FRANCISCO UMBRAL Y LA POESÍA / FRANCISCO UMBRAL AND THE POETRY

PRESENTACIÓN: UMBRAL Y LA POESÍA

J. Ignacio Díez

Universidad Complutense de Madrid

Eduardo Martínez Rico

Universidad Complutense de Madrid

 

PRESENTATION: UMBRAL AND THE POETRY

Copyright: © 2015 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution-Non Commercial (by-nc) Spain 3.0.

 

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La poesía está en la raíz de la vocación literaria de Francisco Umbral, y le acompañó siempre, como lector y como poeta, ambas cosas tan implicadas una en la otra, en verso y en prosa. Está presente en toda su trayectoria, pues fue esencial para la configuración de su ser como escritor. No debemos olvidar tampoco que la poesía es clave para entender toda su personalidad literaria, así como su forma de ver la realidad. Esto se percibe muy bien, por ejemplo, en Mortal y rosa. Este libro, de prosas poéticas y de algunos poemas en verso, además de un diario muy personal, muestra la visión poética de Umbral, su forma de sentir la vida, no solo su hijo, aunque este sea tan importante, sino la vida entera, sus ideas, sus opiniones, etc. Todo aparece bajo un tamiz de poesía, todo aparece fundido en la mirada poética de Umbral, en el ser poético que finalmente era Umbral y que en ese libro se mostró como en ningún otro lugar.


Creemos muy pertinente este monográfico de Arbor sobre Umbral y la poesía, porque es un tema troncal para comprender la figura del escritor. Entendiendo el papel que juega la poesía en su obra, llegamos muy hondo en lo que fue Francisco Umbral, como hombre y como escritor. La poesía para él era el género mayor de la literatura. Umbral llegó a decir que las únicas personas que le interesaban eran los escritores, y dentro de ellos los poetas le interesaban muy destacadamente; decía que “el poeta es el ángel”. Por otro lado, los autores que más le gustaban podemos considerarlos poetas de la palabra, más allá de que escriban en verso o en prosa, como el propio Umbral, escritores que destacan por la forma que imprimen a sus textos más allá de los temas, tramas o asuntos, que al propio Umbral no le interesaban mucho ya desde muy joven. Entre estos autores podemos citar a Proust, Baudelaire, Rubén Darío, Valle-Inclán, Gómez de la Serna o Camilo José Cela. A los tres últimos autores, por cierto, les dedicó ensayos literarios, una faceta umbraliana que es parte de lo mejor de su obra a nuestro juicio.


El escritor fue crítico de poesía durante años (Poesía española), y junto con el ensayo lo que más leyó fue poesía. Ha sido muy debatido por qué abandonó su intención de convertirse en poeta, que es la dirección que llevaba cuando empezó a escribir y publicar (su primer artículo publicado, “La mañana”, tiene mucho de prosa poética). Umbral dio distintas respuestas, y seguramente todas ellas responden a la realidad. En algunas ocasiones Umbral dijo que la poesía no se cobra y que por esa razón dejó de escribirla. También contaba una anécdota muy interesante de sus comienzos literarios y periodísticos. Un compañero le dijo una vez: “Tú eres, pero eres en prosa.” Umbral pensaba que el diagnóstico de este amigo era certero, y así nos lo demuestra en general la actitud de Umbral hacia su poesía: publicar pocos poemas en verso, de forma esporádica, y nunca muy “en serio”, o de forma “profesional” –si este calificativo cabe en un poeta–, pero sin embargo utilizar con frecuencia y mucha calidad los recursos poéticos para la elaboración de su prosa. Umbral utiliza estos recursos en el día a día de su columna, no solo como expresión literaria del mundo sino también de su personalidad y de sus sentimientos, llegando a hacer a menudo textos que podemos considerar poéticos, en prosa, pero poéticos (no solo en Mortal y rosa o Mis paraísos artificiales, dos libros que parecen emparentados, sino también textos periodísticos). Es más, podemos decir que es la poesía, junto con la peculiar “mirada” de Umbral –que precisamente debe no poco a la poesía–, la que convierte en característico su estilo. Umbral era un estilo –“el estilo es el hombre”, le gustaba repetir–, el estilo como la forma absolutamente única e individual que tiene cada escritor de decir las cosas, y dentro de su estilo la poesía es capital. Este tema es tan importante que no debemos forzarlo mucho para llegar a una conclusión: en Umbral había un ser poético, una mirada poética y una forma poética de expresar todo un mundo, acentuando más o menos estos componentes según las circunstancias.


Umbral prácticamente abandonó la publicación de sus poemas, aunque los seguía escribiendo. Él decía que los escribía cuando se enamoraba, y que cuando se le pasaban esos amores dejaba de escribirlos. Pero también decía que le parecían malos. Por otra parte, ya escritor muy consagrado, como prosista, sentía cierto temor ante las reacciones del público. Pero el escritor, como él decía, iba por dentro, y el poeta también. Es decir, Umbral no publica poesía y escribe poca, pero sigue llevando un poeta dentro, un poeta que se desborda continuamente en lo que escribe, en prosa. El caso de Mortal y rosa es enormemente llamativo, pero también son sus artículos metrificados, o la aplicación en general de los recursos poéticos a su escritura, periodística y literaria. La poesía es clave para entender su periodismo, el éxito de su fórmula periodística, su columna de prensa, pues decía que lirismo y actualidad se potenciaban mutuamente.


Por si fuera poco la poesía condiciona el modo que tiene Umbral de abordar la literatura, como escritor y como lector. Ya nos hemos ocupado del escritor, pero debemos decir algo del lector. Umbral busca al leer “hallazgos” que le impresionen, y esos “hallazgos” son de corte poético. El autor aprecia mucho al escritor que es capaz de ofrecer en la página algo que podríamos expresar como “creación verbal”. Valora mucho la metáfora, la buena adjetivación… una tensión estilística en el texto que podríamos llamar poética, o que es deudora de la poesía. En fin, todo el edificio literario de Umbral se sostiene sobre la poesía, y en la poesía adquiere buena parte de su originalidad y de su fuerza.


Por último decir que es posible que Umbral no escribiera constantemente poesía, aunque sí lo hizo en distintos períodos de su vida, según demuestran las publicaciones, algunos libros, algunos ya citados, Crímenes y baladas, que publicó en 1981, y Obra poética (1981-2001), póstuma, que incluye el anterior y que publicó Miguel García-Posada en 2009. Pero lo que es cierto es que nunca dejó de leerla, de estar atento a la aparición de los nuevos poetas y de nutrir su escritura con ella, sabiendo que esta era determinante para la gran aceptación que había tenido como prosista, para su propia formación de escritor.


 

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En estos ocho trabajos se ofrece una perspectiva muy amplia de los intereses poéticos de Umbral, que van desde las lecturas de algunos de sus poetas preferidos y el uso de una prosa muy lírica y muy poética hasta sus retratos de políticos; incluso hasta su participación en programas de radio. El fenómeno poético en Umbral no es simple y no puede despacharse diciendo que era o no un buen poeta. La lírica atraviesa toda su dedicación y se manifiesta mucho más allá de los dos libros publicados que recogen sus poemas, uno de ellos póstumo. 


Marina Casado explora las conexiones con dos de los grandes poetas del 27, “sombras”: Aleixandre y Cernuda. Su trabajo pone en relación directa a Umbral con dos de los poetas que más admiraba –en general admiraba mucho a los poetas de la generación del 27–. De forma muy detallada, gracias al trabajo de Marina Casado, podemos hacernos a la idea del diálogo creativo que establece Umbral con los poetas que lee asiduamente, en dos direcciones fundamentales, por el placer estético que le produce, y como alimento para su propia producción literaria, consciente como era Umbral de lo esencial que era la poesía en la configuración de su prosa y de su mirada literaria.


Uno de los autores más admirados por Umbral y que reúne la doble condición de poeta y prosista, a las que añade la envidiada condición de francés, es Baudelaire. Lara Mantoanelli y José Soto se centran en una suerte de animal totémico para ambos: el gato. Umbral no solo quería a los gatos, y tuvo gatos buena parte de su vida, sino que era un gran admirador de este animal. De su gata Loewe escribió mucho, y no solo de ella, también de otros gatos, presentes en sus diarios y en general en toda su obra. Baudelaire fue, junto con Proust tal vez, el escritor al que más admiró, hasta el punto de tener una foto suya muy cerca de donde escribía. Su concepto de prosa es muy posible que venga, en buena parte, de Baudelaire, y para comprender todo esto es muy útil leer el artículo de Lara Mantoanelli y José Soto, que rastrean una pasión literaria.


María del Pilar Couceiro ofrece una primera parte del estudio del alejandrino, seguramente el verso preferido de Umbral, tan francés, tan largo, tan agradecido. El trabajo de la profesora Couceiro ofrece detallados, minuciosos análisis, y la certeza de que Umbral, que se muestra tan seguro y esplendoroso en su prosa, llena de elementos poéticos, se muestra más inseguro en verso, logrando resultados probablemente no tan buenos como él esperaba. Este trabajo va a la raíz de la prosa umbraliana en el tema que nos ocupa. Verso y prosa, ¿dónde está la poesía? ¿Estamos hablando del mismo escritor, del escritor que igualmente es grande en prosa o en verso? Umbral adapta los recursos poéticos y dota a su prosa de un gran dinamismo y flexibilidad, pero también puede haber un problema de calidad, y en ello indaga el trabajo de María del Pilar Couceiro. Tal vez la actitud de Umbral de no publicar su poesía de forma ortodoxa, en poemarios, responda a su exigencia literaria.


Por otra parte, J. Ignacio Díez, en “Prosa y verso en Umbral: entre la dispersión y el cancionero de Mis paraísos artificiales”, valora la mezcla de prosa y verso en los escritos de Umbral, toda una propuesta revolucionaria que se enfrenta tanto a las prohibiciones de la poética clásica como a la escasa provocación romántica en este terreno. El Umbral poeta, tímido e inseguro, derrama sus composiciones por sus textos en prosa con funciones muy distintas, que van desde la más evidente (demostrar el dominio del poema en prosa y de los versos), hasta otras más ocultas (el poema como condensación del día, del mismo modo que lo es la columna; la reivindicación de una juventud que quiso ser poética; el homenaje a tantos poetas leídos). El procedimiento se adensa en Mis paraísos artificiales y se condensa en Mortal y rosa, dos libros muy unidos, también desde el uso de la poesía.


Jean-Pierre Castellani se detiene en Carta a mi mujer, libro póstumo que el profesor francés relaciona con algunos de los grandes libros de Francisco Umbral, como Mortal y rosa y El hijo de Greta Garbo, formando el tríptico del libro del hijo, el libro de la madre y finalmente esta Carta el libro de la esposa. Umbral tiró el original a la papelera y fue precisamente su mujer quien lo salvó de su destino. Con los años, años de olvido, Umbral decidió publicarlo, poco antes de morir, y finalmente apareció póstumo. El análisis de Castellani, uno de los pioneros de los estudios universitarios umbralianos, es reposado y preciso.


Como detallado y por extenso es el estudio de la profesora Bénédicte de Buron-Brun, “La esencia poética del cuento umbraliano”. La experta francesa pone de relieve en primer lugar la idiosincrasia poética de los cuentos de Francisco Umbral, pero también, más en general, la extrema calidad de estos cuentos. Umbral era un gran cuentista, y tenía una teoría muy pensada y muy elaborada del cuento –como analiza Bénédicte de Buron-Brun–, y si no escribió más cuentos a lo largo de su vida, como él mismo manifestaba, era porque no los solían pagar en los periódicos y revistas, o porque no los pedían. Hay una etapa más cercana a su juventud en que escribió y publicó muchos cuentos –y ganó premios–, pero a medida que se hace mayor Umbral va escribiendo menos cuentos. A menudo, como nos explica la profesora francesa, formaban parte de sus obras, novelas o diarios, los desgajaba de ellas para publicarlos en revistas, o los integraba después de publicados en libros. Otro motivo para un posible estudio.


El artículo de Guillermo Laín Corona, “Los políticos de Umbral: textos poéticos y antipoéticos”, es un artículo muy meditado, muy medido, con abundante documentación. Algunas veces Umbral habló de la técnica de “la rosa y el látigo” para referirse a su escritura, al lirismo y a la crítica, el toque duro o poético, a menudo una alternancia o fusión de ambos elementos. El profesor Laín Corona estudia los textos poéticos y los antipoéticos en los retratos umbralianos a políticos, alabando o denostando a esos mismos políticos. En este estudio vemos cómo Umbral se nutre de la poesía para crear su prosa, cómo aplica incluso las herramientas poéticas, los recursos poéticos, a su prosa periodística. Es decir, la poesía no solo nutre su prosa más lírica, como podría ser Mortal y rosa o Mis paraísos artificiales sino que es esencial en sus artículos, y en concreto, en este caso, en sus retratos de los políticos, su día a día como periodista.


Las colaboraciones radiofónicas de Umbral, verdadera primicia, en manos de Manuel Fernández Sande y Eduardo Martínez Rico recuperan un género y una práctica que están en los orígenes de la obra de Umbral y también en su última etapa. En “Umbral en la radio: La orquídea¸ una transfiguración poética de la actualidad”, los autores ponen de relieve la importancia de esta faceta umbraliana, poco atendida por los estudiosos y no muy valorada por el propio Umbral, ofreciendo un estudio del autor en relación con la radio, con todo lo que ello implica, y, en un segundo estadio, centrando su interés en La orquídea, una colaboración radiofónica que desarrolló Umbral durante los años 1999 y 2001. Fernández Sande y Martínez Rico profundizan en La orquídea en su dimensión poética, pero además de esto incardinan los textos analizados en todo un sistema literario, que no es otro que los textos, mayores o menores, que Umbral estaba escribiendo por aquella época, entre ellos Un ser de lejanías, Los Alucinados, los poemas inéditos que editaría García Posada en 2009 y las propias columnas de El Mundo, toda una manifestación de taller literario de Francisco Umbral.


Por último, queremos agradecer a la Fundación Francisco Umbral el apoyo prestado a esta iniciativa. Nuestro autor siempre ofrece temas de estudio sugestivos, y este concreto de la poesía es uno de los más importantes y reveladores. La poesía es determinante para crear al Umbral escritor, poeta o no, y también, seguramente, al Umbral hombre, a la persona que vive y se relaciona con la realidad, la mira y la interroga y después escribe, en verso o en prosa, creando algunos misterios que los autores de este número hemos tratado de desentrañar.