ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura 198 (803-804)
enero-junio, 2022, a651
ISSN: 0210-1963, eISSN: 1988-303X
https://doi.org/10.3989/arbor.2022.803-804018

RESEÑAS DE LIBROS

BOOK REVIEWS

Laura González Alastuey

Universidad de Zaragoza

Izaskun Chinchilla Moreno. La ciudad de los cuidados. Madrid: Los libros de la Catarata, 2020. ISBN 978-84-1352-087-2

CONTENIDO

«Contemplamos, tocamos, escuchamos y medimos el mundo con toda nuestra existencia corporal y el mundo experiencial pasa a organizarse y articularse alrededor del centro del cuerpo» (Pallasmaa, 2014: 76).

La ciudad de los cuidados se publica en un momento de gran complejidad en el que la crisis sanitaria ha puesto de manifiesto la urgencia de repensar los modelos urbanos que de forma rutinaria se han ido perpetuando. El libro nos invita a reflexionar sobre cómo las ciudades actuales no responden a las necesidades de la mayoría de los ciudadanos y las ciudadanas. Estas ciudades de forma natural y aceptada separan a los agentes que participan de un modelo de ciudad productiva del resto. Fruto de esta tendencia, las actividades reproductivas quedan relegadas a un segundo plano y, como se muestra en el libro, la arquitectura de la ciudad es en parte responsable de esta situación.

Con esta realidad dialoga la autora, que cuenta con una extensa experiencia profesional en proyectos de investigación, docencia y experimentación en un tipo de urbanismo centrado en el ciudadano y en la ciudadana multidimensional. Este ensayo es una biografía profesional que sirve para entender su trayectoria y al mismo tiempo permite extraer información acerca de las infinitas posibilidades que tenemos para abordar los retos a los que se enfrentan las ciudades de hoy.

El libro se estructura en dos partes, Intemperie y Nido, ambas organizadas en siete capítulos. La primera se centra en un proyecto de «compromiso ciudadano» (p. 22) desarrollado para Sommers Town en Londres. Este proyecto, que ha sido fundamental en la trayectoria profesional de Izaskun Chinchilla, sirve como referente para fundamentar la importancia de la experiencia del ciudadano en el diseño de propuestas para el espacio urbano.

En el primer capítulo, la autora propone una reflexión inicial que pone en entredicho las limitaciones de lo institucional y lo normativo. Defiende que, del mismo modo que un término adquiere significados derivados de la experiencia personal, cada ciudadano elabora su propia imagen de la ciudad condicionado por sus vivencias. Así, la realidad personal se configura como un conjunto de significados derivados de lo subjetivo. Para una mejor comprensión de esta idea, es suficiente la lectura de la descripción cronológica de las conclusiones obtenidas durante los talleres organizados para el proyecto Biking to School.

La autora describe cómo en los primeros talleres se invitaba a niños y niñas de diferentes edades a reproducir sus rutas hacia el colegio. Para ello, como vemos en algunas de las imágenes, se servían de maquetas ricas en ornamentación de edificios emblemáticos con atractivo para todas las edades, además de un plano a gran escala, entre otros recursos. En el trascurso de las conversaciones con los participantes, estos y estas identificaron las diferentes razones de interés hacia los edificios atendiendo a la edad. Se dedujo, por ejemplo, que hasta los doce años los niños y niñas no valoraban la morfología. El enfoque de hacer arquitectura a partir de su forma carecía para ellos de sentido, pues en su memoria un edificio se distinguía de otro por sus experiencias individuales o colectivas con el mismo y por las sensaciones que les producía.

Ese estudio señala que, en los procesos de compromiso ciudadano, el individuo sin conocimiento técnico y el investigador se nutren de una relación bidireccional en la que ambos tienen protagonismo. En ella el primero obtiene «herramientas de evaluación y acción» y el segundo «datos empíricos» (p. 24). Este proyecto sin duda es un buen ejemplo de ambos tipos de aprendizaje. Durante el progreso del mismo, se educó a los participantes en las herramientas de navegación por la ciudad fabricada de cartón y se obtuvieron premisas que orientaban el camino hacia el bienestar en la ciudad para los niños y las niñas.

Precisamente cuando trascendemos del estereotipo de la ciudad productiva, podemos orientar nuestra atención a responder a las necesidades de un conjunto más amplio de la población. Este es el enfoque de la arquitectura y de la ciudad cuidadora que entienden la multidimensionalidad del ciudadano, que ya no es solo quien participa de la actividad económica. Este modelo urbano favorece un esquema claro, de fácil orientación y accesible para todos independientemente de la edad, las capacidades cognitivas u otros rasgos diferenciadores. Entiende los edificios desde el diálogo entre el interior privado y el exterior público. Medita el impacto para el peatón que camina entre los edificios y recibe sensaciones de seguridad, de estrés… Construye una identidad de la que nos sentimos partícipes y responsables. Esta ciudad de los cuidados, nacida con una ambición de trabajo a partir de la experiencia, podría parecer una utopía, pero se muestra como posible en la segunda parte del ensayo.

En Nido, cada capítulo se centra en propuestas concretas para siete objetos materiales. Fuera del contexto urbano estos podrían parecer insignificantes, pero su transformación puede conseguir en palabras de la autora «la modificación de grandes agendas ciudadanas» (p. 64). Para hacerlo tiene en cuenta la biodiversidad existente y la limitación de recursos económicos, de modo que las inversiones necesarias no sean la excusa para no ejecutar los proyectos.

Imaginemos una ciudad donde la morfología de las aceras no definiera la circulación del vehículo privado. Peatones y conductores negociarían la movilidad para respetar el paso de los primeros. Pensemos en un esquema urbano con zonas verdes de aparición esporádica en toda su extensión que desvanecieran los límites del comienzo y el final de las áreas de juego. La ciudad sería un estímulo para el esparcimiento y el disfrute tan necesario para mejorar la productividad. Dibujemos avenidas que cambien de uso los fines de semana y en las que el mobiliario urbano sea señalética suficiente para hacer comprensible esta nueva configuración. En un modelo de ciudad como este, los ciudadanos y las ciudadanas ejerceríamos una gobernanza activa y tomaríamos parte de las decisiones en materia de espacio público. Seríamos corresponsables de cubrir nuestras propias necesidades en el espacio habitado y consecuentemente nos sentiríamos más identificados con él. En este cambio de paradigma la importancia de los técnicos consiste en mostrar sus ventajas a los ciudadanos y en trabajar conjuntamente con los ellos, para quienes reivindica el derecho a ser consultados en los procesos de transformación de las ciudades.

Queda simplemente decir que La ciudad de los cuidados es un libro recomendable. Izaskun Chinchilla no pretende con él un recetario de normas rígidas acerca de cómo hacer ciudad, sino más bien inspirar un camino hacia el cambio. En ello radica el valor de este ensayo que me lleva a repensar en citas como la compartida al inicio. La psicología de la percepción, como escribe la autora, no es una asignatura formal que se enseñe en las universidades. En esta búsqueda personal, lecturas como esta se convierten en referencias a las que acudir en el estudio de una materia poco predecible. Invito a quien lo lea a que rememore sus percepciones urbanas personales, ya que su vivencia será un dato empírico más para alcanzar el bienestar en la ciudad a la que aspiramos.

REFERENCIAS

 

Pallasmaa, Juhani (2014). Los ojos de la piel: la arquitectura y los sentidos. Barcelona: Gustavo Gili.