FRANCISCO UMBRAL Y LA POESÍA / FRANCISCO UMBRAL AND THE POETRY

UMBRAL EN LA RADIO: LA ORQUÍDEA, UNA TRANSFIGURACIÓN POÉTICA DE LA ACTUALIDAD

Manuel Fernández Sande

Universidad Complutense de Madrid

Manuel.Fernandez@ucm.es

Eduardo Martínez Rico

Universidad Complutense de Madrid

m.rico.003@cofm.es

 

RESUMEN

Este artículo profundiza en la relación, apenas estudiada, de Umbral con la radio, e indaga, a través del análisis de diferentes referencias presentes en su obra literaria y periodística, la concepción que el escritor tenía de este medio de comunicación. Ya en la última etapa de su vida, entre 1999 y 2001, Umbral realiza un comentario radiofónico diario desde los micrófonos de Onda Cero que titula La orquídea. Se trata de unos textos con un intenso tono lírico que conjugan poesía y actualidad. Tienen una gran significación para comprender los procesos creativos de Umbral en esos años dadas las abundantes conexiones intertextuales que se pueden encontrar en ellos respecto al conjunto de su obra de la época, en especial con sus poemas –editados de forma póstuma en 2009-, Un ser de lejanías, Los alucinados y su columna de El Mundo Los placeres y los días.

UMBRAL ON THE RADIO: LA ORQUÍDEA, A POETIC TRANSFIGURATION OF OUR TIME

ABSTRACT

This article deals with Umbral’s little-studied relationship with the radio, and explores, through the analysis of various references in his literary and journalistic work, the conception that the writer had of this medium. Towards the end of his life, between 1999 and 2001, Umbral gave a daily radio commentary on the Onda Cero radio station entitled La Orquidea (The Orchid), during which he presented texts with an intense lyrical tone combining poetry and topicality. They are of considerable significance in understanding Umbral’s creative processes in those years given the abundant intertextual connections that can be found in them in relation to the body of work from that time, especially with his poems —published posthumously in 2009—, Un ser de lejanías, Los alucinados and his column in El Mundo “Los placeres y los días” (“The pleasures and the days”).

Recibido: 11-03-2014; Aceptado: 26-09-2014.

Cómo citar este artículo/Citation: Fernández Sande, M. y Martínez Rico, E. (2015). "Umbral en la radio: La orquídea, una transfiguración poética de la actualidad". Arbor, 191 (774): a253. doi: http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2015.774n4008

PALABRAS CLAVE: Umbral; La orquídea; comentario radiofónico; poesía; periodismo.

KEYWORDS: Umbral; La orquídea; radio commentary;  poetry; journalism.

Copyright: © 2015 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution-Non Commercial (by-nc) Spain 3.0.

CONTENIDOS

RESUMEN
ABSTRACT
1. UMBRAL Y LA RADIO

2. LA ORQUÍDEA: UN ESPACIO RADIOFÓNICO PARA LA LIBERTAD CREATIVA

3. ACTUALIDAD Y LIRISMO EN LA ORQUÍDEA

4. UN SISTEMA LITERARIO

NOTAS
BIBLIOGRAFÍA

 

1. UMBRAL Y LA RADIO
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En el presente artículo estudiamos una serie de colaboraciones radiofónicas, La orquídea, que Francisco Umbral realizó para Onda Cero durante dos temporadas, desde 1999 hasta 2001. Dividimos nuestro estudio en dos partes fundamentales, la primera una contextualización del tema principal en el tema más amplio de Umbral y la radio, siendo éste, pensamos, tan desconocido como el tema más concreto de La orquídea. En una segunda parte analizamos, sobre todo temáticamente, los textos que publicó de La orquídea Santos Sanz Villanueva en su edición de Umbral y su tiempo (Sanz Villanueva, 2009Sanz Villanueva, S. (2009). "Umbraliana". En Sanz Villanueva, S. (ed.), Francisco Umbral y su tiempo, pp. 267-279. Valladolid: Ayuntamiento de Valladolid., pp. 267-279). En este análisis además damos a conocer lo que llamamos “sistema literario” en el que estos textos se enmarcan junto con obras como Un ser de lejanías, Los Alucinados, los poemas de Umbral que publicaría García-Posada en 2009 y las columnas que el autor escribió en aquella época. Todos estos textos responden a un mismo y fecundo momento creativo de Francisco Umbral, bastante cercano, por cierto, a su muerte en agosto de 2007. En ellos, y en otros textos estudiados, comprobamos la importancia que tiene el componente poético para la creación de la escritura umbraliana, en prosa y en verso, también en la particular prosa más o menos poética de La orquídea.


La relación de Francisco Umbral y el medio radiofónico no ha sido por el momento estudiada con la profundidad que a nuestro juicio merece. Sin duda la consagración de su obra periodística y literaria se produjo a través de las miles de columnas de prensa y del centenar de libros publicados. El escritor madrileño logró crear una de las obras más fecundas de la historia de la literatura española y convertirse en uno de los grandes maestros del artículo periodístico. Sus colaboraciones radiofónicas, estudiadas en el conjunto de esta monumental producción, efectivamente no representan más que una minúscula y tangencial parte de su escritura. El propio Umbral en repetidas ocasiones expresó el limitado valor que le otorgaba a esta actividad ente el micrófono, que consideraba como algo casi anecdótico y de escasa enjundia respecto a su plena dedicación al artículo de prensa y su infatigable entrega al sinfín de proyectos literarios que acometía. 


Sin embargo, incluso a pesar del criterio del autor, su actividad radiofónica resulta un objeto de estudio de gran interés porque nos acerca esa otra faceta periodística que desarrolló en etapas muy diferentes de su carrera. Umbral se inicia como profesional del periodismo en la radio, en concreto en la emisora La Voz de León entre mayo de 1958 y febrero de 1961. En la emisora leonesa, perteneciente a la Red de Emisoras del Movimiento (REM), escribe cerca de novecientos comentarios radiofónicos y experimenta por primera vez con el género periodístico del que se convertirá en un absoluto maestro. 


Umbral es un escritor autodidacta, su paso por la escuela es muy breve y “no pudo ser más catastrófica”, según la califica la profesora Caballé (2004Caballé, A. (2004). Francisco Umbral. El frío de una vida. Madrid: Espasa Calpe., p. 89). A pesar de que existe cierta confusión en los datos se estima que Umbral tan solo permaneció tres cursos escolarizado, entre los ocho y los once años (Caballé, 2004Caballé, A. (2004). Francisco Umbral. El frío de una vida. Madrid: Espasa Calpe., pp. 89-90; Rodríguez, 2003Rodríguez Pequeño, M. (2003). "Francisco Umbral: la creación de un personaje". En Celma, M. P. (ed.), Francisco Umbral, nuestros premios Cervantes. Valladolid: Universidad de Valladolid-Junta de Castilla y León., p. 30). Su autodidactismo es uno de los casos más extraordinarios en la literatura española; su formación a partir de ese momento dependerá casi en exclusiva de sus lecturas en la Biblioteca del Ayuntamiento de Valladolid, a la que todos los días le acompaña su madre, que trabaja como funcionaria en la Casa Consistorial.


Ya en su etapa adolescente se aficiona a la lectura de revistas y periódicos. A los dieciocho años convaleciente por un brote de tuberculosis, Umbral devora las páginas de revistas de los treinta y cuarenta como Crónica o Blanco y Negro que su familia conserva en un baúl de su casa de la Plazuela de San Miguel (Martínez Rico, 2003Martínez Rico, E. (2003). Umbral. Las verdades de un mentiroso ilustre. Gijón: Llibros del Peixe., p. 156). Entre 1950 y 1955 podemos fijar el periodo en el que Umbral se aficiona a la lectura de periódicos y especialmente a los artículos periodísticos. Todos los días lee El Norte de Castilla y los principales diarios de Madrid: Arriba, ABC e Informaciones. Es entonces cuando se encandila con la escritura de González Ruano, José María Pemán, Eugenio D’Ors, Agustín de Foxá, o Eugenio Montes. (Gómez Calderón, 2003Gómez Calderón, B. (2003). "Sobre la perspectiva articulística de Francisco Umbral: el magisterio de César González Ruano". En Ardavín, C. X. (ed.), Valoración de Francisco Umbral. Ensayos críticos en torno a su obra, pp. 224-241. Gijón: Llibros del Peixe., p. 232). Lo que en un principio debió de surgir como un entretenimiento se convirtió en verdadera pasión, y el joven Umbral comienza a plantearse dedicar su vida a la escritura:


Yo tenía que vivir de eso. Es lo único que podía hacer. No quería trabajar en el banco, ni calentar calefacciones, ni aprender más contabilidad ni nada. Decidí que yo iba a escribir en prosa, porque me enteraba (yo leía todos los periódicos de Madrid, revistas, cosas) que había mucha gente que vivía de escribir en los periódicos y de escribir libros (Martínez Rico, 2003Martínez Rico, E. (2003). Umbral. Las verdades de un mentiroso ilustre. Gijón: Llibros del Peixe., p. 38). 


En Retrato de un joven malvado Umbral recordaba aquel deslumbramiento por el periodismo: 


El descubrimiento del artículo y de la crónica era el descubrimiento de la actualidad, de la literatura en acto. (…) El muchacho que había optado por la cultura huyendo secretamente de la vida, tornaba ahora a la vida, con renovada violencia, a través del periodismo y el artículo. (Umbral, 1973Umbral, F. (1973). Retrato de un joven malvado. Barcelona: Destino., p. 113) 


La muerte de su madre en diciembre de 1953 supone un duro golpe para Umbral, aunque con el tiempo también implicará una cierta liberación para su sueño de dedicarse a la literatura: “Entonces me di cuenta con amargura de que mi madre estaba siendo una rémora, y que, cruelmente, al morir me había liberado y me iba a dedicar a escribir, que ya nadie me lo iba a impedir en el mundo” (Martínez Rico, 2001Martínez Rico, E. (2001). Umbral: vida, obra y pecados. Conversaciones. Madrid: Foca., p. 25). Las primeras colaboraciones periodísticas de Umbral –al margen de un poema aislado publicado en 1954- aparecen en el año 1955, gracias a la intercesión de sus primos –los hermanos Perelétegui-, en el diario leonés Proa y la Revista Arco (Fernández Sande y Martínez Rico, 2014Fernández Sande, M. y Martínez Rico, E. (2014). "Primeras colaboraciones periodísticas yliterarias de Francisco Umbral, textos recobrados: diario Proa y Revista Arco (1954-56)". Estudios sobre el Mensaje Periodístico, 20 (1), pp. 357-376, Disponible en http://revistas.ucm.es/index.php/ESMP/article/view/45237/42577., pp. 357-376). Esos textos manifiestan un notable conocimiento del género del artículo, una destreza que sin duda Umbral adquirió a partir de las lecturas de los años precedentes. En 1957 Umbral comienza a colaborar en la sección literaria de El Norte de Castilla y en mayo de 1958 abandona Valladolid para incorporarse a la emisora La Voz de León, contratado por su primo José Luis Pérez Perelétegui.


Aquellos años en la radio leonesa resultaron decisivos. Allí utiliza por primera vez su pseudónimo Umbral y se encarga de escribir un comentario diario que mantendrá, aunque con diversos cambios en el título de su sección, durante cerca de tres años, hasta que las autoridades locales obligan a Umbral a abandonar la ciudad. El joven periodista trata de adaptar al medio radiofónico el estilo de los artículos de opinión que tanto había leído en los periódicos. En un principio Umbral se limita a escribir sus comentarios hasta que meses más tarde gana la confianza suficiente para leerlos él mismo ante el micrófono.


La radio representa para Umbral un periodo de aprendizaje definitivo. Allí se forja como columnista diario, experimenta con el lenguaje, goza de una gran libertad estilística y temática -dentro de los estrictos límites políticos marcados por el régimen de censura del Movimiento-. Aún teniendo en cuenta la precoz vocación literaria que el escritor sintió desde muy joven, los años en La Voz de León permiten que Umbral se sienta por primera vez periodista. 


En León, en la emisora, con un dominio absoluto de la situación comprendí que yo podía vivir de la escritura perfectamente: hacía crónicas, artículos, crítica de libros, entrevistas sobre la marcha al micrófono, entrevistas escritas… lo hacía todo, mucha publicidad… Ahí empecé a amanecer. (Martínez Rico, 2003Martínez Rico, E. (2003). Umbral. Las verdades de un mentiroso ilustre. Gijón: Llibros del Peixe., pp. 38-39).

Umbral en tres años, sin apenas formación previa, logra pasar de trabajar como ordenanza del Banco Central de Valladolid a convertirse en uno de los periodistas más destacados de la ciudad de León, en la que termina simultaneando su trabajo en la radio con colaboraciones en el Diario de León y El Norte de Castilla.


La experiencia radiofónica resultó decisiva, le permitió comprender la complejidad del proceso comunicativo, iniciarse en el manejo de la información de actualidad, experimentar las primeras reacciones del público ante sus opiniones, introducirse en las relaciones con las diferentes fuentes de información y sobre todo supuso una demostración de su capacidad para escribir un texto diario. En lo que se refiere a su estilo, contribuyó de forma indudable en el posterior dominio del artículo de opinión que alcanzaría más tarde.


Umbral llegó a la radio por azar, contratado por su primo José Luis Pérez Perelétegui; su vocación siempre había estado orientada hacia la escritura en periódicos a la que finalmente terminará consagrando el resto de su vida. Sin embargo, la radio resultó un medio propicio para un rápido aprendizaje de la profesión periodística y para la evolución de su escritura. En febrero de 1961 abandona forzado por las circunstancias políticas la emisora y León para emprender una nueva aventura en Madrid. Desde la capital mantendrá su colaboración con El Norte de Castilla, dirigido por Miguel Delibes, y diferentes revistas literarias aunque tardará varios años en recuperar una columna personal diaria. 


Nunca más volverá a trabajar en la redacción de una emisora, aunque sí mantendrá una relación constante con el medio radiofónico a través de entrevistas y colaboraciones, una vez logre el despegue de su carrera literaria y se convierta en uno de los periodistas más destacados del país. En los últimos años de su vida, desde su columna Mis placeres y mis días, recordaba aquella primera etapa profesional: 


Mi voz que fue buena y se ha quebrado, estuvo a punto de llevarme por los caminos de la radio, y más me hubiera valido, pero yo había venido a Madrid a ser escritor y no renunciaba a esa manía. (El Mundo, 7 septiembre 2004Umbral, F. (7 septiembre 2004). "Luis del Olmo". Los placeres y los días. El Mundo.).

La radio está presente en varias obras de Francisco Umbral y a ella también le dedicó algunas de sus columnas. Tras el análisis de estas referencias podemos concluir que Umbral diferencia con claridad dos etapas en la historia de este medio. Tiene un concepto bastante negativo de la radio franquista –precisamente el periodo en el que él trabaja en La Voz de León-, a la que asocia con el uso propagandístico del bando nacional.


La radio, aquel mueble pequeño, de madera oscura y tallada, con una ventanita de tela que nunca se abría, tenía unos botones gordos y un ojo mágico, rojo, que era el ojo de la guerra, el ojo que nos miraba toda la noche, el Polifemo de la guerra, la pupila ensangrentada y la voz y los nombres tremendos (…) las voces cercanas y enérgicas de los nacionales, sus músicas, sus himnos, sus canciones, y la voz de los otros, de los rojos, como más lejana y perdida. (Umbral, 1972Umbral, F. (1972). Memorias de un niño de derechas. Barcelona: Destino., p. 20).

En Leyenda del Cesar Visionario la radio aparece en diferentes pasajes de la novela, otorgándole una gran importancia informativa en la evolución de la guerra civil. Franco y Millán Astray


En la camareta hay un silencio balanceado de reloj de pared y un monólogo radiofónico que Franco escucha o no escucha. Siempre trabaja con la radio puesta, siempre escucha Unión Radio de Madrid, las emisoras rojas, porque de las nacionales no cabe esperar que le den ninguna noticia y, por otra parte le irritan un poco con sus ingenuas y patrióticas mentiras. (Umbral, 1991Umbral, F. (1991). Leyenda del César Visionario. Barcelona: Seix Barral., p. 64).


Millán Astray ha llegado a la ciudad y lo primero echa una arenga por Radio Castilla a las mujeres de toda España. (Umbral, 1991Umbral, F. (1991). Leyenda del César Visionario. Barcelona: Seix Barral., p. 76).

Umbral desprecia la radio de la postguerra española, una radio censurada en la que sobre todo suena copla, seriales, fútbol, concursos y otros programas de entretenimiento que en ningún momento le debieron interesar. La información es monopolio de Radio Nacional de España y todas las emisoras tienen que conectar con ella para la hora del parte. Como ya hemos visto que hacía en su libro Memoria de un niño de derechas, vuelve a asociar la radio franquista con la imagen mitológica siniestra del gigante Polifemo, una visión orwelliana del control radiofónico del Régimen Franquista. “Aquella radio familiar de ojo encendido, Polifemo del mundo mirando y hablando al niño anhelante” (El País, 3 febrero 1980Umbral, F. (3 febrero 1980). "Viva la Radio". Spleen de Madrid. El País.).


En sus columnas de El País, Umbral arremete en repetidas ocasiones contra Guillermo Sautier Casaseca (Sautier Casaseca, El País 6 enero 1977Umbral, F. (6 enero 1977). "Sautier Casaseca". Spleen de Madrid. El País.; Sautier Casaseca, El País 16 abril 1980Umbral, F. (16 abril 1980). "Sautier Casaseca". Spleen de Madrid. El País.; Ama Rosa, El País julio 1981), el principal autor de los seriales radiofónicos de mayor éxito, al que llega a calificar como subcultura y lo define como el “dictador del folletín a lo largo de la dictadura” (El País, 16 abril 1980Umbral, F. (16 abril 1980). "Sautier Casaseca". Spleen de Madrid. El País.). Sautier representa esa radio de entretenimiento que Umbral detesta. La editorial Bruguera en 1981 encarga al escritor el prólogo de una nueva edición en libro de Ama Rosa, Umbral aprovecha esas páginas para arremeter contra lo que habían supuesto aquellos seriales. Los hijos de Sautier interponen una querella para que la editorial retire el prólogo que consideraron ofensivo para la memoria de su padre. Umbral explicaba de la siguiente manera el desencuentro y se reafirmaba en sus opiniones


Sostenía uno en tal prologuillo que Sautier Casaseca, pese a estar absolutamente identificado con el eterno moral, social y político del franquismo, no podía como escritor a lo ancho, aunque tan mediocre, evitar que se filtrase la realidad nacional en sus folletines: doble moral de la clase dominante, esclavitud aceptada de buena parte de los esclavos. (El País, 12 julio 1981Umbral, F. (12 julio 1981). "Ama Rosa". Spleen de Madrid. El País.).

Para Umbral la radio franquista es entretenimiento vacuo y manipulación informativa. El escritor es consciente de la importancia que el medio ha tenido como arma de propaganda política: “Durante casi todo el siglo XX la radio ha sido el banderín de enganche de una España o de la otra” (El Mundo, 1 diciembre 2004Umbral, F. (1 diciembre 2004). "Las dos Españas". Los placeres y los días. El Mundo.). Su experiencia en la emisora falangista de La Voz de León, de la que no olvidemos fue expulsado por sus enfrentamientos con las autoridades locales, debió de tener importante influencia en su concepción negativa de aquella radio franquista. “La radio fue la gran arma de Franco y el fascismo español, que echaban muchos discursos, partes, fútbol, <<cara al sol>> y Okal” (El Mundo, 26 mayo 1995Umbral, F. (26 mayo 1995). "La Radio". Los placeres y los días. El Mundo.).


A pesar de que Umbral construye su propia visión de la radio en el franquismo, y sin duda era conocedor de lo que representó este medio de comunicación en la época, diferentes testimonios nos hacen creer que él nunca fue un oyente asiduo de radio durante su infancia y juventud. Según recuerda su primo José Antonio Perelétegui, en la casa de sus abuelos y sus tías en Valladolid (la casa de Umbral en la plaza de San Miguel) nunca tuvieron un receptor de radio (Entrevista personal con José Antonio Perelétegui. Madrid, 5 marzo 2014). Tanto él como su hermano José Luis sí eran muy aficionados a escuchar las emisiones radiofónicas, y en cierto modo las echaban en falta en sus temporadas en la casa familiar vallisoletana. Sin embargo, en su casa de León, que Umbral también frecuentaba en sus visitas vacacionales, la radio formaba parte de su vida cotidiana y terminaría convirtiéndose en la ocupación laboral de los dos hermanos durante gran parte de su vida. En Valladolid Umbral debió de escuchar radio pero siempre de una forma un tanto ocasional, en lugares públicos, en la casa de algún amigo, o como el propio escritor recordaba en una columna dedicada a Luis Sánchez Polack, Tip, con algún receptor prestado. “A Tip le oíamos, con Top, ya en la posguerra, por la radio de mi amigo Leandrito, que en casa teníamos” (Umbral, 1994aUmbral, F. (1994a). Mis placeres y mis días. Madrid: Espasa Calpe., pp. 139-140). Leandrito era uno de los mejores amigos de Umbral durante su infancia y adolescencia, además de ser vecinos sus madres mantenían una estrecha amistad, José Antonio Perelétegui, compañero de juegos y travesuras en la época, también recuerda escuchar las emisiones radiofónicas con su primo y Leandro. Umbral describe con gran realismo a su amigo en la novela El fulgor de Africa: 


Leandrito era alto, tartamudo y rizoso (…) Leandrito vestía un trajecillo de lana, azul marino, con borlas rojas, de pantalón corto, naturalmente, pero <<corto>> hasta las rodillas. (…) Lendrito hacía humor o hacía filosofía. (Umbral, 1989Umbral, F. (1989). El fulgor de África. Barcelona: Seix Barral., p. 135)

La idea que Umbral tiene de la radio en nuestra democracia es totalmente diferente. Hablamos de una radio ya impregnada de información, periodismo y libertad a la que el escritor dedica un buen número de columnas primero desde el diario El País y más tarde desde la última de El Mundo. Lo que en principio hemos calificado de cierto desprecio se convierte en admiración por un medio ágil, caliente, siempre apegado a la actualidad y el debate. Umbral es buen conocedor de los elementos diferenciadores del medio radiofónico desde su etapa en La Voz de León: “La televisión es un medio frío, la radio debe ser un medio caliente, y nada calienta el medio como la emoción” (Umbral, 1981Umbral, F. (1981). A la sombra de las muchachas rojas. Madrid: Cátedra., 43). Sus colaboraciones radiofónicas posteriores siempre demostrarán esa búsqueda por adaptarse a las características propias de la narrativa radiofónica.


Umbral se declara entusiasta de la nueva radio que surge durante la transición democrática; desde su columna Spleen de Madrid en El País dedica unas bellas palabras a la radio, a modo de homenaje, que demuestran un conocimiento en absoluto superficial de las ventajas expresivas del medio radiofónico. Destacamos algunos de los pasajes más significativos del nuevo concepto que Umbral tiene de la radio española, que vuelve a contraponer con la radio de Sautier Casaseca –la radio franquista-. 


Si hay un nuevo periodismo en este momento limita con Europa gracias a El País (…), con EEUU gracias a Interviu y con el cielo gracias a la radio, que llega a todas partes. La radio ha hecho suya con una rapidez y un fervor emocionantes la nueva libertad de expresión (que no se sabe por cuánto tiempo nos va a permitir expresarnos) (…)


Una pululación de profesionales en toda España están ocupando el mapa del cielo, la página diaria del aire y el sol, con informaciones urgentes y veraces, palabras directas, encuestas, consultorios e informes que prestan un gran servicio a la democracia y por otra parte, contribuyen a que la radio se suelte, por fin, de la mano de Ama Rosa.(…)


La radio nos gana a todos por la mano y por la antena, por la onda y por la hondura, van hasta el fondo de las cosas. Fanático como soy de la palabra impresa, hombre libro de Bradbury, dispuesto a morir teniendo por sudario la arropadura y languideciente Galaxia Gutenberg, no dejo de mirar y admirar este milagro de la radio, idioma en el aire, voz no escrita, verdad urgente, lenguaje vivo, improvisada tradición oral.(…)


Hoy si hay democracia en España, está en el aire, no solo por el riesgo, el clima y el subconsciente colectivo, sino también por la realidad continua, fugaz, parlanchina y testimonial de la radio. Viva la radio. (El País, 3 febrero 1980Umbral, F. (3 febrero 1980). "Viva la Radio". Spleen de Madrid. El País.).

Esta opinión de Umbral sobre la radio ya no cambiará en los siguientes años. Valora la radio por su rapidez informativa, por su proximidad y sin duda también por sus interesantes capacidades expresivas. En lo que se refiere al nivel periodístico sitúa a la radio inmediatamente por debajo de la prensa y muy por encima que la televisión o “teletonta”, como él la denomina (El País, 10 enero 1983Umbral, F. (10 enero 1983). "La Radio". Spleen de Madrid. El País.).


Una de las cosas que más y mejor han evolucionado con la democracia es la radio. Hoy la radio es independiente, crítica, política, actualísima y vive una realidad urgente con temperatura de gran plaza. (…) 


La radio hoy, es democracia oral, como en Atenas, verbo vivo, polémica caliente, tertulia y ágora, música y opinión. Mis queridos chelis le pusieron <<el loro>> al transistor cuando la radio empezaba a ser indispensable en la vida española. La radio se ha revolucionado más incluso que la prensa, y no digamos ya la tele, que es colorín y detergente. (El Mundo, 29 junio 1995Umbral, F. (26 junio 1995). "La Radio". Los placeres y los días. El Mundo.).

Umbral reconoce la trascendencia informativa de la radio aunque en algunas ocasiones, a pesar de entrar en contradicción con sus ideas expresadas en otras ocasiones, la minusvalora respecto a la prensa. En su última etapa, cuarenta años más tarde de su paso por La Voz de León, Umbral vuelve a la radio para realizar una columna radiofónica que titula La orquídea. Un espacio personal en el que ofrece una visión lírica de la actualidad que presenta interesantes características diferenciales respecto a sus artículos de prensa.


 

2. LA ORQUÍDEA: UN ESPACIO RADIOFÓNICO PARA LA LIBERTAD CREATIVA
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El regreso de Umbral a la radio lo propicia su amigo Alejo García. El locutor, tras varios años fuera de la radio pública, retornó a la dirección del programa matinal Buenos Días de Radio Nacional de España, y ofrece a Umbral la posibilidad de realizar un comentario radiofónico en su programa. El periodista acepta y durante la temporada 1996-1997 escribe y lee ante el micrófono una columna que titula La Firma. Se trata de comentarios breves, de unos dos minutos de duración, en los que Umbral glosa diferentes temas de actualidad. Podemos considerarlos el antecedente directo de los comentarios de La orquídea, que constituyen el objeto principal de estudio de este trabajo.


Aunque el propio Umbral lee los textos ante el micrófono siempre los escribe previamente a modo de breves artículos. En su redacción Umbral tiene en cuenta que no escribe para ser leído, sino para ser escuchado. El comentario en el programa de Alejo García, permite a Umbral experimentar con lo que podríamos considerar con una vertiente de su propio columnismo.


En septiembre de 1997 la nueva dirección de Radio Nacional destituye a Alejo García, y con él a la mayor parte de sus colaboradores. Umbral declara que se trata de una depuración por no ser adicto al Partido Popular (El País, 15-9-1997). El programa pasa a ser dirigido por el periodista Carlos Herrera. De esta forma se interrumpían los comentarios radiofónicos de Umbral.


La experiencia debió resultarle positiva puesto que dos años más tarde, en septiembre de 1999, cuando Javier Algarra, entonces director de informativos de Onda Cero, le ofrece un espacio similar en el programa La Brújula del Mundo, Umbral no duda en aceptar. La oferta a Umbral se enmarca en una etapa de estrecha colaboración del programa de radio con la redacción de El Mundo. En aquel momento Onda Cero pertenece al grupo Telefónica Media, y se establecen relaciones de cooperación entre la emisora y el periódico. Pedro J. Ramírez, director del diario, y Victoria Prego –que llegará a ser directora del programa- son colaboradores habituales de La Brújula. Umbral, columnista estrella del periódico, también se convierte en el comentarista más destacado del programa de radio. Todas las noches, a las 22:00 horas, se emite su comentario.


El propio Javier Algarra explicaba en un artículo el sentido de La orquídea, título que Umbral elige para la sección.


Escogió para su columna el nombre de La orquídea, según me dijo, porque las orquídeas son flores místicas que crecen en cualquier tipo de hábitat. << Una flor que se yergue hacia el sol a pesar de las miserias que la pudieran rodear en la cruda actualidad del día a día>>. (La Gaceta, 29 agosto 2012Algarra, J. (29 agosto 2012). "La orquídea de Umbral". La Gaceta.)

El título del comentario es ya toda una declaración de intenciones por parte de Umbral. Utiliza la estructura y el estilo que ya había experimentado en su tribuna en el programa de Alejo García, pero pretende reforzar el carácter lírico de su sección. La orquídea constituye un conjunto de textos que representan una visión lírica de la actualidad. Sanz Villanueva recuperó una pequeña selección de estos textos para la edición del libro homenaje Francisco Umbral y su tiempo. El profesor considera muy difícil la clasificación de estos textos en cuanto al género. 


No son escritos periodísticos. Tampoco en rigor, poemáticos. Tal vez les conviene una vaga etiqueta <<Textos>> para indicar su carácter creativo. Algo, o bastante, tienen que ver con la poesía del autor. Surgen como impresión o recreación creativa de un nombre o anécdota de la actualidad, sin que la actualidad pese en ellos, más que como estímulo de la escritura. En algunos esa inmediatez noticiosa toma el rumbo de una divagación puramente lírica (Sanz Villanueva, 2009Sanz Villanueva, S. (2009). "Umbraliana". En Sanz Villanueva, S. (ed.), Francisco Umbral y su tiempo, pp. 267-279. Valladolid: Ayuntamiento de Valladolid., p. 234).

Umbral aprovecha su espacio en la radio para inventarse un nuevo registro, una suerte de nuevo subgénero que se caracteriza por una absoluta libertad, en el que colindan periodismo y poesía. Muchos días el comentario se apoya en la columna del periódico, ofrece una síntesis del tema y adapta el lenguaje al medio radiofónico. 


Arnheim en Estética Radiofónica, libro que publica en 1936, ya relaciona de forma clara la poesía y el lenguaje radiofónico. “En la radio, los sonidos y las palabras revelan la realidad con la sensualidad del poeta” (Arnheim, 1980Arnheim, R. (1980). Estética radiofónica. Barcelona: Gustavo Gili., p. 16). Umbral conoce las posibilidades de la radio para tratar de generar emoción estética en el oyente. Para escribir los textos de La orquídea Umbral tiene en cuenta el tempo-ritmo que otorga de sentido musical a la palabra radiofónica. Maneja con especial esmero la repetición de determinadas palabras para reforzar el ritmo de su comentario. No es un locutor profesional, su voz no domina las variaciones tonales como resultaría conveniente –aunque en la presentación de la sección presuma de ella: “Lo que más me gusta del medio radiofónico es mi voz” (El Mundo, 8 septiembre 1999, p. 60), pero sí cuida con esmero la melodía y armonía de sus palabras. La brevedad del comentario le permite generar los efectos expresivos: “La melodía de la palabra radiofónica expresa la dramatización de la realidad que transmite la radio al oyente” (Balsebre, 2004Balsebre, A. (2004). El lenguaje radiofónico. Madrid: Catedra., p. 57).


El propio escritor anunciaba su sección en una entrevista en El Mundo días antes de su estreno en Onda Cero: “La orquídea será algo breve y muy ligero, para que el señor que tiene sintonizada la radio en su coche pueda comprenderlo de forma rápida; algo sobre la vida, sobre la calle, sobre las chicas” (El Mundo, 8 septiembre 1999, p. 60). La orquídea constituye un pequeño subgénero dentro de la obra de Umbral. Como hemos argumentado reúne las características para ser considerado un texto radiofónico, pero una vez tenido en cuenta ese esfuerzo por adaptar su escritura al medio, se trata de un texto hibrido a medio camino entre la columna de prensa y el poema en prosa. García-Posada analizó estas intersecciones entre diferentes géneros y lenguajes en la obra de Umbral, y para estos textos se aplica de forma clara su hipótesis de “que el escritor compusiera en verso –prosificado- algunas de sus columnas”. (García Posada, 2009García-Posada, M. (2009). "Prólogo". En Umbral, F., Obra poética (1981-2001). Bacelona: Seix Barral., p. 23)


El profesor Sanz Villanueva encuentra cierta relación de los textos de La orquídea con algunas prosas de Juan Ramón Jiménez. Otro autor referente para Umbral, Ramón Gómez de la Serna, también frecuentó las emisoras y adaptó su estilo al lenguaje oral de la radio; así puede observarse tanto en sus reportajes sonoros como en sus greguerías radiofónicas (Ventín Pereira, 1987Ventín Pereira, J. A. (1987). Radiorramonismo. Antología y estudio de textos radiofónicos de Ramón Gómez de la Serna. Madrid: Editorial Complutense.).


Con La orquídea, Umbral vuelve a manifestar su decidida voluntad de ruptura y mezcla de géneros en la búsqueda de una mayor libertad creativa. “Nos interesa especialmente el caso del escritor sin género, porque es en quien se da el ángel de la literatura en estado puro” (Umbral, 2001bUmbral, F. (2001b). Los Alucinados. Madrid: La esfera de los libros., p. 69), escribía para referirse a Josep Pla, aunque resulta inevitable pensar que tras estas palabras lo que hay es una definición de su propio estilo literario.


Umbral escribe cada día su comentario radiofónico sin apenas esfuerzo, en muchas ocasiones reutiliza el mismo tema de la columna del periódico adaptado a este formato mucho más breve y escribe el texto sobre la marcha, mientras espera a que le graben su locución.[1]

La columna la tengo siempre pensada y cuando me pongo está resuelta. Lo que la gente no comprende ni llega a comprender es la rapidez con que yo escribo. Solamente García-Nieto, que me veía escribir, y Manu Leguineche también. (…) Lo de la radio para Onda Cero, que es medio folio; llaman y dicen: <Señor Umbral, que se ponga los cascos, que va usted a grabar>>. Entonces me pongo los cascos, pero me pongo también a la máquina, tengo ya el tema, hoy ha sido <<el abanico>> para esta noche, el abanico de verano, y lo escribo, quince o veinte líneas. Y cuando me dice: <<¿Empezamos, señor Umbral?>> >>Sí, cuando quiera.>> (Martínez Rico, 2001Martínez Rico, E. (2001). Umbral: vida, obra y pecados. Conversaciones. Madrid: Foca., p. 69)

Umbral colabora con La Brújula del Mundo, según recuerda Javier Algarra, durante dos temporadas desde 1999 hasta 2001, por lo que calcula que en los archivos de la emisora se conservan cerca de cuatrocientos comentarios radiofónicos. La mujer de Umbral, España Suarez, se encargaba de archivar buena parte de aquellos textos con idea de conservarlos. El escritor nunca les otorgó un valor especial, consideraba que nunca se deberían publicar como libro y que tenían un nivel muy inferior a sus columnas del periódico (Martínez Rico, 2001Martínez Rico, E. (2001). Umbral: vida, obra y pecados. Conversaciones. Madrid: Foca., p. 70). Sin embargo, los textos de La orquídea constituyen un material de un interés muy notable para profundizar en la última etapa del escritor. El valor intertextual que además tienen estas colaboraciones es muy elevado, Umbral se encamina hacia la que será la última etapa de su vida. No resulta casual que en esos años experimente un intenso brote lírico. Tras la muerte de Umbral, Miguel García-Posada prepara una edición de sus poemas que se encuentran desperdigados en diferentes carpetas; la mayoría de ellos fueron escritos durante los años 2000 y 2001, es decir, en el mismo periodo de La orquídea. En ese tiempo también escribe el que será posiblemente su última gran obra, Un ser de lejanías.

El análisis de los textos de La orquídea tiene una importancia indudable, en primer lugar por el valor intrínseco que poseen estos textos -muy superior al que le otorgaba su propio autor-, dado que constituyen un auténtico subgénero dentro del inmenso conjunto de la obra umbraliana. Y por la alta significación que adquieren para encontrar diversas claves interpretativas desde la perspectiva intertextual que pone en relación todos sus trabajos periodísticos y literarios de esos años. 


Por si fuera poco, dicho análisis depara múltiples sorpresas, la más importante, y tal vez desencadenante de todas las demás, es que estudiando La orquídea penetramos en el taller del escritor, en su día a día, en su forma de trabajar y de escribir, según los encargos y los proyectos literarios. Gracias a este análisis nos acercamos un poco más a la forma de funcionar de la creatividad de Francisco Umbral, así como de su oficio, artístico, poético y periodístico.


 

3. ACTUALIDAD Y LIRISMO EN LA ORQUÍDEA
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La orquídea resulta interesante por muchos motivos, en primer lugar por sí mismo, como texto —texto compuesto de muchos textos, muchos comentarios— que resultaría difícil reconstruir del todo pero que lleva la impronta del escritor, es más, en algunos de estos comentarios la mejor impronta, el mejor lirismo, una unión de tono elevado de lirismo y actualidad, inclinando la balanza a menudo hacia el lirismo, porque se percibe que en muchas ocasiones Umbral sólo toma el dato de actualidad como punto de partida, de arranque, para dar pie a su sentido poético de la observación, de sentir, de escribir (Gómez Porro, 2001Gómez-Porro, F. (2001). "Nota Preliminar". En Umbral, F., Los placeres y los días. Madrid: Fondo de Cultura Económica., p. 8):


Fernando Fernán-Gómez con estela de premios, con panoplia de premios como dagas, ah su barba de whisky, sus ojos ojivales, su bonhomía con los compañeros, los que vamos a verle sin saber si va a echarnos. Hoy le han dado otro premio, y hasta va de académico, incluso se ha propuesto enseñarme dandismo, Fernando Fernán Gómez, que es siempre adolescente, como el fuego. (La orquídea, 24 septiembre 1999).

Algunas páginas dedicadas a Fernando Fernán Gómez por Umbral en Diario político y sentimental (Umbral, 1999Umbral, F. (1999). Diario político y sentimental. Barcelona: Planeta., pp. 131 y 132, 193-197, 278-281, 293 y 294) resulta interesante leerlas a la luz de estos textos y comentarios.


Por si esto fuera poco, La orquídea forma parte de un grupo de textos mayores, artículos y libros, y de un período de tiempo particularmente fecundo para Umbral. Mientras está escribiendo La orquídea, por las noches, Umbral escribe por las mañanas su columna habitual de Los placeres y los días, que aparecerá en El Mundo al día siguiente; desarrolla con asiduidad nada menos que Un ser de lejanías, uno de sus diarios más íntimos y poéticos, y uno de sus libros más celebrados (Villán, 2003Villán, J. (2003). "Un ser de lejanías: el fracaso del éxito". En Celma, M. P. (ed.), Francisco Umbral, nuestros premios Cervantes, pp. 222-229. Valladolid: Universidad de Valladolid -Junta de Castilla y León.); también Los Alucinados (Umbral, 2001bUmbral, F. (2001b). Los Alucinados. Madrid: La esfera de los libros.), una vibrante serie sobre escritores españoles del siglo XX, en forma de artículos para El Cultural de El Mundo; y los poemas que años después, ya póstumos, en 2009, verían la luz editados por Miguel García-Posada, Obra poética (1981-2001).


Veamos el siguiente fragmento de uno de estos poemas umbralianos, precisamente sobre Fernando Fernán Gómez, fechado el 7 de febrero de 2000, no muy lejano a La orquídea que acabamos de leer:


En otras madrugadas tomábamos un whisky,


tu voz de obispo viejo


alborotaba el claustro de la noche.


Fernando Fernán-Gómez,


en otras madrugadas pasábamos la calle


e hilvanabas tu historia confusa y galdosiana.


Yo siempre aprendí mucho


de tu palabra honda


(y no digo las cuerdas, sino el alma).


(Umbral, 2009Umbral, F. (2009). Obra poética (1981-2001). Barcelona: Seix Barral., p. 248)

Fernando Fernán Gómez era uno de sus mejores amigos; lo admiraba profundamente y lo llamaba maestro. Hay unos cuantos personajes, entre los que se encuentra Fernán Gómez, por supuesto Cela, José Hierro y otros, que aparecen cíclicamente en su obra, sin temor al cansancio. Sobre Cela, por ejemplo, escribió toda su vida, en libros y artículos, también algún poema, como el que cierra Cela. Un cadáver exquisito, “Profesor de energía” (Umbral, 2002Umbral, F. (2002). Cela: un cadáver exquisito. Barcelona: Planeta., pp. 219 y 220).


Es interesante ver, ya que seguimos la pista de una escritura, de una poesía, y de un sistema literario y periodístico, cómo arranca Umbral su columna “Fernán Gómez” de El Mundo del 31 de enero de 2000. Son variaciones del mismo tema, como haría un músico, y Umbral, aunque le interesaba muy poco la música, tenía mucho de músico de la escritura; le concedía una gran importancia a la música en la poesía, destacándolo, como veremos, en Rubén Darío o en Pepe Hierro, al que tanto admiraba. 


Fuiste todos nosotros, la posguerra, y la patata roja de tu pelo. Fuiste el estraperlista de mi hambre, el marino, el cadete de un domingo. Fernando, eres España, áspero pueblo, por tanto pueblo que has interpretado y por tu condición de ser común, de ferroviario muy agravado, de anarquista, de padre misionero, mal aprendiz de todos los oficios, el gamberro feliz de aquella España.


Hoy, Fernán-Gómez entra en la Academia. (El Mundo, 31 enero 2000Umbral, F. (31 enero 2000). "Fernán Gómez". Los placeres y los días. El Mundo.).

Estamos en los años 1999 y 2000. Es un período de extraordinaria fecundidad para Umbral, siempre acostumbrado, eso sí, a escribir y publicar mucho. Pero en este caso todos sus proyectos, y cada uno por separado, dan algo unitario, de gran valor, por unas razones o por otras. Y lo más importante ahora para nosotros, en todos ellos está muy presente la poesía, por supuesto en la columna, de forma atenuada, salvo algunas especialmente líricas; pero sobre todo en Un ser de lejanías, con quien La orquídea guarda un parentesco notable —se nota la relación que los une, al menos el estar escritos en un mismo período, con los contagios que eso supone—, en los poemas, llenos de actualidad, ya que a menudo nacen de la actualidad —“De los periódicos”, suele escribir Umbral para constatar que de ellos coge los temas—, y finalmente en Los Alucinados (Umbral, 2001bUmbral, F. (2001b). Los Alucinados. Madrid: La esfera de los libros.), donde hay una gran presencia de poetas, algo llamativo. Este último libro resulta muy útil para extraer las ideas umbralianas sobre la poesía, una colección de artículos que se puede leer junto a otros dos libros sobre literatura de Umbral, Las palabras de la tribu (Umbral, 1994bUmbral, F. (1994b). Las palabras de la tribu. Barcelona: Planeta.) y Diccionario de literatura (Umbral, 1995Umbral, F. (1995). Diccionario de literatura. Barcelona: Planeta.).


Rubén trajo la música a España. Por eso es el primero y el aureolado. ¿Desde cuándo, la poesía española, había olvidado la música? Sólo contaba el ritmo y la imagen real en su pecho de piedra. La música, aparte el silbo ingenuo de los primitivos, principia con San Juan y con Jorge Manrique. “Tanta invención como trajeron.” (…)


¿Y luego? Rubén pide más cerveza. La cervecería está desangrada en rubio. Luego Garcilaso, porque no podemos llamar música al ritmo ecuestre del romancero.


Garcilaso es una armadura heroica llena de música. La poesía española ha vivido siempre una guerra civil —otra— entre el concepto y la melodía, entre el canto y el cuento. Rubén, que viene de otras músicas, no se plantea esa cuestión. Para él las cosas son la música con que se dicen. Rubén es sólo música. También escribe en prosa, repite Los raros de Verlaine, pero la prosa es como su mujer y la poesía es como su amante. (Umbral, 2001bUmbral, F. (2001b). Los Alucinados. Madrid: La esfera de los libros., pp. 25 y 26).

Es probable que la poesía entre de forma tan fuerte en La orquídea por necesidad. Umbral es un gran profesional de la escritura, no sólo un gran inspirado, también es un artesano que conoce muy bien su oficio. La poesía actúa en La orquídea a menudo como una forma de comprimir las ideas umbralianas, de comprimir el texto. Umbral sabe que no puede hacer una columna, pero sí que puede intentar una especie de poema en prosa, pero sin las pretensiones del poema en prosa, para unir la actualidad, que es lo que suele interesar a los medios de comunicación, con su escritura. O simplemente para escribir lo que podría ser una página de su diario, un apunte poético, así por ejemplo este comentario, “Las palomas”, de La orquídea del 22 de octubre de 1999, en la línea de algunos poemas en prosa de Mortal y rosa y Mis paraísos artificiales, por supuesto también de Un ser de lejanías:


En mi jardín viven desde este verano dos palomas. No son blancas, sino de un barro pálido, fino, y cuando abren las alas muestran el forro negro y teatral de su plumaje. De una en una, volando de pie, de frente, como lo hacen a veces, son como el Espíritu Santo…


Y claro que me conmueven, pero de belleza. Sorpresa, altura, novedad y vuelo. Llegar a millonario sin un duro es tener dos palomas en casa aureolando con sus alas mi cabeza cansada, mi biografía cumplida, mi gran paz.

Y efectivamente la anotación, variación del mismo tema, aparece en Un ser de lejanías. Hay que recordar que Umbral, mientras tanto, está escribiendo sus poemas, con poca ambición y mucha afición podríamos decir, poemas nacidos de la prensa, y Un ser de lejanías, que es una obra que sí surge con ambición, ya desde el momento en que fue escrita, volviendo a una práctica antigua en Umbral que le dio buenos resultados, la del diario poético, o en cierto modo poético, sin fechas, como Mortal y rosa y Mis paraísos artificiales. Umbral sabía que ese libro era bueno y el tiempo le está dando la razón, aunque también reconocía la superioridad de Mortal y rosa sobre él, dos libros que han sido muy comparados. Pero Un ser de lejanías se ha colocado en pocos años entre las preferencias de muchos umbralianos, como Javier Villán (Villán, 2003Villán, J. (2003). "Un ser de lejanías: el fracaso del éxito". En Celma, M. P. (ed.), Francisco Umbral, nuestros premios Cervantes, pp. 222-229. Valladolid: Universidad de Valladolid -Junta de Castilla y León., pp. 223-229) o incluso España Suárez, su viuda (La Gaceta, 24 noviembre 2013).


Han venido a mi casa dos palomas de barro. Tienen el color gris de los viajes. Están tomando posesión del mundo. Se acercan a la fuente como a una gran pagoda. Y mi jardín se ensancha cuando vuelan” (Umbral, 2001aUmbral, F. (2001a). Un ser de lejanías. Barcelona: Planeta., p. 157)

Hay páginas de Un ser de lejanías de una enorme densidad poética, y algo de esto se ve en La orquídea. Algunos comentarios radiofónicos parecen estar arrancados del mismo Un ser de lejanías, como el siguiente, “Desde mi dacha”, que damos completo en su brevedad e intensidad:


Aquí en la dacha el otoño lo cuento por óperas, y no me refiero a óperas como las de Caballé, sino al rojo operístico de la parra, que tiene muchos metros y mucha altura, y por esta época parece una María Callas arrastrando carmines regios y soltando el solo de su voz que es sólo color, un largo y bello grito del rojo entre lo verde, una escenificación del otoño que pone una ópera más en mi vida, cuando yo no he ido jamás a la ópera ni creo que la soportase. Cielo cansado de octubre, muerte lenta del jardín como un Hamlet que por fin se ha decidido a suicidarse, señorío esbeltísimo de la soprano de la muerte, cadáveres de sol en el agua de la piscina. Otoño. (La orquídea, 20 septiembre 1999)

De hecho podemos comparar este texto con el siguiente extraído de Un ser de lejanías: “La parra roja de otros años, esa torre de sangre, la prima donna de todos los otoños, esa ópera de sangre improvisada en el jardín, que sube hasta los cielos, entre pavo real rojo y María Callas” (Umbral, 2001aUmbral, F. (2001a). Un ser de lejanías. Barcelona: Planeta., p. 18). Las similitudes son muy destacadas, sobre todo ese juego metafórico entre la parra y la ópera, con todo su mundo detrás, Montserrat Caballé y María Callas. Umbral no tenía un huerto, pero tenía un jardín, y no tenía que salir de su casa para inspirarse y dejar brotar su lirismo, su poesía.


 

4. UN SISTEMA LITERARIO
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La orquídea, si nos fijamos bien, guarda relación con todos estos libros de esta época, como si pertenecieran todos —y de hecho pertenecen— a un mismo sistema.[2] La orquídea nace a menudo de la columna Los placeres y los días, aunque algunas veces es al contrario. De todos modos es habitual que Umbral tome el mismo tema elegido para La orquídea que ha escogido esa misma mañana, columna que será publicada al día siguiente por el periódico, y lo desarrolle de forma diferente. A veces el arranque es el mismo, prácticamente el mismo, como si Umbral tuviera un lejano temor de caer en el auto-plagio, pero generalmente el desarrollo del artículo para Onda Cero es muy distinto al de la columna. La columna es un texto más largo, y permite una expansión en el tema mucho mayor, con planteamientos, argumentos, circunloquios, anécdotas, citas abundantes, etc. Los textos de La orquídea suelen ser puro nervio, algo condensado y depurado, y de ahí también su gran valor; hay algunos que son pequeñas joyas, como éste de “La hora undécima”, donde realiza un homenaje a su querido maestro José García Nieto, que tanto le ayudó en sus comienzos literarios, y al mismo tiempo recrea la circunstancia y las coordenadas en que se inscriben estas “orquídeas”:


En torno a la hora undécima, poco más o menos, como hoy, me hago presente aquí, pongo la sugerencia de mi voz en la sugerencia de la noche, cuando al día apenas le queda vida, cuando al amor apenas le queda tiempo, cuando a la noche apenas le quedan flores abiertas, pájaros despiertos, páginas de sombra.


La hora undécima, una hora menos de las doce, es el filo de la navaja de la noche, es la última copa de sombra que apura el día. Un poeta, José García Nieto, tituló así un hermoso libro, La hora undécima. El poeta, que lleva largo tiempo viviendo su hora undécima, espero que me escuche esta noche y mi voz le suene vaga, lejana, como una idea, como un dondiego, como un recuerdo. (La orquídea, 26 octubre 1999)

Precisamente por estas fechas Umbral debía de estar escribiendo los artículos de Los Alucinados para El Cultural, y escribe el dedicado a García Nieto con el título de “García Nieto: La hora undécima”, y en su interior nos encontramos con la siguiente cita: “sólo en su libro La hora undécima, publicado ya en el apogeo de nuestra amistad, consigue Pepe una temperatura poética que le lleva a lo confesional y a lo elemental, lejos del clisé garcilasista” (Umbral, 2001bUmbral, F. (2001b). Los Alucinados. Madrid: La esfera de los libros., p. 158). Umbral era un escritor que, aunque no lo pareciera, aunque a veces pareciera apresurado y, como él diría, “urgente” –habla mucho, escribe mucho sobre la urgencia del periodismo-, rumiaba lo que escribía, pensaba mucho, iba decantando lo que le parecía más adecuado y oportuno para su escritura. Esto se ve, por ejemplo, en los títulos de sus obras, cómo muchos vienen de versos de poetas, o cómo algunos ya los ha utilizado para titular artículos, por ejemplo. Umbral sabe lo que le gusta, sabe lo que es bueno, o lo que se lo parece, y se concentra en ello, como percibimos en todos estos textos, en cómo una misma idea la pasea en diferentes géneros, un mismo tema, un mismo personaje. El caso de Fernán Gómez es un buen ejemplo, pero también podría serlo Cela, sobre el que escribió casi toda su vida, como ya hemos apuntado.


Y si no queremos centrarnos en un personaje, veamos cómo utiliza el tema del mes de noviembre en distintos géneros que está practicando mientras escribe La orquídea. Así por ejemplo el 12 de diciembre de 1999 escribe en ella, para la radio, un texto titulado “Noviembre”:


Ha venido noviembre con sus pezuñas frías, ha venido el invierno como un oso perdido, hay animales vagos, tristes y hociqueantes, aullando ante las puertas, pidiendo alguna cosa.


No es la muerte, noviembre no es la muerte, noviembre es la carroza truncada del invierno, el lujo miserable, la platería del frío; hay joyas temblorosas, joyas sólo de frío, que iluminan la calle como azules relámpagos. Un cielo de carburo embellece la noche y nunca llego a casa, la casa está muy lejos, ¿pero tengo una casa? Perros que no son míos ladran en su sepulcro, solo sé que hace frío, la noticia es el frío, y lo escribo con miedo, reportero en la luna. (La orquídea, 12 diciembre 1999).

Mientras que en Un ser de lejanías, en el que el tiempo -toda clase de tiempos, el del calendario, el meteorológico… pues Umbral utiliza este tema como motivo-, tiene tanta importancia, y que puede considerarse –así lo veía Umbral- un libro de postrimerías, en Un ser de lejanías, decimos, Umbral escribe:


Solo me interesa el presente porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida. Noviembre ya es presente. (…)


Noviembre es un mal mes para no morirse, es el mes pobre, sólo nos da cascajo, un dátil que ha robado de otra casa.


Noviembre, mes vacío, el mendigo del año, que viene cojeante, renqueante, hambreante, detrás del gran cortejo del otoño. (Umbral, 2001aUmbral, F. (2001a). Un ser de lejanías. Barcelona: Planeta., pp. 36-37)

Tanto el tono de este fragmento de Un ser de lejanías como el anterior de La orquídea están en la línea de ciertas páginas de Mortal y rosa (Umbral, 2009Umbral, F. (2009). Obra poética (1981-2001). Barcelona: Seix Barral., p. 106). Con razón el mismo Umbral fue el primero en notar el paralelismo entre Un ser de lejanías y Mortal y rosa.


El escritor desarrolla las mismas ideas en los poemas “Las ruinas de un otoño”, del que podemos dar el principio, por ser más significativo:


Las ruinas de un otoño,


cadáver de un verano,


arqueología de ave,


signos sobre la mesa.


Descifro lentamente,


en un rincón del alma,


la anatomía de un árbol,


gramática del cielo.


(Umbral, 2009Umbral, F. (2009). Obra poética (1981-2001). Barcelona: Seix Barral., p. 156)

El tema se va moldeando, evolucionando, yendo de uno a otro tema, siendo el mismo, en este caso el tiempo del calendario, tiempo meteorológico y el tiempo de los relojes. Jean-Pierre Castellani ha analizado muy bien las evocaciones umbralianas sobre el tiempo y el espacio del jardín en el que se desarrollan bellas páginas de Diario político y sentimental y Un ser de lejanías (Castellani, 2009Castellani, J.-P. (2009). "El sentimiento y la expresión de la naturaleza en los diarios íntimos de Francisco Umbral". En Buron-Brun, B. de (ed.), Francisco Umbral: una identidad plural, pp. 241-250. Donostia: Utriusque Vasconiae.). En el fragmento que acabamos de ver de Un ser de lejanías Umbral escribía, taxativamente, muy seguro de sí: “Sólo me interesa el presente porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida”, un pensamiento que flota en el Umbral de esta etapa, en el último o penúltimo Umbral. El escritor lleva este pensamiento, esta certeza, a su poemario secreto, y en el poema “El Presente” escribirá:


Ya no hay más que el presente,


ya no tengo otra patria.


Vivir en el presente (…) 


(Umbral, 2009Umbral, F. (2009). Obra poética (1981-2001). Barcelona: Seix Barral., pp. 207 y 208).

Otro ejemplo de tema que recorre los géneros que está trabajando Umbral en aquellos momentos es el de la gata, Loewe, un personaje ya eminentemente literario, cuyo rastreo en la obra de Umbral podría dar un curioso estudio. El escritor adoraba a los animales en general, los consideraba los verdaderos ángeles, y dentro de este gran amor el amor particular por sus gatos, por esta gata Loewe en particular, que era el animal que más cerca tenía y el que mejor podía observar –Umbral, como muchos escritores y periodistas, era un gran observador-.


Así, en La orquídea, en el pequeño artículo o comentario “Mi gata”, del 25 de octubre de 1999, Umbral escribe:


Mi gata Loewe duerme de día en un reclinatorio religioso que fue de la anterior dueña de la casa, o quizá un capricho mío en el Rastro.


Mi gata Loewe desayuna carne fresca o pescado fresco, todo crudo, y me mira con sus ojos de un verde siamés para pedirme un poco de pienso (…)


Loewe es una gata en ocres –de ahí el nombre que le puse-, unos ocres muy elegantes y propios, pero luce medias negras y carita negra con las orejas también negras, abiertas como dos pétalos al rumor del mundo. (…)


Es el único ser inmortal que he conocido, pues que ignora la muerte. Pero vivimos en tiempos distintos porque yo soy un puro pasar y ella es un puro presente.

En su poemario, que ya hemos llamado “secreto”, y que si lo consideramos con un poco de atención lo es, escribe el poema “Los gatos”, 7 de abril de 2000:


Siempre cantaré al gato,


le acercaré escudilla de silencio,


agua para su lengua, flecha fina.


Siempre miraré al gato,


su belleza oriental de chino sabio. 


(Umbral, 2009Umbral, F. (2009). Obra poética (1981-2001). Barcelona: Seix Barral., p. 167).

Y en Un ser de lejanías que, aunque a veces derive hacia la crónica social, es un libro de esencias[3] –Loewe y los animales lo son para Umbral-, se refiere a su gata con las siguientes palabras:


Cruza temperaturas y peligros, su moral natural es el paisaje, amo infinitamente a mi honda gata, y en el atardecer, sobre las piedras heridas por el sol, piedras sangrantes, ella al fin se revuelca, ella se extiende, deja su largo vientre en contacto caliente con el reino febril y mineral.


Sus orejas en pico, perspicacia graciosa de la vida, todo el diseño egipcio de su cuerpo, ese verde siamés que hay en sus ojos, y el afán de matar, universal, un pájaro, una presa, una paloma. (Umbral, 2001aUmbral, F. (2001a). Un ser de lejanías. Barcelona: Planeta., p. 164)

Las corbatas de Cuqui Fierro son un tema pequeño pero muy umbraliano, con un personaje muy umbraliano también. En La orquídea escribe:


Entre Cuqui Fierro y yo hay establecido un rito por el cual ella me regala corbatas, es decir, una corbata, cada vez que me ve en una fiesta con corbata inadecuada o de poca calidad. Así, un día me llegó una corbata como de oro tolteca, sin brillo, con algo de corbata de torero, pero elegantísima. La firmaba Hermés. Más adelante recibí una corbata de Gucci con dibujo monocorde, como de Mondrian mareado.


Y lo de estas navidades es un modelo de Hemley que se ilustra con el gran mural de una biblioteca: libros a lo largo y a lo ancho, a todo color. Una corbata de escritor, digamos, para ir pregonando la profesión a ver si me dan los premios que me quitan. Gracias Cuqui. (La orquídea, 28 diciembre 1999).

Y en la columna “Las corbatas de Cuqui”, del 29 de diciembre de 1999, desarrolla la misma idea, utilizando como comienzo prácticamente las mismas palabras: “Entre Cuqui Fierro y yo hay como un rito no dicho que consiste en que ella me manda una corbata cada vez que me ve en público con corbata fea o inadecuada. Cuqui cumple.” El tema es el mismo, pero ampliado, desarrollado, más prolijo, en la columna. Como escribe José Antonio Marina en su prólogo a Los Alucinados, al igual que Ortega enseña que “todo se puede pensar una vez más de un modo sorprendente”, Umbral enseña que “todo se puede decir una vez más de una forma brillante” (Marina, 2001Marina, J. A. (2001). "Prólogo. Manual de instrucciones para leer a Umbral". En Umbral, F., Los Alucinados. Madrid: La esfera de los libros., p. 9).


Todo esto, el pasar de un género a otro, de un trabajo a otro, recuerda algo que el mismo Umbral recordaba, la forma de proceder de Valle-Inclán, uno de sus máximos referentes, con la prensa. Cuando le pedían una colaboración en algún periódico lo desgajaba del libro que estaba escribiendo, sin dar mayores explicaciones.


Su obra mayor, Luces de bohemia, no es sino esa ronda de tertulias (…). Así le salió al genio una novela itinerante que previamente había vivido, y digo novela porque igual pudo serlo, como cuando Valle le manda a Martínez Olmedilla un fragmento de colaboración para el periódico (el pequeño dinero urge), y los folios no son sino un fragmento de Divinas palabras, que Valle anuncia como “novela”, pues que nunca sabía bien –y eso es bueno- lo que estaba escribiendo, hasta que el mamotreto se le vencía del lado de la novela o del teatro (…). (Umbral, 2001bUmbral, F. (2001b). Los Alucinados. Madrid: La esfera de los libros., p. 50)

Algo parecido hace aquí, reescribiéndose a sí mismo, Umbral, pues la parra, uno de los temas de Un ser de lejanías, como ya hemos visto, es en realidad uno de los temas recurrentes de la última etapa de su vida y de su obra, cuando Umbral tiende a recluirse en su Dacha, en su jardín, en su “huerto”. Ya hacia el principio de Diario político y sentimental (Umbral, 1999Umbral, F. (1999). Diario político y sentimental. Barcelona: Planeta., pp. 51-53) Umbral dice que está pensando titular ese libro Un ser de lejanías, y aunque los dos libros sean muy diferentes hay un tono común, quizá el que le confiere la postrimería personal adivinada.


Umbral decía que su obra, su escritura, respondía todo a “un mismo paño”, que él preguntaba al cliente cuánto quería, y si le decía un metro él cortaba un metro, si más más, si menos menos. Así explicaba las “diferencias”, que según él no eran tales, entre sus artículos, sus diarios, sus novelas, ensayos, etc. Él decía que todo era “un mismo paño”, es decir un mismo todo del que surgían las partes, según las necesidades, los encargos.


Creemos que nuestro estudio ofrece la oportunidad, por un lado, de penetrar en un aspecto, el radiofónico, menos conocido en la trayectoria de Umbral, y, por otro, asistir al taller literario de un gran escritor. Si no un caso único, pensamos que se trata de un caso original y destacado: el de un escritor y periodista que, mientras escribe algunos de sus libros –Un ser de lejanías muy respetado por la crítica, entre ellos-, está escribiendo sus columnas de prensa y las colaboraciones radiofónicas de La orquídea, pequeñas piezas de gran intensidad lírica, de gran contenido, digamos, umbraliano. La orquídea se inserta dentro de este muy interesante sistema literario que levanta el escritor en algunos de sus últimos años, cuando ve el mundo y la vida con distancia, apasionado todavía por las pequeñas cosas, los animales, la literatura, en el fondo el mundo que siempre le ha interesado, pero mucho más distanciado de la ciudad y el ruido, del mundo de las vanidades, la gloria, las hipocresías y los falsos prestigios. O ésa es su intención cuando se recluye en su jardín, para cantarlo y habitarlo. La orquídea ofrece al lector tal vez mucho más de lo que esperaba Francisco Umbral, gran intensidad lírica, su prosa característica, muy literaria, apenas periodística, muy en el tono, a menudo, de Un ser de lejanías, en unas dosis pequeñas pero también por eso muy poemáticas y auténticas.

 

NOTAS Top

[1]

La emisora Onda Cero instaló un micrófono en su casa para que pudiese grabar desde allí sus colaboraciones.

[2]

Es muy interesante leer las observaciones de Juan Gracia Armendáriz sobre el concepto umbraliano de los géneros literarios, en su Tesis Doctoral, El artículo diario de Francisco Umbral (1957-1988). Análisis y documentación. También es muy interesante a este respecto lo que dice el propio Umbral a Mario Mactas en Las perversiones de Francisco Umbral.

[3]

Santos Sanz Villanueva hablaba en este sentido de Un ser de lejanías en su crítica del libro en El Cultural. Para Sanz Villanueva el libro alcanzaba su “ambición de convertirse en literatura en estado puro”, pero en su opinión sobraban, en este sentido, “las cenas con Cela y los comentarios sobre su personalidad, por ejemplo”.

 

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