ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura 199 (808)
abril-junio, 2023, a710
ISSN: 0210-1963, eISSN: 1988-303X
https://doi.org/10.3989/arbor.2023.808009

RESEÑAS DE LIBROS

BOOK REVIEWS

Giuseppe Simone Pedote

Universitat Autònoma de Barcelona

Pedrazuela Fuentes, Mario (2021). El orden de las palabras. Orígenes de la filología moderna en España. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Marcial Pons Historia. ISBN: 978-84-00-10793-2

CONTENIDO

El libro El orden de las palabras. Orígenes de la filología moderna en España que aquí se reseña, escrito por Mario Pedrazuela Fuentes, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, apunta a una reconstrucción minuciosa de los hitos históricos que facilitaron la llegada a España de los métodos científicos basados en el comparativismo, el darwinismo y el positivismo, y que influyeron en los estudios lingüísticos y cómo estas doctrinas contribuyeron a la consolidación de la enseñanza de la lengua y la literatura en la educación secundaria y en la universidad.

La idea de que la lingüística es una ciencia de nuestro tiempo está bastante extendida y, por consiguiente, muchas personas la identifican con la lingüística estructural. Esta idea se debe al gran desarrollo que esta disciplina experimentó en los últimos treinta años del siglo XX, que tiende a hacer olvidar el trabajo realizado en el pasado (Brincat, 1987, p. 161Brincat, Joseph (1987). La storia della lingüística. Hyphen, 5(4), 161-167.). Por eso, este estudio, que pretende recuperar la historia de la filología española, es pertinente.

Se puede afirmar que la lingüística encontró en el siglo XVIII las mismas bases establecidas en la época humanista y renacentista, con la eclosión de las lenguas vernáculas y las investigaciones sobre estas, en detrimento del estudio del latín. En esta época, el racionalismo de René Descartes encontró su expresión con la Ilustración, y los intereses más prácticos que buscaban una revalorización del uso espontáneo del lenguaje se unieron a los más filosóficos, valorando también la dimensión historicista. Dicho en otras palabras, con Descartes y los gramáticos seguidores de sus ideas, se llevó a cabo el acercamiento a temas tan caros a la Lingüística transformacional como son las estructuras profundas y superficiales del lenguaje, la adquisición de éste y su uso creativo y, en definitiva, la explicación lingüística (Laborda Gil, 1981, p. 15Laborda Gil, Xavier (1981). Racionalismo y empirismo en la lingüística del siglo XVII: Port-Royal y Wilkins. [Tesis doctoral inédita]. Barcelona: Universitat de Barcelona.). Sin embargo, la lingüística, tal y como se conoce hoy en día, encontró en las primeras décadas del siglo XIX en Alemania un terreno fértil para su desarrollo, de donde salió transformada. Algunos estudiosos de la generación romántica con ese típico interés por el pasado, quedaron fascinados cuando descubrieron que muchas palabras del sánscrito, la antigua lengua de la India que se utilizaba antes del siglo X a.C. y, por tanto, la más antigua que se conocía entonces, se parecían a palabras latinas, griegas y germánicas. Además, quienes se dedicaron en Alemania a la filología profundizaron en las comparaciones entre las lenguas antiguas y modernas sobre fonética y gramática y adoptaron métodos tan rigurosos que la lingüística ocupó su lugar entre las ciencias, por lo que se fundaron las primeras cátedras universitarias y aparecieron las primeras revistas especializadas (Brincat, 1987, p. 165Brincat, Joseph (1987). La storia della lingüística. Hyphen, 5(4), 161-167.).

Seguidamente, por influencia del darwinismo y a través del estudio de cada una de las lenguas de una misma familia a lo largo del tiempo, se descubrió el carácter natural de la lengua que conlleva dos aspectos: el primero que el cambio lingüístico es un fenómeno universal, es decir, que toda lengua cambia con el paso del tiempo tanto a nivel sintáctico como fonológico y léxico; y el segundo que las lenguas cambian de forma regular, por lo que es posible describir el cambio lingüístico, especialmente el fonológico, en términos de leyes, es decir, mediante generalizaciones explícitas al igual que cualquier otra ciencia. Por lo tanto, fue a partir de ese momento cuando la reflexión lingüística entró en el ámbito científico y se sometió al criterio de la verificabilidad empírica: se abandonaron las semejanzas del significado, se excluyeron las comparaciones que no presentan rígidas correspondencias y se buscó hacer de la comparación una ciencia (Gutiérrez Cuadrado, 1984, p. 433Gutiérrez Cuadrado, Juan (1984). Darwin en la lingüística española del siglo XIX. En Mariano Hormigón Blánquez (coord.), Actas II Con-greso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias: Jaca, 27 de septiembre- 1 de octubre, 1982. Vol. 1: La ciencia y la técnica en España entre 1850 y 1936 (pp. 429-448). Jaca: Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, SEHCYT.).

Esta corriente lingüística, denominada «gramática comparada», fue dominante durante todo el siglo XIX y gran parte de la primera mitad del siglo XX. Entre los exponentes más significativos de este periodo se encuentran Rasmus Rask y Franz Bopp, entre otros. También destacaron en esos años Wilhelm von Humboldt y August Schleicher, este último dedicado a enmarcar la descripción histórico-gramatical dentro de una visión del lenguaje como organismo natural, y gracias a sus estudios nació la escuela alemana de los neogramáticos (formaron parte de ella Hermann Osthoff, Karl Brugmann y August Leskien). Sus miembros afirmaban la importancia de las leyes fonéticas como expresión del cambio lingüístico, gracias también al principio sistemático de la analogía como explicación de los casos que constituirían excepciones a las leyes.

En cambio, con la llegada del siglo XX, la lingüística encontró un nuevo vigor gracias a la publicación en 1916 del Curso de Lingüística General de Ferdinand de Saussure, quien demostró, entre otras cosas, que el lenguaje debe estudiarse desde un punto de vista tanto diacrónico como sincrónico, puesto que, al ser analizado en cualquier momento en el tiempo, no es una realidad fija sino dinámica, debido a los múltiples usos de los hablantes en un momento dado (Santos, 2005, p. 219Santos Caicedo, Doris Adriana (2005). Un análisis paradigmático de los aportes de F. de Saussure y N. Chomsky al campo de los estudios del lenguaje. Forma y Función, 18, 215-228.). Además, el lingüista suizo fue el impulsor de la llamada «gramática estructural», basada en la búsqueda de elementos comunes a todas las lenguas tanto en el presente como en el pasado y concibiendo cada una de ellas como un sistema con varios niveles cuyos elementos establecen entre sí relaciones sistemáticas (Pikabea Torrano, 2008, p. 107Pikabea Torrano, Iñaki (2008). Glosario del lenguaje. La Coruña: Netbiblo.).

En lo que se refiere a lingüística española, aunque España se incorporó un poco más tarde a las corrientes que se iban difundiendo desde Alemania y el resto de Europa, fue a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando el periodo de esplendor cultural y científico conocido como la Edad de Plata, dio origen a su filología moderna.

El libro de Mario Pedrazuela Fuentes se presenta como una excelente herramienta para profundizar en todo lo mencionado y para el aprendizaje de la historia de la lingüística y la filología moderna en España. Redactada con un estilo claro y preciso, dividida en siete capítulos y ampliamente acompañada de una bibliografía bien seleccionada, esta obra resulta de gran utilidad tanto para quienes se acercan por primera vez a esta interesante temática como para quienes ya tienen un amplio conocimiento de esta.

Tras una introducción muy exhaustiva sobre la materia, el primer capítulo narra aquellas etapas que prepararon el terreno para la génesis de la ciencia lingüística en Europa a lo largo del siglo XVIII y principios del siglo XIX, es decir, el nacimiento de la ciencia moderna y profesional, alejada de la corte y al servicio de la población. Además, relata cómo quienes se dedicaban a la ciencia empezaron a divulgar sus conocimientos a la sociedad, lo que facilitó la expansión de nuevos discursos, no solo a través de publicaciones, sino también accediendo a instituciones, escuelas y universidades. Así que surgió la figura del nuevo filólogo, que enseñaba a su alumnado cómo dominar no el latín u otros idiomas en desuso, sino su propia lengua. Por lo tanto, a medida que avanzaba el siglo XIX, la filología, al igual que otras disciplinas científicas, se fue especializando en varias ramas, abriendo camino a nuevas subdisciplinas: fonética, etimología, gramática, etc.

En el segundo capítulo, el autor explica detalladamente todos aquellos pasos que inauguraron la etapa de la filología moderna en España, entre los cuales cabe destacar el nacimiento del sentimiento nacionalista que trajo consigo el movimiento romántico, en el que la enseñanza del idioma y de la literatura jugó un papel importante para la creación de los nuevos Estados. En España, pese al reinado de Fernando VII, con el cierre de las universidades, el exilio de la intelectualidad y las continuas guerras civiles, también se desarrolló un movimiento progresista que consiguió reemplazar el latín en las escuelas por el castellano y su literatura, acercando las clases medias a su patrimonio literario y cultural. Asimismo, Mario Pedrezuela menciona cómo la prensa en España se convirtió en un vehículo importante para difundir las nuevas ideas lingüísticas que se habían originado, y se hace especial mención a los debates en el seno de la Real Academia Española sobre el origen de la lengua castellana y sobre cómo las teorías comparativistas ocuparon un lugar destacado.

Seguidamente, el autor dedica el capítulo tres a la influencia de las teorías darwinistas en la lingüística, puesto que, bajo el influjo de Charles R. Darwin, las reglas de las ciencias naturales se aplicaron también a esta nueva disciplina. El mayor exponente de esta tendencia fue el filólogo alemán August Schleicher quien, apasionado de la botánica y la biología, y en su afán de equiparar el estudio de lengua a estas ciencias, afirmaba que las reglas de la lingüística debían ser tan estrictas como los de las ciencias naturales. Estas teorías, aunque no fueron bien recibidas en España en un primer momento, facilitaron la aceptación en el mundo académico español del estudio historicista del lenguaje.

En el capítulo cuatro el autor se centra en el asentamiento en España de todas las nuevas corrientes filológicas antes mencionadas y, en particular, focaliza su atención en el papel jugado por profesores e investigadores españoles que, por su labor, se consideran percusores de la nueva filología en el ámbito español. Entre ellos destacan Manuel Milá i Fontanals, pionero en incorporar el trabajo de campo; Joaquín Costa por sus investigaciones dialectales; Miguel de Unamuno, quien, en su labor filológica, hizo uso de las nuevas corrientes en su tesis doctoral para estudiar la lengua vasca atraído por los métodos científicos del comparativismo, historicismo y darwinismo. Por último, como no podía ser de otra manera, en este capítulo se dedica un apartado especial a Ramón Menéndez Pidal, que fue, efectivamente, el verdadero padre de la filología moderna en España, pues inició el siglo XX, entre otras cosas, con su elección para ocupar la recién inaugurada cátedra de Filología comparada en la Universidad Central de Madrid, en 1901, y con su nombramiento como miembro de la Real Academia Española, lo que facilitó la llegada del estudio de la lengua y la literatura a la universidad española y a la Academia según las nuevas corrientes científicas.

Mario Pedrazuela Fuentes dedica los capítulos cinco y seis, al relato de la modernización de los estudios filológicos en la educación española, tanto en la enseñanza secundaria (capítulo cinco) como en la universidad (capítulo seis). Parte de algunas divergencias pedagógicas entre los intelectuales de la época, sobre todo en lo que se refiere a la imposición de la enseñanza de lengua española sobre el latín, y lo hace mencionando a los gobiernos progresistas de mediados del siglo XIX, que facilitaron el establecimiento de asignaturas tales como literatura y gramática española, así como a los periodos del Sexenio democrático y del Sexenio liberal, los cuales, pese a los cambios de régimen que supusieron, influyeron finalmente en la modernización de los estudios lingüísticos en España.

Por último, en el capítulo siete, el autor presenta unas biografías breves de quienes fueron pioneros de la filología moderna en España, cuya labor resultó de gran importancia para que las nuevas corrientes lingüísticas pudieran asentarse en el país: Alfredo Adolfo Camús, Pedro Felipe Monlau, Francisco de Paula Canalejas, José Amador de los Ríos, Lázaro Barbón, Manuel de la Revilla, Antonio Sánchez Moguel y Francisco Fernández González.

Así, este libro de Mario Pedrazuela Fuentes es una obra que relata y divulga detalladamente todos los esfuerzos realizados en el pasado para modernizar el estudio de la lengua española y su literatura. Gracias a una redacción clara y fluida permite llevar a cabo un recorrido histórico y conceptual para comprender los distintos acontecimientos que facilitaron el nacimiento de la ciencia lingüística y de la filología moderna en España. La obra constituye, además, un recurso adecuado para el aprendizaje tanto en la enseñanza secundaria como en la universidad.

REFERENCIAS

 

Brincat, Joseph (1987). La storia della lingüística. Hyphen, 5(4), 161-167.

Gutiérrez Cuadrado, Juan (1984). Darwin en la lingüística española del siglo XIX. En Mariano Hormigón Blánquez (coord.), Actas II Con-greso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias: Jaca, 27 de septiembre- 1 de octubre, 1982. Vol. 1: La ciencia y la técnica en España entre 1850 y 1936 (pp. 429-448). Jaca: Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, SEHCYT.

Laborda Gil, Xavier (1981). Racionalismo y empirismo en la lingüística del siglo XVII: Port-Royal y Wilkins. [Tesis doctoral inédita]. Barcelona: Universitat de Barcelona.

Pikabea Torrano, Iñaki (2008). Glosario del lenguaje. La Coruña: Netbiblo.

Santos Caicedo, Doris Adriana (2005). Un análisis paradigmático de los aportes de F. de Saussure y N. Chomsky al campo de los estudios del lenguaje. Forma y Función, 18, 215-228.