ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura 200 (811)
ISSN-L: 0210-1963, eISSN: 1988-303X
https://doi.org/10.3989/arbor.2024.811.2715

Ben Young Mason y Justin Wilkes (2016). Mars. Estados Unidos: Imagine Entertainment y RadicalMedia.

 

En pocos años, concretamente en 2026, se cumplirá el centenario del lanzamiento del primer cohete de combustible líquido a gran altura por parte de Robert Goddard. Tras las circunstancias geopolíticas que impulsaron la carrera espacial el pasado siglo, hoy parecemos estar ante un renovado interés por el espacio. Se prevé así que para 2030 lleguen a Marte los primeros astronautas, con el objetivo de que el planeta rojo sea el próximo hogar de la humanidad.

Este destino inminente es retratado por la serie de National Geographic Chanel Mars, basada en la obra de Stephen Petranek How We’ll Live on Mars, publicada en 2015. La serie consta de un total de 12 episodios divididos en dos temporadas, suscitando amplios temas desde la visión de la ciencia ficción dura, género que presta especial atención a los detalles científicos y técnicos de la trama y la narración. Este género ofrece, por un lado, la posibilidad de examinar el estado de nuestro conocimiento y la presente mirada moral, a la vez que, por otro lado, el aspecto narrativo permite ensayar escenarios hipotéticos y poner sobre la mesa nuevas vías de pensamiento. Sin embargo, no todos los protagonistas presentes en la serie son ficticios, pues esta emplea un formato mixto donde la trama se intercala con entrevistas a personajes influyentes como Elon Musk, creador de la empresa privada Space X en 2002 con el objetivo de llegar a Marte en las próximas décadas, así como el astrofísico, escritor y divulgador Neil deGrasse Tyson, entre otros muchos, incluidos activistas por el cambio climático.

Los eventos transcurren en diálogo entre el planeta rojo y nuestro hogar actual, planteando diversos dilemas que van más allá de los desafíos de la técnica. Algunos de estos son recogidos a partir de las incógnitas sugeridas en la obra de Petranek (2015), quien imagina cómo serán las experiencias de aquellos que en un futuro sean los primeros colonos de Marte. Entre los dilemas políticos y morales a afrontar resulta de interés el continuo paralelismo establecido entre los errores cometidos en la Tierra como resultado del colonialismo y la revolución industrial. Mars muestra la importancia de las relaciones humanas para el logro de la llegada al planeta rojo, pero también para la subsistencia en el mismo. Tanto desde las relaciones interpersonales como desde las relaciones internacionales, es necesaria la colaboración y el sentido de comunidad. No obstante, la serie nos muestra cómo la tensión y el conflicto forman parte de nuestras vidas. Tales enfrentamientos pueden observarse incluso con respecto a Marte, que llega a describirse en ocasiones como un enemigo que trata de expulsarnos continuamente. Al igual que un sistema inmunológico, este trata de acabar con los agentes extraños y hostiles. Cabe por ello apreciar dos formas de relacionarse con el entorno: por un lado, tenemos a los científicos que tratan de comprender lo que les rodea, atendiendo cuidadosamente a los ritmos del planeta. Estos muestran la fascinación, pero también el sentido de la dignidad hacia el objeto de descubrimiento, no tanto por su uso utilitario para la especie humana —que también— sino porque hay algo hermoso, imperturbable en él. Por otro lado, tenemos la perspectiva empresarial, cuyos miembros desencadenarán el enfrentamiento por los recursos, pero también por la visión, por el modo en el que la humanidad ha de relacionarse con el entorno: ¿acaso Marte tiene una dignidad en sí mismo o somos nosotros como humanos los que trasladamos categorías y valores éticos que no le corresponden? ¿Es lícito proyectar el temor hacia lo que sucede en la Tierra ante este espacio por territorializar?

La territorialidad humana constituye un elemento poderoso y permanentemente presente en las vidas humanas. Autores como el geógrafo Robert Sack reflexionan acerca de la raigambre social y geográfica de este concepto. Este hace referencia a una estrategia empleada por parte de los seres humanos para afectar, influir y controlar a los demás conforme al uso que se hace de la tierra y según se organiza el espacio. Asimismo, los usos y la organización dotan a este de sentido. Precisamente la cuestión de la territorialidad nos invita a repensar nuestra relación con la tierra, con lo que como humanidad hemos construido. Ahora bien, en el presente pudiera servirnos a su vez para elevar la mirada sobre el firmamento. Esta idea queda expresada en la serie ya desde sus comienzos «Y cuando ya no había fronteras en la Tierra, nos lanzamos entre las estrellas» (Mars, 2016, 00:01:18).

El uso del espacio, en tanto que construcción social, tiene que ver con quién controla a quién y los motivos por los que lo hace. Teniendo esto presente, podemos preguntarnos acerca de cuál será la relación del ser humano con un espacio que nunca ha sido territorializado, un otro por descubrir y que, en principio, jamás debería ser objeto de intereses partidistas, sea por parte de los individuos en su relación con las empresas o de los Estados. Esta cuestión fue ya abordada en la anterior carrera espacial, dando lugar al Tratado sobre el espacio ultraterrestre en 1966. A este respecto, Marte puede ser considerado actualmente como una región de frontera, caracterizada por ser un ámbito entre lo conocido y lo desconocido. Este tipo de regiones no parecen existir actualmente en el planeta azul: hoy no queda nada por descubrir, poseer y cartografiar, siendo el espacio ultraterrestre la próxima región de frontera. Con todo, tal y como la serie se esfuerza en mostrarnos, la territorialización de nuevos espacios trae consigo consecuencias, tanto para el territorio por sí mismo como para con los otros. La capacidad de ser independientes y resolutivos será un factor imprescindible para aquellos que se atrevan a adentrarse en una empresa de tales dimensiones. Ello nos invita a pensar en qué debieron experimentar quienes se decidieron a embarcar hacia el Nuevo Mundo siglos atrás; este será precisamente uno de los dilemas recurrentes de la segunda temporada, en la cual nos adentramos en las consecuencias de que nuestra especie llegue a ser interplanetaria; mirando siempre hacia lo que el desarrollo tecnológico ha supuesto para nuestro planeta origen: calentamiento global, sobreexplotación de recursos, la implicación de las industrias privadas, etc.

Conviene destacar el afán del proyecto de Mars por hacer del sueño acerca de visitar otros mundos una realidad cada vez más próxima. Las diferentes personalidades entrevistadas aportan al mismo tiempo claridad científica y pasión. El formato documental trata de resolver las dudas actuales y los desafíos por venir, a la vez que la ficción invita a uno a pensar que los problemas de nuestra especie no desaparecerán por obtener nuevos recursos y colonizar nuevos mundos. Marte será territorializada y colonizada tarde o temprano, pero en todo momento la obra hace hincapié en el impacto que ha supuesto —y supone actualmente— la sobreexplotación de recursos terrestres, así como la falta de reflexión y acción. Para algunos, estas acciones nos han llevado a pensar en la idea de alcanzar Marte como una renuncia a la Tierra. Con todo, Mars refleja la interconexión entre estos planetas hermanos: Marte es y será una promesa de esperanza para la continuidad de la vida en Tierra y no un mero reemplazo.