda (Sab, Dos mujeres, El artista barquero) desde una perspectiva teórica de género que sigue fundamentalmente los trabajos de Luce Irigaray, destacando en ellas el empleo estratégico de técnicas narrativas y recursos estilísticos que consiguen subvertir las normas masculinas y la propia auto-representación femenina de la época.



Al teatro de Avellaneda se dedican también dos trabajos; ambos abordan dos de las obras menos estudiadas de Tula. El artículo de Alexander Selimov, “El amor, el destino y la virtud: Gertrudis Gómez de Avellaneda y su primer drama Leoncia” se aproxima a la primera obra dramática escrita por Gómez de Avellaneda, Leoncia, estrenada en 1840, examinando el concepto de “virtud” que ésta ofrece y poniéndolo en relación con las propias cartas amorosas de Avellaneda a Cepeda. “Pasión y política en Catilina de Gertrudis Gómez de Avellaneda”, de Yoandy Cabrera, propone una lectura de una de las últimas obras dramáticas escritas por Avellaneda y nunca representada, Catilina (1867), acercándose a sus conflictos políticos y pasionales y al carácter ecléctico que puede atribuírsele, en la medida en que cabe ubicarla entre el Romanticismo y el Neoclasicismo.



“Gertrudis Gómez de Avellaneda desde otro ápice”, de Cira Romero, presta atención a una zona poco conocida de la escritora: su labor como crítica literaria y como prologuista de varios autores cubanos, como la condesa de Merlín, la poeta Luisa Pérez de Zambrana, y dos figuras literarias menores, Teodoro Guerrero y Ángel Mestre.



Por último, “Ilusiones ópticas del alma”, el artículo de Mirta Suquet que cierra el número, constituye un recorrido por diversos textos de Avellaneda escritos durante su regreso a Cuba (1860-1864): varios poemas, la novela El artista barquero o el prólogo a Pérez de Zambrana, rastreando en ellos su poética “deslocalizada”, que pone de manifiesto el desencuentro entre voz poética individual y comunidad.



Solo me queda añadir que la preparación y edición de este número forma parte de mi trabajo como Investigadora Principal dentro del Proyecto “Las poetas hispanoamericanas: identidades, feminismos, poéticas (Siglos XIX-XXI)” (FEM 2013-42041P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España; y agradecer, por supuesto, a la revista Arbor su generosidad al acoger estos trabajos.