RESEÑAS DE LIBROS/BOOK REVIEWS

 

RESEÑA DEL LIBRO "LA PIEZA HUÉRFANA. RELATOS DE LA PALEOTECNOLOGÍA"

 

Víctor del Río. La pieza huérfana. Relatos de la paleotecnología. Bilbao: Consonni, 2015, 164 pp. ISBN: 978-84-16205-10-3

Son muchas las piezas que caen en el olvido tras abandonar su lugar, su puesto particular designado en un aparato tecnológico mayor. Su destino se trunca y su funcionalidad desaparece, sufre una especie de fosilización que convierte la pieza en una huella de sus orígenes como parte integrante de un todo tecnológico. La figura del melancólico se encarga de seguir el rastro de la pieza huérfana, pero también asume la reconstrucción de su historia y la narración de su relato mediante un proceso de prefiguración. Tal es el propósito del Dr. Víctor del Río, profesor de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Salamanca, y autor de estos relatos de la paleotecnología que no renuncian a desenredar los complejos nudos conceptuales que rodean a las invenciones concebidas como procesos técnicos y creativos. Fragmentos premonitorios expone desde el principio de la obra las cuestiones teóricas latentes en los cinco ensayos posteriores que se proponen con rigor académico y aguzado juicio la interesante hipótesis del estudio de la tecnología desde una perspectiva antropológica, puesto que la evolución humana depende de la tecnología en tanto que medio transformador de la estructura social. Por este motivo el autor realiza una genealogía de los medios que dan pie a la aparición de algunos de los hitos tecnológicos configuradores de una era paleotecnológica impulsada, en gran parte, por la mujer como máquina, es decir, como fuerza de trabajo intelectual que se sitúa en paralelo a los procesos revolucionarios, ya sean éticos o estéticos, desde la aparición de la electricidad tras la Revolución francesa a finales del siglo XVIII hasta la creación de la computadora una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial.

El progreso, al fin y al cabo, obedece al imperativo de una continua obsolescencia inherente al aparato tecnológico que deviene en una incontenible profusión de reinicios históricos provocados por los sucesos subversivos e innovadores de la cultura industrial. No hay que olvidar, por tanto, que son aquellos logros tecnológicos los que se convierten en fuente de fantásticas especulaciones sobre el futuro mediante un proceso de estetización de la tecnología, por lo que se genera una mitología en el imaginario social en torno a los posibles proyectos tecnológicos que finalmente determinan su modelo real a partir de la abstracción de la idea previa.

En El archivo de las ideas, el primero de los cinco ensayos que componen el libro, se trazan las líneas reflexivas que siguen al conflictivo origen de la autoría, de la idea creativa del invento vinculado al problema económico de su derecho de explotación. A partir de las aproximaciones biográficas a dos importantes desheredados de la historia, Antonio Menucci (verdadero inventor del teléfono) y Nikola Tesla (uno de los grandes inventores que impulsaron la Segunda Revolución Industrial con sus trabajos sobre el electromagnetismo), se muestra cómo la idea, amparada en la normativa legal que se desarrolla bajo la sombra de la propiedad industrial, se convierte en objeto tangible mediante su inscripción en los archivos estatales. Se trata, a fin de cuentas, de un registro mercantil de las ideas, de una “pulsión de archivo” (p. 62) del intangible principio de originalidad.

El siguiente ensayo titulado Los puentes de Königsberg y el pensamiento diagramático aborda la problemática del lenguaje gráfico a modo de solución visual del pensamiento. Si Leonhard Eüler resolvió en 1736 el popular problema matemático de los puentes de Königsberg mediante una representación gráfica esquematizada que dará el primer paso hacia la creación de la topología, Henry C. Beck diseña el plano del metro de Londres en 1934 superando una representación analógica fiel al modelo para llegar a la representación digital basada en los números y en la posición. En ambos casos el dibujo permite la navegación del usuario mediante un proceso mental de reconstrucción espacial, una suerte de espacialización del pensamiento, tal y como intuimos en los diagramas de Anatomía de la melancolía de Robert Burton (1621).

Desde las butacas del Teatro de disecciones se contempla el espectáculo de la anatomía moderna. Es durante el Renacimiento cuando se produce un giro importante en la historia de la representación del ser humano debido a la instauración de la disección pública de cadáveres en las universidades europeas. Vesalio, autor del popular tratado De humani corporis fabrica, lidera esta nueva praxis que se anticipa al método analítico-sintético cartesiano concibiendo el cuerpo humano como “un todo que sólo es comprensible a través de su descomposición” (p. 84). Para que el público de la disección pudiese observar adecuadamente los órganos desde su posición, Vesalio dibujaba las partes visibles de los fragmentos extraídos del cuerpo mientras realizaba la disección, de tal manera que se tenía en cuenta la representación como instrumento de transmisión de conocimiento. El modelo de perspectiva y de representación derivado de la escenografía que hunde sus raíces en la selección “como una premisa cognitiva del reconocimiento” (p. 91) permite la posibilidad de llegar a descifrar su función específica en el conjunto. El cuerpo humano sigue siendo el objeto preferente de representación, pero ahora se pretende su reconstrucción digital a partir de la fragmentación mediante técnicas visuales como la tomografía (extracción de secciones cuyos ángulos y planos se combinan en el tratamiento informático de imágenes parciales) u otros sistemas de diagnosis bioquímica que permiten la transparencia de los tejidos. Así, “si la perspectiva moderna se caracterizaba por una recreación de lo real desde un punto de vista, la estética digital invierte estos términos propiciando una recreación del punto de vista desde los datos registrados” (pp. 98-99).

Y el espectáculo didáctico de la disección enlaza a finales del siglo XX con el espectáculo aleccionador de la ejecución. La silla eléctrica y el dibujante es una reflexión sobre el comportamiento de las ideologías de control que ven en la electricidad la nueva materia capaz de sobrepasar los límites entre la vida y la muerte, pero también de estimular las fantasías tranquilizadoras de la justicia que se jacta de ser benefactora del individuo. Del Río nos dice que “la aplicación de la electricidad parece el intento de preservar la condena moral como una forma limpia de suprimir la vida sin violencia directa. Todos los artefactos de ajusticiamiento, en su condición misma de artefactos, tienden a duplicar la mano del verdugo, a hacer que la violencia sea indirecta” (p. 103). Por tanto, librarse del peso moral de ejercer la agresión directamente sobre el cuerpo de la víctima es el objetivo de “tecnologías regresivas” como la silla eléctrica (p. 108). Es una invectiva materializada en la carne de la víctima semejante a las escarificaciones provocadas por una máquina kafkiana que graba con agujas el texto de la sentencia sobre el cuerpo del condenado hasta provocarle la muerte en La colonia penitenciaria. La condena se convierte así en estigmas que representan gráficamente el dolor del otro, en “segregaciones estéticas del acto” (p. 107) de violencia dibujadas por una mano autómata que obedece ciegamente las órdenes de la justicia.

Turing o el deseo de ser máquina es el último texto de esta antología ensayística. Un recorrido por la biografía del matemático que descifró el código de Enigma y soñó con la emancipación intelectual de las máquinas en su Computational Machinery and Intelligence (1947) sirve de pretexto para mostrar la evolución del problema de la conciencia frente al automatismo a partir del cuestionamiento de la noción estética de creatividad, puesto que Turing trataba de rebatir la originalidad como atributo distintivo del ser humano frente a la máquina imposibilitada para aportar algo más allá de sus instrucciones programadas. Lo que el científico inglés viene a decir es que ante la imposibilidad de conocer la subjetividad del otro la única manera de considerar si hay conciencia tras la máquina es evaluar la coherencia de sus respuestas.

El frenético desarrollo tecnológico incita al ciudadano digital a fantasear con la idea del porvenir, pero para ello deberá volver la mirada sobre aquel futuro imaginado años atrás como fuente anacrónica de una mitología cuyo reflejo estético desemboca en el steampunk. Se trata de recordar cómo imaginábamos el futuro en tiempos pasados para especular sobre el inmediato advenimiento tecnológico. No obstante, la descripción histórica del contexto fundacional del invento no es tanto una efeméride de los acontecimientos o una especie de hagiografía científica de sus protagonistas, sino la crónica gestacional de algunos de los conceptos abstractos asumidos por la cotidianeidad tecnológica actual que reciben la denominación de paleotecnológicos al ser observados desde la distancia melancólica del “arqueólogo futuro que ve la actualidad como un paisaje poblado en ruinas” (p. 15).

Víctor del Río recupera los pedazos perdidos de la memoria para reconstruir narrativamente los orígenes de las rupturas históricas habidas durante la era paleotecnológica. Nos introduce en la comprensión de un todo mediante el proceso subjetivo de prefiguración excitado por la pieza solitaria. Sus relatos paleotecnológicos demuestran, en definitiva, cómo la creación unida a la invención técnica es capaz de cambiar el rumbo de la civilización operando como eje ficcional mitológico a través de sus representaciones plásticas. Es por ello por lo que la colección de ensayos que completan La pieza huérfana aporta una nueva teoría, tan sólida como sugerente, sobre la estética de la tecnología vinculada a la perversa dialéctica entre ideología y mitología.

 

David Vázquez Couto
Universidad de Salamanca
davidcouto@usal.es

 

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