RESEÑAS DE LIBROS/BOOK REVIEWS

 

RESEÑA DEL LIBRO "DE ÁVILA A CONSTANTINOPLA: LOS VIAJES FABULOSOS DE JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO"

 

Guadalupe Arbona Abascal, Antonio Martínez Illán, Anna Fomicheva (Kovrova) y Victoria Howell De Ávila a Constantinopla: los viajes fabulosos de José Jiménez Lozano Ávila: Diputación Provincial de Ávila. Institución Gran Duque de Alba, 2017, 222 pp. ISBN: 978-84-15038-71-9

 

El ensayo De Ávila a Constantinopla: los viajes fabulosos de José Jiménez Lozano es un estudio de la obra jimenezlozaniana a través del espacio real y literario de Ávila. Arbona Abascal, editora y especialista en Jiménez Lozano, ha dirigido la publicación, en la que han colaborado también Martínez Illán, Fomicheva (Kovrova) y Howell. Se ha contado con una beca de investigación de la Institución Gran Duque de Alba, dependiente de la Diputación Provincial de Ávila. El libro centra su análisis en la categoría narratológica del espacio de Ávila como origen de la cosmovisión y poética del escritor nacido en Langa, en la comarca abulense de La Moraña, en 1930. Ávila se asocia a la infancia, una etapa clave en la formación intelectual del niño. Este aprehendió entonces el mundo que, posteriormente, el escritor adulto ha reflejado literariamente en su obra.

Esos estudiosos de mi escritura de quienes hablaba van más allá, incluso, y pretenden que todo mi imaginario y mi universo literario están urdidos en mi experiencia infantil y que lo que luego he hecho ha sido simplemente extender a Langa como un pañuelo y envolver ahí las otras cosas del mundo. Y no soy yo precisamente el que pueda decir que son así las cosas, pero sí que de este modo me gustaría que fueran (p. 93).

En la introducción, «Asomarse a la infancia, otear el horizonte. A modo de preliminar», Arbona Abascal explica que Ávila no es un espacio estático y reducido para Jiménez Lozano, sino dinámico y abarcador. El niño aprendió a mirar el mundo (lo desconocido) más allá del universo conocido de la infancia.

La Ávila de José Jiménez Lozano está en el origen del escritor y de su obra: es la casa. Los territorios de la infancia, la adolescencia y la primera juventud entraron por sus ojos y llegaron a las entrañas. La mirada del escritor nace en la agudeza, intensidad y capacidad descubridora de lo que le rodea. Es difícil entender su mundo literario sin estas «presencias» de los primeros años. Al mismo tiempo, ya entonces intuyó que era imposible mirar lo familiar y entrañable sin ponerlo en relación con el mundo. En Ávila ve Constantinopla. Desde la casa ve el mundo (p. 13).

La obra se divide en cuatro capítulos en los que se afronta un viaje fabuloso en la obra jimenezlozaniana «que va de lo familiar y conocido hacia lo distinto y desconocido» (p. 14). Si los dos primeros capítulos recogen escritos y testimonios de Jiménez Lozano sobre Ávila, los dos últimos capítulos son artículos literarios sobre la obra del escritor. Se concluye con una galería de fotografías y una bibliografía que recuperan y justifican los espacios tratados en la publicación.

El primer capítulo, «La infancia de José Jiménez Lozano. La casa, la escuela, los primeros trayectos», a cargo de Arbona Abascal, ofrece una selección de escritos del premio Cervantes acerca de los espacios íntimos o homelands (empleando un término muy querido por Jiménez Lozano) de su infancia. En primer lugar, se justifica la escritura del escritor, que nace de la mirada inocente de la niñez, pues «escribir es conservar los ruidos, gestos e imágenes de niño» (p. 22), es decir, recuperar la memoria de «las fulguraciones de la infancia» (p. 25).

Por lo demás, no acierto a verme de niño. Mi infancia me parece un paraíso clausurado del que los recuerdos apenas si significan nada de lo que a mí me parece que había allí. Esos recuerdos son de naderías, y como ceniza en cuanto la infancia desapareció. Solo tienen cabida en la escritura, como la digo […] El resto de la vida es un exilio. Bernanos decía que la infancia nos sostiene también en la hora de la muerte. En realidad su recuerdo de verdadera patria nos acoge siempre (p. 25).

A continuación se presentan esos espacios fundamentales o homelands de la infancia de Jiménez Lozano que comparten ese viaje de ida y vuelta con la imaginación. Primero la casa, que no solo abarca el espacio físico de la vivienda, sino que engloba otros metafísicos: las candelas y los susurros, los objetos con los que se juega de niño, las personas y las gentes, los cuentos y las historias, o la lengua que para el autor es locus standi o casa del ser. Otro homeland es la escuela, en la que surgen las primeras lecturas y las palabras de los maestros. Los primeros trayectos del niño, desde Langa y sus inmediaciones hasta Ávila, permiten dibujar el mapa de La Moraña jimenezlozaniana, un escenario simbólico compuesto por los territorios y los viajes reales y ficticios, que aparece reflejado en la obra del autor. Por último, se ofrece el espacio de Ávila que se constituye como un lugar simbólico que separa la realidad y la fantasía; desde las murallas abulenses Jiménez Lozano contempla Constantinopla, es decir, traspasa el mundo conocido e íntimo de la infancia para soñar y ver el mundo.

Así que, ahora entiendo, por ejemplo, que no andaba yo muy equivocado, cuando de niño me traían a Ávila, que a mí me pareciera Constantinopla, aunque yo no supiera a ciencia cierta lo que Constantinopla era, pero sí algo muy hermoso y muy importante; y, desde luego, ésta resultó ser, más tarde, la más importante de mis rutas, y un homeland ciertamente (p. 109).

El segundo capítulo, «De piedras, colores y hombres. La Ávila constantinopolitana de José Jiménez Lozano», también firmado por Arbona Abascal, presenta una selección de textos pertenecientes al libro Ávila publicado por Jiménez Lozano en 1988, y que los estudiosos consideran clave para entender la poética del premio Cervantes. Arbona considera tres espacios fundamentales en este título: las murallas, la casa y la estancia. El movimiento espacial se ordena en la secuencia exterior-interior, es decir, desde fuera hacia dentro de la ciudad. «[…] las murallas contienen voces de la historia de la ciudad y las casas custodian memoria del vivir cotidiano, la mirada del escritor se detiene en la estancia como el «gran invento» abulense […]» (p. 116). La estancia, invento de Santa Teresa de Jesús, es el espacio para la revelación del ser, por ello es el lugar más íntimo y querido.

El tercer capítulo, «Encuentros con Teresa de Jesús», de Victoria Howell, aborda en la obra de Jiménez Lozano la figura de Teresa de Jesús, cuya existencia está íntimamente unida a Ávila, ciudad en la que la santa nació en 1515. Para Howell, la imagen más característica de Teresa de Jesús en la obra jimenezlozaniana es la de la escritora y monja caracterizada como viajera incansable. Asimismo, la especialista analiza el tratamiento de Jiménez Lozano del personaje de Teresa de Jesús en relación con el imaginario popular y con dos factores de la vida de la santa: su despreocupación por la honra y su relación con el Santo Oficio de la Inquisición. Howell confirma con su estudio que la presencia de Santa Teresa de Jesús es real en la obra jimenezlozaniana.

El cuarto capítulo, «Algunas noches blancas», coescrito por Antonio Martínez Illán y Anna Fomicheva (Kovrova), es un estudio comparado entre Dostoievski y Jiménez Lozano. El primer contacto del premio Cervantes con Dostoievski se remonta a su niñez en Ávila, cuando adquirió un ejemplar de Pobres gentes en un kiosko. Martínez Illán y Fomicheva (Kovrova) sostienen que Jiménez Lozano asumió aspectos claves de la poética de Dostoievski en la escritura de su obra. Los estudiosos rastrean las huellas de esta relación a través del empleo de algunos temas en Jiménez Lozano: los mapas en la infancia, la estepa rusa y las tormentas de nieve, los viajes a Rusia o el icono y la presencia de lo sagrado. En la coda final, se lleva a cabo un estudio conjunto entre Crimen y Castigo y Agua de noria, dos novelas que comparten el tema principal del crimen. Los dos teóricos concluyen que la influencia literaria de Dostoievski es constante en la obra de Jiménez Lozano.

En definitiva, como demuestra De Ávila a Constantinopla: los viajes fabulosos de José Jiménez Lozano, Ávila no es únicamente un espacio literario para Jiménez Lozano, sino que es una forma de contemplar el mundo, y esta mirada nutre de presencias la literatura jimenezlozaniana. Como de niño desde las murallas de Ávila emprendía viajes fabulosos que le llevaban con su imaginación a volar a Constantinopla, es decir, más allá de la tierra conocida, hacia lo desconocido y lo otro. En el presente el escritor lleva a cabo viajes fabulosos con su literatura, para ello mira el mundo a través de su ser, que descubre o se le revela en la estancia, en un diálogo, en soledad y silencio, consigo mismo; el resultado es su obra literaria.

 

Antonio Ayuso Pérez
Universidad Complutense de Madrid

 

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