VARIA / VARIA

LA GENERACIÓN Y ANTE EL DESAFÍO DE SU INSERCIÓN LABORAL: REALIDADES FRENTE A ESTEREOTIPOS

Alberto Vallejo Peña

Universidad de Málaga

fvallejo@uma.es

ORCID iD: http://orcid.org/0000-0003-0290-6351

 

RESUMEN

Los jóvenes clasificables en España como generación Y están abordado su proceso de inserción laboral en condiciones aún más adversas que las soportadas por la generación precedente (los X), al coincidir la crisis económica (2008-2015) con su acceso a la edad laboral. El presente trabajo pretende abordar los rasgos generacionales que se atribuyen a estos jóvenes en España y contrastarlos con los datos disponibles (los que ofrece la Encuesta de Población Activa, EPA, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, fundamentalmente). De esta forma se pretende lograr una mejor interpretación del fenómeno que permita distinguir sus auténticos rasgos y vivencias generacionales de las etiquetas asociadas y difundidas por fuentes no demasiado solventes. Para tal fin, se analizan las principales tipologías sociales atribuidas a esta generación (ni-nis, mileuristas y boomerangs), así como los cambios tecnológicos que determinan su perfil (sociedad digital), sus nuevas tendencias migratorias y la influencia de la estratificación social de los jóvenes y el papel de sus familias. Entre las conclusiones destaca la influencia de determinados factores (nivel educativo, clase social) al afrontar su inserción laboral y la prevalencia de la familia como institución clave en el apoyo a estos jóvenes, dadas las carencias de otros agentes sociales.

GENERATION Y FACING THE CHALLENGE OF EMPLOYABILITY: FACTS AGAINST STEREOTYPES

ABSTRACT

Young people Spain classed as belonging Generation Y are facing the transition to employment under even more adverse conditions than the previous generation (X), as a result of the economic crisis (2008-2015) prevailing as they reach working age. This paper aims to address the generational traits that are attributed to these young people in Spain, and contrast them with the data offered (Labour Force Survey, LFS, and Organization for Economic Co-operation and Development, OECD, mainly). This aims to achieve a better understanding of the phenomenon to distinguish their true features and generational experiences from the testimony of somewhat unreliable sources. To this end, we analyse the main social types attributed to this generation (Not in Education, Employment, or Training, NEETs, mileuristas and boomerangs), technological changes that determine their profile (digital society), new migration trends, the influence of social stratification and the contribution of the family. The conclusions look in particular at the influence of certain factors (education, social class) to improve their employability, and the prevalence of the family as a key institution in supporting these young people, given the lack of other social actors.

Recibido: 05-06-2015; Aceptado: 10-01-2016.

Cómo citar este artículo/Citation: Vallejo Peña, A. (2017). La generación Y ante el desafío de su inserción laboral: realidades frente a estereotipos. Arbor, 193 (783): a375. doi: http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2017.783n1006

PALABRAS CLAVE: Empleo juvenil; crisis económica; generación perdida; millennials; ni-nis; mileuristas; boomerangs.

KEYWORDS: Youth employment; economic crisis; lost generation; millennials; NEETs; mileuristas; boomerangs.

Copyright: © 2017 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution (CC BY) España 3.0.

CONTENIDOS

RESUMEN
ABSTRACT
1. INTRODUCCIÓN
2. OBJETIVOS, MATERIALES Y MÉTODO
3. LA GENERACIÓN Y EN ESPAÑA: CARACTERÍSTICAS
4. LA GENERACIÓN Y CUESTIONADA Y RESPONSABILIZADA
5. TIPOLOGÍAS SOCIALES LIGADAS A LA GENERACIÓN Y: NI-NIS, MILEURISTAS Y BOOMERANGS
6. CONCLUSIONES
AGRADECIMIENTOS
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA

 

1. INTRODUCCIÓN Top

La presente investigación pretende caracterizar a la generación Y española, así como el contexto socioeconómico que afronta actualmente. Dicha generación y los fenómenos sociológicos que la rodean son frecuentemente tratados sin precisión, además de verse afectados por importantes cargas de sensacionalismo en los medios de comunicación o en otras fuentes de escaso bagaje académico. Estas circunstancias, por lo tanto, invitan a resaltar cómo la ciencia social describe y delimita tales fenómenos, así como las tipologías sociales generadas, alejándose del peso de los estereotipos. Tras un acercamiento al contexto occidental en el que se ha gestado el fenómeno generacional, el artículo abordará el caso español con particular énfasis en la reciente evolución del mercado de trabajo y su influencia en las vidas de los jóvenes de la generación Y.

La denominación de generación Y comenzó a utilizarse en Estados Unidos en 1993 (revista Ad Age). Esta enmarca a los jóvenes nacidos desde mediados de la década de los 80 (1985, según esta publicación) en los países occidentales, bajo el denominador común de una difícil transición hacia la vida adulta –en términos sociológicos- provocada por las nuevas lagunas del sistema laboral y educativo. Desde entonces el término se extendió internacionalmente tanto en la prensa como el mundo académico. Frente a los hitos afrontados por otras generaciones, los Y se caracterizan por haber vivido con particular intensidad la crisis económica 2008-2015, al coincidir esta con su acceso a las primeras edades laborales (Gentile, 2010Gentile, A. (2010). De vuelta al nido en los tiempos de crisis. Los boomerang kids españoles. Revista de Estudios de Juventud, 90, pp. 181-203.). La generación Y es también conocida en la bibliografía como millennials, debido al éxito del libro de Howe y Strauss: Millennials Rising: The Next Great Generation (2000Howe, N. y Strauss, W. (2000). Millennials Rising. The Next Great Generation. Nueva York: Vintage Books.), en el que se acuña el término en base al acceso al nuevo milenio afrontado por la nueva generación. Gracias a trabajos de campo realizados en Estados Unidos, los autores identificaron a la primera generación de niños que estuvo el centro de atención en su hogar y en el conjunto de la sociedad, dados los cambios legales y sociales experimentados. Se caracterizan por ser optimistas, cooperativos y tolerantes; aunque también acusan la sobreprotección recibida por sus padres (se analiza en líneas posteriores). Keeling (2003Keeling, S. (2003). Advising the Millenial Generation. NACADA Journal, 23 (1-2), pp. 30-36, https://doi.org/10.12930/0271-9517-23.1-2.30.), por su parte, resaltó como rasgo muy particular de esta generación que se han educado en la incertidumbre y elaboran su itinerario formativo sin saber exactamente hacia dónde se dirigen, dada la falta de garantías que ofrece el nuevo mercado laboral.

Para una caracterización global de los Y es importante delimitar las generaciones precedentes: la generación tradicional (GT) abarcaba a los nacidos entre la Primera Guerra Mundial y 1950, los boomers (procedentes del babyboom[1]) a los nacidos en los 50 y los primeros 60 en los países occidentales ricos (hasta los primeros 70 en el caso español) y la generación X a los nacidos entre 1965 y 1984 (García de Lombardía, Stein y Pin, 2008García de Lombardía, P., Stein, G. y Pin, J. R. (2008). Políticas para dirigir a los nuevos profesionales. Motivaciones y valores de la generación Y. Documentos de Investigación, 753, pp. 1-21.). La primera de ellas (GT) estuvo marcada por los tiempos de guerra y posguerra, y se caracterizó por el desarrollo de valores pragmáticos y materialistas (Inglehart, 1997Inglehart, R. (1997). Modernization and Postmodernization: Cultural, Economic and Political Change in 43 Societies. Princeton: Princeton University Press.) en una generación acostumbrada al ejercicio de la autoridad y la existencia de jerarquías. La segunda (boomers) se corresponde históricamente con el retorno a la prosperidad de los países desarrollados y la consiguiente expansión natalista. La “huida” de estos jóvenes de la influencia de regímenes totalitarios les hará particularmente receptivos con los valores democráticos. Se comienzan a cuestionar las jerarquías y se apuesta por el consenso. La tercera (generación X) crece en una fase de estancamiento del modelo del Estado de bienestar, de forma que se desarrolla un pensamiento escéptico y una actitud que cuestiona el futuro. Han sido considerados como pragmáticos e indiferentes, sin las motivaciones e inquietudes de sus predecesores boomers –materializadas en el movimiento hippie, por ejemplo- (Keeling, 2003Keeling, S. (2003). Advising the Millenial Generation. NACADA Journal, 23 (1-2), pp. 30-36, https://doi.org/10.12930/0271-9517-23.1-2.30.). Sin embargo, en su ciclo los valores democráticos continúan su consolidación: pudieron celebrar la caída del muro de Berlín en 1989 (García de Lombardía, Stein y Pin, 2008García de Lombardía, P., Stein, G. y Pin, J. R. (2008). Políticas para dirigir a los nuevos profesionales. Motivaciones y valores de la generación Y. Documentos de Investigación, 753, pp. 1-21.).

Con la generación Y llegan los herederos de una sociedad que ha generado la riqueza suficiente para darles una infancia feliz y, en cierto modo, “bien acostumbrada” y consumista. Con la caída de la natalidad en la década de los 80 en la mayoría de los países occidentales el niño era único en el seno familiar, a veces textualmente, sus padres han dedicado más recursos materiales, aunque no más “tiempo personal”: ambos cónyuges tienen ocupaciones fuera de casa en mayor proporción que los padres de los X. A los Y se les atribuyen virtudes como la autoconfianza, el trabajo en equipo y la tolerancia; aunque también son calificados como sobreprotegidos (Howe y Strauss, 2000Howe, N. y Strauss, W. (2000). Millennials Rising. The Next Great Generation. Nueva York: Vintage Books.). Además, autores como Keeling (2003Keeling, S. (2003). Advising the Millenial Generation. NACADA Journal, 23 (1-2), pp. 30-36, https://doi.org/10.12930/0271-9517-23.1-2.30.) o Schneider y Stevenson (1999Schneider, B. y Stevenson, D. (1999). The Ambitious Generation. America’s Teenagers, Motivated but Directionless. New Haven: Yale University Press.) consideran que estamos ante una generación que dedica más tiempo y recursos a su educación que las anteriores. Los Y, aún en edad adolescente, presentaban la peculiaridad de: “asumir su limitación en el conocimiento sobre la profesión a ocupar, la proyección académica o las demandas que en el futuro generará su profesión. Sin tal información, hacer muchos planes de vida no es realista, así que estos están débilmente configurados” (Schneider y Stevenson, 1999Schneider, B. y Stevenson, D. (1999). The Ambitious Generation. America’s Teenagers, Motivated but Directionless. New Haven: Yale University Press., p. 7).

Es importante considerar que la historia reciente de la sociedad occidental ha dado un giro significativo, condicionando el escenario afrontado por la nueva generación. En pocas décadas hemos pasado de un modelo sustentado en la familia nuclear, puesto de trabajo vitalicio y –en mayor o menor medida- Estado de bienestar, a su fragmentación ante amenazas como la precariedad laboral y la incertidumbre económica. Nuestras instituciones, además, ya no ofrecen las garantías sociales para las que fueron proyectadas (Esping-Andersen, 1999Esping-Andersen, G. (1999). Social Foundations of Postindustrial Economies. Oxford: Oxford University Press, https://doi.org/10.1093/0198742002.001.0001.). En el último tramo del siglo XX la globalización y liberalización de los mercados cambió notablemente el estilo de vida de los trabajadores occidentales. Castells -en su trabajo La era de la información (1999Castells, M. (1999). La era de la información. Madrid: Alianza.)- describe una sociedad occidental que afronta una etapa de estancamiento del modelo de empleo fijo, que ha sido un pilar para el bienestar en la segunda mitad del siglo XX. De esta forma, el capitalismo liberal se acabó imponiendo al modelo keynesiano-fordista en el que “el trabajo asalariado y estable constituía un mecanismo de integración ciudadana y de estabilización geográfica, la nueva lógica mercantil ha priorizado la competitividad del mercado, contribuyendo de esta forma a la segmentación, fragmentación e individuación del mundo del trabajo” (Arias-Aparicio, 2013Arias-Aparicio, F. (2013). Inestabilidad laboral y emancipación. Jóvenes-adultos en el umbral del mileurismo en Barcelona y Roma (Crítica al libro de A. Gentile). Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 144, pp. 153-164., p. 154). Desde entonces, se produce un traspaso de responsabilidad al individuo que debe responder de su propia situación, a pesar de la incertidumbre y el riesgo que soporta (Gentile, 2012Gentile, A. (2012). Inestabilidad laboral y emancipación. Jóvenes-adultos en el umbral del mileurismo en Barcelona y Roma. Saarbrücken: Editorial Académica Española.). Tales circunstancias ya atacaron a la generación X, pero explotan en los Y, que ven su situación agravada por la crisis económica 2008-2015, un evento que marcará a esta generación. En adelante, el artículo abordará el fenómeno en el caso español, resaltando tanto las experiencias laborales como vitales de nuestra generación Y.

 

2. OBJETIVOS, MATERIALES Y MÉTODO Top

Al observar los datos sobre el contexto socioeconómico que rodea a la nueva generación Y se dan algunas discordancias en aspectos tan esenciales como quiénes la componen (con precisión), así como el solapamiento -y hasta confusión- con otros fenómenos paralelos, como el mileurismo, los ni-nis y los boomerangs, que aunque conectados al ámbito de la generación Y definen solo facciones concretas de su realidad[2].

El presente trabajo persigue el orden teórico y académico en la descripción y caracterización de los Y españoles, identificando las cohortes que componen tal generación, describiendo el escenario en el que desarrollan sus vidas y valorando las brechas sociolaborales y formativas sufridas. Para ello, se pretenden distinguir aquellos fenómenos que, aunque achacables al presente, ya estaban presentes en la generación precedente (GX), de los gestados plenamente en la generación Y. Asimismo, se pretende objetivar la valoración del fenómeno a través de una exhaustiva revisión de los datos, evitando la mirada dramática -a veces catastrofista- predominante en los medios de comunicación y el conjunto de la sociedad (por ejemplo, considerando imparable el éxodo juvenil o la extensión generalizada de la pasividad entre los jóvenes). Se indagará, por lo tanto, en las potenciales fortalezas y virtudes de los Y achacables a los tiempos en los que han crecido, frente a sus taras, frecuentemente sobredimensionadas por el discurso mediático y -ocasionalmente- por el académico, tal y como se presenta en este trabajo.

Para tal fin, se han recopilado y analizado datos sobre los jóvenes españoles entre 16 y 29 años correspondientes a empleo, formación y emancipación. Las razones por las que se toma este grupo de edad como referente del análisis se exponen ampliamente en el apartado 3.1. La mayor parte de estos datos se han tomado de 2014 (año de referencia), si bien se ha recurrido en algún caso a datos de años anteriores por cuestiones de disponibilidad. Las fuentes utilizadas se exponen a continuación:

 

3. LA GENERACIÓN Y EN ESPAÑA: CARACTERÍSTICAS Top

3.1. Nuestros jóvenes Y y su contexto

¿Quiénes componen exactamente la generación Y en España? En términos teóricos la denominación corresponde a los nacidos desde 1985 (cumplieron 29 años en 2014), sin que la fecha para cerrar el intervalo por arriba se concrete muy claramente en la bibliografía hasta 1992 para la OMS (Organización Mundial de la Salud), o hasta 2000 en el otro extremo: Howe y Strauss, 2000Howe, N. y Strauss, W. (2000). Millennials Rising. The Next Great Generation. Nueva York: Vintage Books.). No obstante, para la recogida de datos en el caso español se tomará como referente el año de nacimiento de los jóvenes de reciente acceso a la edad de trabajar (1998: 16 años cumplidos durante 2014). Según el INE (Instituto Nacional de EstadísticaInstituto Nacional de Estadística (2014). Encuesta de población activa. Disponible en http://www.ine.es/prensa/epa_prensa.htm.) en España contábamos con 6.730.900 personas entre 16 y 29 años en 2014 (EPA, 2.º semestre)[3]. Todos ellos clasificables como parte de la generación Y. Entre ellos, 1.540.700 están en situación de desempleo (39,35%), aunque el dato es más extremo si consideramos a los menores de 24 años (53,12%). Obviamente, estamos ante un colectivo diverso y heterogéneo, clasificable en diversos perfiles en función de su género, origen o clase social, entre otros factores. Tales condiciones les hacen afrontar de forma diferente el contexto sociolaboral actual. Trataré a continuación de destacar los aspectos que la caracterizan y distinguen de las generaciones anteriores.

En el caso español, Javier Elzo (2009Elzo Imaz, J. (2009). ¿Son los jóvenes españoles diferentes? Comparación de algunos valores de los jóvenes españoles con los de los jóvenes europeos. Quaderns de la Mediterrànea. Cuadernos del Mediterráneo, 11, pp. 239-244.) define a nuestros jóvenes como permisivos (tolerantes), liberales, así como grandes defensores de la esfera privada y de la individualización de los comportamientos. Si bien se trata de una generación muy marcada por una combinación entre las circunstancias que afronta el sistema a principios del presente siglo y los errores de sus predecesores: los X y boomers. A finales del siglo XX, la estructura productiva, la coyuntura internacional y el resultado de las relaciones institucionales –sindicatos/patronal/gobierno- derivaron en un ciclo de reformas laborales (1984, 1987, 1997) que provocó la denominada “crisis del empleo” (Sola Espinosa, 2010Sola Espinosa, J. (2010). La desregulación política del mercado de trabajo en España (1984-1997): un programa de investigación. Revista de Economía Crítica, 9, pp. 4-30.), que implicaba –según el autor- un giro hacia la precariedad. El acceso al mercado de cohortes de jóvenes mucho más formadas amenazaba a los trabajadores veteranos, que no podrían competir por su inferior formación (diferencial educativo). “A la luz de los datos (OCDE), parece evidente que las instituciones influyen sobre la tasa de empleo temporal de las economías” (García de Polavieja, 2006García de Polavieja, J. (2006). ¿Por qué es tan alta la tasa de empleo temporal? España en perspectiva comparada. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 113, pp. 77-105, https://doi.org/10.2307/40184726., p. 81). Cerviño Gonzálvez (2003Cerviño Gonzálvez, E. (2003). Políticas de representación sindical: UGT y Comisiones Obreras ante el empleo temporal (1977-1997). Madrid: Instituto Juan March.) destaca que, en las pugnas institucionales, los sindicatos se opusieron a reformas que blindaban los contratos de los trabajadores asentados con perjuicio de los sujetos que se encontraban en los márgenes del mercado laboral. En este escenario el gobierno del PSOE (Partido Socialista Obrero Español)– con continuidad entre 1982 y 1996- afrontaba una complicada elección: la alternativa a este camino era abaratar el despido de los trabajadores estables, lo que a criterio del Ejecutivo habría sido un mal mayor.

Desde entonces se ha abierto una brecha considerable que ha afectado a las nuevas generaciones de jóvenes al incorporarse a la población activa. Su exposición a la temporalidad aumentará gradualmente hasta alcanzarse la complicada situación actual para los Y. En tiempos más recientes tanto los gobiernos de PSOE (2003-2010) como el posterior del PP (Partido Popular) no han podido contener la alta tasa de temporalidad (24% en 2014, cerca de duplicar el promedio de la Unión Europea (14%), aunque lejos del “histórico” registro de 2006: 34,4%; según Eurostat). La lectura de los datos es más preocupante segmentada por la población juvenil: 69,1% en 2014, ocupando el tercer puesto en la temporalidad de los jóvenes de 16 a 24 años en la Unión Europea, tras Eslovenia y Polonia.

Esto conlleva un brusco despertar en su acceso a la adultez: el mercado de trabajo está saturado, sin capacidad para atender el perfil de sus demandantes y se asienta un modelo de desempleo y precariedad para las nuevas generaciones (García de Polavieja, 2003García de Polavieja, J. (2003). Estables y precarios. Desregulación laboral y estratificación social en España. Madrid: Siglo XXI.; García de Polavieja, 2006García de Polavieja, J. (2006). ¿Por qué es tan alta la tasa de empleo temporal? España en perspectiva comparada. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 113, pp. 77-105, https://doi.org/10.2307/40184726.; Toharia Cortés y Malo Ocaña, 2000Toharia Cortés, L. y Malo Ocaña, M. (2000). The Spanish Experiment. Pros and Cons of Flexibility at the Margin. En: Esping-Andersen, G. y Regini, M. (eds.). Why Deregulate Labor Markets?. Oxford: Oxford University Press, pp. 71-99.; Garrido Medina, 1996Garrido Medina, L. J. (1996). Paro juvenil o desigualdad. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 75, pp. 235-268, https://doi.org/10.2307/40184035.). Los X accedieron a la edad laboral en tiempos de cierta bonanza para la economía española (particularmente los últimos años 90 y primeros 2000) y rentabilizaron su formación en mayor medida que los emergentes Y, que afrontan un importante problema de sobreformación (descompensación entre el nivel formativo adquirido y la cualificación del puesto ocupado (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2014Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2014). Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2014. Informe español. [En línea]. Disponible en http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/indicadores-educativos/panorama2014/panorama-de-la-educacion-2014informe-espanol-05-sep-.pdf?documentId=0901e72b81a722ac.). El fenómeno se aborda más extensamente en el epígrafe 3.5).

Por lo tanto, en España los problemas de cantidad y calidad en el empleo se presentan con particular dramatismo. Un escenario dominado por tal precariedad laboral genera otras desavenencias: fragmentación familiar (en los nuevos proyectos), difícil acceso a la vivienda y fuertes problemas de identidad ante el complejo acceso a la “auténtica” madurez. En la relación con la generación anterior muestran una actitud insumisa en base a una “herencia” cargada de deudas. La competencia entra con fuerza entre sus valores: lograr un buen empleo, casa propia, un buen coche y la potestad de decidir cuándo formar una familia es, en la actualidad, solo para los mejores candidatos o los más afortunados. La misma generación que ha vivido una infancia acomodada, siendo el niño (a veces único) el centro de atención del hogar, afronta ahora difíciles retos (Martín Patino y Blanco, 2013Martín Patino, J. M. y Blanco, A. (coords.). (2013). Informe España 2013. Una interpretación de su realidad social. Madrid: Fundación Encuentro. Disponible en http://www.fund-encuentro.org/informe_espana/indiceinforme.php?id=IE20.). Por primera vez, desde la posguerra española, una generación tiene perspectivas de contar con peores condiciones de vida que la anterior (Gentile, 2014Gentile, A. (2014). Inestabilidad laboral y estrategias de emancipación. Una tipología de jóvenes adultos mileuristas. Acciones e Investigadores Sociales (AIS), 34, pp. 125-154.).

3.2. Tecnología, sociedad digital y generación Y

La generación Y ha crecido en un ciclo de intenso cambio tecnológico. Su familiarización desde la infancia con medios recientemente globalizados como Internet y la telefonía móvil, les convierte una generación tecnológicamente aventajada y con particular dominio del mundo digital. Esta es sin duda su gran fortaleza en la actualidad frente a otros grupos de edad (recordemos, por ejemplo, que compiten en el mercado de trabajo con la generación X). La digitalización de estas nuevas generaciones tiene, a su vez, fuertes implicaciones sociológicas. Se trata de jóvenes que se comunican hábilmente en red y acostumbran a actualizar sus informaciones y mensajes en tiempo real. Tales circunstancias han desarrollado fórmulas participativas que fomentan entornos democráticos, poco jerarquizados y sin dependencia de las elites (Subirats i Humet, 2013Subirats i Humet, J. (2013). Internet y participación política ¿Nueva política? ¿nuevos actores?. Revista de Ciencias Sociales, 26 (33), pp. 55-72.). De esta forma, se ha abierto una nueva era para los movimientos sociales, de acceso cada vez más abierto. Internet ya fue decisivo en la gestación movimientos democráticos y reivindicativos en Estados Unidos como los Rojos de Seattle en los 90 o la plataforma Somos el 99 por ciento desde los primeros 2000. Tales fórmulas se expanden al ámbito internacional teniendo, en el caso español, su más claro exponente en el movimiento del 15-M.

Sin embargo, la digitalización de los jóvenes de la generación Y conlleva algunas dificultades que hay que asumir. El reciente desarrollo del síndrome identificado como Fobo (Fear of Being Offline) por Facebook IQ (Coming of Ages on ScreensComing of Age on Screens. Facebook IQ (diciembre 2014). Disponible en https://insights.fb.com/2014/10/08/coming-of-age-on-screens/.) condiciona notoriamente el estilo de vida de los protagonistas, y surgen nuevas dinámicas de exclusión que afectan a aquellos jóvenes cuyas circunstancias les impiden estar on line en una franja horaria lo suficientemente amplia. Asimismo, la intensa atención que exige la continua cobertura de los medios digitales está provocando la aparición de nuevas taras. De hecho, la dificultad de los jóvenes actuales para leer textos extensos empieza a ser más que palpable. La generación Y acostumbra a comunicarse con flashes de escasa duración en la pantalla, hasta el punto de condicionar las nuevas fórmulas publicitarias (mensajes muy breves). Así lo hacen constar los recientes resultados publicados por el National Center for Biotechnologic Information en 2015 (se puede acceder a un resumen de Balado García (2015Balado García, C. (2015, 4 de abril). Leer este artículo lleva más de ocho segundos. ABC. Recuperado de http://www.abc.es/economia/20150304/abci-tribuna-balado-atencion-economia-201503021306.html., 4 de abril). Este informe arguye que nuestra capacidad media para prestar atención a una nueva imagen es actualmente de 8 segundos, en caída libre desde el año 2000, cuando era de 12 segundos. Las nuevas generaciones se han acostumbrado a procesar más información en menos tiempo, y además se aíslan del exterior dada la intensa atención prestada a los medios digitales. Nuestra dispersa atención está afectando ya al mundo del trabajo, a nuestra formación y a nuestras relaciones interpersonales. De hecho, esto ya ha tenido importantes repercusiones institucionales en nuestro país, como es el caso de la reciente prohibición del uso del móvil en los institutos por los gobiernos autonómicos de Castilla-La Mancha y Galicia (Editorial: Prohíben los móviles en los institutos y colegios de Castilla-La Mancha).

Si bien estos nuevos problemas afectarán más plenamente a los sucesores de la generación Y, quienes ocupan un rol de transición en la revolución digital y de internet. Los auténticos nativos digitales -los Z, nacidos desde los últimos 90- salen al paso (González Aldea y López Vidales, 2011González Aldea, P. y López Vidales, N. (2011). La generación digital ante un nuevo modelo de televisión: contenidos y soportes preferidos. Análisi, 44, pp. 31-48.), y a buen seguro tendrán distintas formas de interpretar la realidad, introduciendo nuevas alternativas.

3.3. Nuevas tendencias migratorias en la juventud española

Entre las consecuencias del “bloqueo” del mercado de trabajo afrontado por nuestros jóvenes se han dado algunas alteraciones en los flujos migratorios, con un reciente aumento de españoles menores de 30 años en búsqueda de oportunidades de empleo, con los países del norte de Europa como destino principal (Lester, 2012Lester, S. (2012). “La Generación Ni-Ni” and the Exodus of Spanish Youth: National Crisis or Functioning European Union Market?. Scripps Senior Theses, 83, https://doi.org/10.5642/urceu.201201.12.). Más de 300.000 españoles –entre 16 y 29 años- abandonaron España en el periodo 2008-2011 (Euroíndice laboral Adecco, 2012Euroíndice laboral Adecco, 2012. Disponible en http://www.adecco.es/_data/Estudios/pdf/581.pdf.), lo que supone un incremento en el periodo del 25,6%. Según este informe –sustentado en datos del INE y del CERA- la nueva tendencia se ha reflejado en el aumento de jóvenes residentes españoles en el mismo periodo en países como el Reino Unido (subida del 16,4%), Suiza (6,8%) y Alemania (5,9%). Alamino Chica y Santacreu Fernández (2010Alaminos Chica, A. y Santacreu Fernández, O. (2010). La emigración cualificada española en Francia y Alemania. Papers, 95 (1), pp. 201-211.) consideran que estos movimientos no suponen un gran problema económico por cuestiones de cantidad, sino de calidad. La emigración española ha dado un giro muy significativo en los últimos tiempos hacia la alta cualificación. Además, una alta proporción de consolidación de sus proyectos dificulta el regreso de los mejor preparados (más del 50% de sus familias considera la experiencia positiva; según afirman los autores en base a datos del EIMSS 2009). Garrido Medina (2013Garrido Medina, L. (2013, 2 de abril). Quienes se van de España y qué hacemos para que vuelvan. El País. Disponible en http://elpais.com/elpais/2013/03/27/opinion/1364396658_219336.html., 2 de abril) considera que el fenómeno se está sobredimensionando en los medios de comunicación y que, en España, no se está dando un éxodo juvenil real. El saldo migratorio de 2012 fue poco relevante (3.943) si se considera en proporción al grupo de población (casi 7 millones de personas entre 16 y 29 años), de forma que –para el autor- son escasas las situaciones en las que los jóvenes se quedan a trabajar largos periodos. Ciertamente la cualificación de los que se marchan está por encima del promedio (un 65,1% cuenta con formación universitaria de grado superior según el Observatorio de la Juventud en España, 2013Observatorio de la Emancipación del Consejo de la Juventud de España (2013). Informe periódico sobre la situación de la población joven en España, 4. [En línea]. Disponible en http://www.cje.org/es/publicaciones/novedades/observatorio-de-emancipacion-n-4-cuarto-trimestre-2013/.), pero la consolidación de estos universitarios depende enormemente de las demandas de sectores profesionales muy concretos en los países receptores. Aunque las interpretaciones son diversas, debemos asumir que han aumentado las salidas de nuestros jóvenes por motivos laborales en las últimas cohortes (desde 2008), rompiendo un modelo un tanto inmovilista que se había dado en España. Este flujo tiene como vanguardia a los más cualificados, otros países de la Unión Europea como destino prioritario y evidente relación con la crisis económica 2008-2015.

3.4. El papel de la familia en los tiempos de la generación Y

La precariedad laboral descrita ha condicionado la salida de los jóvenes del hogar familiar: “Este síndrome de retraso alcanza sus tasas más altas en España e Italia, cuyos jóvenes permanecen en casa más tiempo con respecto al pasado y en relación a sus coetáneos europeos” (Arias-Aparicio, 2013Arias-Aparicio, F. (2013). Inestabilidad laboral y emancipación. Jóvenes-adultos en el umbral del mileurismo en Barcelona y Roma (Crítica al libro de A. Gentile). Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 144, pp. 153-164., p. 156). No podemos cuestionar que nuestra marcada tradición familista ha tenido una gran influencia en la configuración del escenario actual. La familia española salió al paso para compensar el desplome del mercado de trabajo en calidad y cantidad (desempleo) (Gil Calvo, 2002Gil Calvo, E. (2002). Emancipación tardía y estrategia familiar. Revista de Estudios de Juventud, 58, pp. 9-18.). La permanencia de la generación Y en el hogar familiar –mayor que la de cualquier generación anterior- marcará a sus jóvenes para siempre. Nuestra más sólida institución cubre los aspectos que el ámbito público es incapaz de solventar: servicios de cuidado de enfermos y/o mayores, y transferencias para apoyar la transición de los jóvenes (Flaquer Vilardebó, 2004Flaquer Vilardebó, Ll. (2004). La articulación entre familia y Estado de bienestar en los países de la Europa del sur. Papers, 73 (1), pp. 27-58.). Los propios jóvenes son cada vez más participativos en el apoyo familiar, actuando tanto como receptores como prestadores (Ayuso Sánchez, 2012Ayuso Sánchez, L. (2012). El deber de apoyar a la familia. Una revisión del pacto intergeneracional de ayudas familiares en España. Panorama Social, 15, pp. 143-158.). Aunque esta diversidad de funciones sea un rasgo positivo de nuestra sociedad, puede relajar la presión sobre otras instituciones del Estado de bienestar, perjudicando particularmente a los jóvenes de inferior clase social (Gentile, 2012Gentile, A. (2012). Inestabilidad laboral y emancipación. Jóvenes-adultos en el umbral del mileurismo en Barcelona y Roma. Saarbrücken: Editorial Académica Española.). El Estado no puede eludir coberturas sociales, ya que es indiscutible que los padres de los Y han contribuido a mantener el sistema público con su trabajo e impuestos y no deben soportar una doble imposición.

Sin embargo, esta sobrecarga parece demostrada. Tomando un claro referente cuantitativo, Melo Vieira y Miret Gamundi (2010Melo Vieira, J. y Miret Gamundi, P. (2010). Transición a la vida adulta en España: una comparación en el tiempo y en el territorio utilizando el análisis de entropía. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 131, pp. 75-107.) midieron la edad de acceso a la vida adulta considerando como variables la inserción laboral, la emancipación residencial y el acceso al rol de padre/madre. Los autores concluyen que, en España, la transición a la vida adulta se ha atrasó 6 años entre 1981 y 2001. Más allá de las cargas económicas, para cualquier sociedad resulta frustrante retrasar forzosamente el acceso de sus jóvenes a la adultez, privándole de los ritos de paso que su tradición establece para formar su propio núcleo familiar (emancipación, vida en pareja y construcción de proyectos familiares) y, en definitiva, su desarrollo vital. Esto implica importantes repercusiones psicológicas tanto para los jóvenes como para sus progenitores.

3.5. Estratificación social en la nueva sociedad del conocimiento

Entre las fuentes predominantes en la ciencia social actual para explicar la estratificación social destacan, por una parte, los argumentos postweberianos y, por otra, la perspectiva de Castells basada en el reciente desarrollo de la sociedad de la información. Se abordarán a continuación ambas perspectivas y, posteriormente, se resumirán las claves que aportan para interpretar la situación de la generación Y en estratificación social.

Entre los postweberianos destaca el modelo de estratificación social difundido por Erikson y Goldthorpe (1992Erikson, R. y Goldthorpe, J. (1992). The constant flux: a study of class mobility in industrial societies. Oxford: Clarendon Press.) que se basa en el enfoque relacional (importancia de la posición del sujeto respecto a otros). En su desarrollo prioriza el estatus de los sujetos o grupos frente a otros, dejando en segundo plano factores atributivos como la renta o la riqueza, muy considerados por los economistas (Goldthorpe, 2012Goldthorpe, J. (2012). De vuelta a la clase y al estatus: por qué debe reivindicarse una perspectiva sociológica de la desigualdad social. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 137, pp. 43-58, https://doi.org/10.5477/cis/reis.137.43.). Dicho estatus está configurado en base a la ocupación, dado el desarrollo de la sociedad postindustrial. La influencia de su trabajo ha llevado a la difusión de las diversas clasificaciones socio-profesionales usadas actualmente (sirva de ejemplo la ESeC, Clasificación Socioeconómica Europea).

Para Castells (1999Castells, M. (1999). La era de la información. Madrid: Alianza.) la perspectiva weberiana debe evolucionar, dado el reciente cambio social, hacia una estratificación basada en la posición de los distintos individuos o grupos según su acceso y control del capital dominante en el siglo XXI: la información. De esta forma el autor teoriza sobre el desarrollo de un nuevo capitalismo informacional. Como referencia, el autor clasifica a la población en tres grandes conglomerados: informados (clase alta), sobreinformados (clase media) y desinformados (clase baja). En el nuevo modelo la clase viene determinada por el conocimiento, el acceso a los medios tecnológicos, la capacidad para explotarlos, comunicarse en red y rentabilizar en el mercado de trabajo todo lo anterior. Internet es un elemento clave en este escenario, aunque no el único, para Castells la sociedad de la información se fomenta antes de la emergencia de Internet. Por lo tanto, entre los informados se ubicarán aquellos jóvenes de la generación Y que destacan por su dominio de la tecnología, los idiomas (primordialmente el inglés)[4], alto nivel académico y formativo, así como capacidades para relacionarse en red, tanto a nivel nacional como internacional. Estas condiciones les protegen del desempleo, tanto por su fortaleza al aspirar a un empleo por cuenta ajena como por su capacidad para autoemplearse, mayor que la de otros jóvenes de su entorno. Por debajo de ellos, emerge una amplia clase media (sobreinformados) compuesta por todo un ejército de universitarios (casi un millón y medio en el curso 2014-2015 según el INE) y otros jóvenes con cualificaciones técnicas no universitarias que luchan por ocupar dignos empleos. Al chocar con un mercado de trabajo saturado y desconectado de su sistema educativo entran en una intensa competencia. La escasez de puestos cualificados les lleva, finalmente, a “arrebatar” puestos de menor rango a los jóvenes con menor formación, generalmente en el sector servicios. Tales circunstancias nos llevan a tener la tasa de sobreformación más alta de la OCDE: superior al 40% en 2012 según esta organización[5]. Por último, el estrato inferior (desinformados) incluye mayoritariamente a los jóvenes que no terminan los estudios obligatorios en España: una cuarta parte (una tasa de 23,5% en abandono escolar temprano, según el Informe Panorama de la Educación (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2014Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2014). Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2014. Informe español. [En línea]. Disponible en http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/indicadores-educativos/panorama2014/panorama-de-la-educacion-2014informe-espanol-05-sep-.pdf?documentId=0901e72b81a722ac.) elaborado con datos de 2012). La clase media ocupa entonces gran parte de los puestos de media y baja cualificación y parecen abocados a soportar situaciones de infraempleo, pírricos salarios y fuerte desempleo. Además, los jóvenes de esta condición forman parte de los colectivos “culturalmente vulnerables” (Ávila Muñoz y Villena Ponsoda, 2010Ávila Muñoz, A. M. y Villena Ponsoda, J. A. (2010). Variación social del léxico disponible en la ciudad de Málaga. Málaga: Sarriá.; Villena Ponsoda y Villena Oliver, 2013Villena Ponsoda, J. A. y Villena Oliver, A. (2013). Vulnerabilidad cultural y capacidad léxica: consideraciones estructurales y biográficas del vocabulario virtual. En: Pamies, A. (ed.). Homenaje a Juan de Dios Luque. Granada: Comares, pp. 199-213.). Para estos autores los sujetos que caen en fallas formativas y de empleo, además de padecer los efectos económicos y psicológicos, constituyen grupos culturalmente vulnerables (manipulables para el resto de la sociedad en términos culturales).

Recapitulando las claves que explican la proyección de la generación Y en su estratificación social resulta destacable el reciente análisis de los países desarrollados de Goldthorpe (2012Goldthorpe, J. (2012). De vuelta a la clase y al estatus: por qué debe reivindicarse una perspectiva sociológica de la desigualdad social. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 137, pp. 43-58, https://doi.org/10.5477/cis/reis.137.43.), que llama la atención sobre el aumento de la desigualdad social desde los 70 hasta hoy, aunque en España se trata más bien de un prolongado estancamiento: en su Índice de Gini[6] ha pasado de 0,371 (primera inclusión en 1985) a 0,359 en 2012 (datos del Banco Mundial). Además el autor subraya un importante retroceso en la movilidad intergeneracional: “en las sociedades avanzadas la transmisión de las ventajas y desventajas de una generación a otra parecía haberse debilitado enormemente, como indicaba una correlación bastante baja entre la renta de los padres y la de sus hijos. (…) Ahora la correlación entre sus rentas, que en su día (años 70) se estimó tan baja como 0.2, en la actualidad se estima que puede alcanzar, en general, 0,4, o ser incluso mayor” (Goldthorpe, 2012Goldthorpe, J. (2012). De vuelta a la clase y al estatus: por qué debe reivindicarse una perspectiva sociológica de la desigualdad social. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 137, pp. 43-58, https://doi.org/10.5477/cis/reis.137.43., p. 44). Asimismo, tal relación viene determinada por factores tan asociados a la renta como la ocupación y el nivel educativo de los padres. Por su parte, Castells también resalta estos dos factores como esenciales, aunque aporta matices importantes. En sus reflexiones subraya cambios en las sociedades avanzadas desde finales del siglo XX: (1) un aumento conjunto en nuestra sociedad del capital informacional, (2) la generalización del sistema educativo y (3) la extensión de los medios tecnológicos, cada vez más económicos. Factores como la educación y la ocupación de los padres seguirán siendo fundamentales pero hoy en día en cualquier barrio de una gran ciudad o en una remota población un joven puede crear, ingeniar y realizar aportaciones brillantes a la sociedad de la información (Castells, 1999Castells, M. (1999). La era de la información. Madrid: Alianza.).

 

4. LA GENERACIÓN Y CUESTIONADA Y RESPONSABILIZADA Top

El hecho de que los niños de la generación Y hayan crecido en años prósperos les permitió acceder ampliamente a recursos materiales y tecnológicos, así como participar ampliamente en nuestra sociedad de consumo. Esto ha supuesto que, en ocasiones, se les asocien etiquetas de jóvenes frívolos, malcriados y consumistas, e incluso se generen discursos en los medios que les culpen directamente de su propia situación (Vallejo Peña, 2013Vallejo Peña, F. A. (2013). Formación y empleo en la juventud española actual ¿Podemos hablar de generación perdida?. XXVI Seminario Internacional AISOC, Madrid, 8 y 9 de julio de 2013. [En línea]. Disponible en http://riuma.uma.es/xmlui/bitstream/handle/10630/6872/comunicaci%c3%b3n%20vallejo%20%20CONGRESO%20AISO%20MADRID.pdf?sequence=1.). Así se pronunciaba Javier Elzo en una reciente entrevista: “Es muy serio que haya un grupo de población tan importante que no haya adquirido el hábito de buscarse la vida. Hay que meter en el ADN de estos jóvenes que su trabajo es seguir formándose y buscándose la vida” (Barbó, 2014Barbó, J. (2014, 14 de septiembre). Ni-nis una generación pérdida en la resaca de la crisis. El Correo. Disponible en http://www.elcorreo.com/bizkaia/sociedad/201409/14/generacion-perdida-20140912134139.html., 14 de septiembre). En un tono más severo se posiciona la estadounidense Isabel Bohrer afincada en Madrid desde 2009 y que publicó en el Wall Street Journal el ensayo The real spanish job crisis en 2012. Su trabajo en una gran consultora le permite estar en contacto diario con jóvenes españoles, generalmente cualificados y universitarios, para asignarles prácticas de empresa remuneradas en grandes compañías o enviarles a entrevistas de trabajo. La autora nos indica que vive en un país lleno de mensajes contradictorios. Nuestra situación en el ámbito del empleo juvenil es preocupante, tal y como delatan los datos institucionales. Sin embargo, ella retrata una juventud española que se permite rechazar prácticas de empresa cualificadas por no estar “suficientemente remuneradas”, que no acude a todas las entrevistas de trabajo a las que son convocados y que, al mismo tiempo, son consumistas y parecen prescindir de pocos bienes materiales. En palabras textuales: “en sus protestas contra los recortes aparecen con iPhones y fumando Marlboro. En un país que denuncia una situación tan crítica: ¿no estamos ante grandes contradicciones? (...) además, es frecuente trabajar y cobrar en la economía sumergida mientras se percibe un subsidio de desempleo. (…) Aun así la mayoría de las españolas se consideran demasiado valiosas para el servicio doméstico, que en Madrid siguen ocupando extranjeras, latinoamericanas principalmente” (Bohrer, 2012Bohrer, I. (2012, 12 de noviembre). The real Spanish job crisis. Wall Street Journal. Disponible en http://www.wsj.com/articles/SB10001424127887323894704578113043896796754., 12 de noviembre).

Frente a las voces que cuestionan las actitudes de los jóvenes de la generación Y, un análisis más profundo de su situación contribuye a verlos en tono más positivo. Lucía Martín, en su libro ¿Generación perdida? Desmontando ideas sobre los jóvenes (2011Martín, L. (2011). ¿Generación perdida? Desmontando ideas sobre los jóvenes. Madrid: Altera.), emprendió su investigación pensando en cuestionar a esta generación y acabó defendiéndola. Las generaciones precedentes a los Y se empeñan en apelar a su responsabilidad sobre los problemas vividos, y sin embargo deberían “mirarse al ombligo” y reflexionar sobre el escenario que han dejado a sus descendientes. Para la autora las reglas del mercado cambiaron, y lo hicieron contra los intereses de los demandantes de empleo. Sin embargo, estos jóvenes son criticados por su pobre carácter emprendedor cuando en España nunca lo hubo.

Frente a la clásica etiqueta de consumistas, debemos destacar que se trata de un modelo ya implantado por la generación anterior, con unos padres que en muchos casos les dedicaron más dinero que tiempo. Es importante destacar que este consumismo es en gran medida tecnológico, ya que estar al día en este sentido es todo un rasgo generacional: estar bien comunicado para permanecer en red y evitar a toda costa estar offline (Balado García, 2015Balado García, C. (2015, 4 de abril). Leer este artículo lleva más de ocho segundos. ABC. Recuperado de http://www.abc.es/economia/20150304/abci-tribuna-balado-atencion-economia-201503021306.html., 4 de abril), tanto por sus relaciones sociales como profesionales. Por último, se debe considerar que la mayoría de estos jóvenes administran su tiempo en el eje formación/empleo, de forma que ante una oferta de trabajo precaria parece lógico plantearse si se debe abandonar el posgrado, curso de idiomas u otros. En algunos casos los jóvenes cuentan con apoyo familiar para continuar con el proyecto formativo, pudiendo mantener posturas especulativas en la gestión de su tiempo (Ayuso Sánchez, 2012Ayuso Sánchez, L. (2012). El deber de apoyar a la familia. Una revisión del pacto intergeneracional de ayudas familiares en España. Panorama Social, 15, pp. 143-158.). En definitiva, evitar las etiquetas y un análisis más profundo de la realidad generacional de los Y contribuye a entender su situación y desempeño.

 

5. TIPOLOGÍAS SOCIALES LIGADAS A LA GENERACIÓN Y: NI-NIS, MILEURISTAS Y BOOMERANGS Top

Resulta obligado abordar la naturaleza de determinadas tipologías sociales de reciente creación ubicadas en el ámbito de la generación Y: ni-nis, mileuristas y boomerangs. La clara vinculación de sus características al fenómeno generacional ha facilitado que tales términos se utilicen a veces como sinónimos de generación perdida o generación Y, si bien es importante aclarar que solo describen realidades compartidas por colectivos concretos, constituyendo facetas del fenómeno generacional.

Los ni-nis, para la OCDE, son el colectivo formado por jóvenes de 16 a 29 años que no está estudiando ni trabajando, ni en fase de preparación para mejorar su situación. Si contabilizamos los jóvenes de este grupo de edad que en España ni estudian ni trabajan según la EPA (2014, 2.º trimestre) –sean población activa o no- se obtiene una cifra cercana a 1.400.000. Algo superiores son las cifras aportadas por el informe Panorama de la educación 2014 de la OCDE (con datos recogidos en 2012) que nos situaba a la cabeza de los países miembros con 1.800.000 ni-nis (25,79% sobre el total). Sin embargo, no se da un consenso total entre las instituciones sobre la delimitación del colectivo. Para el Instituto de la juventud los ni-nis son “las personas jóvenes que ni estudian ni trabajan, ni lo intentan, que no refieren incapacidad por enfermedad ni asumen cargas familiares” (Navarrete Moreno, 2011Navarrete Moreno, L. (dir.). (2011). Desmontando a ni-ni. Un estereotipo juvenil en tiempos de crisis. Madrid: Instituto de la Juventud. [En línea]. Disponible en http://www.injuve.es/sites/default/files/9206-01.pdf. p. 14). Como es natural, al excluir a los jóvenes en búsqueda de empleo, las cifras se reducen notablemente: algo más de 140.000 en 2014 (sobre el 2% del grupo de edad). En su interpretación de los datos de la EPA esta entidad considera solo a los inactivos y, dentro de ellos, excluye a los jóvenes que realizan tareas en casa y a los que cursan estudios reglados. En cuanto al perfil sociológico de este grupo debemos con “más casados y separados, una ligera mayoría de mujeres, algo más de presencia extranjera, mayor número entre 20 y 24 años, y con cierta polarización en los niveles más altos y bajos de estudios” (Navarrete Moreno, 2011Navarrete Moreno, L. (dir.). (2011). Desmontando a ni-ni. Un estereotipo juvenil en tiempos de crisis. Madrid: Instituto de la Juventud. [En línea]. Disponible en http://www.injuve.es/sites/default/files/9206-01.pdf. p. 14).

El círculo puede reducirse aún más si consideramos solo la categoría EPA de los activos potenciales: “personas sin empleo, disponibles para trabajar, pero que no lo buscan porque están desanimadas, afectadas por una regulación de empleo, o manifiestan otras razones de enfermedad, motivos personales o familiares, como cuidado de niños, mayores o mayores enfermos, o estar jubilados; o bien han buscado empleo pero no de forma activa” (Informe periódicoInforme periódico sobre la situación de la población joven en España. Observatorio de emancipación del Consejo de la Juventud de España, 5, 2014. Disponible en http://www.cje.org/es/publicaciones/novedades/observatorio-de-emancipacion/. sobre la situación de la población joven en España, p. 3). Como se puede apreciar en la Figura 1, dentro de los 70.200 jóvenes clasificados como activos potenciales (EPA, 2014, 2.º trimestre) se incluyen 38.400 desanimados: disponibles para trabajar pero que no buscan empleo porque creen que no lo encontraran. Es decir, esta última categoría recogería las actitudes más próximas a la pasividad (siempre difícil de delimitar). ¿A qué se debe esto? ¿Qué perfil tienen? el referido informe del Instituto de la juventud resalta una compartida sensación de anomia y desesperanza, además de una total desconfianza en el sistema en la percepción de los sujetos (no funciona). Estas circunstancias les llevan a desconfiar de los valores tradicionales asignados al trabajo, visualizando el no-trabajo como una alternativa posible que permite sobrevivir en un régimen que no protege cualquier situación personal.

Figura 1. Los ni-nis y el resto de la población de 16-29 años (2014)

Los ni-nis y el resto de la población de 16-29 años (2014)

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Más allá de la realidad descrita por los análisis, el estereotipo ni-ni se ha consolidado en nuestra sociedad y alcanzado una gran difusión -fundamentalmente a través de los grandes medios- que ha llevado a la generalización del término hacia los jóvenes con cualquier problema de inserción laboral: “En general los medios han extendido la imagen del colectivo ni-ni a ámbitos juveniles más amplios de los marcados objetivamente, debido a que algunos de sus rasgos tienen una notable presencia, como es el caso de la desesperanza ante un escenario de inseguridad, precariedad y desigualdad. Se trata de sensaciones muy extendidas al conjunto de la juventud española actual” (Navarrete Moreno, 2011Navarrete Moreno, L. (dir.). (2011). Desmontando a ni-ni. Un estereotipo juvenil en tiempos de crisis. Madrid: Instituto de la Juventud. [En línea]. Disponible en http://www.injuve.es/sites/default/files/9206-01.pdf. p. 97). Estamos ante “la imagen deformada de un colectivo juvenil, los ni-ni, ha sido fuertemente estereotipada, burdamente justificada en una estrepitosa y deficiente lectura de los datos estadísticos de la EPA” (Navarrete Moreno, 2011Navarrete Moreno, L. (dir.). (2011). Desmontando a ni-ni. Un estereotipo juvenil en tiempos de crisis. Madrid: Instituto de la Juventud. [En línea]. Disponible en http://www.injuve.es/sites/default/files/9206-01.pdf. p. 95). Los desacuerdos y confusiones en la delimitación del concepto también han alcanzado al ámbito académico. Tomando una clara referencia, Stephanie Lester publicó en 2012Lester, S. (2012). “La Generación Ni-Ni” and the Exodus of Spanish Youth: National Crisis or Functioning European Union Market?. Scripps Senior Theses, 83, https://doi.org/10.5642/urceu.201201.12. “La Generación Ni-Ni” and the Exodus of Spanish Youth. Se trata de un trabajo en el que la autora identifica a los ni-nis con la generación perdida y con el éxodo de la juventud española hacia el norte de Europa en búsqueda de oportunidades laborales desde 2008. En el primer caso, ya ha quedado claro que lo que podemos llamar generación perdida va mucho más allá del colectivo ni-ni, y en el segundo, los jóvenes cuya inquietud y ánimo de mejora les lleva a buscar trabajo lejos de España tampoco podrían ser catalogados como tales (en ningún caso en la versión del Instituto de la juventud; tampoco en la de la OCDE si el emigrante viene de trabajar –aunque sea precariamente- o estudiar).

Frente a la pretensión de estas voces de extender el concepto de ni-ni a colectivos juveniles cada vez más amplios, delimitaciones más precisas nos llevan a afirmar que aquellos de pasividad injustificada (38.400 desanimados en 2014) son tan solo un 0,5% de la población juvenil. Además, en España contamos con 549.800 jóvenes que estudian y trabajan al mismo tiempo (EPA, 2014), los conocidos como si-sis (ver Figura 2). Cifra en tendencia creciente dadas las dificultades que el nuevo escenario económico plantea a nuestros jóvenes para estudiar de forma exclusiva.

Figura 2. Población de 16 a 29 años (2014) que trabaja o estudia (derecha) y subgrupos que la constituyen (izquierda)

Población de 16 a 29 años (2014) que trabaja o estudia (derecha) y subgrupos que la constituyen (izquierda)

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Por otra parte, el término mileurista se comenzó a utilizar en los medios desde 2005, tras una carta de una estudiante barcelonesa al diario El País que denunciaba el drama social vivido en su entorno. Posteriormente su perfil es definido por Porcel Molina (2008Porcel Molina, S. (2008). Joves cualificats en precari. Una aproximació sociológica al perfil mileurista. Barcelona: Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans.), que los identifica como jóvenes-adultos entre 25-34 años marcados por la inestabilidad laboral de su tiempo y sometidos a la precariedad. En 2013 –según datos del INE- el salario medio de los menores de 29 años rondaba los 1.300 euros brutos (menos de 1.000 euros disponibles), por lo que estamos ante un fenómeno ampliamente extendido en el grupo de edad. Gentile los describe como “urbanitas de clase media que viven en casa con sus padres o se han marchado desde hace no más de tres años; trabajan con contratos temporales, cobrando un salario mensual no superior a mil euros. No tienen cargas familiares. Han cursado estudios universitarios, retrasando la incorporación al mercado de trabajo y prolongando su estancia en casa” (Gentile, 2014Gentile, A. (2014). Inestabilidad laboral y estrategias de emancipación. Una tipología de jóvenes adultos mileuristas. Acciones e Investigadores Sociales (AIS), 34, pp. 125-154., p. 132). En líneas posteriores el sociólogo se refiere a los mileuristas como a “una categoría de análisis útil para analizar la multifacética naturaleza de la precariedad” (Gentile, 2014Gentile, A. (2014). Inestabilidad laboral y estrategias de emancipación. Una tipología de jóvenes adultos mileuristas. Acciones e Investigadores Sociales (AIS), 34, pp. 125-154., p. 132). El mileurismo ya afectaba a la generación anterior (GX), aunque la tipología vive su crecimiento y consolidación en la generación Y impulsada por la crisis de 2008. Es importante aclarar que esta tipología fue creada para constatar la precaria situación de los jóvenes españoles con titulación universitaria, con particular énfasis en la pobre relación salario/cualificación. Es decir, mientras ganar menos de 1.000 euros en empleos no cualificados es una realidad asumida –con más de 10 millones de españoles en esta situación (INE, 2014Instituto Nacional de Estadística (2014). Encuesta de población activa. Disponible en http://www.ine.es/prensa/epa_prensa.htm.)-, asumir este nivel salarial para los más cualificados implica un problema mayor. Al margen de la pura cuestión del salario, el fenómeno también subraya la deficiente conexión del sistema universitario español con el mercado de trabajo. El universitario nacional no solo pasa por una larga travesía para acceder al mercado de trabajo sino que, una vez logrado, pasa por periodos cada vez más largos para estabilizar su situación y dignificar su “sueldo” (Albert Verdú, Toharia Cortés y Davia Rodríguez, 2008Albert Verdú, C., Toharia Cortés, L. y Davia Rodríguez, M. A. (2008). To find or not to find a first “significant” job. Revista de Economía Aplicada, 16 (46), pp. 37-60.). Además, sus posibilidades de acabar ocupando puestos de cualificación inferior son altas, tal y como corroboran los datos de sobreformación comentados anteriormente (epígrafe 3.5).

Por otra parte, la sociología ha identificado recientemente la tipología social juvenil de los boomerangs. El término se acuña por primera vez en Estados Unidos en los primeros 2000, aludiendo a los jóvenes universitarios que, al finalizar sus estudios, regresan al hogar familiar al no encontrar un empleo acorde con sus expectativas y que les permita emanciparse (Mitchell, 2006Mitchell, B. (2006). The Boomerang Age. Transition to Adulthood in Families. London: Aldine.). Posteriormente, con la llegada de la crisis económica (2008) a España, se empieza a retratar –a través de los medios de comunicación- el frecuente retorno al hogar de jóvenes españoles que tras una previa emancipación afrontan problemas laborales, y por lo tanto desestiman seguir manteniendo un hogar propio. Según datos del CJE (Consejo de la Juventud de España), el 80% de los jóvenes españoles está sin emancipar (2014), dato preocupante si observamos que en 2010 eran “solo” algo más del 60%. Tales cifras nos llevan a admitir que estamos ante una fuerte oleada de retornos (boomerangs). En España, además, solo un 36,3% de los activos menores de 29 años está emancipado (EPA, 2014). Para Gentile (2010Gentile, A. (2010). De vuelta al nido en los tiempos de crisis. Los boomerang kids españoles. Revista de Estudios de Juventud, 90, pp. 181-203., p. 181) se trata de “veinteañeros y treintañeros que deciden regresar al hogar familiar para mantener su nivel de consumo y bienestar, o para preparar un nuevo intento de salida que sea más sostenible y duradero”. De esta forma se rompe el ciclo vital natural de los jóvenes. Los universitarios de clase media predominan en su perfil, debido a que se generaron unas altas expectativas laborales que se frustraron (Carabaña Morales, 2004Carabaña Morales, J. (2004). Educación y movilidad social. En: Navarro, V. (ed.). El Estado del bienestar en España. Madrid: Taurus, pp. 209-237.). Tradicionalmente, salir del hogar ha representado un rito de paso hacia la vida adulta (Singly, 2005Singly, F. de (2005). Las formas de terminar y de no terminar la juventud. Revista de Estudios de Juventud, 71, pp. 111-121.). Interrumpir la emancipación para volver al hogar familiar implica asumir un proyecto que va anclado a la carrera laboral, y esto genera un escenario difícil tanto en el aspecto psicológico como el económico. Como resaltara Flaquer Vilardebó (2004Flaquer Vilardebó, Ll. (2004). La articulación entre familia y Estado de bienestar en los países de la Europa del sur. Papers, 73 (1), pp. 27-58.) la familia, en su papel habitual de institución fuerte en España, contribuye a paliar los efectos de la precariedad laboral y asume problemas que, ni el sector público ni el privado, pueden resolver en nuestros tiempos (aunque paguen sus impuestos para ello).

 

6. CONCLUSIONES Top

En definitiva, los jóvenes españoles entre 16 y 29 años forman un heterogéneo conglomerado formado por casi siete millones de personas. La situación afrontada en términos laborales es enormemente complicada, pero las formas de adaptación e inserción al mercado laboral de unos y otros son distintas, ya que determinados factores condicionan una mejor o peor adaptación. Entre ellos destaca, significativamente, la clase social y el nivel educativo (la segunda variable muy condicionada por la primera). La pertenencia a los estratos más altos conlleva contar con más apoyo familiar –que conlleva recursos económicos-, y atenuar así el impacto de los primeros contactos con el mercado de trabajo. Estas circunstancias les permiten invertir más tiempo y dinero en proyectos formativos, que resultan esenciales para aumentar sus oportunidades. En sentido inverso, los jóvenes de las clases más desfavorecidas cuentan con apoyos más frágiles, que aumentan sus condiciones de desigualdad.

Frente a los rasgos atribuidos a los jóvenes de la nueva generación Y en tono crítico (consumistas, frívolos, pasivos) y las voces que los responsabilizan de su propio estado, emergen importantes argumentos en defensa de sus posibilidades. Estamos ante una generación que aglutina un importante capital formativo que –de una forma u otra- debe rentabilizar (sin menoscabo a las críticas al sistema educativo que los acoge). En este ámbito destaca por ser la primera generación que da un salto importante en el dominio de los idiomas frente a las anteriores. Además, su dominio de las nuevas tecnologías, familiarización con la sociedad digital y su obligada movilidad, frente al inmovilismo de las anteriores, los convierten en recursos humanos con potencial y en duros competidores para los X en determinados segmentos del mercado. Las mencionadas actitudes pasivas tienen un escaso reflejo en la estadística, lejos de las etiquetas atribuidas. Aunque, entre ellos, más del 21% son clasificables como ni-nis, la proporción de los que manifiestan no tener interés en buscar empleo ni situación personal que lo justifique (desanimados) es ínfima: 0,5% sobre el total del grupo de edad. Por contra, en España contamos con más de medio millón de si-sis (estudian y trabajan). Por lo tanto, se debe evitar relacionar determinadas actitudes presentes entre los jóvenes (descontento, desidia o desesperación) con una generalización de actitudes negativas que no corrobora un análisis más detallado de la realidad social. Más bien estas se presentan como respuestas naturales a las duras circunstancias vividas, sin alcanzar la dimensión difundida por los grandes medios.

Por otra parte, la extensión del mileurismo entre los jóvenes de la generación Y se ve refrendado por los datos. Si bien, este fenómeno, ya cobró fuerza entre sus predecesores, la generación X. La crisis económica 2008-2015 facilitó el estancamiento de los salarios, aumentando las cifras de mileuristas hasta constituir un patrón extensible a la gran mayoría de nuestros jóvenes. Entre ellos resulta particularmente preocupante el grupo de los más cualificados (los universitarios, que dieron lugar al uso del término): sus pobres sueldos cuestionan la rentabilidad de invertir en largas carreras académicas, aunque se seguirán haciendo al servir de “protector del desempleo” para los jóvenes. En definitiva, la tipología no se ha gestado en la generación Y, pero las circunstancias atravesadas han contribuido a consolidar el modelo.

Asimismo, los jóvenes Y han retrasado su edad de emancipación, contando además con la cancelación de gran parte de los proyectos de los que lo intentaron (boomerangs). Este es un rito de paso a la adultez esencial, y que condiciona la construcción de proyectos de pareja y/o familiares en nuestra sociedad. La tardía emancipación ha contribuido a que nuestra edad de transición a la vida adulta aumente continuamente (Melo Vieira y Miret Gamundi, 2010Melo Vieira, J. y Miret Gamundi, P. (2010). Transición a la vida adulta en España: una comparación en el tiempo y en el territorio utilizando el análisis de entropía. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 131, pp. 75-107.), con las inevitables repercusiones psicosociales para los protagonistas y sus familias.

Asimismo, como consecuencia de las adversas circunstancias afrontadas, la generación Y ha generado cierto “pánico social” por el repentino incremento de sus salidas a países que ofrecen mejores oportunidades laborales desde 2010. Sin embargo, un análisis más detallado de la situación descarta que nos encontremos ante un auténtico éxodo (Garrido Medina, 2013Garrido Medina, L. (2013, 2 de abril). Quienes se van de España y qué hacemos para que vuelvan. El País. Disponible en http://elpais.com/elpais/2013/03/27/opinion/1364396658_219336.html., 2 de abril), aunque sí debe preocupar la captura de jóvenes de alta cualificación en sectores profesionales concretos, principalmente por nuestros vecinos del norte de Europa. La salida de nuestros jóvenes debe preocuparnos más en términos de calidad que de cantidad: el “mejor trato” que reciben los más brillantes hace difícil su retorno.

De esta forma, podemos decir que no todos los miembros de la generación Y “sufren” de igual forma las dificultades planteadas por nuestro mercado laboral, muy condicionadas por los factores planteados. Si bien, en términos generales, debemos identificar unas condiciones profundamente adversas, constituyendo un fenómeno generacional único desde la posguerra española. En este contexto la desigualdad social aumenta, viéndose reflejada en la mayor dependencia de los jóvenes de la clase social paterna (véase la contribución de Goldthorpe, 2012Goldthorpe, J. (2012). De vuelta a la clase y al estatus: por qué debe reivindicarse una perspectiva sociológica de la desigualdad social. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 137, pp. 43-58, https://doi.org/10.5477/cis/reis.137.43.), generándose un receso en la movilidad intergeneracional, tan añorada por el modelo del estado de bienestar. Ante la insolvencia de otras instituciones, la familia –la de siempre- se consolida como sostén de nuestra sociedad. Sin embargo, en un futuro muy próximo, su rol se ve amenazado por las dificultades de nuestros jóvenes para consolidar sus propios proyectos familiares. Estamos ante una generación que soportará peores condiciones sociolaborales que las de sus padres, con la ineludible sensación de “paso atrás” y con afecciones graves al resto de sus pautas vitales.

La incapacidad mostrada por nuestras instituciones para afrontar los desajustes formación/empleo sufridos por la juventud española, la convierte en “chivo expiatorio” para encontrar las explicaciones. En este sentido, la prensa ha actuado como difusora de las imágenes negativas ya descritas (la propagación del estereotipo ni-ni, por ejemplo). La revisión de los datos ha ayudado a precisar estas valoraciones. Asimismo, el estudio deja patente un crítico panorama generacional que invita a nuestra sociedad a dar un nuevo giro. Será, por lo tanto, papel de la ciencia social cuestionar el desempeño de los poderes públicos y privados en defensa de los intereses de los jóvenes en las últimas décadas, así como su estimulación y crítica.

 

AGRADECIMIENTOSTop

El presente artículo explota recursos obtenidos a través del Proyecto de I+D Desafíos familiares a comienzo del siglo XXI, desarrollado en el Departamento de Derecho del Estado y Sociología de la Universidad de Málaga. Financiación: Ministerio de Economía y Competitividad (2013: CSO2013-46440-P).

 

NOTAS Top

[1]

La delimitación por fechas se aplica al conjunto de la sociedad occidental, por lo que se deben considerar variaciones en función de cada contexto. Este es el caso del Babyboom, que en España (1965-1976) se da con cierto retraso respecto a Estados Unidos y los países del norte de Europa. Se dan también importantes matices en las generaciones posteriores, si bien el caso español se abordará específicamente en el epígrafe 3.

[2]

Entendemos por mileuristas aquellos sujetos entre 25-34 años marcados por la inestabilidad laboral de su tiempo, sometidos a la precariedad y con salarios inferiores a los 1.000 euros netos (Porcel Molina, 2008Porcel Molina, S. (2008). Joves cualificats en precari. Una aproximació sociológica al perfil mileurista. Barcelona: Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans.) Los ni-nis son jóvenes que no están estudiando ni trabajando, ni en fase de preparación para mejorar su situación (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2014Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2014). Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2014. Informe español. [En línea]. Disponible en http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/indicadores-educativos/panorama2014/panorama-de-la-educacion-2014informe-espanol-05-sep-.pdf?documentId=0901e72b81a722ac.). Por boomerangs entendemos “veinteañeros y treintañeros que deciden regresar al hogar familiar para mantener su nivel de consumo y bienestar o para preparar un nuevo intento de salida que sea más sostenible y duradero” (Gentile, 2010Gentile, A. (2010). De vuelta al nido en los tiempos de crisis. Los boomerang kids españoles. Revista de Estudios de Juventud, 90, pp. 181-203., p. 181). Estas tipologías se tratan ampliamente en el epígrafe 5.

[3]

Para recopilar datos de la EPA en 2014 se ha tomado como referencia el 2.º semestre del año. Los datos EPA que se aporten en el artículo a partir de este punto son de dicho trimestre de 2014 salvo que se indique algo en contrario.

[4]

La formación en inglés de nuestros jóvenes ha mejorado significativamente. Datos del INE en 2011 indican que el 49,8% del grupo de edad entre 15 y 29 años lo habla con un nivel medio, muy por encima del 35,5% de la población en conjunto (que mejora desde un 30% en 2007). Sin embargo, el nivel avanzado esta aún restringido a un escaso 11% de los jóvenes, lo que convierte su dominio, también hoy día, en un factor diferenciador.

[5]

La OCDE mide este indicador (Missmatch education) calculando el porcentaje de jóvenes activos ocupados de edades comprendidas entre 25 y 34 años que se encuentran desempeñando funciones por debajo del nivel de estudios que alcanzaron.

[6]

El índice de Gini mide la desigualdad social en una población dada bajo el supuesto de que la extrema desigualdad=1 y el perfecto equilibrio entre los recursos de los sujetos=0. El Banco Mundial sugiere que a partir de 0,400 los valores indican fuerte desigualdad social, mientras que por debajo de 0,250 se reflejan una cierta situación de equilibrio en la población.

 

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