ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura 198 (805)
julio-septiembre, 2022, a662
ISSN: 0210-1963, eISSN: 1988-303X
https://doi.org/10.3989/arbor.2022.805010

LA EDUCANDA (MADRID, 1861-1865). UN PERIÓDICO PARA LA INSTRUCCIÓN Y UN ESPACIO PARA LA ESCRITURA FEMENINA

LA EDUCANDA (MADRID, 1861-1865). A JOURNAL FOR INSTRUCTION AND A SPACE FOR FEMALE WRITING

Beatriz Sánchez Hita

Universidad de Cádiz

https://orcid.org/0000-0003-4618-8769

Resumen

Este trabajo parte de una revisión completa del periódico para mujeres La Educanda (Madrid, 1861-1865), que permite apreciar las variaciones existentes en las dos épocas que conoce en su andadura y muestra de manera clara cómo pese a ser una publicación dirigida por hombres, en sus páginas va creciendo de manera notable la participación femenina, coincidiendo con una tendencia generalizada a visibilizar el papel de las mujeres editoras y escritoras en muchas de las empresas de la década de los sesenta.

Palabras clave: 
La Educanda (1861-1865); revistas femeninas; prensa isabelina; enseñanza; periodismo
Abstract

This paper presents a complete review of the newspaper focused on women La Educanda (Madrid, 1861-1865). The study shows the differences between the two periods of publication, outlining how, despite being a publication directed by men, female participation grew notably throughout its existence. This can be related to the general trend of making the role of women editors and writers more visible in many companies during the 1860s.

Keywords: 
La Educanda (1861-1865); women’s magazines; newspapers during the reign of Isabel II; education; journalism

Recibido: 28  abril  2021. Aceptado: 10  diciembre  2021. Publicado: 28 octubre 2022

Cómo citar este artículo/Citation: Sánchez Hita, Beatriz (2022). La Educanda (Madrid, 1861-1865). Un periódico para la instrucción y un espacio para la escritura femenina. Arbor, 198(805): a662. https://doi.org/10.3989/arbor.2022.805010

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

 

Los estudios destinados a la prensa y a las escritoras del periodo isabelino no son nuevos y en los últimos años han ido en aumento, haciendo con ello factible la profundización en el conocimiento de autoras y títulos, que permiten perfilar de manera notable muchos de los aspectos abordados en los trabajos de Roig Castellanos (1977)Roig Castellanos, Mercedes (1977). La mujer y la prensa: desde el siglo XVII a nuestros días. Madrid: Imprenta Tordesillas., Perinat y Marrades (1980)Perinat, Adolfo y Marrades, María Isabel (1980). Mujer, prensa y sociedad en España: 1800-1939. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas. y Jiménez Morell (1992)Jiménez Morell, Inmaculada (1992). La prensa femenina en España: (desde sus orígenes a 1868). Madrid: Ediciones de la Torre., que realizan una valoración de conjunto de la producción de papeles públicos para ellas, o en el de interés para el caso que nos ocupa por atender específicamente a la prensa madrileña de Simón Palmer (1993)Simón Palmer, María del Carmen (1993). Revistas femeninas madrileñas. En Aula de cultura. Ciclo de conferencias: El Madrid de Isabel II. Madrid: Ayuntamiento de Madrid-Instituto de Estudios Madrileños, pp. 5-35.. Entre las investigaciones recientes más directamente relacionadas con la publicación que aquí analizamos cabe citar las de Sánchez Llama (2000Sánchez Llama, Íñigo (2000). Galería de escritoras isabelinas. La prensa periódica entre 1833 y 1895. Madrid: Cátedra. y 2001)Sánchez Llama, Íñigo (2001). Antología de la prensa periódica isabelina escrita por mujeres (1843-1894). Cádiz: Universidad de Cádiz. -sumadas al manual bio-bibliográfico de Simón Palmer (1991)Simón Palmer, María del Carmen (1991). Escritoras españolas del siglo XIX. Manual bio-bibliográfico. Madrid: Castalia.- o los monográficos en revistas especializadas como los coordinados por Palomo Vázquez (2014a)Palomo Vázquez, M.ª del Pilar (coord.), (2014a). Mujer y periodismo en el siglo XIX. Las pioneras. Arbor, 190(767). https://doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3001 y Palomo Vázquez y Núñez Rey (2016)Palomo Vázquez, Mª del Pilar y Núñez Rey, Concepción (coords.), (2016). Sofía Casanova y las periodistas de entresiglos, Espéculo /col eLIBROS o el artículo de Fernández (2019)Fernández, Pura (coord.), (2019). ¿Una empresa de mujeres? Construir la Re(d)pública de las Letras: Editoras iberoamericanas contemporáneas. Lectora: revista de dones i textualitat, 25.; así como aquellos otros estudios que han permitido la actualización de los datos sobre cabeceras concretas como el análisis de Díaz de Alda (2014)Díaz de Alda Heikklilä, M.ª Carmen (2014). Análisis de la revista decimonónica La Violeta. Arbor, 190(770), a193. https://doi.org/10.3989/arbor.2014.770n6014 sobre La Violeta (1862-1866). En estas páginas, queremos acometer una valoración de conjunto de La Educanda (1861-1865) similar a la que se hace en este último trabajo pues, aunque existen algunas meritorias aproximaciones al título, como las destinadas a algunas de las firmas femeninas presentes en la cabecera de Schreiber-Di Cesare (2016)Schreiber-Di Cesare, Christelle (2016). Escritoras y periodistas en La Educanda. En Mª del Pilar Palomo Vázquez y Concepción Núñez Rey (coords.), Sofía Casanova y las periodistas de entresiglos, Espéculo /col eLIBROS, pp. 249-258. o a los aspectos pedagógicos en relación con otros títulos coetáneos de Servén Díez (2019)Servén Díez, Carmen (2019). Prensa y educación femenina a mediados del siglo XIX: La Educanda y La Mariposa. Boletín de la Real Academia de Córdoba, 168: 627-644., no ha llegado a ser nunca tratada en totalidad y en muchos casos los trabajos se han centrado especialmente en su segunda época1 Sánchez Hernández (2009: 225) situaba ejemplares de La Educanda en la Biblioteca Nacional de España [BNE] y en la Hemeroteca Municipal de Madrid [HMM], sin precisar si se trataba de colecciones completas. También localizaba números del periódico en ambos espacios Jiménez Morell (1992: 173-174), que aportaba junto a algunos datos correctos errores evidentes en la descripción del título. Este estudio parte del cotejo de ambas colecciones, para desde ellas completar y perfilar lo dicho sobre el periódico.En la HMM se hallan los números 1-46 del 1 de enero de 1861 al 15 de noviembre de 1862 de la primera época y los ejemplares 1 a 4 del 8 al 31 de diciembre de 1862 de la segunda, seguidos por los que van desde el 71 del 24 de mayo de 1864 al 136 del 30 de septiembre de 1865. En la BNE se conservan los números de la segunda época, que llegan hasta el 148 del 31 de diciembre de 1865, y cuadernos sueltos de la primera etapa. Estos últimos contienen las portadas y contraportadas en varios casos, así como algunas de las planas con la información sobre los cambios en el abono y la lista de las obras dadas como obsequio a los suscriptores, que no se hallan en la colección de la HMM. En la hemeroteca madrileña los cuadernos que van de enero a septiembre de 1861 presentan una disposición similar a la de libro. o arrastraban una serie de errores consolidados en su descripción que a la luz de la colección completa es posible deshacer.

Conviene indicar que en muchos casos La Educanda (1861-1865) ha sido poco considerada a la hora de realizar diferentes aproximaciones a la prensa isabelina, lo que hace que haya quedado desdibujada o representada solo desde la generalización, pese a haber sido pionera de toda una serie de publicaciones para ellas en la década de los sesenta que, hibridando lo pedagógico con el entretenimiento, contribuye a la configuración de ese ideal femenino que caracteriza el «canon a la violeta» que marca una escritura femenina que refleja las «virtudes morales y cívicas que la sociedad exigía a las mujeres» (Mayoral, 1999: 261Mayoral, Marina (1999). El canon a la violeta. Normas y límites en la elaboración del canon de la literatura femenina. En Luis F. Díaz Larios, Jordi Gracia, José Mª Martínez Cachero y Enrique Rubio Cremades y Virginia Trueba Mira (eds.), La elaboración del canon en la literatura española del siglo XIX: II Coloquio de la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX. Barcelona: Universitat de Barcelona. ). Como otras empresas destinadas específicamente a las lectoras durante el siglo XIX, entre las que pueden situarse El Correo de las Damas (1804-1808), El Amigo de las Damas (1813), El Periódico de las Damas (1822), El Correo de las Damas (1833) o El Defensor del Bello Sexo (1843), La Educanda responde a un modelo de «mecenazgo masculino»2 Espigado Tocino (2006: 49-51) marca la persistencia durante el siglo de títulos destinados a mujeres y promovidos por hombres a los que paulatinamente se suman otras empresas dirigidas por mujeres caracterizadas por su carácter conservador y por la defensa de la actuación educadora de la mujer en el seno del hogar. No obstante, en esta generalidad también hubo excepciones en las ediciones sustentadas por las féminas como marca la investigadora para Ellas (1851-1853) o las publicaciones de las furieristas gaditanas María Josefa Zapata y Margarita Pérez de Celis: El Pensil Gaditano (1856-1857), El Pensil de la Iberia (1857), El Nuevo Pensil de la Iberia (1857-1858), El Pensil de la Iberia. Revista Universal Contemporánea (1859) y La Buena Nueva (1865-1866), que frente a las anteriores no se presentan como cabeceras específicas para el sexo femenino. que conforme avanza el siglo y se generaliza la tirada de periódicos para ellas3Conviene indicar aquí que, pese a la temprana experiencia de la tirada de La Pensadora Gaditana (1763-1764) de Beatriz Cienfuegos -Beatriz Manrique de Lara y Alberro (Canterla, 2018)- y de El Correo de las Damas (1804-1808), en el caso de España habrá que esperar hasta la década de los treinta y, más concretamente a los años cuarenta, para asistir a una eclosión mantenida de publicaciones femeninas. Hecho este que contrasta con el caso de Francia, donde entre 1808 y 1830 saldrían doce y entre 1830 y 1845 cuarenta y tres publicaciones femeninas (Roig Castellanos, 1986: 60-61 y 64-66), mientras que para España, si tomamos como referencia los datos de Simón Palmer (1975: 406-422), vemos que, en horquillas similares, saldrían tres y veinte periódicos respectivamente, siendo en el segundo de los casos considerablemente superior el volumen de los aparecidos en los cuarenta, que llega a catorce. abre decididamente la participación a las redactoras, en un contexto en el que crece paulatinamente la participación de la mujer en el negocio editorial y la posibilidad de llegar a ejercer como escritora profesional, que mantiene su actividad a cambio de una retribución y no solo ya como una vía para la expresión de sus pensamientos (Díaz Lage, 2020: 122Díaz Lage, Santiago (2020). Escritores y lectores de un día todos. Literaturas periódicas en la España del siglo XIX. Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza.).

Esta situación, que se convierte en cada vez más común desde la década de los sesenta en España cuando la edición de cabeceras femeninas se encuentra consolidada, se aprecia de manera particular en la prensa de carácter pedagógico, de modas y con fuerte presencia de la literatura. Fue, asimismo, esta prensa la destinada a ellas desde los años treinta en Francia e Inglaterra donde el público receptor incluía a perfiles «populares» y «democráticos» (Sánchez Llama, 2000: 107Sánchez Llama, Íñigo (2000). Galería de escritoras isabelinas. La prensa periódica entre 1833 y 1895. Madrid: Cátedra.) no presentes en la mayor parte de las revistas isabelinas que se dirigen a la aristocracia y a la burguesía, principalmente; pese a todo, con su enfoque docente y con la defensa de cierta instrucción para evitar que por la pérdida del sostén del padre, el marido o el hermano la mujer quedase en una situación socialmente complicada abren, aunque sea de manera mínima, las posibilidades a la independencia económica.

1. PUBLICIDAD, COMERCIALIZACIÓN Y RECURSOS PARA LA SUBSISTENCIA DE LA EDUCANDA (1861-1865)

 

La Educanda se publicó en Madrid del 1 enero de 1861 al 31 de diciembre de 1865. Como apunta Checa Godoy (2002: 49)Checa Godoy, Antonio (2002). Historia de la Prensa Pedagógica en España. Sevilla: Universidad de Sevilla., estaba marcada por un tono pedagógico, que puede apreciarse igualmente en empresas posteriores como La Violeta (1862-1866) o La Mariposa (1866-1867), todas ellas influenciadas por la Ley Moyano (1857) que propició el desarrollo de una prensa educativa para mujeres, marcada por su carácter conservador; apreciación con la que coincide Sánchez Llama (2000: 170)Sánchez Llama, Íñigo (2000). Galería de escritoras isabelinas. La prensa periódica entre 1833 y 1895. Madrid: Cátedra. que destaca la tendencia neocatólica de muchas de las publicaciones en las que participan las escritoras isabelinas.

Esta prensa iba a resultar al mismo tiempo acorde a las diferencias que para la educación de ambos sexos establecía la ley, donde la instrucción en labores, higiene doméstica, junto con principios generales de lectura, escritura, gramática, ortografía, aritmética, historia y geografía de España marcan los contenidos destinados a las niñas en la enseñanza elemental y superior4 verse al respecto los artículos 2.º, 4.º y 5.º de la referida ley. Esta limitación de materias según el sexo condiciona, como apunta Fernández Valencia (2006: 442), las opciones profesionales para ellas.; todo ello sin dejar de lado la educación moral que constituye un elemento esencial en la configuración del rol doméstico que se otorga desde la burguesía moderada a la mujer en la sociedad y que tiene amplio reflejo en la prensa (Jiménez Morell, 1992: 127Jiménez Morell, Inmaculada (1992). La prensa femenina en España: (desde sus orígenes a 1868). Madrid: Ediciones de la Torre.). Estos aspectos se hallan presentes en La Educanda en la que, como ya anotase Servén Díez (2019: 637-638)Servén Díez, Carmen (2019). Prensa y educación femenina a mediados del siglo XIX: La Educanda y La Mariposa. Boletín de la Real Academia de Córdoba, 168: 627-644., se conjuga la inserción de contenidos didácticos con otros de carácter moral -con frecuencia bajo diferentes moldes literarios-, así como centrados en labores y modas, con algunas diferencias en su volumen en función de las épocas de la cabecera y en consonancia con las supuestas necesidades de las destinatarias.

La Educanda conoce en su andadura dos etapas diferenciadas por la frecuencia de publicación y por otros aspectos relativos a su composición, que hacen preciso analizar cada una de ellas por separado para apreciar los cambios existentes en la vida del impreso y cómo estos se relacionan con la propia evolución que la escritura de revistas y periódicos para ellas experimenta en estas fechas.

La primera de las épocas se extiende del 1 de enero de 1861 al 15 de noviembre de 1862 y la segunda del 8 de diciembre de 1862 al 31 de diciembre de 1865. Una de las diferencias más reseñables entre ambas es el cambio de periodicidad, pues pasa de salir quincenalmente a hacerlo los días 8, 16, 24 y el último de cada mes. Esto hace que en la primera época se estampen 46 números, mientras que en la segunda son 148 los cuadernos que ven la luz, tirados en la imprenta de Manuel Minuesa y en la de M. Campo-Redondo, respectivamente. Ahora bien, el aumento de la frecuencia no se traduce en un mayor número de páginas, pues se pasa de ofrecer 16 a 8 páginas por ejemplar en formato folio, con una modificación añadida de tamaño por la que de 33 cm. se disminuye a 27 cm. el alto, para hacer más cómodo el impreso a las manos femeninas, según se especifica en el primer número de la segunda época. Igualmente, cabe reseñar que entre una etapa y otra se produce un reajuste en las destinatarias del papel, que pasan de ser las madres, profesoras y directoras de colegio -mediadoras en un sentido lato en la educación de las niñas- a incluir de manera destacada en la segunda a las «señoritas»; algo que queda marcado en la propia cabecera del papel, donde se modifica el subtítulo de «Revista Quincenal de Educación, Enseñanza y Modas» por «Periódico de señoritas». De igual modo, en el n.º 2 (16-XII-1862) en el texto que abre el ejemplar se matiza que hablan «a las hijas que se hallan en la edad de la adolescencia y de la juventud, y no ya tanto a las madres de familia y las profesoras» (p. 10).

Figuras 1 y 2.  Detalle de la cabecera del periódico en el último número de la primera época y el primero de la segunda. HMM [Disponible en: Memoria de Madrid].
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No hemos localizado el prospecto que abriría la edición de La Educanda, pero sí ha sido posible comprobar que, de manera previa a su aparición, destacados periódicos como el Diario Oficial de Avisos de Madrid n.º 152 (14-XI-1860) o La Época n.º 3838 (14-XI-1860) anuncian la inminente salida de este periódico «de educación y enseñanza», que se presenta como «único en su género en España». No se aportan en estos anuncios datos sobre su comercialización, pero sí se dan cuando se extracta el contenido del primer cuaderno en el Diario Oficial de Avisos de Madrid n.º (8-I-1861):

«El precio de la suscripción, tanto en Madrid como en provincias, es el siguiente:

Por un año, 40 rs. -Por seis meses, 20. -Por tres ídem, 12. -A los suscriptores por un año se regala en libros, a escoger, de un catálogo que se publica en los prospectos, valor de 20 rs.

Se suscribe en la Administración, Huertas, 28 principal; y en la librería Americana, Príncipe, 25».

En adelante, la necesidad de captar lectores suficientes -o más específicamente lectoras si tenemos en cuenta las palabras de los editores- marcaría muchas de las actuaciones respecto a su comercialización. En este sentido, las condiciones iniciales de la suscripción iban a modificarse antes de que transcurriese un año de su tirada. Así, en La Educanda n.º 18 (15-IX-1861) se establecen diversas posibilidades de abono, que hacen que el precio varíe en función del tiempo de fidelización, la calidad del papel y la adquisición o no de los figurines de moda. Se anuncian ahora dos posibles ediciones (económica y completa) a partir del mes de octubre, pero en poco tiempo acabarían siendo tres las opciones, pues el 15 de noviembre se ofrece la posibilidad de complementar la versión más barata con un pliego de dibujos mensual por una módica cantidad extra, como se advierte en un suelto presente el n.º 22 (15-XI-1861)5Colección BNE.. De esta forma, en Madrid y provincias es posible suscribirse por un año a 40rs., 48rs. u 80rs. o por la mitad por medio año. El coste varía, asimismo, si se lleva a casa del comisionado. En ultramar y el extranjero el precio se incrementa a 100rs., 120rs. y 160rs. para cada caso en el abono anual. Las tres ediciones con las que cuenta el periódico se consideran apropiadas para diferentes sectores, como recogen los anuncios de La Época6Se hallan anuncios en: n.º 4158 (20-I-1862), n.º 4336 (20-IV-1862) o n.º 4440 (4-VII-1862), entre otros. donde leemos que la económica se destina «a las madres de familia», la completa «a las damas de la sociedad elegante» y la especial «a las maestras de España».

Con relación a las referidas ediciones conviene advertir que las receptoras de las mismas pertenecen en los dos primeros casos de manera clara a clases acomodadas: aristocracia, nobleza y alta burguesía7Lamentablemente no se han conservado las listas de suscriptores al periódico que permitirían tener datos específicos sobre la extracción social exacta de las damas a las que se dirige. , que cuentan con los recursos suficientes para costear el abono y con la formación necesaria para recibir y difundir los contenidos. Son mujeres, como precisa Ballarín haciendo extensivas las palabras de Concepción Arenal en La mujer de su casa, que se instruyen en el seno del hogar mientras aguardan para contraer un matrimonio adecuado y que están interesadas en adquirir «un barniz cultural» que les permita «alternar en los salones» (1989: 249-250). La referencia a las maestras como destinatarias de una edición específica, tiene que ver más con el uso que los responsables del periódico desean que se dé a sus textos que con las posibilidades reales de las maestras o al menos de gran parte de ellas para adquirir cómodamente esta u otras obras, ya que sus salarios -situados en estas fechas siempre un tercio por debajo de los de los varones-8Pueden verse al respecto los artículos 191,192 y 194 de la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857. en una horquilla que va de menos de los 6.000 rs. a menos de los 1.700 rs. no siempre harían cómoda la adquisición de estos materiales9En el caso de los salarios más bajos, la adquisición anual del periódico en la edición recomendada para las maestras venía a suponer más de la mitad de uno de sus sueldos.. Esto último quizá explica que además de a las profesoras, la obra se dirija a las directoras de colegio que dispondrían de una mayor capacidad económica y de decisión sobre qué textos emplear.

Debe tenerse en cuenta, además, que el porcentaje de alfabetización femenino es notablemente bajo a mediados del XIX: 11,9 según el censo de 1860, aunque en Madrid se sitúa en 34,6 (Sarasúa, 2002: 285Sarasúa, Carmen (2002). Aprendiendo a ser mujeres: las escuelas de niñas en la España del siglo XIX. Cuadernos de Historia Contemporánea, 24: 281-297.)10Debemos especificar que se trata de cifras brutas, donde no existe distinción por edades ya que el dato relativo al límite de edad y el dominio de la lectura y la escritura no se incluye hasta 1887, como recoge Gabriel (1997: 200-201). . La cifra de mujeres que sabían leer y escribir en la capital pudo propiciar que fuese precisamente allí donde viesen la luz más cabeceras destinadas a ellas11Señala Simón Palmer (1993: 6) que alrededor de treinta revistas para ellas se publicaron en Madrid entre 1834 y 1868; de las que según el listado aportado por la autora al menos cinco compartieron escena con La Educanda, estas serían: El Correo de la Moda (1851-1893), El Paladín de las Damas (1861), La Violeta (1862-1866), El Ángel del Hogar (1864-1869) y La Mujer Cristiana (1864-1865) (véase Simón Palmer, 1993: 25-27, actualizamos algunas fechas sobre la base de catalogaciones recientes).. Sea como sea, en ese bloque reducido de mujeres capaces de leer y escribir se encontrarían las destinatarias de La Educanda, muchas de las cuales se habrían educado en sus casas con sus madres o profesores contratados y otras habrían adquirido una formación relativa que les permitía ejercer como maestras, para lo que desde 1857 deberían ser capaces de enseñar a sus discípulas a «leer, escribir y contar» y no solo aquellas «labores de mano» que en la primera mitad del XIX habían constituido la base de la enseñanza de toda la tipología de escuelas para niñas posible, lo que explica que en muchos casos la asistencia a estos centros no implicase alfabetización (Sarasúa, 2002: 286Sarasúa, Carmen (2002). Aprendiendo a ser mujeres: las escuelas de niñas en la España del siglo XIX. Cuadernos de Historia Contemporánea, 24: 281-297.).

Además de las diferentes opciones de abono, otro de los recursos empleados como reclamo para las lectoras fue la posibilidad para las suscritas por un año de elegir obras de un catálogo por valor de 30 o 20 reales en función de la modalidad de abono, quedando a su cargo los costes del porte (entre 5 y 6 reales), sin que puedan reducirse del regalo, dando la opción de recoger los libros gratis en la administración12No son muchos los datos que nos han llegado de estos libros, pues solo se conservan los listados en algunas contraportadas de los cuadernos de 1861 de la BNE. Anexo I.. Es probable que en la segunda época no se ofreciesen estos obsequios, pues no hemos encontrado referencias en el periódico y tampoco en los anuncios presentes en el Diario Oficial de Avisos de Madrid y en La Época, donde desde diciembre de 1862 solo se mencionaría la gratificación con pequeños regalos por la suscripción anual, consistentes en un «tratadito de labores» en 1863, y en 1864 -solo con la edición completa- se da «una pieza de música»13Pueden verse los anuncios de La Regeneración (5 y 14-I-1863), (11-V-1863), La Iberia (6-I-1863), (11 y 17-XI-1863) o el Diario Oficial de Avisos de Madrid (12-I-1863); o en 1864 en La Discusión (21 y 28-I-1864), La Regeneración (2-VI-1864) o La Iberia (19-V-1864)..

Los espacios en los que se realiza la suscripción son los mismos indicados al inicio de la andadura del periódico, aunque en los sucesivos textos donde se advierten los cambios en el precio y demás, se precisa que en provincias se realiza remitiendo a la administración «el importe en una letra de fácil cobro o en sellos de franqueo».

Ahora bien, no fue suficiente con modificar los precios y multiplicar las posibilidades de adquisición del periódico. En los años siguientes a su aparición conforme crecía el número de papeles públicos destinados a la mujer -y de manera concreta a aquellas pertenecientes a clases sociales acomodadas-, La Educanda planea unirse a finales de 1862 con El Correo de la Moda (1851-1893)14En la vida de esta revista cabe distinguir diferentes etapas marcadas por los cambios en la denominación adoptada. Inicialmente se rotuló El Correo de la Moda (1851-1852), en 1853 une su empresa con la del Álbum de Señoritas (1852), pasando a denominarse Álbum de Señoritas y Correo de la Moda, hasta que en 1856 se modifica el orden pasando a ser El Correo de la Moda. Álbum de Señoritas, título que se mantiene hasta 1864. En 1865 vuelve a la denominarse El Correo de la Moda y se extiende ya hasta 1893. -veterana empresa dirigida en esos momentos por Pedro José de la Peña, director y propietario también de La Educanda-. De este modo, en el cuaderno 46 (15-XI-1862) se anuncia como «Advertencia importante» que, tras dos años de vida, los editores consideran haber completado el plan de instrucción y educación de la mujer inicial, por lo que se proponen adoptar en lo sucesivo un enfoque más práctico desde la fusión con El Correo de la Moda:

«[…] al llegar a este campo La Educanda se encontraba con otra publicación importante, de índole muy análoga, y que por largos años ha obtenido un merecido crédito, cual es la de El Correo de la Moda, cuya competencia en materias de esta índole es generalmente reconocida, y ninguna de las dos dejó de comprender la conveniencia de unirse para realizar mejor el pensamiento común, y desarrollar con más fruto los elementos de ambas publicaciones (p. 352)».

Tras esto se informaba a las suscriptoras de que serían servidas hasta acabar los abonos de diciembre y se insistía en la necesidad de canjear el regalo de libros. Sin embargo, estos avisos tendrían poca vigencia pues el 8 de diciembre de 1862 La Educanda iniciaba una segunda época en atención a los requerimientos de su público, como explican en «Nuevo Prospecto»:

«La empresa del Correo de la Moda, a quien pertenece hoy La Educanda, hubiera podido reunir en una las dos publicaciones; esto era lo más lógico y más beneficioso a sus intereses, y tanto más justificado, cuanto que hace doce años viene tratando en sus columnas iguales materias, con una aceptación siempre creciente; pero en el interés de las lectoras, ha creído más conveniente conservar a cada periódico su respectivo título, aunque partiendo de un centro común, y unidos en el pensamiento y acción que los dirige (p. 1)».

El papel continúa dos años más sin problemas aparentes, pero a finales de 1864 todo cambiaría. Mediante una Real Orden de 15 de noviembre de 1864 La Violeta (7-XII-1862/31-XII-1866), dirigida por Faustina Sáez de Melgar, se convertía en libro de texto oficial de las Escuelas Normales de maestras y de niñas (Díaz de Alda, 2014: 6Díaz de Alda Heikklilä, M.ª Carmen (2014). Análisis de la revista decimonónica La Violeta. Arbor, 190(770), a193. https://doi.org/10.3989/arbor.2014.770n6014 ) y aunque solamente contó con este privilegio un mes, no quitó de la primera plana de sus números esa información15 Díaz de Alda (2014: 6-7) advierte de la peculiar situación que se da tras obtener la Real Orden por mediación de Eugenio de Ochoa, Director de Instrucción Pública y amigo de Faustina Sáez, quien en 1871 y desde las páginas de La Mujer indica que, pasado un mes, la Real Orden fue derogada, lo que, como apunta Díaz de Alda (2014: 7), fue óbice para que continuase figurando esa información en sus números o para que posteriormente se esgrimiese como elemento que mostraba los logros de La Violeta en el ámbito educativo. Sobre la labor editorial y la escritura de Faustina Sáez de Melgar (1834-1895) puede consultarse el reciente trabajo de Seguí Collar (2019); se destaca en él cómo el control del proceso de comercialización de sus obras fue marcado en todas las etapas de su vida ya fuese desde la creación, la dirección-edición o la traducción; en este adoptó diferentes fórmulas comerciales como la creación de colecciones y bibliotecas, que propiciaban una amplia difusión de un conjunto de textos y no descuidó la tirada de revistas femeninas de las que La Violeta se sitúa como primera experiencia.. Este «triunfo editorial» (Simón Palmer, 1993: 8Simón Palmer, María del Carmen (1993). Revistas femeninas madrileñas. En Aula de cultura. Ciclo de conferencias: El Madrid de Isabel II. Madrid: Ayuntamiento de Madrid-Instituto de Estudios Madrileños, pp. 5-35.) de La Violeta supuso un duro golpe para La Educanda; no en vano, posibilitaba la adquisición gratuita -o mejor dicho sufragada- del impreso, lo que potencialmente, y teniendo en cuenta las limitaciones salariales de muchas maestras, multiplicaba las posibilidades de compra del periódico de Sáez de Melgar. Esto lleva a Pedro de Vera en el n.º 100 (31-XII-1864) de La Educanda a ponderar el papel jugado por esta como «periódico especial de las maestras» y se dirige a ellas para que soliciten el importe del abono también a esta, dejando entrever su malestar por la situación de desventaja generada:

«Estas señoras maestras están en posesión de que se les abone el importe de la suscripción a La Educanda, como a cualquier otro periódico de su índole, en las cuentas del material de las escuelas; y esto subsistirá mientras una Real Orden no lo prohíba para todas las publicaciones, aun para las que estén reconocidas oficialmente (p. 377)».

En ese escrito se vindicaría la labor de La Educanda como instrumento educativo, siendo su misión la de «instruir deleitando», lo que se comprometen a seguir haciendo durante 1865, ampliando la sección de modas y cuidando la de «Labores» y del «Arte de corte de vestidos», de la que la empresa en unión a El Correo de la Moda es pionera en España.

Pese a estas palabras y a la introducción de las mejoras apuntadas, La Educanda acabó por fusionarse con El Correo de la Moda en 1866, según precisa en su último cuaderno:

«La unión de esta publicación con la del Correo de la Moda nos proporciona la ocasión de mejorarla desde el 1º de Enero de 1866, aumentando su tamaño, con más ventajas aún para la edición completa, que repartirá los figurines mejores y de más novedad que se conocen en Europa: las señoras suscritoras por un año a la edición general también participarán de esta mejora, pues recibirán dos lindísimos figurines de niños, uno en Mayo y otro en Noviembre.

El aumento de tamaño, con el de lectura que es consiguiente, nos permite añadir, sin perjudicar a las secciones de instrucción y enseñanza de los artículos de recreo en materias de modas y teatros, que son hoy de necesidad en la educación de las señoritas (n.º 148, 31-XII-1865: 380)».

El Correo de la Moda n.º 624 (31-XII-1865) anunció también las modificaciones en su edición; integraría en adelante las secciones de cariz instructivo de La Educanda y sumaría nuevos figurines y patrones, sin dejar de dar los obsequios que acostumbraba -láminas de manteletas y abrigos en mayo y noviembre-, e introduciría mejoras en la composición de sus números, cuyo volumen aumentaría sin coste para los suscritos.

2. LA EDICIÓN DE LA EDUCANDA (1861-1865)

 

Los datos sobre los editores y redactores de La Educanda, como consecuencia del desconocimiento o no consideración en muchos casos de los números de la primera época al acometer su descripción, son en gran medida incompletos y tienden a la repetición y perpetuación de algunas informaciones correctas solo en parte. Así, hay que indicar que en la primera época figura como editor José P. Galán, tal y como consta en los cuadernos conservados en la BNE que presentan la portada en 1861, mientras que en los días 8 y 16 del mes de diciembre de 1862 aparece como editor responsable Vicente Pardo y Ortega y desde el 24 hasta el final de la tirada del impreso figuraría como tal León Morán. En los cuadernos de la nueva etapa se sitúa además como director y editor propietario a P. J. de la Peña, algo que se recoge en el «Nuevo Prospecto» (n.º 1, 8-XII-1862), donde se precisa la pertenencia de La Educanda a la misma empresa de El Correo de la Moda, desde esa fecha al menos16Sobre los responsables de la edición de La Educanda resulta por ahora complicado aportar más datos que sus nombres, pues apenas se ha podido localizar información de ellos siendo una excepción el caso de Pedro José de la Peña (¿?-1867), que fue director de varias empresas destinadas a las damas y al público infantil de la alta sociedad como El Correo de la Moda (1851-1867, pasa a ser responsable tras su muerte Ángela Grassi y reemplaza a esta cuando fallece en 1883 Joaquina García de Balmaseda), Álbum de Señoritas (1852), La Educación Pintoresca (1857-1859) y La Aurora de la Vida (1860-1862), según recoge López de Suazo (2017: 428), siguiendo a Ossorio y Bernard (1903: 338), sorprendentemente ninguno cita La Educanda entre las obras dirigidas por Peña..

Pero no solo cambian los editores sino que, pese a la existencia de líneas comunes, los contenidos y las firmas varían entre una época y otra. Así, fue habitual que en la primera apenas se aportasen pocos datos más de los autores de los artículos que las iniciales, mientras que en la segunda suelen proporcionarse los nombres completos, se emplean diferentes combinaciones en las que se explicita el apellido o se usa algún seudónimo reconocible. Es precisamente en esta época cuando encontramos muchos de los nombres de mujer asociados a esta cabecera en los estudios sobre el periodismo de estos años, mientras que en la primera parece existir una mayor presencia de textos debidos a hombres pues, pese a la dificultad para resolver quién se esconde tras muchas de las iniciales, hay varias rúbricas debidas a varones o que se presentan como tales, que son muy frecuentes y que marcan la línea editorial.

2.1. Primera época. Contenidos y firmas de La Educanda

 

Este anuncio, insertado en los mencionados Diario Oficial de Avisos de Madrid y La Época, a falta del prospecto inicial de La Educanda, constituye la primera noticia de los contenidos que iba a desarrollar:

«Con el título de La Educanda, deberá publicarse dentro de breves días un periódico de educación y enseñanza, dedicado a las maestras y madres de familia, con el preferente objeto de llenar el vacío que se echa de menos en el desarrollo moral e intelectual de las niñas y de las jóvenes, así en el hogar doméstico como en la escuela. En este supuesto, tratará de educación y de las relaciones de la mujer con la familia, con la escuela, con la religión y la sociedad; de instrucción doctrinal y práctica, dentro de los límites de la elemental y de los modos de comunicarla; de instrucción especial sobre labores y su enseñanza, con los correspondientes grabados y dibujos; de anécdotas y cuentos, costumbres y máximas morales, de aplicación y de interés para la mujer y la niña; y por último, comprenderá crónicas nacional y extrajera relativas a los asuntos anunciados y cuantos sucesos puedan interesar instruyendo o recreando a las madres de familia, a las maestras y a las niñas, con artículos de modas, de juegos y de toda clase de recreos infantiles.

La circunstancia de ser este periódico el único en su género que se publicará en España, y siendo un asunto que tanto interesa a las madres de familia y a las maestras encargadas de la enseñanza de las niñas, nos mueve a recomendar su adquisición a unas y a otras por el gran provecho que reportarán de su lectura».

En los índices de los dos tomos de esta época, los artículos se presentan agrupados en «Educación», «Moral y estética», «Conocimientos útiles», «Enseñanza metódica», «Novelas, cuentos, apólogos, leyendas y otras composiciones», «Economía doméstica», «Labores», «Bibliografía», «Modas», «Explicaciones de los pliegos de dibujos» y «Descripción de los figurines». La distribución de estos contenidos y las firmas con la indicación de la sección donde mayor presencia tienen por año serían estas17Unimos a la sección con la que en cada caso se vinculan las explicaciones del pliego de dibujos y descripción de figurines.:

Figura 3.  Distribución de contenidos (1.ª, 1861)
medium/medium-ARBOR-198-805-a662-gf3.png
Fuente: Elaboración propia.
Figura 4.  Distribución de contenidos (1.ª, 1862)
medium/medium-ARBOR-198-805-a662-gf4.png
Fuente: Elaboración propia.
Firmas y presencia en secciones en la primera época 18 En las tablas se incluye el número de veces en las que aparece la firma en la publicación, con independencia de si lo hace con uno o más textos, pues este dato refleja mejor la presencia real en la composición del periódico de unos y otros nombres. Se han ordenado de acuerdo a cómo figura la firma en la publicación y agrupando aquellos casos en los que figura con más de una opción o se trata de un seudónimo; para la determinación de las identidades se ha empleado Simón Palmer (1991).
 
Tabla 1.  Firmas de la primera época
Firma 1861 1862 Observaciones
A.B./Ángel Bavinaga 1 Literatura
A. G. 1 Literatura
B. 2 3 Labores y Literatura
B. A. 3 Moral-Estética y Literatura
B. G. 1 Moral-Estética
B. P. 1 Moral-Estética
C. 21 11 Labores
C. A. de L. 16 18 Moral-Estética y Literatura
C. C. 1 Labores
C. F. G. 1 Prosa
C. R. 4 2 Labores
C. y L. 1 Labores
Carlota Elisa 1 Literatura
D. 1 Moral-Estética
D. M. 2 Conocimientos útiles
E. 10 9 Secciones diversas
E. D. 1 Conocimientos útiles
E. L. 1 Moral-Estética
E. M. 1 Conocimientos útiles
E. P. 3 1 Literatura y Enseñanza metódica
E. S. 1 Conocimientos útiles
E. y E. 1 Labores
Emilia 1 Conocimientos útiles
Emilia de R. y R. 21 22 Modas
F. 2 2 Literatura y Labores
F. R. 1 Labores
G. B. 2 Conocimientos útiles y economía doméstica
G. F. de V. 1 Literatura
G. S. 1 Literatura
H. R. 1 Literatura
I. de L. 1 Conocimientos útiles
J. 1 Literatura
J. M. 1 Economía doméstica
J. M. de T. 5 Educación
J. R. y R. 1 Labores
J. T. L. 27 21 Educación y Moral-Estética
K. 1 Conocimientos útiles
L. 21 4 Conocimientos útiles, economía y labores
L. B. P. 1 Moral-Estética
L. C. de B. 2 Literatura
L. C. de G. 1 5 Literatura
L. E. 1 Literatura
L. R. y P. 24 22 Educación y Moral-Estética.
L. Y. 1 Moral-Estética
M. A. 1 Conocimientos útiles
M. B. 1 Literatura
M. P. 2 Educación
M. T. 1 Moral-Estética
M. Z. 1 Conocimientos útiles
Micaela F. y G. 2 Educación y Moral-Estética
Mne. de Genlis 1 (Traducción), Literatura
N. M. 1 Literatura
N. M. I 1 Moral-Estética
P. 1 1 Enseñanza metódica
P. L. 1 Conocimientos útiles
R. 6 2 Conocimientos útiles, Enseñanza metódica
R. A. 2 Moral-Estética
R. CH. 1 Conocimientos útiles
R. P./ R. y P. 7 Enseñanza metódica
R. T. 1 Conocimientos útiles
S. L. 1 Labores
T. 34 26 Educación y Moral-Estética
T. de A. D. 1 Literatura
T. de C. R. 2 Literatura
T. de E. 1 1 Moral-Estética
T. de la V. 1 Literatura
T. L. 2 Literatura
T. R. 1 Conocimientos útiles
T. S. 1 Economía doméstica
T. y A. 3 Literatura
T. y R. 1 Literatura
Tomás Majuelo 2 Educación
Una cocinera 1 Economía doméstica
Y. 1 Moral-Estética

Fuente: Elaboración propia

Como puede observase durante la primera época, las secciones destinadas a «Educación», «Moral y Estética» o las susceptibles de ser entendidas como dedicadas a la literatura en un sentido amplio son las que constituyen la parte fundamental de la oferta de La Educanda. Es en estas secciones donde podemos encontrar algunas de las firmas con mayor participación en el impreso. Destaca así T., cuya firma se vincula a artículos sobre educación o moral y estética, y en menor medida a los espacios para economía doméstica y conocimientos útiles. De cerca y con similares ejes temáticos estarían las aportaciones de J. T. L. y de L. R. y P., que marcan con la firma anterior la línea del periódico. No en vano, encontramos la última de las firmas en el primero de los trabajos publicados: «Sobre la influencia de la mujer», donde se pondera la importancia de su educación como madre y esposa y se sitúa la moral y la religión como bases de esta y, como consecuencia, de los textos del periódico; en otros casos bajo la citada identidad se insertan textos contrarios a la emancipación o que defienden la docilidad y el rol de la mujer en el ámbito doméstico y familiar. Apreciaciones similares se localizan en los artículos de J. T. L., quien trata de los deberes morales de la recién casada (n.º 12), critica a las mujeres dominantes (n.º 15), sitúa a las madres como el lazo de las familias (n.º 20) o destaca la mayor preocupación que representan para estas las hijas que los hijos (n.º 30), entre otras cuestiones. La participación de T. es más variada y se centra en muchos casos en cuestiones que tienen que ver con la educación de los hijos, normas para las visitas, educación religiosa, aunque también censura con gran dureza el mal carácter en la mujer (n.º 11). Tras estas iniciales parecen escudarse hombres19Aunque no tenemos certeza absoluta, varios elementos hacen factible que pueda barajarse la idea de que se trata de rúbricas masculinas; por un lado, el espacio que ocupan estas firmas -L. R. y P. abre el primer número, por ejemplo- y el resto aparece con frecuencia en secciones destinadas a la instrucción que en la segunda época vemos firmar sobre todo por varones; por otro, habría que considerar el hecho de que en el «Nuevo prospecto» se haga referencia a los objetivos alcanzados por «los fundadores» del periódico en materia de instrucción, para especificar luego el rol que desempeñarán algunas señoritas en la nueva etapa en secciones como la de labores, destinadas a una enseñanza práctica, con lo que parecen marcar los espacios y la temática de la escritura para uno y otro género. No en vano, las rúbricas de mujeres las encontramos vinculadas principalmente a la literatura, a la moda y a las labores., que convierten a la madre en el blanco de sus textos; de ahí que la relación con los hijos y el marido se sitúen como tema central de unos artículos que contribuyen a ensalzar el modelo del ángel del hogar y a denostar todo aquello que se aleje de ese ideal de domesticidad.

La participación femenina más destacada en estos años será la de Emilia de R. y R. en la sección de modas y C. en la de labores, con alguna que otra aportación a la de economía doméstica; mientras que C. A. de L. -cuya colaboración se saluda en el n.º 9 donde se la presenta como una suscriptora de Madrid- será una de las autoras más habituales en moral-estética y literatura, donde ve la luz la novela Julia (números 17, 18, 22, 23, 24, 25, 28, 29, 30, 31, 32 y 33).

Es en la sección de literatura donde mayor fluctuación de iniciales se aprecia durante la primera época, tendencia que se invierte en gran medida en la segunda donde, aun siendo amplia la nómina de los implicados, encontramos varios nombres que se convierten en habituales, al tiempo que prolifera la inserción de textos seriados, algo que en la primera no sería un recurso tan destacado. No en vano, junto a la novela Julia, que cubre tanto ejemplares de 1861 como de 1862, en 1861 encontramos otros dos textos literarios, presentados por lo general como cuentos, divididos en no más de tres o cuatro entregas como La indolencia corregida de T. (números 13, 14 y 15) o el texto sin firma «¿Por qué mi tío Mauricio no se casó nunca?» (cuadernos 6, 7, 9 y 10) y en 1862 Delfina, o la feliz curación de L. C. de B. (ejemplares 37, 38, 40 y 41) y Martina de T. y A. (números 42, 44, y 46).

En la sección «Economía doméstica» vamos a hallar artículos con finalidad práctica, que va desde la limpieza de materiales, a mantener la higiene de la casa o a cómo hacer pan, pero se incluyen también varios escritos sobre cómo tratar a los criados, como sucede con el texto firmado por J. T. L. en el n.º 2, donde denuncia las desviaciones que se han producido en la relación que desde antiguo existe entre amo y criado, resaltando inconvenientes que pueden solucionarse a través de una serie de «obligaciones recíprocas», que van para los amos desde la «dulzura sin familiaridad en el mandato» al «respeto a la casa que los recibe» y «fidelidad concienzuda» en los criados. En 1862 vuelve sobre este tema en la misma sección T. en los cuadernos 44 y 46, dirigiéndose a las señoras para que tomen parte activa en el gobierno de la casa combinando autoridad y dulzura, dando ejemplo de conducta y dejando de lado aquellos defectos que tienen que ver con la cólera, el capricho, la parcialidad o la ingratitud.

Llama la atención la presencia en 1861 de la sección «Enseñanza metódica», que no aparece en el siguiente año. En ella se localizan diferentes artículos en los que se reflexiona sobre el modo más conveniente para la mujer de acercarse a disciplinas como la gramática (n.º 1), la geometría y el dibujo lineal (n.º 5), la aritmética (n.º 8), la historia (n.º 11), etcétera; además, se establecen consideraciones sobre cómo explicar estas en las escuelas de niñas, sin descuidar aspectos como la relación entre la madre y la maestra (n.º 7). El hecho de que estos y otros textos similares se hallen solamente en este primer año de vida del periódico tiene que ver con la necesidad que parece existir de plantear cómo iban a enfocarse luego los diferentes asuntos en él; esto es, desde una perspectiva práctica y no libresca, pues:

«[…] la mujer ha de ser ilustrada, pero no erudita; debe haber frecuentado la ciencia cuanto lo exige el cumplimiento de los altos deberes de su destino; pero no para entregarse a su cultivo haciendo de él la principal ocupación de su vida como el hombre» (p. 7).

A medio camino entre la enseñanza metódica y la economía doméstica, se encuentran los artículos englobados en «Conocimientos útiles», donde hasta diciembre de 1862 se insertan textos que abarcan desde la explicación de fenómenos de la naturaleza y la historia natural a la fabricación de agujas, hilo de seda, cristal, trucos domésticos o estudios sobre el nexo entre fisionomía y carácter moral.

La sección destinada a la bibliografía tiene escasa presencia y se destinó a recomendar a las lectoras las Elegías del poeta popular y autor de los Ecos nacionales, Ventura Ruiz Aguilera (n.º 35) -incluyendo una muestra en el n.º 37- y Un libro para mis hijos del médico Francisco Alonso y Rubio, calificado «desde el punto de vista moral y físico» como una «joya literaria» (n.º 43: 302).

2.2. Segunda época. Contenidos y firmas de La Educanda

 

En la segunda época, los cambios en el contenido, sin suponer un viraje en la orientación ideológica del periódico, se dejan notar en la desaparición de algunas secciones y en el aumento de los textos de carácter literario, en los que se aprecia un notable incremento de la participación femenina.

No hemos localizado índices de materias para esta época, pues se tiende a recopilar los encabezamientos con el detalle de los artículos que integran cada ejemplar, sin que se establezca una división por temas. Por ello, a la hora de agrupar los artículos partimos de la división que ya existía en la primera, de las matizaciones hechas en el «Nuevo Prospecto» (n.º 1, 8-XII-1862) y del análisis de los propios artículos. Asimismo, tomamos en consideración la indicación sobre los temas de la nueva etapa que se incluyen al inicio de los tres tomos que la integran, en la que se precisa que: «Contiene artículos de Educación, Enseñanza, Ciencias y Artes; Viajes, Leyendas, Cuentos, Máximas morales y religiosas; Fábulas y Poesías; Higiene doméstica, Labores, Modas, y otras materias concernientes a la Instrucción de las niñas». Así, como las afirmaciones de Pedro de Vera en «A las señoras suscriptoras» del n.º 100 (31-XII-1864) donde, volviendo la vista sobre lo tocado en las páginas del periódico y lo que en adelante iba a incluir, caracteriza el papel como «un periódico especial de Señoritas», a quienes prepara «convenientemente a su entrada en el mundo, adornando su entendimiento con los conocimientos necesarios para no hacer un mal papel en la sociedad, hoy que la ignorancia no tiene disculpa» (p. 377), tras de lo que indica:

«Este laudable y noble propósito, que hemos procurado realizar hasta aquí, nos guiará en adelante. La Educanda, dedicada esencialmente a la educación religiosa, moral e instructiva de las Señoritas, será cada día un repertorio más completo, ilustrado con grabados que faciliten su inteligencia, de las nociones más necesarias a la mujer, cuya redacción tendrá una índole científica acomodada al alcance de las niñas, evitando asuntos frívolos y quizá peligrosos para su tierna edad, que contienen hoy casi todas las publicaciones que se dicen consagradas al bello sexo.

Es dudoso para algunos si conviene o no que la mujer sea instruida, o si debe limitarse su educación a que sea hacendosa. Nosotros creemos que puede y debe ser las dos cosas a la vez. Por eso hemos dado tanta importancia a sus Labores, cuyos artículos detalladamente explicados por una señorita competente, al mismo tiempo que de enseñanza a las niñas sirven de poderoso auxiliar en sus lecciones a las señoras maestras» (p. 377).

En función de lo indicado20Bajo el rótulo Educación hemos especificado -cuando así figuraban en el impreso- las matizaciones sobre su carácter más instructivo o moral, aunque hay que advertir que ambos enfoques estuvieron siempre presentes con independencia de si se especificaba o no. Frente a los contenidos agrupados como Enseñanza, estos suelen presentar un carácter más doméstico. De igual modo, se han reflejado aquellos casos en los que se matizaba que se trataba de una Enseñanza metódica o vinculada a Ciencias y Artes., podemos distribuir los contenidos en esta época así:

Figura 5.  Distribución de contenidos (2ª, 1862-63).
medium/medium-ARBOR-198-805-a662-gf5.png
Fuente: Elaboración propia.
Figura 6.  Distribución de contenidos (2ª, 1863).
medium/medium-ARBOR-198-805-a662-gf6.png
Fuente: Elaboración propia.
Figura 7.  Distribución de contenidos (2ª, 1865).
medium/medium-ARBOR-198-805-a662-gf7.png
Fuente: Elaboración propia.
Tabla 2.  Firmas segunda época.
Firma Dic. 1862-1863 1864 1865 Sección
A. Alcalde de Valladares 1 Literatura
A. Campos y Carreras 1 Literatura
A. Díaz de Lamarque / Antonia Díaz de Lamarque / seud.: Enriqueta M. de A., Enriqueta Madoz de Aliana 1 3 3 Literatura, Moral-Estética
A. F. G. / A. F. Grilo 4 9 Literatura, Moral-Estética y Modas
A. Grassi 27 26 43 Literatura, Moral-Estética y Enseñanza
A. J. Perchét 1 Literatura
A. Pirala 38 40 34 Educación y Enseñanza, Educación Moral
Amalia Domingo y Soler 1 2 Literatura
Ángel Bavinaga 1 Moral-Estética
Antonio Arnao 4 4 Literatura
Antonio de Trueba 4 Literatura
Arturo 5 Instrucción
Aurora Pérez Mirón / J. G. de Balmaseda / Joaquina García Balmaseda 64 42 89 Modas, Labores, Enseñanza, Literatura
B. 3 Literatura
B. D. / B. Doncel / Benigno Doncel 6 Enseñanza
Baltasar M. Durán 4 Literatura
Benito Martín-Albo 1 Literatura
Blanca Enríquez 1 Literatura (traducción)
C. 1 Enseñanza
C. A. de L. 4 1 Literatura e Instrucción
C. de Avilés / Camila Avilés / Micaela de Silva 20 54 38 Literatura
Carlota / Carlota A. de R. 3 4 5 Literatura, Moral-Estética y Enseñanza
Carmen Espejo / Carmen Espejo y Valverde 4 4 Literatura y Moral-Estética
Carolina Sorel 1 6 Modas, Noticias (Madrid), Moral-Estética
Casimiro Clavijo 4 1 Moral-Estética
D. A. Bravo y Tudela 1 Moral-Estética
D. Antonio Corzo y Barrera 1 Literatura
D. E. Hernández 2 Literatura
D. E. T. / D. Emilio de Tamarit / E. T. 11 Enseñanza
D. F. J. Simonet 1 Literatura
D. J. A. de Bermejo 1 Educación
D. J. Pérez 1 Literatura
D. J. Tomeo Benedicto 1 Enseñanza
D. Juan A. Viedma /Juan A. de Viedma 2 Literatura
Diego de Rivera 6 Noticias
Doña Clotilde A. Príncipe 1 Literatura
E. B. 1 Literatura
E. H. / E. Hernández / Enrique Hernández 7 12 Instrucción y Moral-Estética
E. Llofrín y Sagrera 1 Literatura
Emilia Mijares / E. Mijares 2 1 2 Literatura
E. T. 1 Moral-Estética
Elena G. de Avellaneda 1 Literatura
F. 1 Enseñanza
Fabricio 1 Modas
Faustino Bastus 1 Instrucción
Felipe Guzmán 6 Moral-Estética
Fernán Caballero 2 2 1 Literatura
Francisca Carlota del Riego Pica 1 Literatura
G. R. 1 Moral-Estética
Ignacio Virio 1 Literatura
J. C. 12 Educación metódica
J. López de la Vega 3 Literatura
J. Maldonado Macanaz 1 Literatura
J. P. 1 1 1 Enseñanza
J. Rama 1 Literatura
J. S. B. 2 Literatura y Enseñanza
Joaquín Tomeo y Benedicto 1 1 Literatura
José M. F. Calvo y Teruel 1 Literatura
José S. Biedma 3 Enseñanza
Josefa Estévez de G. del Canto 7 6 Literatura y Moral-Estética
L. 1 Educación
L. R. y P. 2 Educación y Moral-Estética
León de la Vega 1 1 Literatura
M. P. R. 1 Moral-Estética
M. S. 1 1 Enseñanza
Maravilla 3 Modas
María del Pilar Sinués de Marco 8 Literatura
María M. de Vives /María Mendoza de Vives 2 Literatura
Melchor de Palau 1 Literatura
Modesta Ardite 1 Modas
Mr. Montyon 1 Enseñanza
N. P. R. y Soto / Narcisa P. Reoyo 3 Literatura
Olimpia 1 Modas
P. 3 8 Literatura y Enseñanza
P. de V. / Pedro de Vera 4 10 Literatura, Moral-Estética y Enseñanza
Pedro M. Barrera / Pedro María Barrera 2 Literatura
R. 5 Educación, Moral-Estética y Enseñanza
R. Doldán y Fernández /Román Doldán y Fernández 4 1 Literatura
Robustiana Armiño 1 Literatura
Sara 29 3 Enseñanza
Silverio Rodríguez 1 Moral-Estética
T. 10 Educación, Moral-Estética y Enseñanza
Una colegiala 1 Correspondencia
V. Villaluenga 1 Literatura

Fuente: Elaboración propia

En lo que respecta a las firmas, donde habría que precisar que ahora se localizan contenidos no rubricados de los que se explicita en el pie que cierra cada número, que el responsable será el editor21Conviene advertir que se trata de una minoría de textos, por lo general de reducidas dimensiones y consistentes en literatura, máximas o algún breve retazo moral. Su número y sobre todo su tamaño hace que sean en prácticamente todos los casos un elemento menor., los resultados serían estos:

Firmas y presencia en secciones en la segunda época.
 

En esta etapa la educación sigue siendo uno de los ejes fundamentales -con frecuencia es la sección que abre los números- aunque, de acuerdo con la matización hecha en el prospecto de diciembre de 1862, La Educanda, de manera complementaria al Correo de la Moda, contribuirá al enaltecimiento de la mujer de manera práctica «por medio de ejemplos morales y artículos instructivos» y se propone extender sus «lecciones a todos los ramos del saber humano al alcance de las señoritas». Esto hace que, frente a otros textos de eminente carácter doméstico, encontremos ahora escritos que versan sobre un amplio abanico de materias que van desde la historia a la geografía o a la zoología.

Destacan ahora los trabajos de Antonio Pirala22Antonio Pirala Criado (Madrid, 1824-1903). Fue un destacado historiador, con una notable obra en torno a las guerras carlistas; mantuvo una actividad nada desdeñable en relación con aspectos vinculados a la pedagogía, donde cabe reseñar la edición de El Profesorado. Revista de instrucción pública (1857-1858) y su participación frecuente en varias cabeceras de la etapa isabelina como el Museo de las Familias (1843-1879), La Educanda (1861-1865, en la segunda época) o El Correo de la Moda (1851-1893, desde 1853). De igual modo, publicó algunas novelas históricas y un tratado de educación femenina reeditado en múltiples ocasiones: El libro de oro de las niñas (1852), entre otros escritos. en la sección destinada a la educación, que suele abrir los números y que en muchos casos adopta una perspectiva moral; junto a sus trabajos, puntualmente vamos a hallar la firma de Micaela de Silva y alguna otra aislada. En Pirala recae por tanto la responsabilidad de los artículos destinados a la educación de la mujer para vivir en sociedad y en familia, donde se destacan determinadas cualidades consideradas como propiamente femeninas, se habla de higiene o se incluyen nociones generales sobre diversos conocimientos.

Con relación a la enseñanza metódica cabe situar además la sección «Liceo de las niñas», firmada por J. C. y presente en los números 33 a 44, que comienza con un recorrido por los dioses de Roma que se aprovecha para vindicar el cristianismo y la fe en Dios como opción para no ser desgraciados, para continuar con la descripción del universo, la gravedad, la tierra y los puntos cardinales.

Poseen igualmente carácter instructivo los artículos de viajes firmados por Arturo, E. H., A. Pirala y Sara, donde abundan las descripciones, y que incluyen grabados de espacios y monumentos emblemáticos. Es habitual que estos adopten un tono cercano a lo literario al presentarse los diferentes emplazamientos como puntos en un itinerario de viaje. Entre los lugares recogidos, encontramos Lisboa y sus alrededores (n.º 10), las Islas Canarias (n.º 11), La Habana (n.º 13), América (n.º 14) -acompañado de grabados de los Reyes Católicos y referencias a la conquista- y Estados Unidos (n.º 17), en lo que respecta a los ofrecidos por Arturo; E. H. hace lo propio con Londres, e incluye en los números 22, 23, 26 y 30 información sobre su llegada desde Francia, población, edificios señeros, etcétera; Antonio Pirala dedica su texto a Barcelona y la llegada a la ciudad desde Madrid en el n.º 36. Ahora bien, la aportación más determinante en este bloque será la de Sara, que encontramos en los años de 1864 y 1865, quien de manera muy detallada aborda la descripción de Madrid en varios ejemplares entre el 8 de febrero y el 24 de mayo de 1864; para proceder luego con la de París del 8 de junio de 1864 al 16 de octubre de 1864, y con Marsella, Lyon y Reuen, Nantes, Estrasburgo y Coblenza desde el 16 de noviembre de 1864 al 8 de marzo de 1865, todo ello empleando la ficción de la escritura de cartas a una niña.

También poseen tono pedagógico las entregas de juegos para niños que firma P. en 1865 (cuadernos 105, 106, 112, 113, 114, 116, 120 y 123), quien las relaciona con la geometría y trata del juego de la pelota, las cuatro esquinas, el bilboquete, el volante, la cuerda, la rueda de la fortuna, el aro, o el gato y la rata. Del mismo modo, las leyendas bíblicas que en varios números de 1864 y 1865 firma Micaela de Silva adquieren un claro papel aleccionador.

Ganan presencia en esta etapa los textos literarios, que adoptan un valor moralizador y ponen de relieve aquellas cualidades y virtudes que se suponen adecuadas para una joven23Siguiendo la agrupación presente en la primera época, incluimos bajo la etiqueta Literatura novelas, cuentos, leyendas, anécdotas, poesías y máximas. Los textos presentados como Viajes, por el carácter descriptivo-instructivo que adoptan, los incluimos entre los trabajos destinados a la Enseñanza.. Es en esta sección donde confluye un mayor número de firmas, pero son algunos nombres/iniciales los que mayor responsabilidad tendrán; entre ellos habría que destacar la presencia de Ángela Grassi, con textos seriados como «Las obras de misericordia», «Cartas familiares», «La entrada en el mundo» o «Memorias de una casada» y Joaquina García de Balmaseda con «Memorias de una muñeca» (traducción de Mlle. Julli Gouraud), «Buena amiga», «La gitanilla», «Existencia ignorada», «Clemencia» y «Los huevos de Pascua» en 1865». Junto a ellas, otra firma destacada será la de Micaela de Silva con textos como «Una riña de amantes», «Batilde», «El voto de una madre», «El cazador furtivo», «Del dicho al hecho» o «Escolástica», firmando además como Camila de Avilés varios cuentos en esos años24El vínculo de Ángela Grassi (1823-1883), Joaquina García de Balmaseda (1837-1893) y Micaela de Silva (1809-1889) con la prensa periódica, y especialmente con la destinada a las lectoras o con aquella de carácter instructivo para la infancia y las familias, es notable, como atestigua el recorrido hecho por su producción en el manual de Simón Palmer (1991); entre las contribuciones previas al inicio de la colaboración en La Educanda de Grassi y García de Balmaseda creemos oportuno mencionar su participación en la Educación Pintoresca (1857-1859) y en La Aurora de la Vida (1860-1862), ambas empresas de P. J. de la Peña. Las tres autoras tras la desaparición de La Educanda quedarían vinculadas a El Correo de la Moda del que, como se ha indicado en la nota 14, Grassi y Balmaseda serían directoras desde 1867 y 1883 respectivamente.. Con estas, que son las que mayor número de veces figuran en las páginas de La Educanda, vamos a localizar otras aportaciones femeninas, como la de Pilar Sinués de Marco en 1863 con «Flor de Oro» y el apólogo «La violeta y la dalia»25Pilar Sinués de Marco (1835-1893) tuvo una intensa actividad literaria desde muy temprana edad, parte de ella se encuentra vinculada a la prensa y, como en los casos anteriores, a la que se dirigía al público femenino, a las familias y a la infancia. No son demasiadas las creaciones que incluye en La Educanda, quizá porque durante parte de su tirada ejerció como directora de la revista El Ángel del Hogar (1864-1869). Para el conjunto de su creación en prensa remitimos a Simón Palmer (1991) y a Partzsch (2019: 80-82) quien no solo sitúa a la autora en el mercado editorial, sino que aporta nuevas lecturas a partir de sus textos que permiten redibujar la imagen de la escritora como férrea defensora del ideal doméstico femenino introduciendo matices en el mismo, pues en sus escritos se deslizan diferentes llamadas a la necesidad de incluir a la mujer en la estructura económica, aunque con las limitaciones derivadas de lo que la formación femenina permitía.; la de Antonia Díaz Lamarque en 1863, con varios versos, algunos de marcado carácter religioso como el soneto «A Dios en el augusto sacramento de la Eucaristía» o «En una profesión religiosa» en 1864 y 1865 o la de Narcisa P. Reoyo, que en 1865 publica poemas religiosos como un himno «Al señor» o «El ángel del consuelo»26Antonia Díaz Lamarque (1827-1892) y Narcisa Pérez Reoyo (1849-1876) son calificadas por Schreiber-di Cesare (2016: 248) como poetisas de Dios, junto a otras presentes en las páginas de La Educanda, como Elena Gómez de Avellaneda (1840-1864) o Micaela de Silva (1809-1889), para destacar la vinculación que entre poesía y religión se da en el impreso; aspecto que creemos que esto debe hacerse extensivo a las composiciones poéticas masculinas.. También se localiza a Carmen Espejo y Valverde con la novelita Rocío en 1863 y algún poema en 1864; se publican asimismo cuatro composiciones de Emilia Mijares y varios textos de Fernán Caballero como «Un vestido» o «La flor sin cultivo» en los ejemplares 13 y 33 de 1863, «El correo interior» y «Un ejemplo y un chascarrillo de Alsacia» en los cuadernos 53 y 64 de 1864, y «Peregrinación de las campanas» en el n.º 105 de 186527En el caso de Fernán Caballero, no podemos descartar que la contribución no sea directa, sino que se hayan tomado sus textos sin mediación de las responsables. .

Junto a estos nombres femeninos, podemos encontrar, aunque con una participación no tan destacada, la firma de varones como Antonio Arnao, que publica sobre todo versos en el año 1863 y en 1865; Enrique Hernández, de quien se incluyen seriadas las obras Mariana en 1863 y Santiago en 1864, o Román Doldán y Fernández que remite poemas dedicados a vírgenes como la del Carmen o en homenaje al mes de mayo, en los años 1864 y 186528Los datos biográficos sobre Enrique Hernández y Román Doldán y Fernández son escasos, aunque contaron con una presencia relevante en el panorama literario de mediados del XIX. En lo que se refiere a su participación en la prensa, podemos localizar sus firmas en publicaciones de carácter instructivo destinadas al público lector femenino, a las familias y a los niños como el Álbum de Señoritas y Correo de la Moda (1853-1864) o El Mundo Pintoresco (1858-1860) en el primer caso, y en La Violeta (1862-1866), el Museo de las Familias (1843-1870), el Amante de la Infancia (1866-1867) o Los Niños (1870-1876) en el segundo, sin descartar otras. De Antonio Arnao (Murcia, 1828 - Madrid, 1889) existen algunos trabajos, donde se destaca su faceta de poeta y dramaturgo, como se hace de manera sucinta en la semblanza de Concepción Ruiz Abellán del Diccionario Biográfico electrónico (DB~e) de la Real Academia de la Historia, aunque siguen siendo necesarios los estudios que cifren su colaboración en la prensa periódica donde, además de en La Educanda, podemos localizar contribuciones en otras publicaciones femeninas como La Violeta (1862-1866) o El Correo de la Moda (1851-1893). Fue firma frecuente de composiciones poéticas, a veces musicadas, en el Semanario Pintoresco Español (1836-1857), La Ilustración (1849-1857) o El Globo Ilustrado (1866-1867). La información sobre la participación de estos autores en la prensa periódica procede en gran medida de la consulta de los fondos digitalizados en la Hemeroteca de la BNE y de la tesis de Pérez Valle (2015) para el Museo de las Familias; no obstante, es un aspecto que requiere un análisis más detallado del que aquí podemos ofrecer..

No obstante, pese a poderse rastrear algunos nombres masculinos en la sección de literatura, el conjunto de las aportaciones y las que marcan la línea temática se deben a mujeres que con sus textos tratan de mostrar cuál debe ser el modelo femenino a seguir o adoctrinan sobre determinados aspectos vinculados a la familia y al rol doméstico que debe adoptar el género femenino, de acuerdo con lo esperable por la orientación ideológica del impreso. Sin embargo, en ese posicionamiento pueden localizarse pequeños resquicios que otorgan a la mujer ciertas cuotas de actuación más allá del hogar desde una perspectiva conservadora, que tienen que ver con la posibilidad de formarse para no tener que depender de un varón en caso de desgracia o con la opción de ejercer como maestra. Elementos que vemos presentes, por ejemplo, en las «Cartas familiares» de Ángela Grassi, donde en uno de los intercambios que mantiene Enriqueta con su abuela, la primera postula la necesidad que existe para la mujer de poder valerse por sí misma, lo que lleva directamente a su instrucción, para no tener que depender de un varón y sostener comportamientos alejados de la coquetería y la frivolidad (n.º 41: 322-323).

Junto a la sección de literatura, en otros apartados estables como los destinados a la moda y a las labores hallamos una muy marcada participación femenina, en este caso debida en su mayor parte a Joaquina García de Balmaseda.

Como puede verse, las firmas femeninas -vinculadas a literatura y moda, sobre todo- resultan claves en la composición de los números de la segunda época y marcan, en cierto modo, una diferencia fundamental respecto a la primera etapa.

En esta segunda etapa, tal y como sucedía en la primera, habrá secciones anecdóticas como la de bibliografía, que solo aparece en 1865, donde en el cuaderno 146 se recomienda la adquisición por su utilidad para las madres de familia de La Agenda de Bufete, o libro de la memoria, Diario para el año de 1866, con noticias y guía de Madrid publicada por la casa Bailly-Bailliere (p. 367).

En ese último año de 1865, comienza a aparecer una sección específica, de índole noticiera, sobre los teatros de Madrid (números 137, 138, 140, 143, 144 y 147) firmada siempre por Diego de Rivera, que se mantendrá posteriormente en El Correo de la Moda. Puede considerarse un antecedente de esta la contribución en 1863 de Carolina Sorel titulada «Revista de Madrid» (n.º 47), que incluía noticias sobre la actividad cultural de la ciudad.

3. CONCLUSIÓN

 

El recorrido hecho por la colección completa de La Educanda presenta a la publicación como una revista pionera en su afán por dirigirse a un grupo de lectoras concreto con la finalidad de implicarlas o, cuanto menos, de contribuir en la mejora de la educación femenina tanto en el seno del hogar como en las escuelas, teniendo en cuenta la especificidad de los contenidos útiles para ellas y otorgando una notable importancia a la moral. La instrucción en determinadas materias, adaptadas a las necesidades de las receptoras de clases sociales acomodadas y marcadas, al mismo tiempo, por las diferencias existentes en las disposiciones establecidas para la educación de uno y otro sexo están presentes en la selección de trabajos que se incluyen en la revista.

Como se ha visto, la tirada del periódico está caracterizada por la existencia de dos etapas diferenciadas no solo por elementos externos como la periodicidad o la imprenta utilizada, sino por otros que tienen que ver con la propia composición y edición. De este modo, vemos que en la primera época los contenidos educativos junto con los textos de carácter moral son los dominantes y alcanzan un claro tono dogmático en muchos casos. Buena parte de ellos aparece firmada con las iniciales T., J. T. L. y L. R. y P., bajo las que parecen encontrarse los responsables del periódico. La participación femenina, que suele explicitarse al presentar las secciones o los propios textos, queda principalmente circunscrita a las secciones de literatura, moda y labores -donde destacan los casos de C. A. de L. o Emila R. y R.-. En la segunda época, cuando el enfoque práctico prevalece sobre el instructivo, como se anuncia en el prospecto que abre la nueva etapa, la literatura empleada para servir de lectura ejemplificadora duplica su presencia y, vinculados a la misma, encontramos muchos de los nombres más representativos de la producción isabelina, con Ángela Grassi y Joaquina García de Balmaseda encabezando la nómina de autoras.

Esta presencia femenina evidencia que en aquellos momentos la mujer había conseguido conquistar un espacio profesional de la mano de la escritura y el periodismo; no en vano, muchos de los nombres que aquí se citan habían participado o participaban al mismo tiempo en otras cabeceras destinadas principalmente al público femenino, a la infancia o a la familia. De este modo, pese a la habitual defensa de los valores tradicionales y a la exaltación del hogar como espacio femenino por antonomasia que se refleja en sus textos, su propia actividad supone un resquicio para la consecución de cierta independencia económica contradictoriamente negada desde algunos de sus trabajos o únicamente planteada como solución a situaciones calamitosas, donde es la profesión docente casi la única actividad planteada como adecuada.

La continuidad de muchas de estas autoras en El Correo de la Moda que, según apunta Palomo Vázquez (2014b: 2)Palomo Vázquez, M.ª del Pilar (2014b). Las revistas femeninas españolas del siglo XIX. Reivindicación, literatura y moda. Arbor, 190(767), a130. https://doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3001 , es la publicación que mayor número de firmas femeninas concentra en el siglo XIX, nos permite situar a La Educanda -una cabecera dirigida por hombres- como un espacio destacado en ese entorno de profesionalización para las escritoras que fue la prensa isabelina, como observa Partzsch (2019)Partzsch, Henriette (2019). Editoras en ciernes. El espíritu empresarial de las llamadas escritoras isabelinas. Lectora, 25: 77-90. , que acaso en combinación con anteriores experiencias pudo propiciar que poco después de su cese Ángela Grassi se postulase como directora del papel con el que se fusiona La Educanda, el mencionado y longevo El Correo de la Moda, que dirige hasta su muerte en 1883, cuando la sucede en el puesto Joaquina García de Balmaseda.

Asimismo, a la luz de las relaciones existentes entre diferentes publicaciones destinadas a las mujeres o a la familia durante la etapa isabelina, que se van sustituyendo o fusionando unas con otras -práctica muy habitual como indicase Sánchez Llama (2000: 137-138)Sánchez Llama, Íñigo (2000). Galería de escritoras isabelinas. La prensa periódica entre 1833 y 1895. Madrid: Cátedra.-, como sucede con aquellas de las que fue propietario Pedro José de la Peña y en las que se reintegran colaboradores de ambos géneros que habían figurado en otras cabeceras de su propiedad, cabría hablar de la aparente existencia de equipos editoriales donde la especialización temática marca la firma de los contenidos ofrecidos y crea una estructura relativamente estable que pudo dotar de seguridad económica a muchas de las autoras que participan en su composición.

4. AGRADECIMIENTOS

 

El presente estudio forma parte de los resultados de investigación del proyecto FFI2017-82177-P: Leer y escribir la nación: mitos e imaginarios literarios de España (1831-1879), del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y del proyecto P18-RT-2763: Andalucía y lo andaluz ante el gran público. Textos fundamentales para su representación en los siglos XVIII y XIX, cofinanciado por la Unión Europea en el marco del Programa Operativo FEDER 2014-2020 y por la Consejería de Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad de la Junta de Andalucía.

NOTAS

 
1

Sánchez Hernández (2009: 225)Sánchez Hernández, María F. (2009). Evolución de las publicaciones femeninas en España. Localización y análisis. Documentación de las Ciencias de la Información, 32: 217-244. situaba ejemplares de La Educanda en la Biblioteca Nacional de España [BNE] y en la Hemeroteca Municipal de Madrid [HMM], sin precisar si se trataba de colecciones completas. También localizaba números del periódico en ambos espacios Jiménez Morell (1992: 173-174)Jiménez Morell, Inmaculada (1992). La prensa femenina en España: (desde sus orígenes a 1868). Madrid: Ediciones de la Torre., que aportaba junto a algunos datos correctos errores evidentes en la descripción del título. Este estudio parte del cotejo de ambas colecciones, para desde ellas completar y perfilar lo dicho sobre el periódico.

En la HMM se hallan los números 1-46 del 1 de enero de 1861 al 15 de noviembre de 1862 de la primera época y los ejemplares 1 a 4 del 8 al 31 de diciembre de 1862 de la segunda, seguidos por los que van desde el 71 del 24 de mayo de 1864 al 136 del 30 de septiembre de 1865. En la BNE se conservan los números de la segunda época, que llegan hasta el 148 del 31 de diciembre de 1865, y cuadernos sueltos de la primera etapa. Estos últimos contienen las portadas y contraportadas en varios casos, así como algunas de las planas con la información sobre los cambios en el abono y la lista de las obras dadas como obsequio a los suscriptores, que no se hallan en la colección de la HMM. En la hemeroteca madrileña los cuadernos que van de enero a septiembre de 1861 presentan una disposición similar a la de libro.

2

Espigado Tocino (2006: 49-51)Espigado Tocino, Gloria (2006). Las mujeres en el nuevo marco político. En Isabel Morant (dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina III. Del siglo XIX a los umbrales del XX. Madrid: Cátedra, pp. 27-60. marca la persistencia durante el siglo de títulos destinados a mujeres y promovidos por hombres a los que paulatinamente se suman otras empresas dirigidas por mujeres caracterizadas por su carácter conservador y por la defensa de la actuación educadora de la mujer en el seno del hogar. No obstante, en esta generalidad también hubo excepciones en las ediciones sustentadas por las féminas como marca la investigadora para Ellas (1851-1853) o las publicaciones de las furieristas gaditanas María Josefa Zapata y Margarita Pérez de Celis: El Pensil Gaditano (1856-1857), El Pensil de la Iberia (1857), El Nuevo Pensil de la Iberia (1857-1858), El Pensil de la Iberia. Revista Universal Contemporánea (1859) y La Buena Nueva (1865-1866), que frente a las anteriores no se presentan como cabeceras específicas para el sexo femenino.

3

Conviene indicar aquí que, pese a la temprana experiencia de la tirada de La Pensadora Gaditana (1763-1764) de Beatriz Cienfuegos -Beatriz Manrique de Lara y Alberro (Canterla, 2018Canterla, Cinta (2018). Beatriz Manrique de Lara Alberro, Marquesa de García del Postigo, autora de La Pensadora Gaditana bajo el pseudónimo de Beatriz Cienfuegos. Cuadernos de Ilustración y Romanticismo, 24, pp. 741-755. https://doi.org/10.25267/Cuad_Ilus_romant.2018.i24.33 )- y de El Correo de las Damas (1804-1808), en el caso de España habrá que esperar hasta la década de los treinta y, más concretamente a los años cuarenta, para asistir a una eclosión mantenida de publicaciones femeninas. Hecho este que contrasta con el caso de Francia, donde entre 1808 y 1830 saldrían doce y entre 1830 y 1845 cuarenta y tres publicaciones femeninas (Roig Castellanos, 1986: 60-61 y 64-66Roig Castellanos, Mercedes (1986). La mujer en la historia a través de la prensa. Francia, Italia, España siglos XVIII-XIX. Madrid: Ministerio de Cultura-Instituto de la Mujer.), mientras que para España, si tomamos como referencia los datos de Simón Palmer (1975: 406-422)Simón Palmer, María del Carmen (1975). Revistas españolas femeninas del siglo XIX. En Homenaje a D. Agustín Millares Carlo, t. I. Las Palmas: Cajas de Ahorro, pp. 401-445., vemos que, en horquillas similares, saldrían tres y veinte periódicos respectivamente, siendo en el segundo de los casos considerablemente superior el volumen de los aparecidos en los cuarenta, que llega a catorce.

4

verse al respecto los artículos 2.º, 4.º y 5.º de la referida ley. Esta limitación de materias según el sexo condiciona, como apunta Fernández Valencia (2006: 442)Fernández Valencia, Antonia (2006). La educación de las niñas: ideas, proyectos y realidades. En Isabel Morant (dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina III. Del siglo XIX a los umbrales del XX. Madrid: Cátedra, pp. 427-453., las opciones profesionales para ellas.

5

Colección BNE.

6

Se hallan anuncios en: n.º 4158 (20-I-1862), n.º 4336 (20-IV-1862) o n.º 4440 (4-VII-1862), entre otros.

7

Lamentablemente no se han conservado las listas de suscriptores al periódico que permitirían tener datos específicos sobre la extracción social exacta de las damas a las que se dirige.

8

Pueden verse al respecto los artículos 191,192 y 194 de la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857.

9

En el caso de los salarios más bajos, la adquisición anual del periódico en la edición recomendada para las maestras venía a suponer más de la mitad de uno de sus sueldos.

10

Debemos especificar que se trata de cifras brutas, donde no existe distinción por edades ya que el dato relativo al límite de edad y el dominio de la lectura y la escritura no se incluye hasta 1887, como recoge Gabriel (1997: 200-201)Gabriel, Narciso de (1997). Alfabetización, semialfabetización y analfabetismo en España (1860-1991). Revista Complutense de Educación, vol. 8, 1: 199-231..

11

Señala Simón Palmer (1993: 6)Simón Palmer, María del Carmen (1993). Revistas femeninas madrileñas. En Aula de cultura. Ciclo de conferencias: El Madrid de Isabel II. Madrid: Ayuntamiento de Madrid-Instituto de Estudios Madrileños, pp. 5-35. que alrededor de treinta revistas para ellas se publicaron en Madrid entre 1834 y 1868; de las que según el listado aportado por la autora al menos cinco compartieron escena con La Educanda, estas serían: El Correo de la Moda (1851-1893), El Paladín de las Damas (1861), La Violeta (1862-1866), El Ángel del Hogar (1864-1869) y La Mujer Cristiana (1864-1865) (véase Simón Palmer, 1993: 25-27Simón Palmer, María del Carmen (1993). Revistas femeninas madrileñas. En Aula de cultura. Ciclo de conferencias: El Madrid de Isabel II. Madrid: Ayuntamiento de Madrid-Instituto de Estudios Madrileños, pp. 5-35., actualizamos algunas fechas sobre la base de catalogaciones recientes).

12

No son muchos los datos que nos han llegado de estos libros, pues solo se conservan los listados en algunas contraportadas de los cuadernos de 1861 de la BNE. Anexo I.

13

Pueden verse los anuncios de La Regeneración (5 y 14-I-1863), (11-V-1863), La Iberia (6-I-1863), (11 y 17-XI-1863) o el Diario Oficial de Avisos de Madrid (12-I-1863); o en 1864 en La Discusión (21 y 28-I-1864), La Regeneración (2-VI-1864) o La Iberia (19-V-1864).

14

En la vida de esta revista cabe distinguir diferentes etapas marcadas por los cambios en la denominación adoptada. Inicialmente se rotuló El Correo de la Moda (1851-1852), en 1853 une su empresa con la del Álbum de Señoritas (1852), pasando a denominarse Álbum de Señoritas y Correo de la Moda, hasta que en 1856 se modifica el orden pasando a ser El Correo de la Moda. Álbum de Señoritas, título que se mantiene hasta 1864. En 1865 vuelve a la denominarse El Correo de la Moda y se extiende ya hasta 1893.

15

Díaz de Alda (2014: 6-7)Díaz de Alda Heikklilä, M.ª Carmen (2014). Análisis de la revista decimonónica La Violeta. Arbor, 190(770), a193. https://doi.org/10.3989/arbor.2014.770n6014 advierte de la peculiar situación que se da tras obtener la Real Orden por mediación de Eugenio de Ochoa, Director de Instrucción Pública y amigo de Faustina Sáez, quien en 1871 y desde las páginas de La Mujer indica que, pasado un mes, la Real Orden fue derogada, lo que, como apunta Díaz de Alda (2014: 7)Díaz de Alda Heikklilä, M.ª Carmen (2014). Análisis de la revista decimonónica La Violeta. Arbor, 190(770), a193. https://doi.org/10.3989/arbor.2014.770n6014 , fue óbice para que continuase figurando esa información en sus números o para que posteriormente se esgrimiese como elemento que mostraba los logros de La Violeta en el ámbito educativo. Sobre la labor editorial y la escritura de Faustina Sáez de Melgar (1834-1895) puede consultarse el reciente trabajo de Seguí Collar (2019)Seguí Collar, Virginia (2019). Empresarias y agentes culturales del siglo XIX. El modelo de Faustina Sáez de Melgar (1834-1895). Lectora, 25: 91-103.; se destaca en él cómo el control del proceso de comercialización de sus obras fue marcado en todas las etapas de su vida ya fuese desde la creación, la dirección-edición o la traducción; en este adoptó diferentes fórmulas comerciales como la creación de colecciones y bibliotecas, que propiciaban una amplia difusión de un conjunto de textos y no descuidó la tirada de revistas femeninas de las que La Violeta se sitúa como primera experiencia.

16

Sobre los responsables de la edición de La Educanda resulta por ahora complicado aportar más datos que sus nombres, pues apenas se ha podido localizar información de ellos siendo una excepción el caso de Pedro José de la Peña (¿?-1867), que fue director de varias empresas destinadas a las damas y al público infantil de la alta sociedad como El Correo de la Moda (1851-1867, pasa a ser responsable tras su muerte Ángela Grassi y reemplaza a esta cuando fallece en 1883 Joaquina García de Balmaseda), Álbum de Señoritas (1852), La Educación Pintoresca (1857-1859) y La Aurora de la Vida (1860-1862), según recoge López de Suazo (2017: 428)López de Suazo Algar, Antonio (2017). Catálogo de periodistas españoles del siglo XIX. Madrid: JLA., siguiendo a Ossorio y Bernard (1903: 338)Ossorio y Bernard, Manuel (1903). Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX. Madrid: Imprenta y Litografía de J. Palacios., sorprendentemente ninguno cita La Educanda entre las obras dirigidas por Peña.

17

Unimos a la sección con la que en cada caso se vinculan las explicaciones del pliego de dibujos y descripción de figurines.

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En las tablas se incluye el número de veces en las que aparece la firma en la publicación, con independencia de si lo hace con uno o más textos, pues este dato refleja mejor la presencia real en la composición del periódico de unos y otros nombres. Se han ordenado de acuerdo a cómo figura la firma en la publicación y agrupando aquellos casos en los que figura con más de una opción o se trata de un seudónimo; para la determinación de las identidades se ha empleado Simón Palmer (1991)Simón Palmer, María del Carmen (1991). Escritoras españolas del siglo XIX. Manual bio-bibliográfico. Madrid: Castalia..

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Aunque no tenemos certeza absoluta, varios elementos hacen factible que pueda barajarse la idea de que se trata de rúbricas masculinas; por un lado, el espacio que ocupan estas firmas -L. R. y P. abre el primer número, por ejemplo- y el resto aparece con frecuencia en secciones destinadas a la instrucción que en la segunda época vemos firmar sobre todo por varones; por otro, habría que considerar el hecho de que en el «Nuevo prospecto» se haga referencia a los objetivos alcanzados por «los fundadores» del periódico en materia de instrucción, para especificar luego el rol que desempeñarán algunas señoritas en la nueva etapa en secciones como la de labores, destinadas a una enseñanza práctica, con lo que parecen marcar los espacios y la temática de la escritura para uno y otro género. No en vano, las rúbricas de mujeres las encontramos vinculadas principalmente a la literatura, a la moda y a las labores.

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Bajo el rótulo Educación hemos especificado -cuando así figuraban en el impreso- las matizaciones sobre su carácter más instructivo o moral, aunque hay que advertir que ambos enfoques estuvieron siempre presentes con independencia de si se especificaba o no. Frente a los contenidos agrupados como Enseñanza, estos suelen presentar un carácter más doméstico. De igual modo, se han reflejado aquellos casos en los que se matizaba que se trataba de una Enseñanza metódica o vinculada a Ciencias y Artes.

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Conviene advertir que se trata de una minoría de textos, por lo general de reducidas dimensiones y consistentes en literatura, máximas o algún breve retazo moral. Su número y sobre todo su tamaño hace que sean en prácticamente todos los casos un elemento menor.

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Antonio Pirala Criado (Madrid, 1824-1903). Fue un destacado historiador, con una notable obra en torno a las guerras carlistas; mantuvo una actividad nada desdeñable en relación con aspectos vinculados a la pedagogía, donde cabe reseñar la edición de El Profesorado. Revista de instrucción pública (1857-1858) y su participación frecuente en varias cabeceras de la etapa isabelina como el Museo de las Familias (1843-1879), La Educanda (1861-1865, en la segunda época) o El Correo de la Moda (1851-1893, desde 1853). De igual modo, publicó algunas novelas históricas y un tratado de educación femenina reeditado en múltiples ocasiones: El libro de oro de las niñas (1852), entre otros escritos.

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Siguiendo la agrupación presente en la primera época, incluimos bajo la etiqueta Literatura novelas, cuentos, leyendas, anécdotas, poesías y máximas. Los textos presentados como Viajes, por el carácter descriptivo-instructivo que adoptan, los incluimos entre los trabajos destinados a la Enseñanza.

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El vínculo de Ángela Grassi (1823-1883), Joaquina García de Balmaseda (1837-1893) y Micaela de Silva (1809-1889) con la prensa periódica, y especialmente con la destinada a las lectoras o con aquella de carácter instructivo para la infancia y las familias, es notable, como atestigua el recorrido hecho por su producción en el manual de Simón Palmer (1991)Simón Palmer, María del Carmen (1991). Escritoras españolas del siglo XIX. Manual bio-bibliográfico. Madrid: Castalia.; entre las contribuciones previas al inicio de la colaboración en La Educanda de Grassi y García de Balmaseda creemos oportuno mencionar su participación en la Educación Pintoresca (1857-1859) y en La Aurora de la Vida (1860-1862), ambas empresas de P. J. de la Peña. Las tres autoras tras la desaparición de La Educanda quedarían vinculadas a El Correo de la Moda del que, como se ha indicado en la nota 14, Grassi y Balmaseda serían directoras desde 1867 y 1883 respectivamente.

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Pilar Sinués de Marco (1835-1893) tuvo una intensa actividad literaria desde muy temprana edad, parte de ella se encuentra vinculada a la prensa y, como en los casos anteriores, a la que se dirigía al público femenino, a las familias y a la infancia. No son demasiadas las creaciones que incluye en La Educanda, quizá porque durante parte de su tirada ejerció como directora de la revista El Ángel del Hogar (1864-1869). Para el conjunto de su creación en prensa remitimos a Simón Palmer (1991)Simón Palmer, María del Carmen (1991). Escritoras españolas del siglo XIX. Manual bio-bibliográfico. Madrid: Castalia. y a Partzsch (2019: 80-82)Partzsch, Henriette (2019). Editoras en ciernes. El espíritu empresarial de las llamadas escritoras isabelinas. Lectora, 25: 77-90. quien no solo sitúa a la autora en el mercado editorial, sino que aporta nuevas lecturas a partir de sus textos que permiten redibujar la imagen de la escritora como férrea defensora del ideal doméstico femenino introduciendo matices en el mismo, pues en sus escritos se deslizan diferentes llamadas a la necesidad de incluir a la mujer en la estructura económica, aunque con las limitaciones derivadas de lo que la formación femenina permitía.

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Antonia Díaz Lamarque (1827-1892) y Narcisa Pérez Reoyo (1849-1876) son calificadas por Schreiber-di Cesare (2016: 248) como poetisas de Dios, junto a otras presentes en las páginas de La Educanda, como Elena Gómez de Avellaneda (1840-1864) o Micaela de Silva (1809-1889), para destacar la vinculación que entre poesía y religión se da en el impreso; aspecto que creemos que esto debe hacerse extensivo a las composiciones poéticas masculinas.

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En el caso de Fernán Caballero, no podemos descartar que la contribución no sea directa, sino que se hayan tomado sus textos sin mediación de las responsables.

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Los datos biográficos sobre Enrique Hernández y Román Doldán y Fernández son escasos, aunque contaron con una presencia relevante en el panorama literario de mediados del XIX. En lo que se refiere a su participación en la prensa, podemos localizar sus firmas en publicaciones de carácter instructivo destinadas al público lector femenino, a las familias y a los niños como el Álbum de Señoritas y Correo de la Moda (1853-1864) o El Mundo Pintoresco (1858-1860) en el primer caso, y en La Violeta (1862-1866), el Museo de las Familias (1843-1870), el Amante de la Infancia (1866-1867) o Los Niños (1870-1876) en el segundo, sin descartar otras. De Antonio Arnao (Murcia, 1828 - Madrid, 1889) existen algunos trabajos, donde se destaca su faceta de poeta y dramaturgo, como se hace de manera sucinta en la semblanza de Concepción Ruiz Abellán del Diccionario Biográfico electrónico (DB~e) de la Real Academia de la Historia, aunque siguen siendo necesarios los estudios que cifren su colaboración en la prensa periódica donde, además de en La Educanda, podemos localizar contribuciones en otras publicaciones femeninas como La Violeta (1862-1866) o El Correo de la Moda (1851-1893). Fue firma frecuente de composiciones poéticas, a veces musicadas, en el Semanario Pintoresco Español (1836-1857), La Ilustración (1849-1857) o El Globo Ilustrado (1866-1867). La información sobre la participación de estos autores en la prensa periódica procede en gran medida de la consulta de los fondos digitalizados en la Hemeroteca de la BNE y de la tesis de Pérez Valle (2015)Pérez Valle, Raquel (2015). Literatura y periodismo en el siglo XIX: el Museo de las Familias (1843-1870) [Tesis doctoral inédita]. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED): Madrid. Disponible en: http://e-spacio.uned.es/fez/view/tesisuned:Filologia-Rperez para el Museo de las Familias; no obstante, es un aspecto que requiere un análisis más detallado del que aquí podemos ofrecer.

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ANEXO I

 

Incluimos aquí el detalle de dos de los cuatro listados conservados en la colección de la BNE. El primero coincide con los que habían aparecido en los números 9 (1-V-1861) y 18 (15-IX-1861) de La Educanda; en el segundo puede apreciarse una leve variación en los títulos ofrecidos.

Figura 8.  Detalle de las obras dadas como regalo. La Educanda, 15 (1-VIII-1861). BNE. Hemeroteca Digital.
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Figura 9.  Detalle de las obras dadas como regalo. La Educanda, 22 (15-XI-1861). BNE. Hemeroteca Digital.
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