RESEÑAS DE LIBROS/BOOK REVIEWS

 

RESEÑA DEL LIBRO "PUERTA PRINCIPAL"

 

Guadalupe Arbona Abascal Puerta principal Madrid: Encuentro, 2017, 192 pp. ISBN: 978-84-9055-188-2

 

En el contexto de la cada vez más abundante literatura confesional y de la predilección por la estética del fragmento, Puerta principal destaca como un libro de gran belleza y profundidad, un texto inusual por muchos motivos.

En primer lugar, su sinceridad y transparencia. No suelen serlo los textos confesionales pese a su intención declarada, ya que en el esfuerzo de verificarse a sí mismos, de resultar genuinos, acaban construyendo al personaje que se sincera en la confesión íntima. El texto de Arbona sortea este peligro desde el origen porque nace como auténtico memorando privado y solo paulatinamente ha ido abriéndose a otros interlocutores, siempre próximos y comprensivos, para más tarde abarcar un público general. En su inicio, el libro solo pretendía tomar nota de lo que iría ocurriendo en un intervalo de tiempo desconocido, a lo largo de un viaje que la autora emprendía a pesar de sí misma y del que se ignoraba todo, duración, itinerario, destino incluso.

Esta difícil y peligrosa travesía era la experiencia de una enfermedad grave. Con el principio del tratamiento de la enfermedad, en un mes de enero, dan comienzo también las notas de ese diario personal que será prolongado durante los diez meses de la vida de una profesora universitaria, todo un curso académico, que se convierte en un insólito año sabático en el que se revisa todo y todo es reiniciado de nuevo. Un tiempo de esperanza e incertidumbre, de indagación y descubrimientos. Las breves entradas de este diario tratan de apresar cualquier indicio que sirva para comprender qué significa esta experiencia para la propia vida y para la de aquellos a los que se ama.

Responden los apuntes del diario a una invitación clara: atender a los signos de vida que van mostrándose en el peligroso periplo de la enfermedad. Así se van tejiendo día a día estas páginas con la hermosa profundidad de quien confiesa pero no exhibe, de quien muestra su interior y continúa manteniendo su pudor e intimidad. Y las entradas del diario toman nota de las revelaciones de la belleza natural que pugnan por dejarse ver en mitad del artificio (los cielos, los pájaros, las briznas de hierba y flores que resurgen en los resquicios del asfalto), epifanías de la belleza espiritual que desvela una misteriosa hechura (aquellos con los que se convive, aquellos que han plasmado su sensibilidad en la literatura y el arte). El anhelo de belleza agranda cada vez más la capacidad de celebración del mundo y transfigura el modo de mirar, el punto de vista sobre uno mismo también. El libro de Arbona contiene la verdad de lo que no pretende ser mostrado sino compartido.

Por otro lado, como buena conocedora de la tradición literaria, la escritora dice muchas cosas importantes con la metáfora sugestiva que da título a su libro, la puerta, umbral por excelencia para una experiencia de umbral como es la suya. No una puerta cualquiera, sino la principal del edificio, aquella que atravesamos como dueños o al menos invitados dilectos, por derecho propio, a la vista de todos, sin subterfugios ni disimulos. A un lado y al otro están el edificio que nos acoge o el espacio exterior.

Es también la puerta un umbral donde se aguarda; y la protagonista de estas páginas espera a lo largo de su libro ante variados umbrales, en la consulta del médico, en el refugio de la casa -durante los días de malestar y flaqueza-, en el intervalo de cierta mejoría -entre un tratamiento y otro-, atenta a la revelación que le ofrecen sus lecturas (Cervantes, Dostoievski, Machado, Flannery O´Connor, Carver, Zambrano, Eliot), su meditación sobre el pasado y los encuentros con muchas personas.

Esta es otra de las notas significativas del libro, la paradoja del diario de una enferma que no se ocupa de sí misma, que no queda encapsulada en la situación que padece sino que es proyectada hacia el encuentro con “muchos”. La sensibilidad del enfermo a los signos de la destrucción y la muerte ha dado paso en este libro a la atención por todo lo que ocurre, no solo en sí misma, sino a su alrededor, en España y en el mundo, inexplicable actitud si no se comprende el propósito con que se abordaron estas páginas, indagar en el sentido que tiene esta experiencia. No es este un diario de soledad, no es un monólogo o soliloquio sino un diálogo continuo, a propósito de todas las incidencias del día, como hilo de oro que vincula todo el libro, de principio a final, y teje hermosas confidencias con Dios, en primer lugar, al que la narradora reconoce en todo lo que ocurre, y con todos los que le acompañan en la travesía.

La enfermedad vivida desde este punto de vista se convierte en un importante episodio biográfico que transfigura al yo, que lo ha instalado en un nuevo modo de mirar los objetos y de preguntarse por el sentido de la existencia.

La puerta que permite un ingreso o una salida es también en sí misma un paso, un presente, un instante en el que se concitan lo pasado, la memoria, y el futuro, la anticipación. Es la puerta de acceso a un modo más elevado de mirar y de sentir. Su primer fruto ha sido este texto traspasado de hermosura, luz, limpieza, lluvia y silencio.

 

Pilar Vega
Universidad Complutense de Madrid

 

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