VARIA / VARIA

MATERIALISMO CONSUMISTA E (IN)FELICIDAD: UNA REVISIÓN DE LA BIBLIOGRAFÍA

Manuel López-Casquete

Universidad Loyola Andalucía

mlopez@uloyola.es

ORCID iD: http://orcid.org/0000-0001-8470-3579

José A. Muñiz-Velázquez

Universidad Loyola Andalucía

jamuniz@uloyola.es

ORCID iD: http://orcid.org/0000-0003-4518-3624

Diego Gómez-Baya

Universidad Loyola Andalucía

dgomez@uloyola.es

ORCID iD: http://orcid.org/0000-0003-4651-0439

 

RESUMEN

En este artículo llevamos a cabo una extensa revisión de la literatura científica en lo relativo a los vínculos entre materialismo y felicidad, desde un enfoque multidisciplinar que incluye la psicología, la comunicación, la economía y la ética. La línea dominante en la bibliografía insiste en vincular un mayor materialismo con una menor auto-percepción de felicidad y de bienestar, y con una mayor propensión a la depresión. En esta revisión atendemos a los aspectos que así lo evidencian, al rumbo actual de las investigaciones y a los retos aún pendientes de clarificación por parte de la comunidad investigadora.

CONSUMERIST MATERIALISM AND (UN)HAPPINESS: A LITERATURE REVIEW

ABSTRACT

In this paper we carry out an extensive review of the scientific literature on the links between materialism and happiness, from a multidisciplinary approach that includes psychology, communication, economics and ethics. The dominant line in the literature insists on linking greater materialism with a lower self-perception of happiness and well-being, and with a greater propensity for depression. In this review, we take into account the evidence accumulated in this regard, the current course of research and the challenges still not clarified by the academy.

Recibido: 26-02-2017; Aceptado: 27-04-2017.

Cómo citar este artículo/Citation: López-Casquete, M.; Muñiz-Velázquez, J.A. y Gómez-Baya, D. (2018). Materialismo consumista e (in)felicidad: una revisión de la bibliografía. Arbor, 194 (788): a452. https://doi.org/10.3989/arbor.2018.788n2012

PALABRAS CLAVE: Materialismo; economía civil; eudaimonia; felicidad; depresión.

KEYWORDS: Materialism; civil economy; eudaimonia; happiness; depression.

Copyright: © 2018 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia de uso y distribución Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0).

CONTENIDOS

RESUMEN
ABSTRACT
1. INTRODUCCIÓN
2. MATERIALISMO Y FELICIDAD
3. TENER O HACER, ESA ES LA CUESTIÓN
4. PROPUESTAS PARA UN CONSUMO QUE PRODUZCA MÁS FELICIDAD
5. CONCLUSIONES
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA

 

“No creas que el dinero lo hace todo o acabarás haciendo todo por dinero”

Voltaire

 

1. INTRODUCCIÓN Top

Es poco conocido que el rey Midas fue un personaje histórico, cuyo reinado se sitúa en Frigia (Asia menor) en el siglo VIII antes de Cristo. Su reinado fue tan próspero que fascinó a los griegos, quienes lo incorporaron a su mitología. Según esta, cierto día paseaba Midas por su jardín cuando se encontró con Sileno, dios de la embriaguez. Midas celebró una fiesta en su honor, y como agradecimiento, Sileno le concedería el deseo que quisiera. Aunque el rey ya poseía una considerable fortuna, su codicia le hizo pedir el poder de convertir en oro todo lo que tocase. Midas, eufórico por haber recibido ese don, comenzó a convertir en oro ramas, piedras… Sin embargo, aquella sed desmedida de riquezas se volvió en su contra cuando vio que también la comida y la bebida se tornaban en oro, igual que las rosas, que perdían su color y su fragancia con solo tocarlas (Fernández Corte y Cantó Llorca, 2012Fernández Corte, J.C. y Cantó Llorca, J. (eds.). (2012). Publio Ovidio Nasón. Metamorfosis. Madrid: Gredos.).

Cuatro siglos después del reinado de Midas, arranca en Grecia una de las tradiciones éticas más importantes de la historia del pensamiento: el eudemonismo, que asocia la consecución de la felicidad con la práctica de la virtud. Milenios más tarde, esta corriente ética se ha constituido en un auténtico paradigma para ramas de conocimiento tan dispares como la psicología, la economía o la sociología, entre otras. Etimológicamente, eudemonismo significa estar en posesión de un buen demonio, es decir, de un buen espíritu, un espíritu virtuoso (Ferrater Mora, 2001Ferrater Mora, J. (2001). Diccionario filosófico. Barcelona: Ariel.) y su primera formulación sistemática la hizo Aristóteles en la Ética a Nicómaco (Calvo Martínez, 2001Calvo Martínez, J. L. (ed.). (2001). Aristóteles. Ética a Nicómaco. Madrid: Alianza Editorial.), para quien, si la felicidad es el propósito último y más elevado de la vida, nada habrá más importante que observar un comportamiento virtuoso para alcanzarla. Aristóteles considera que la virtud se sitúa siempre entre dos extremos; así, por ejemplo, la valentía estaría tan lejos de la cobardía como de la temeridad. En el campo que nos ocupa, esto es, en la relación del ser humano con los bienes materiales, el modo virtuoso de gestionar los bienes estaría tan lejos de la codicia como de la prodigalidad. El término medio estaría, según Aristóteles, en la generosidad, con la que se relativizaría la importancia de los bienes materiales y se acompasaría con los que el estagirita denominaba bienes del alma.

Paralelamente a ello, la búsqueda excesiva de las riquezas materiales no solo no ayudaría a alcanzar la felicidad, sino que incluso podría alejarnos de ella. La virtud y, por tanto, la felicidad eudaimónica, es una conquista que requiere el establecimiento de comportamientos virtuosos, de manera reiterada y constante. En suma, toda la tradición eudemonista surgida a raíz del sistema aristotélico se basa en el siguiente prius: la consideración de la existencia de un nexo causal entre virtud y felicidad. Dicha relación causal ha sido protagonista de una larga e histórica controversia, como, por ejemplo, con el deontologismo kantiano (Mardomingo, 1996Mardomingo, J. (ed.). (1996). Immanuel Kant. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Barcelona: Ariel.), el cual afirmaba que, dado que la felicidad es eminentemente subjetiva, la búsqueda de nuestra felicidad personal puede entrar en colisión con el deber y con lo que es justo. Lo cierto es que dicha controversia cada vez se ve más mitigada por las crecientes evidencias científicas.

En este artículo nos proponemos ahondar en el estudio de los vínculos entre la felicidad y el comportamiento virtuoso en el terreno del materialismo[1], concibiendo este como la relación quizás menos virtuosa que entabla una persona con los bienes y las riquezas materiales, y por ende, a priori, menos eudaimónica. Tomamos así una senda de estudio que data ya de varias décadas atrás, abierta en buena medida por el pionero Easterlin (1974Easterlin, R. A. (1974). Does Economic Growth Improve the Human Lot? Some Empirical Evidence. En: David, P. A. y Reder, M. W. (eds.). Nations and Households in Economic Growth: Essays in Honor of Moses Abramovitz. New York: Academic Press. https://doi.org/10.1016/B978-0-12-205050-3.50008-7.), con su famosa paradoja. A dicho autor le han seguido otros que señalan las serias limitaciones en la relación entre el nivel de ingresos monetarios de una persona y su felicidad e incluso su bienestar (expresado en términos de subjective well-being (SWB) (Oswald y Wu, 2010Oswald, A. J. y Wu, S. (2010). Objective Confirmation of Subjective Measures of Human Well-being: Evidence from the USA. Science, 327 (5965), pp. 576-579. https://doi.org/10.1126/science.1180606.). Parece que un mayor poder adquisitivo puede mejorar hasta cierto punto la satisfacción vital, pero no forzosamente mejora el bienestar emocional o hedonia (Kahneman y Deaton, 2010Kahneman, D. y Deaton, A. (2010). High income improves evaluation of life but not emotional well-being. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 107 (38), pp. 16489-16493. https://doi.org/10.1073/pnas.1011492107.), puesto que tal relación pudiera estar condicionada por terceros parámetros. Tal es el caso, por ejemplo, de lo subjetivo de la comparación con el grupo de referencia (Brown and Gray, 2016Brown, S. y Gray, D. (2016). Household Finances and Well-Being in Australia: An Empirical Analysis of Comparison Effects. Journal of Economic Psychology, 53, pp. 17-36. https://doi.org/10.1016/j.joep.2015.12.006.; Ferrer i Carbonell, 2005Ferrer i Carbonell, A. (2005). Income and well-being: an empirical analysis of the comparison income effect. Public Economics, 89 (5-6), pp. 997-1019. https://doi.org/10.1016/j.jpubeco.2004.06.003.), entre otras muchas variables de orden psicológico, social, moral, etc.

En este sentido, y dejando aparte la controversia en torno a la ya archiconocida paradoja de Easterlin en su dimensión macroeconómica (Ma and Zhang, 2014Ma, Y. Z. y Zhang, Y. (2014). Resolution of the Happiness-Income Paradox. Social Indicators Research, 119 (2), pp. 705-721. https://doi.org/10.1007/s11205-013-0502-9.), en términos individuales y microeconómicos nos inclinaremos más por el planteamiento de Dunn, Gilbert y Wilson (2011Dunn, E. W., Gilbert, D. T. y Wilson, T. D. (2011). If money doesn’t make you happy, then you probably aren’t spending it right. Journal of Consumer Psychology, 21 (2), pp. 115-125. https://doi.org/10.1016/j.jcps.2011.02.002.) y Dunn y Norton (2013Dunn, E. y Norton, M. (2013). Happy Money. The Science of Smarter Spending. Simon & Schuster.), entre otros, quienes afirman que, salvando los extremos, en la relación entre felicidad y poder adquisitivo, la cuestión no es tanto tener más o menos dinero, sino qué se hace con el dinero que se tiene. Es desde esa perspectiva desde la cual abordaremos el materialismo, cuestión que aquí nos ocupa.

 

2. MATERIALISMO Y FELICIDAD Top

Decía Kahneman (2011Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. New York: Farrar, Straus, and Giroux.) que creer que el dinero da la felicidad no solo es erróneo, sino una desgracia social. Desgracia que también podría acaecer a nivel individual. En ese sentido, son numerosos los estudios en los que se asocia un estilo de vida apegado al dinero y a las posesiones materiales con un menor bienestar tanto subjetivo como psicológico. Es decir, el hecho de darle más valor e importancia a lo material parece directamente asociado a un menor bienestar de las personas y viceversa (Hudders y Pandelaere, 2012Hudders, L. y Pandelaere, M. (2012). The Silver Lining of Materialism: The Impact of Luxury Consumption on Subjective Well-Being. Journal of Happiness Studies, 13 (3), pp. 411-437. https://doi.org/10.1007/s10902-011-9271-9.; Kashdan y Breen, 2007Kashdan, T. B. y Breen, W. E. (2007). Materialism and Diminished Well?Being: Experiential Avoidance as a Mediating Mechanism. Journal of Social and Clinical Psychology, 26 (5), pp. 521-539. https://doi.org/10.1521/jscp.2007.26.5.521.; Kasser et al., 2014Kasser, T., Rosenblum, K. L., Sameroff, A. J., Deci, E. L., Niemiec, C. P., Ryan, R. M., Árnadóttir, O., Bond, R., Dittmar, H., Dungan, N. y Hawks, S. (2014). Changes in materialism, changes in psychological well-being: Evidence from three longitudinal studies and an intervention experiment. Motivation and Emotion, 38 (1), pp. 1-22. https://doi.org/10.1007/s11031-013-9371-4.).

Sin embargo, son muchas las personas que, a día de hoy, y debido a multitud de factores (Duh, 2015Duh, H. (2015). Antecedents and Consequences of Materialism: An Integrated Theoretical Framework. Journal of Economics and Behavioral Studies, 7 (1), pp. 20-35.), siguen considerando que su felicidad se esconde tras la conquista de determinadas posesiones materiales que se desean. Para Lee y Ahn (2016Lee, M. S. W. y Ahn, C. S. Y. (2016). Anti-consumption, Materialism, and Consumer Well-being. The Journal of Consumer Affairs, 50 (1), pp. 18-47. https://doi.org/10.1111/joca.12089.) esto no es solo erróneo sino contraproducente, coincidiendo con Pieters (2013Pieters, R. (2013). Bidirectional Dynamics of Materialism and Loneliness: Not Just a Vicious Cycle. Journal of Consumer Research, 40 (4), pp. 615-631. https://doi.org/10.1086/671564.) o con Kasser et al. (2014Kasser, T., Rosenblum, K. L., Sameroff, A. J., Deci, E. L., Niemiec, C. P., Ryan, R. M., Árnadóttir, O., Bond, R., Dittmar, H., Dungan, N. y Hawks, S. (2014). Changes in materialism, changes in psychological well-being: Evidence from three longitudinal studies and an intervention experiment. Motivation and Emotion, 38 (1), pp. 1-22. https://doi.org/10.1007/s11031-013-9371-4.) en que el materialismo nos aleja de la felicidad. Entre otras razones por la pérdida de control que provoca sobre nosotros el consumo y la adquisición de bienes, lo cual va en contra de nuestra auto-determinación y autonomía. Es así como la excesiva abundancia se puede convertir en una trampa en términos psicológicos, como bien señalaba Luthar (2003Luthar, S.S. (2003). The Culture of Affluence: Psychological Costs of Material Wealth. The Culture of Affluence: Psychological Costs of Material Wealth, 74 (6), pp. 1581-1593. https://doi.org/10.1046/j.1467-8624.2003.00625.x.) en su estudio sobre dicha abundancia durante la infancia.

El materialismo sería, por tanto, un conjunto de creencias en relación al dinero y a las posesiones materiales (Dittmar, Bond, Hurst y Kasser, 2014Dittmar, H., Bond, R., Hurst, M. y Kasser, T. (2014). The Relationship Between Materialism and Personal Well-Being: A Meta-Analysis. Journal of Personality and Social Psychology, 107 (5), pp. 879-924. https://doi.org/10.1037/a0037409.), en las que dichas posesiones tienen una centralidad exacerbada; o, dicho de otro modo, podría ser explicado como la situación en que los bienes materiales están presentes de forma preeminente en los valores personales de un individuo (Belk, 1985Belk, R. W. (1985). Materialism: Trait Aspects of Living in the Material World. Journal of Consumer Research, 12 (3), pp. 265-280. https://doi.org/10.1086/208515.). Así, para Richins y Dawson (1992Richins, M. L. y Dawson, S. (1992). A Consumer Values Orientation for Materialism and Its Measurement: Scale Development and Validation. Journal of Consumer Research, 19 (3), pp. 303-316. https://doi.org/10.1086/209304.) el materialismo sería “the importance ascribed to the ownership and acquisition of material goods in achieving major life goals or desired states”, definición bajo la cual se arropan tres dimensiones: la centralidad de la adquisión de bienes en la vida de la personas, la persecución de la felicidad a través de la adquisición bienes y el éxito vital definido a partir de las posesiones (acquisition centrality in the life of people, acquisition as the pursuit of happiness, and possession-defined success in the life). Tres dimensiones que sustentarían, por otro lado, la escala desarrollada por estos mismos autores.

Por su parte, para Kasser (2002Kasser, T. (2002). The High Price of Materialism. Cambridge, MA: MIT Press.) y Burroughs y Rindfleisch (2002Burroughs, J. E. y Rindfleisch, A. (2002). Materialism and Well-Being: A Conflicting Values Perspective. Journal of Consumer Research, 29 (3), pp. 348-370. https://doi.org/10.1086/344429.), el materialismo vendría a ser no solo cuestión de creencias, sino un estilo de vida basado en adquirir y acumular bienes de consumo más allá de lo que es razonablemente necesario, lo cual es siempre difícil de objetivar. Ahora bien, la pregunta es si, en lugar de buscar la acumulación de objetos y bienes, perseguimos recolectar experiencias, ¿qué ocurriría con nuestro bienestar?, ¿seríamos menos materialistas y más felices?

 

3. TENER O HACER, ESA ES LA CUESTIÓN Top

Los patrones de consumo de las personas y su felicidad (tanto en términos hedónicos como eudaimónicos) parecen ser, por tanto, dos cuestiones bastante cercanas (Peng y Ye, 2015Peng, Z. y Ye, M. (2015). An Introduction of Purchase Types and Happiness. Journal of Service Science and Management, 8 (1), pp. 132-141. https://doi.org/10.4236/jssm.2015.81016.). En términos de felicidad, la cuestión no sería consumir más o consumir menos, en paralelo a tener más o menos poder adquisitivo, sino qué tipo de consumo ejercitar con el poder adquisitivo del que se goza. Es ahí donde aparece la más clara de las dicotomías: si usamos el dinero básicamente para adquirir y tener cosas, o bien para hacer cosas (Chancellor y Lyubomirsky, 2014Chancellor, J. y Lyubomirsky, S. (2014). Money for Happiness: The Hedonic Benefits of Thrift. En: Tatzel, M. (ed.). Consumption and Well-Being in the Material World. Dordrecht: Springer, pp. 13-47. https://doi.org/10.1007/978-94-007-7368-4_2.); o lo que es lo mismo, comprar productos frente a vivir experiencias, en términos más mercadotécnicos.

En ese sentido, varios son los estudios que afirman que esta segunda opción nos reporta una felicidad más sólida y duradera que el hecho de adquirir bienes materiales (Carter y Gilovich, 2012Carter, T. J. y Gilovich, T. (2012). I Am What I Do, Not What I Have: The Differential Centrality of Experiential and Material Purchases to the Self. Journal of Personality and Social Psychology, 102 (6), pp. 1304-1317. https://doi.org/10.1037/a0027407.; Diener, Horwitz y Emmons, 1985Diener, E., Horwitz, J. y Emmons, R. A. (1985). Happiness of the Very Wealthy. Social Indicators Research, 16, pp. 263-274. https://doi.org/10.1007/BF00415126.; Gilovich y Kumar, 2015Gilovich, T. y Kumar, A. (2015). We’ll Always Have Paris: The Hedonic Payoff from Experiential and Material Investments. Advances in Experimental Social Psychology, 51, pp. 147-187. https://doi.org/10.1016/bs.aesp.2014.10.002.; Gilovich, Kumar y Jampol, 2015Gilovich, T., Kumar, A. y Jampol, L. (2015). A wonderful life: experiential consumption and the pursuit of happiness. Journal of Consumer Psychology, 25 (1), pp. 152-165. https://doi.org/10.1016/j.jcps.2014.08.004.; Howell, Pchelin e Iyer, 2012Howell, R. T., Pchelin, P. y Iyer, R. (2012). The preference for experiences over possessions: Measurement and construct validation of the Experiential Buying Tendency Scale. The Journal of Positive Psychology, 7 (1), pp. 57-71. https://doi.org/10.1080/17439760.2011.626791.). Varias son las razones por las que ello puede ocurrir, como el hecho de que las experiencias son menos proclives a la adaptación hedónica; esto es, al hecho de que las personas acaben acostumbrándose a todo objeto o estímulo que suscite cualquier tipo de respuesta emocional (Armenta, Jacobs Bao, Lyubomirsky y Sheldon, 2014Armenta, C., Jacobs Bao, K., Lyubomirsky, S. y Sheldon, K. M. (2014). Is Lasting Change Possible? Lessons from the Hedonic Adaptation Prevention Model. En: Sheldon, K. M. y Lucas, R. E. (eds.). Stability of Happiness. Theories and evidence on Whether Happiness Can Change?. New York: Elsevier, pp. 57-74. https://doi.org/10.1016/B978-0-12-411478-4.00004-7.; Carter y Gilovich, 2014Carter, T. J. y Gilovich, T. (2014). Getting the Most for the Money: The Hedonic Return on Experiential and Material Purchases. En: Tatzel, M. (ed.). Consumption and Well-Being in the Material World. Dordrecht: Springer, pp. 49-62. https://doi.org/10.1007/978-94-007-7368-4_3.; Gilovich y Kumar, 2015Gilovich, T. y Kumar, A. (2015). We’ll Always Have Paris: The Hedonic Payoff from Experiential and Material Investments. Advances in Experimental Social Psychology, 51, pp. 147-187. https://doi.org/10.1016/bs.aesp.2014.10.002.).

Asimismo, Peng y Ye (2015Peng, Z. y Ye, M. (2015). An Introduction of Purchase Types and Happiness. Journal of Service Science and Management, 8 (1), pp. 132-141. https://doi.org/10.4236/jssm.2015.81016.) y Van Boven y Gilovich (2003Van Boven, L. y Gilovich, T. (2003). To Do or to Have? That Is the Question. Journal of Personality and Social Psychology, 85 (6), pp. 1193-1202. https://doi.org/10.1037/0022-3514.85.6.1193.) también exploran la diferente relación que tiene con la felicidad la adquisición de bienes materiales frente a la adquisición de experiencias. Estas hacen más feliz al individuo por cinco vías diferentes. En primer lugar, porque una buena experiencia irá mejorando en el recuerdo con el tiempo, en lo que coinciden con Howell y Guevarra (2013Howell, R. T. y Guevarra, D. A. (2013). Buying happiness: Differential consumption experiences for material and experiential purchases. En: Columbus, A. M. (ed.). Advances in Psychology Research. Hauppauge, NY: Nova Science Publishers, pp. 57-69.); en segundo lugar, las experiencias tienen lazos más estrechos con el yo, pasan a formar parte de la trayectoria vital de la persona con mayor intensidad. Las experiencias, en tercer lugar, a diferencia de los bienes materiales, se prestan menos a la comparación social, algo cuyo antagonismo con la felicidad es bien conocido. En cuarto lugar, las experiencias suelen cubrir necesidades sociales y afectivas, al ser vividas muchas de ellas en compañía; tal vez por ello sean más perdurables, al menos a priori, en la memoria. Las experiencias parecen, por tanto, más capaces de producir felicidad, además de por todo lo dicho, porque son algo que tras ser vivido podemos contar y relatar a los demás, compartir con ellos, etc., algo nada baladí, como señalan Kumar y Gilovich (2015Kumar, A. y Gilovich, T. (2015). Some "Thing" to Talk About? Differential Story Utility from Experiential and Material Purchases. Personality and Social Psychology Bulletin, 41 (10), pp. 1320-1331. https://doi.org/10.1177/0146167215594591.).

Por tanto, dejando aparte que la mayor felicidad en relación al dinero podría venir de gastarlo no solo con los demás (Caprariello y Reis, 2013Caprariello, P. A. y Reis, H. T. (2013). To Do, to Have, or to Share? The Value of Experiences Over Material Possessions Depends on the Involvement of Others. Journal of Personality and Social Psychology, 104 (2), pp. 199-215. https://doi.org/10.1037/a0030953.), sino en los demás (Aknin et al., 2013Aknin, L. B., Barrington-Leigh, C. P., Dunn, E. W., Heliwell, J. F., Burns, J., Biwas-Diener, R., Kemeza, I., Nyende, P., Ashton-James, C. E. y Norton, M. I. (2013). Prosocial Spending and Well-Being: Cross-Cultural Evidence for a Psychological Universal. Journal of Personality and Social Psychology, 104 (4), pp. 635-652. https://doi.org/10.1037/a0031578.; Aknin, Broesch, Hamlin y van de Vondervoort, 2015Aknin, L. B., Broesch, T., Hamlin, J. K. y van de Vondervoort, J. W. (2015). Prosocial Behavior Leads to Happiness in a Small-Scale Rural Society. Journal of Experimental Psychology, 144 (4), pp. 788-795. https://doi.org/10.1037/xge0000082.), parece lícito pensar que estaríamos ante un tipo de consumo, el experiencial, con una carga eudaimónica de partida mayor que el de los bienes u objetos. Ahora bien, esta dicotomía tiene sus matices. Aunque hay quien aboga por separar en dos categorías estancas el consumo de bienes del de experiencias (Schmitt, Brakus y Zarantonello, 2015Schmitt, B., Brakus, J. J. y Zarantonello, L. (2015). From experiential psychology to consumer experience. Journal of Consumer Psychology, 25 (1), pp. 166-171. https://doi.org/10.1016/j.jcps.2014.09.001.), lo cierto es que son más los autores que defienden que estaríamos ante dos extremos de un mismo continuum (Peng y Ye, 2015Peng, Z. y Ye, M. (2015). An Introduction of Purchase Types and Happiness. Journal of Service Science and Management, 8 (1), pp. 132-141. https://doi.org/10.4236/jssm.2015.81016.; Dunn y Norton, 2013Dunn, E. y Norton, M. (2013). Happy Money. The Science of Smarter Spending. Simon & Schuster.; Guevarra y Howell, 2015Guevarra, D. A. y Howell, R. T. (2015). To have in order to do: Exploring the effects of consuming experiential products on well-being. Journal of Consumer Psychology, 25 (1), pp. 28-41.).

 

4. PROPUESTAS PARA UN CONSUMO QUE PRODUZCA MÁS FELICIDAD Top

La línea dominante en la bibliografía asocia determinados modos de consumo con niveles más elevados de satisfacción personal y felicidad, y previene de formas menos saludables de relación con los bienes materiales. Uno de los iniciadores de esta línea argumental fue J. K. Galbraith (1958Galbraith, J. K. (1958). The Affluent Society. Londres: Hamilton.), quien ya a mitad del siglo XX denunciaba cómo los incipientes medios de promoción comercial iban generando necesidades en la población, que sin embargo no mejoraban su bienestar cuando consumía los bienes cuya necesidad había sido artificialmente inducida por medio del marketing. A pesar de que los planteamientos de Galbraith han sido frecuentemente criticados por la bibliografía, algunos de sus argumentos siguen ofreciendo conclusiones firmes. En esta línea, Dutt (2008Dutt, A. K. (2008). The Dependence Effect, Consumption and Happiness: Galbraith Revisited. Review of Political Economy, 20 (4), pp. 527-550. https://doi.org/10.1080/09538250802308919.) reafirma las conclusiones de Galbrith e introduce el elemento de comparación: aunque el consumidor es libre para elegir qué y cuánto consumir, su decisión está fuertemente marcada por los niveles de consumo de la sociedad en que se incardina. El consumo de bienes cuyo deseo ha sido artificialmente inducido ni siquiera genera utilidad auto-percibida por el consumidor, y además genera efectos macroeconómicos adversos al agravar la brecha de desigualdad social.

Ahuvia (2002Ahuvia, A. C. (2002). Individualism/Collectivism and Cultures of Happiness: A Theoretical Conjecture on the Relationship between Consumption, Culture and Subjective Well-Being at the National Level. Journal of Happiness Studies, 3 (1), pp. 23-36. https://doi.org/10.1023/A:1015682121103.) también incide en la importancia del contexto cultural para determinar la influencia del consumo en los niveles de bienestar y felicidad. En su trabajo plantea que los países ricos arrojan un mayor nivel de bienestar que los países más pobres, lo cual podría llevarnos a establecer un vínculo entre consumo y bienestar. Sin embargo, cuando se lleva la comparación a individuos procedentes del mismo país, la diferencia en el nivel de ingresos apenas incide en los niveles de bienestar y felicidad reconocidos por los individuos, siempre y cuando las necesidades básicas estén cubiertas. Su conclusión es que los países más desarrollados generan personalidades más individualistas, que posibilitan que sus ciudadanos se sientan más orientados hacia la búsqueda de su propio camino de desarrollo personal, y menos inclinados a generar una buena imagen social. Sus conclusiones son en gran medida coincidentes con las de Headey, Muffels y Wooden (2008Headey, B., Muffels, R. y Wooden, M. (2008). Money Does not Buy Happiness: Or Does It? A Reassessment Based on the Combined Effects of Wealth, Income and Consumption. Social Indicators Research, 87 (1), pp. 65-82. https://doi.org/10.1007/s11205-007-9146-y.).

En lo relativo a los modos de consumo que producen más felicidad, la bibliografía aporta algunas conclusiones interesantes. Así, Cohen y Vandenbergh (2008Cohen, M. A. y Vandenbergh, M. P. (2008). Consumption, Happiness, and Climate Change. [En línea]. Disponible en: http://www.rff.org/files/sharepoint/WorkImages/Download/RFF-DP-08-39.pdf.) asocian mayores niveles de bienestar y felicidad con un consumo respetuoso con el medio ambiente. Guven (2012Guven, C. (2012). Reversing the Question: Does Happiness Affect Consumption and Savings Behavior?. Journal of Economic Psychology, 33 (4), pp. 701-717. https://doi.org/10.1016/j.joep.2012.01.002.) se plantea la misma cuestión pero invirtiendo los términos: cuando una persona es feliz, ¿cambian sus hábitos de consumo y su propensión al ahorro? Este trabajo ofrece algunas conclusiones interesantes: las personas felices ahorran más, gastan menos, tienen menor propensión marginal para consumir, toman más tiempo para tomar decisiones y controlan más sus gastos. Sin embargo, y a pesar de que su trabajo parece prometer lo contrario, no termina de aclarar cuál es la dirección del nexo causal: ¿es la felicidad la que provoca esos cambios o viceversa?

DeLeire y Kalil (2010DeLeire, T. y Kalil, A. (2010). Does consumption buy happiness? Evidence from the United States. International Review of Economics, 57 (2), pp. 163-176. https://doi.org/10.1007/s12232-010-0093-6.) ofrecen evidencias empíricas que muestran que la única componente del consumo que se relaciona positivamente con la felicidad es el consumo de ocio. En cambio, el consumo en bienes duraderos, obras de caridad, cuidado personal y salud, comida, coches e inmuebles no se relacionan de forma significativa con la felicidad. Según los autores, el hecho de que el consumo mejore los niveles de bienestar tiene que ver con el incremento de los niveles relacionales de la persona.

Uno de los contextos de pensamiento desde el que se propone consumir menos como vía de desarrollo personal y mejora del bienestar y la felicidad es el movimiento a favor del decrecimiento (Gisbert Aguilar, Generar valor y felicidad reduciendo la utilización de materia y energía; Koch, Money, Happiness and Human Needs: Shifting Priorities in Degrowth Research?; Taibo, 2016Taibo, C. (2016). La parábola del pescador mexicano. Sobre trabajo, necesidades, decrecimiento y felicidad. Madrid: Catarata.).

 

5. CONCLUSIONES Top

La línea dominante en las evidencias halladas por la comunidad científica apunta a que un mayor materialismo se asocia con una menor felicidad. Esto se complementa con las conclusiones obtenidas por Dittmar et al. (2014Dittmar, H., Bond, R., Hurst, M. y Kasser, T. (2014). The Relationship Between Materialism and Personal Well-Being: A Meta-Analysis. Journal of Personality and Social Psychology, 107 (5), pp. 879-924. https://doi.org/10.1037/a0037409.) sobre la ausencia de diferencias en cuanto a materialismo según edad, género, estado civil o nivel educativo, aunque sí lo tiene el estatus o el nivel socioeconómico, como observaron Thomas y Miller (2013Thomas, R. y Millar, M. (2013). The Effects of Material and Experiential Discretionary Purchases on Consumer Happiness: Moderators and Mediators. The Journal of Psychology, 147 (4), pp. 345-356. https://doi.org/10.1080/00223980.2012.694378.).

Como decíamos más arriba, el concepto de materialismo al que hemos estudiado se asocia no tanto al hecho de consumir de manera excesiva en términos generales (Lee y Ahn, 2016Lee, M. S. W. y Ahn, C. S. Y. (2016). Anti-consumption, Materialism, and Consumer Well-being. The Journal of Consumer Affairs, 50 (1), pp. 18-47. https://doi.org/10.1111/joca.12089.) cuanto a mostrar excesivo apego por los bienes materiales. O al menos, mayor apego a los mismos frente al que se pueda tener por hacer cosas o vivir experiencias. Si bien hay quien postula el anticonsumo generalizado como la vía de acercamiento a una felicidad más auténtica (Lee y Ahn, 2016Lee, M. S. W. y Ahn, C. S. Y. (2016). Anti-consumption, Materialism, and Consumer Well-being. The Journal of Consumer Affairs, 50 (1), pp. 18-47. https://doi.org/10.1111/joca.12089.), pensamos que otra vía menos maximalista podría venir de dividir el consumo en las dos categorías ya expuestas: no parece lo mismo preferir cosas que preferir acciones o experiencias. Ambos tipos de consumo tendrían distinta relación con la felicidad, como hemos observado. Estos resultados están siendo corroborados por estudios provenientes de disciplinas muy diversas (Manchanda, Abidi y Mishra, 2015Manchanda, R., Abidi, N. y Mishra, J. K. (2015). Assessing materialism in Indian urban youth. Management: Journal of Contemporary Management Issues, 20 (2), pp. 181-203.). Así, por ejemplo, dentro de lo que en un momento dado podríamos encajar también bajo el paraguas de las “sciences of spending” de Dunn y Weidman (2015Dunn, E. W. y Weidman, A. C. (2015). Building a science of spending: Lessons from the past and directions for the future. Journal of Consumer Psychology, 25 (1), pp. 172-178. https://doi.org/10.1016/j.jcps.2014.08.003.), el economista Bruni (2010Bruni, L. (2010). The happiness of sociality. Economics and eudaimonia: A necessary encounter. Rationality and Society, 22 (4), pp. 383-406. https://doi.org/10.1177/1043463110374500.) ya planteaba también la dicotomía posesiones/experiencias, y lo hacía en términos de bienes de consumo ordinario (ordinary consumption) frente a bienes relacionales (relational goods), a los cuales, al implicar vivencia o experiencia vivida, les achaca un mayor potencial para generar felicidad, principalmente por la vía eudaimónica. Volviendo a la psicología positiva, tal vez el consumir cualquier tipo de experiencia sea ya una actividad positiva en sí, como afirman Lyubomirsky y Layous (2013Lyubomirsky, S. y Layous, K. (2013). How Do Simple Positive Activities Increase Well-Being?. Current Directions in Psychological Science, 22 (1), pp. 57-62. https://doi.org/10.1177/0963721412469809.), aunque haciendo la salvedad de que pueden existir variables que hacen ajustar o no un determinado tipo de actividad a una persona concreta, o viceversa. No ignoramos aquí el hecho de que es posible incurrir en un cierto consumismo de experiencias, y que es frecuente encontrar personas orientadas de forma reiterada a realizar este consumo con cierta compulsión. Obviamente, este tipo de consumo de experiencias se aproxima al materialismo entendido como apego a los bienes materiales (en este caso, al placer que reporta la realización de determinadas experiencias). No obstante, aquí nos estamos refiriendo a un tipo de consumo de experiencias matizado por la virtud aristotélica entendida como búsqueda de un punto medio que escape de las posiciones extremas, y que lo cualifica como más virtuoso que el material por los cinco motivos antes expuestos: mejora en el recuerdo, incorporación a la trayectoria vital de la persona, menor propensión a la comparación social, relación con necesidades sociales y afectivas, y perdurabilidad (Howell y Guevarra, 2013Howell, R. T. y Guevarra, D. A. (2013). Buying happiness: Differential consumption experiences for material and experiential purchases. En: Columbus, A. M. (ed.). Advances in Psychology Research. Hauppauge, NY: Nova Science Publishers, pp. 57-69.). En definitiva, se trata de aspectos que tienen que ver con el desarrollo de la trayectoria personal y de nuestras posibilidades de socialización, lo cual encaja con el ergon o finalidad propia del ser humano en el sistema aristotélico, ya que el estagirita entiende al hombre como animal político (zoon politikon) y ser social por naturaleza.

Al margen de esas posibles variables, es cierto que el hecho de que las experiencias proporcionen mayor felicidad hedónica y eudaimónica confluye con los postulados de la Self-Determination Theory (Ryan, 2009Ryan, R. M. (2009). Self-determination Theory and Wellbeing. Social Psychology, 84 (822), p. 848.), ya que el consumo de experiencias permite una mayor satisfacción de necesidades psicológicas básicas como autonomía, competencia y filiación. Otro punto de conexión del consumo de experiencias con la felicidad puede ser el que señalan Kumar y Gilovich (2016Kumar, A. y Gilovich, T. (2016). To do or to have, now or later? The preferred consumption profiles of material and experiential purchases. Journal of Consumer Psychology, 26 (2), pp. 169-178. https://doi.org/10.1016/j.jcps.2015.06.013.) o Kumar, Killingsworth y Gilovich (2014Kumar, A., Killingsworth, M. A. y Gilovich, T. (2014). Waiting for Merlot: anticipatory consumption of experiential and material purchases. Psychological Science, 25 (10), pp. 1924-1931. https://doi.org/10.1177/0956797614546556.). Estos autores afirman que las experiencias permiten disfrutar más que los objetos del tiempo de carencia, demora o espera de su disfrute, lo cual refuerza su carácter eudaimónico. La capacidad de esperar y postergar una recompensa mayor, en detrimento de una inmediata pero menor, es sinónimo de una madurez racional y emocional que, a la postre, puede conectar con el crecimiento eudaimónico (Kahneman, 2011Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. New York: Farrar, Straus, and Giroux.). De alguna manera, las experiencias inciden más sosegadamente en la naturaleza deseante de los consumidores que los bienes materiales. En relación con ello, cabe señalar el reciente estudio de Delle Fave et al. (2016Delle Fave, A., Brdar, I., Wissing, M. P., Araujo, U., Castro Solano, A., Freire, T., Hernández-Pozo, M. R., Jose, P., Martos, T., Nafstad, H. E., Nakamura, J., Singh, K. y Soosai-Nathan, L. (2016). Lay Definitions of Happiness across Nations: The Primacy of Inner Harmony and Relational Connectedness. Frontiers in Psychology, 7, 30. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2016.00030.) en el que han sondeado la definición popular de felicidad en una larga lista de países, encontrando patrones comunes más que interesantes. Como principal factor interno que supuestamente sustenta la felicidad, los encuestados destacaron la armonía y la paz interior. En cuanto a los factores externos o del entorno, la familia y las relaciones sociales ganaron sobradamente. Por tanto, el tener menos deseos de objetos o bienes materiales, esto es, ser menos materialista, podría ser satisfactorio también por la vía de, al menos, atentar menos contra esa armonía interior. Los bienes materiales facilitan, asimismo, mayor comparación social de los consumidores, lo cual también podría ser un obstáculo para esa paz interna.

En paralelo, dado que frecuentemente compartimos las experiencias con otros, estarían fortaleciendo el primer agente capaz de producir felicidad en nuestro entorno, las relaciones y los afectos. Al mismo tiempo, cabe pensar también que podrían estar funcionando no solo como generadoras de felicidad, como decimos, sino también como antídoto o como barrera de contención ante una posible depresión, al mitigar la probabilidad de aparición de algunos de sus síntomas.

En otro orden de cosas, la bibliografía revisada arroja conclusiones claras sobre las posibilidades de medición, siempre complicada, de las variables estudiadas y de su relación entre sí. Hasta el momento, la observación de todo ello se ha llevado a cabo preeminentemente a través de mediciones autodeclarativas, con escalas que no dejan de comportar cierta subjetividad y variabilidad en la interpretación de las mismas, los ítems, sus valores, etc. (Frederick y Loewenstein, 1999Frederick, S. y Loewenstein, G. (1999). Hedonic Adaptation. En: Kahneman, D. (ed.). Well-being: The Foundations of Hedonic Psychology. New York: Russel Sage Foundation, pp. 302-329.), en especial en constructos tan esquivos como los que estamos analizando. Por ello, los recientes estudios que incorporan mediciones de carácter implícito suponen un paso adelante en ese sentido.

En cuanto a las limitaciones del estado de la cuestión y sus posibles líneas futuras de investigación, consideramos que sería deseable incorporar otras variables que pudieran estar mediando en la relación de la felicidad y la depresión con el materialismo. Tal es el caso, por ejemplo, de la personalidad y los rasgos que la conforman (Puente-Díaz y Cavazos Arroyo, 2015Puente-Díaz, R. y Cavazos-Arroyo, J. (2015). The influence of personality dimensions on material and frugal values. Anales de Psicología, 31 (1), pp. 37-44. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4920152.) o de la autoestima, algo también importante en especial en los jóvenes (Chaplin y John, 2010Chaplin, L. N. y John, D. R. (2010). Interpersonal influences on adolescent materialism: A new look at the role of parents and peers. Journal of Consumer Psychology, 20, pp. 176-184. https://doi.org/10.1016/j.jcps.2010.02.002.). Tampoco es frecuente que en los estudios que relacionan materialismo e (in)felicidad se tengan en cuenta las expectativas en cuanto a la calidad de vida esperable o la situación personal y socioeconómica (Sirgy et al., 2011Sirgy, M. J., Gurel Atay, E., Webb, D., Cicic, M., Mehmedovic, M. H., Ekici, A., Herrmann, A., Hegazy, I., Lee, D. J. y Johar, J. S. (2011). Is Materialism All That Bad? Effects on Satisfaction with Material Life, Life Satisfaction, and Economic Motivation. Social Indicators Research, 110 (1), pp. 349-366. https://doi.org/10.1007/s11205-011-9934-2.) u otros factores psicosociales. Tal es el caso de la familia, así como el grupo de pares y el apoyo social de otros conglomerados sociales (Christopher y Schlenker, 2004Christopher, A. N. y Schlenker, B. R (2004). Materialism and affect: The role of self-presentational concerns. Journal of Social and Clinic Psychology, 23 (2), pp. 260-272. https://doi.org/10.1521/jscp.23.2.260.31022.), algo que ciertamente es relevante a la hora de transmitir o no valores materialistas a los individuos (Goldberg, Gorn, Peracchio y Bamossy, 2003Goldberg, M. E., Gorn, G. J., Peracchio, L. A. y Bamossy, G. (2003). Understanding Materialism Among Youth. Journal of Consumer Psychology, 13 (3), pp. 278-288. https://doi.org/10.1207/S15327663JCP1303_09.). Por otro lado, la bibliografía no termina de fijar con claridad el sentido de la causalidad: ¿estamos en condiciones de dictaminar si es el materialismo lo que causa una mayor tendencia a la depresión y un menor nivel de felicidad o es a la inversa? En ese sentido, coincidimos con Dittmar et al. (2014Dittmar, H., Bond, R., Hurst, M. y Kasser, T. (2014). The Relationship Between Materialism and Personal Well-Being: A Meta-Analysis. Journal of Personality and Social Psychology, 107 (5), pp. 879-924. https://doi.org/10.1037/a0037409.) en que la exploración de dicha causalidad sería algo necesario y prioritario para futuras líneas de trabajo, en aras de dar con modelos de intervención que pudieran fomentar el bienestar y la felicidad de los consumidores.

Aun con todo, el presente trabajo viene a subrayar la importancia del estudio de la eudaimonia en el consumo frente a la hedonia, la cual ha sido estudiada desde hace más tiempo con relación al bienestar (Hirschman y Holbrook, 1982Hirschman, E. C. y Holbrook, M. B. (1982). Hedonic Consumption: Emerging Concepts, Methods and Propositions. Journal of Marketing, 46 (3), pp. 92-101. https://doi.org/10.2307/1251707.). Esto es algo que consideramos importante en el escenario actual, por otro lado, para las marcas y empresas a la hora de decidir cómo configurar la oferta. En ese sentido, parece que todo aquello que pueda ser convertido en experiencia, podría ofrecer mejores resultados, no solo para el consumidor y su eudaimonia, sino también para las marcas y empresas, y a la larga para la sociedad en su conjunto. De acuerdo con Gilovich, Kumar y Jampol (2015Gilovich, T., Kumar, A. y Jampol, L. (2015). A wonderful life: experiential consumption and the pursuit of happiness. Journal of Consumer Psychology, 25 (1), pp. 152-165. https://doi.org/10.1016/j.jcps.2014.08.004.), los agentes sociales y económicos, públicos y privados, debieran aprovechar ese mayor retorno hedónico y eudaimónico que ofrece la inversión en experiencias por parte del consumidor. A la postre, esto haría crecer también el bienestar social, habida cuenta de la cantidad de problemas que acarrea el exceso de materialismo. Así, cabe preguntarse: ¿ha de seguir siendo necesariamente el materialismo la fuerza impulsora de la sociedad de consumo moderna? Visto lo visto, parece que, si queremos avanzar hacia eso que viene en llamarse economía de la felicidad, o en términos de Crespo y Mesurado (2014Crespo, R.F. y Mesurado, B. (2014). Happiness Economics, Eudaimonia and Positive Psychology: From Happiness Economics to Flourishing Economics. Journal of Happiness Studies, 16 (4), pp. 931-946. https://doi.org/10.1007/s10902-014-9541-4.), flourishing economics, el viraje hacia las experiencias se muestra harto interesante. Entre otras cosas, porque la huella ecológica de esa economía de las experiencias, en términos de materias primas, residuos, etc., se intuye más virtuosa y menos perjudicial que la que pueda tener el consumismo materialista. En la misma línea se expresaba Antonio Genovesi, uno de los padres de la conocida como economía civil, esa otra tradición económica clave que apunta en la misma dirección. Genovesi pretende escapar de una concepción del mercado entendido como lugar de aprovechamiento y maximización del interés particular, puesto que, para él, la adecuada gestión de los bienes es aquella que conduce a la felicidad, lo cual requiere un comportamiento virtuoso alejado del materialismo: es ley del Universo que no se puede lograr la felicidad propia sin posibilitar la de los demás (Genovesi, 1963Genovesi, A (1963). Autobiografia e lettere. Milán: Feltrinelli., p. 84). Por eso, dirá, hace falta ser virtuoso para ser feliz: somos seres capaces de virtud, y esta virtud no debe ser una voz vana y quimérica, sino verdadera y real (Genovesi, 1765/2013Genovesi, A. (1765/2013). Lezioni di economia civile. Milán: Vita e Pensiero., p. 2).

De una manera multidisciplinar, el presente estudio pretende recuperar la voz de Genovesi al albur de los últimos avances en la observación científica de la relación entre felicidad, depresión y materialismo. Esperamos que ello sirva, por otro lado, para ayudar a individuos y familias, en tanto que consumidores, a adoptar decisiones de compra que sean hedónica y eudaimónicamente más “inteligentes”, por tomar la expresión de Dunn y Norton (2013Dunn, E. y Norton, M. (2013). Happy Money. The Science of Smarter Spending. Simon & Schuster.). Esto es, a adoptar un consumo más virtuoso para sí, para los demás y para el planeta en última instancia, y que aquí aproximamos grosso modo, y dejando aparte toda salvedad por el momento, con la preferencia por experiencias en detrimento de las posesiones materiales.

En conclusión, los resultados aquí presentados vienen a sumarse a otros estudios previos que dan vigencia más que nunca a aquel prius eudemonista de los tiempos clásicos que, alimentado siglos más tarde por la elaboración ilustrada de la mencionada economía civil, consideraba la búsqueda de placeres y riquezas materiales como obstáculo para la consecución de la verdadera felicidad. El materialismo o apego extremo a lo material es notoriamente diferente a la búsqueda de experiencias, entendiéndose aquel como algo claramente “tóxico” para nuestro bienestar, como decían Solberg, Diener y Robinson (2004Solberg, E. G., Diener, E. y Robinson, M. D. (2004). Why are materialists less satisfied?. En: Kasser, T. y Kanner, A. D. (eds.). Psychology and Consumer Culture: The Struggle for a Good Life in a Materialistic World. Washington, D C: American Psychological Association, pp. 29-48.). Tan tóxico como aquellas manos del rey Midas, que convertían en oro todo lo que tocaban. Incluso a su propia hija, cuyo nombre, Zoe, significa vida. Al ser abrazada por su padre, Zoe quedó también convertida en oro, siendo despojada no ya de su sonrisa y su felicidad, sino de la vida misma. Y ¿qué es la vida sino la suma de todas esas pequeñas y grandes vivencias que seamos capaces de atesorar?

 

NOTAS Top

[1]

Entendemos “materialismo” no en sentido filosófico, por remisión a las doctrinas que consideran que la realidad está compuesta de corpúsculos que poseen propiedades mecánicas y actúan unos sobre los otros de acuerdo con leyes mecánicas expresables matemáticamente (Ferrater Mora, 2001Ferrater Mora, J. (2001). Diccionario filosófico. Barcelona: Ariel., s.v. materialismo), sino en el sentido de dar un lugar preeminente en los estilos de vida y en las prioridades personales a la posesión de bienes materiales. El planteamiento central de este trabajo, por tanto, es que invertir recursos en experiencias de vida hace a las personas más felices que invertir en posesiones materiales (Van Boven, 2005Van Boven, L. (2005). Experientialism, Materialism, and the Pursuit of Happiness. Review of General Psychology, 9 (2), pp. 132-142. https://doi.org/10.1037/1089-2680.9.2.132., p. 132).

 

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